Apenas había amanecido cuando la hechicera empezó a removerse bruscamente en la cama. Daba golpes con sus manos, pronunciaba algunas palabras, entre ellas el nombre de [Xellos], y sus mejillas pronto estuvieron bañadas en lágrimas.

Sus ojos, en cambio, aún seguían cerrados.
Apenas había amanecido cuando la hechicera empezó a removerse bruscamente en la cama. Daba golpes con sus manos, pronunciaba algunas palabras, entre ellas el nombre de [Xellos], y sus mejillas pronto estuvieron bañadas en lágrimas. Sus ojos, en cambio, aún seguían cerrados.
Me encocora
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