A paso firme, el conde caminaba por los lujosos pasillos de la mansión Phantomhive. El bajo tacón de sus zapatos, resonaba de uno en uno al chocar autoritariamente sobre el suelo de mármol pulido en su andar. El peso de su apellido, traía consigo las densas sombras de su pasado, deslizándose presurosas en su cabeza.

La tarde bañaba con suavidad los campos que se extendían más allá de las ventanas, y aún así, el mal llamado apenas prestaba atención al paisaje que se dibujaba en su mirada. No lograba arrancarle una pizca de satisfacción, sino una sensación melancólica que se aferraba a su pecho.

Para olvidarse de aquello que empezaba a fastidiar sus pensamientos, sacudió la cabeza suavemente y suspiró. —Ésto no me llevará a ningún lado— Murmuró para si mismo con estrés evidente.
A paso firme, el conde caminaba por los lujosos pasillos de la mansión Phantomhive. El bajo tacón de sus zapatos, resonaba de uno en uno al chocar autoritariamente sobre el suelo de mármol pulido en su andar. El peso de su apellido, traía consigo las densas sombras de su pasado, deslizándose presurosas en su cabeza. La tarde bañaba con suavidad los campos que se extendían más allá de las ventanas, y aún así, el mal llamado apenas prestaba atención al paisaje que se dibujaba en su mirada. No lograba arrancarle una pizca de satisfacción, sino una sensación melancólica que se aferraba a su pecho. Para olvidarse de aquello que empezaba a fastidiar sus pensamientos, sacudió la cabeza suavemente y suspiró. —Ésto no me llevará a ningún lado— Murmuró para si mismo con estrés evidente.
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