El inicio
—¡Y no te olvides de las donas!
Le gritó por la ventanilla del coche patrulla a su compañero Jack mientras este caminaba hacia una cafetería para comprar un par de cafés calientes.
Jack se giró y elevó sus pulgares haciéndole saber que la había escuchado perfectamente.
Aquella noche Jack y ella tenían que patrullar juntos. La noche estaba siendo tranquila, sin incidentes, a excepción de la lluvia torrencial que caía desde un cielo completamente cubierto por nubes oscuras.
Alya quedó sola en el coche, con el golpeteo de las gotas de lluvia envolviéndola. De pronto la estática de la radio se interrumpió:
"Patrulla 712, aquí central. Tenemos aviso de que se está produciendo un ataque en la Avenida Lexington en el cruce con la calle 42. Necesitamos que se dirijan allí de inmediato."
Alya tomó el altavoz de la radio:
—Aquí la agente Delaney, nos dirigimos hacia allí inmediatamente.
Tras dejar el altavoz de la radio pulsó el claxon con insistencia indicándole a Jack que regresara inmediatamente.
Jack salió de la cafetería corriendo y se montó en el coche, puso en marcha el motor y empezó a conducir.
—¿Qué tenemos? —le preguntó.
—Un ataque en la Avenida Lexington en el cruce con la calle 42 —le explicó Alya.
Jack encendió las sirenas y las luces del coche patrulla y empezó a conducir a toda velocidad en la dirección indicada.
En solo unos minutos llegaron a la dirección indicada.
La avenida estaba desértica excepto por...
—Oh Dios mío... —murmuró Alya mirando a través de las lunas del coche.
—Es una puta carnicería... —añadió Jack.
Ambos agentes se bajaron del coche.
Las aceras y las carreteras tenían varios cadáveres, tanto de mujeres como de hombres, incluso había algunos niños, y todos ellos tenían el cuello completamente desgarrado.
—Tenemos que buscar supervivientes —dijo Jack y salió corriendo para empezar a revisar los cuerpos uno a uno.
—Central, aquí la Agente Delaney de la patrulla 712. Estamos en el lugar de los hechos. Nos hemos encontrado numerosos cadáveres en la carretera y en las aceras. Todos parecen haber sido asesinados mediante desgarros en el cuello. Estamos buscando supervivientes, pero no parece que los haya. Tampoco hay rastro de los responsables de esta masacre. Envíen refuerzos y sanitarios.
Tras informar por el intercomunicador a central, ella se sumó a Jack en la búsqueda de supervivientes.
Mientras revisaba los cadáveres en busca de supervivientes, Alya escuchó un grito desgarrador, era la voz de Jack.
La agente salió corriendo hacia el lugar en el que Jack gritaba. Debía de estar tras unos vehículos pues no podía verle.
Después escuchó el ruido atronador de unos disparos y los fogonazos emitidos por la pistola. Estaba claro que Jack estaba vaciando su cargador en algo o alguien.
Alya vio una sombra oscura moverse a gran velocidad y desaparecer delante de sus ojos. ¿Qué era aquello? No tenía tiempo de pensar. Y, al fin, encontró a Jack.
Yacía en el suelo, con los ojos abiertos en una horrible expresión de terror, su mano aún sujetaba su pistola y su cuello, al igual que el resto de víctimas que había en la calle, presentaba profundos desgarros.
—Central, agente herido. Repito, agente herido —dijo Alya hablando con central por su intercomunicador.
No había recibido aún respuesta por parte de la central cuando fue embestida por alguien o algo que se movía a gran velocidad.
Fue derribada contra el suelo con una facilidad pasmosa y sintió a alguien agacharse junto a ella. ¡Estaba a punto de atacarla!
Giró sobre sí misma y descubrió a un hombre con largos colmillos y ojos rojos como la sangre: un vampiro hambriento de sangre.
—¡Joder! —exclamó y empezó a disparar una y otra vez, sin embargo, las balas no parecían afectarle ni en lo más mínimo.
Tras un forcejeo, logró darle una patada y alejarlo de ella solo levemente, pero lo suficiente para poder ponerse en pie y salir corriendo a la máxima velocidad que le permitían sus piernas.
Pero aquello fue en vano, aquel vampiro corrió tras ella y la alcanzó fácilmente, la derribó contra el suelo y clavó sus dientes en su cuello.
Lo último que Alya recordó antes de perder el conocimiento fue el sonido de numerosos coches policiales que llegaban al lugar acompañados de varias ambulancias.
Le gritó por la ventanilla del coche patrulla a su compañero Jack mientras este caminaba hacia una cafetería para comprar un par de cafés calientes.
Jack se giró y elevó sus pulgares haciéndole saber que la había escuchado perfectamente.
Aquella noche Jack y ella tenían que patrullar juntos. La noche estaba siendo tranquila, sin incidentes, a excepción de la lluvia torrencial que caía desde un cielo completamente cubierto por nubes oscuras.
Alya quedó sola en el coche, con el golpeteo de las gotas de lluvia envolviéndola. De pronto la estática de la radio se interrumpió:
"Patrulla 712, aquí central. Tenemos aviso de que se está produciendo un ataque en la Avenida Lexington en el cruce con la calle 42. Necesitamos que se dirijan allí de inmediato."
Alya tomó el altavoz de la radio:
—Aquí la agente Delaney, nos dirigimos hacia allí inmediatamente.
Tras dejar el altavoz de la radio pulsó el claxon con insistencia indicándole a Jack que regresara inmediatamente.
Jack salió de la cafetería corriendo y se montó en el coche, puso en marcha el motor y empezó a conducir.
—¿Qué tenemos? —le preguntó.
—Un ataque en la Avenida Lexington en el cruce con la calle 42 —le explicó Alya.
Jack encendió las sirenas y las luces del coche patrulla y empezó a conducir a toda velocidad en la dirección indicada.
En solo unos minutos llegaron a la dirección indicada.
La avenida estaba desértica excepto por...
—Oh Dios mío... —murmuró Alya mirando a través de las lunas del coche.
—Es una puta carnicería... —añadió Jack.
Ambos agentes se bajaron del coche.
Las aceras y las carreteras tenían varios cadáveres, tanto de mujeres como de hombres, incluso había algunos niños, y todos ellos tenían el cuello completamente desgarrado.
—Tenemos que buscar supervivientes —dijo Jack y salió corriendo para empezar a revisar los cuerpos uno a uno.
—Central, aquí la Agente Delaney de la patrulla 712. Estamos en el lugar de los hechos. Nos hemos encontrado numerosos cadáveres en la carretera y en las aceras. Todos parecen haber sido asesinados mediante desgarros en el cuello. Estamos buscando supervivientes, pero no parece que los haya. Tampoco hay rastro de los responsables de esta masacre. Envíen refuerzos y sanitarios.
Tras informar por el intercomunicador a central, ella se sumó a Jack en la búsqueda de supervivientes.
Mientras revisaba los cadáveres en busca de supervivientes, Alya escuchó un grito desgarrador, era la voz de Jack.
La agente salió corriendo hacia el lugar en el que Jack gritaba. Debía de estar tras unos vehículos pues no podía verle.
Después escuchó el ruido atronador de unos disparos y los fogonazos emitidos por la pistola. Estaba claro que Jack estaba vaciando su cargador en algo o alguien.
Alya vio una sombra oscura moverse a gran velocidad y desaparecer delante de sus ojos. ¿Qué era aquello? No tenía tiempo de pensar. Y, al fin, encontró a Jack.
Yacía en el suelo, con los ojos abiertos en una horrible expresión de terror, su mano aún sujetaba su pistola y su cuello, al igual que el resto de víctimas que había en la calle, presentaba profundos desgarros.
—Central, agente herido. Repito, agente herido —dijo Alya hablando con central por su intercomunicador.
No había recibido aún respuesta por parte de la central cuando fue embestida por alguien o algo que se movía a gran velocidad.
Fue derribada contra el suelo con una facilidad pasmosa y sintió a alguien agacharse junto a ella. ¡Estaba a punto de atacarla!
Giró sobre sí misma y descubrió a un hombre con largos colmillos y ojos rojos como la sangre: un vampiro hambriento de sangre.
—¡Joder! —exclamó y empezó a disparar una y otra vez, sin embargo, las balas no parecían afectarle ni en lo más mínimo.
Tras un forcejeo, logró darle una patada y alejarlo de ella solo levemente, pero lo suficiente para poder ponerse en pie y salir corriendo a la máxima velocidad que le permitían sus piernas.
Pero aquello fue en vano, aquel vampiro corrió tras ella y la alcanzó fácilmente, la derribó contra el suelo y clavó sus dientes en su cuello.
Lo último que Alya recordó antes de perder el conocimiento fue el sonido de numerosos coches policiales que llegaban al lugar acompañados de varias ambulancias.
—¡Y no te olvides de las donas!
Le gritó por la ventanilla del coche patrulla a su compañero Jack mientras este caminaba hacia una cafetería para comprar un par de cafés calientes.
Jack se giró y elevó sus pulgares haciéndole saber que la había escuchado perfectamente.
Aquella noche Jack y ella tenían que patrullar juntos. La noche estaba siendo tranquila, sin incidentes, a excepción de la lluvia torrencial que caía desde un cielo completamente cubierto por nubes oscuras.
Alya quedó sola en el coche, con el golpeteo de las gotas de lluvia envolviéndola. De pronto la estática de la radio se interrumpió:
"Patrulla 712, aquí central. Tenemos aviso de que se está produciendo un ataque en la Avenida Lexington en el cruce con la calle 42. Necesitamos que se dirijan allí de inmediato."
Alya tomó el altavoz de la radio:
—Aquí la agente Delaney, nos dirigimos hacia allí inmediatamente.
Tras dejar el altavoz de la radio pulsó el claxon con insistencia indicándole a Jack que regresara inmediatamente.
Jack salió de la cafetería corriendo y se montó en el coche, puso en marcha el motor y empezó a conducir.
—¿Qué tenemos? —le preguntó.
—Un ataque en la Avenida Lexington en el cruce con la calle 42 —le explicó Alya.
Jack encendió las sirenas y las luces del coche patrulla y empezó a conducir a toda velocidad en la dirección indicada.
En solo unos minutos llegaron a la dirección indicada.
La avenida estaba desértica excepto por...
—Oh Dios mío... —murmuró Alya mirando a través de las lunas del coche.
—Es una puta carnicería... —añadió Jack.
Ambos agentes se bajaron del coche.
Las aceras y las carreteras tenían varios cadáveres, tanto de mujeres como de hombres, incluso había algunos niños, y todos ellos tenían el cuello completamente desgarrado.
—Tenemos que buscar supervivientes —dijo Jack y salió corriendo para empezar a revisar los cuerpos uno a uno.
—Central, aquí la Agente Delaney de la patrulla 712. Estamos en el lugar de los hechos. Nos hemos encontrado numerosos cadáveres en la carretera y en las aceras. Todos parecen haber sido asesinados mediante desgarros en el cuello. Estamos buscando supervivientes, pero no parece que los haya. Tampoco hay rastro de los responsables de esta masacre. Envíen refuerzos y sanitarios.
Tras informar por el intercomunicador a central, ella se sumó a Jack en la búsqueda de supervivientes.
Mientras revisaba los cadáveres en busca de supervivientes, Alya escuchó un grito desgarrador, era la voz de Jack.
La agente salió corriendo hacia el lugar en el que Jack gritaba. Debía de estar tras unos vehículos pues no podía verle.
Después escuchó el ruido atronador de unos disparos y los fogonazos emitidos por la pistola. Estaba claro que Jack estaba vaciando su cargador en algo o alguien.
Alya vio una sombra oscura moverse a gran velocidad y desaparecer delante de sus ojos. ¿Qué era aquello? No tenía tiempo de pensar. Y, al fin, encontró a Jack.
Yacía en el suelo, con los ojos abiertos en una horrible expresión de terror, su mano aún sujetaba su pistola y su cuello, al igual que el resto de víctimas que había en la calle, presentaba profundos desgarros.
—Central, agente herido. Repito, agente herido —dijo Alya hablando con central por su intercomunicador.
No había recibido aún respuesta por parte de la central cuando fue embestida por alguien o algo que se movía a gran velocidad.
Fue derribada contra el suelo con una facilidad pasmosa y sintió a alguien agacharse junto a ella. ¡Estaba a punto de atacarla!
Giró sobre sí misma y descubrió a un hombre con largos colmillos y ojos rojos como la sangre: un vampiro hambriento de sangre.
—¡Joder! —exclamó y empezó a disparar una y otra vez, sin embargo, las balas no parecían afectarle ni en lo más mínimo.
Tras un forcejeo, logró darle una patada y alejarlo de ella solo levemente, pero lo suficiente para poder ponerse en pie y salir corriendo a la máxima velocidad que le permitían sus piernas.
Pero aquello fue en vano, aquel vampiro corrió tras ella y la alcanzó fácilmente, la derribó contra el suelo y clavó sus dientes en su cuello.
Lo último que Alya recordó antes de perder el conocimiento fue el sonido de numerosos coches policiales que llegaban al lugar acompañados de varias ambulancias.
Tipo
Individual
Líneas
Cualquier línea
Estado
Terminado