Esa necesidad enfermiza de ciertos demonios de aguarle la felicidad no tiene nombre, pero no lo necesitaba pues bastaría una lápida, más ahora que volvía a recuperar su poder divino en gran medida.
Si no temían ni respetaban el poder de un Rey infernal, quizá el poder de un ángel sería una buena forma de recordarles a quien debían servir.

—Me importa un pepino lo que hagan con sus existencias en el infierno...
Pero donde eso provoque algo que afecte a mi futuro esposo, círculos infernales les hará falta para esconderse...

Y si, habla de cierta polilla que ya ha comenzado a tocarle las narices bastante.