Entre copas y llanto
Fandom Hazbin Hotel
Categoría Drama
Tras recibir el curioso regalo, terminó dejando la caja en su habitación y dejó pasar el tiempo.
Si era sincero, seguía sin entender las intenciones de Vox con mostrarse tan atento hacia él y menos lo quería pensar justo ahora, no tenía cabeza para nada más que no fuera aquel demonio ciervo y como ese día, el que pudo ser el mejor día de su vida, ahora había terminado por quedar de lado.

Era verdad, se suponía que ese día sería la boda una vez su cervatillo tuviera nuevamente su cuerpo original, justo todo se había derrumbado un día antes y era como volver a recibir las lanzas sagradas en el cuerpo al ser desterrado, cubriéndose el rostro con ambas manos.
Estaba tan vulnerable, tan dolido y tan ansioso de tener un sitio seguro que sus pensamientos lo traicionaron.

Pensó en Angel, era su amigo después de todo y sabía que con él podría desahogarse, pero suficiente tenía con sus propios problemas como para cargarle además los desamores del rey de forma tan egoísta.
Pensó en su hermano, pero él no dudaría en matar a su amado en cuanto la primer lágrima volviera a salir y era evidente que no deseaba su muerte, lo amaba más que a nada en el mundo.

Entonces... pensó en Vox, volviendo a mirar la caja con el regalo de su parte, encogiéndose de hombros.
Seguro había perdido la razón de una forma increíble, al grado de considerar a la persona que lo había asesinado como un posible compañero de copas pero ¿Tenía algo que perder?
Quizá él sería el único capaz de comprender lo que era amar con tal fuerza, sufrir por amor y añorar; la tercia que formaba con sus parejas era una prueba de ello, una verdadera y recíproca.

Poniéndose de pie, tomó el regalo entre manos para llevarlo a la sala de estar en el castillo, ese solitario, amplio y lúgubre jodido castillo al que se volvió a confinar por elección, dejando sobre la mesa de centro las copas, preparando la botella para enfriarla un poco y, con un suspiro pesado, comenzar a indagar por el número de ese psicópata ya que no lo tenía, jamás pensó necesitarlo, pero ahora parecía hasta "lógico" de una forma retorcida.
Esperaba una llamada bastara, tampoco pretendía rogar, sólo invitarlo y con la excusa de agradecer el gesto supuestamente amable que ahora tenía con él.
Tras recibir el curioso regalo, terminó dejando la caja en su habitación y dejó pasar el tiempo. Si era sincero, seguía sin entender las intenciones de Vox con mostrarse tan atento hacia él y menos lo quería pensar justo ahora, no tenía cabeza para nada más que no fuera aquel demonio ciervo y como ese día, el que pudo ser el mejor día de su vida, ahora había terminado por quedar de lado. Era verdad, se suponía que ese día sería la boda una vez su cervatillo tuviera nuevamente su cuerpo original, justo todo se había derrumbado un día antes y era como volver a recibir las lanzas sagradas en el cuerpo al ser desterrado, cubriéndose el rostro con ambas manos. Estaba tan vulnerable, tan dolido y tan ansioso de tener un sitio seguro que sus pensamientos lo traicionaron. Pensó en Angel, era su amigo después de todo y sabía que con él podría desahogarse, pero suficiente tenía con sus propios problemas como para cargarle además los desamores del rey de forma tan egoísta. Pensó en su hermano, pero él no dudaría en matar a su amado en cuanto la primer lágrima volviera a salir y era evidente que no deseaba su muerte, lo amaba más que a nada en el mundo. Entonces... pensó en Vox, volviendo a mirar la caja con el regalo de su parte, encogiéndose de hombros. Seguro había perdido la razón de una forma increíble, al grado de considerar a la persona que lo había asesinado como un posible compañero de copas pero ¿Tenía algo que perder? Quizá él sería el único capaz de comprender lo que era amar con tal fuerza, sufrir por amor y añorar; la tercia que formaba con sus parejas era una prueba de ello, una verdadera y recíproca. Poniéndose de pie, tomó el regalo entre manos para llevarlo a la sala de estar en el castillo, ese solitario, amplio y lúgubre jodido castillo al que se volvió a confinar por elección, dejando sobre la mesa de centro las copas, preparando la botella para enfriarla un poco y, con un suspiro pesado, comenzar a indagar por el número de ese psicópata ya que no lo tenía, jamás pensó necesitarlo, pero ahora parecía hasta "lógico" de una forma retorcida. Esperaba una llamada bastara, tampoco pretendía rogar, sólo invitarlo y con la excusa de agradecer el gesto supuestamente amable que ahora tenía con él.
Tipo
Individual
Líneas
10
Estado
Terminado
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