||• We are the warriors who learned to love the pain We come from different places but have the same name, We are the broken ones who chose to spark a flame. Watch as our fire rages our hearts are never tame. ||
Categoría Acción
[GiaLestrange]

Por tercera o cuarta vez desde que había llegado al apartamento aquella tarde, la figurita rodó hasta sus pies. Era una talla de madera hecha mano que representaba una rosa cuyos pétalos eran los de una rosa real, secados, cuidadosamente prensados y barnizados, con un pequeño hueco en el centro que contenía una placa de un metal flexible con una inscripción.
Rosie bufó, algo exasperada, con la mirada fija en un punto de la habitación donde, en apariencia ,no podría haber nadie.... Nadie físico.
" La reina se come al peón.", rezaba la susodicha placa, que ahora se encontraba a unos pocos pasos del resto del recipiente.- No te entiendo...- Se pasó una mano por el cansado rostro.
Desde el fino velo que separa el mundo de la vida del llamado Inframundo, Aria, su antepasada, la observaba con cierta premura y preocupación. La mujer había cuidado de ella desde que era una niña, decidiendo con el paso del tiempo quedarse en lugar de cruzar al otro lado, mientras que Rosie había aprendido a descifrar sus estados de ánimo con sólo prestar atención a la manera en que se presentaba.
Llevaba semanas sin poder sentirla con nitidez, pero sabía que estaba allí. Aria siempre estaba.
La muchacha recogió la figura para volver a depositarla en la cajita de recuerdos que había ido coleccionando de aquí y de allá : unas cuantas fotos Polaroid de lugares que le habían parecido interesantes, chapas que le habían parecido curiosas en su momento, postales , imanes, el collar de hueso con cuentas amarillas que era su amuleto de la suerte,y.... Aquel anillo fino con una trama similar a una hebra de cabello trenzada . Al verlo la muchacha tuvo que tomar aire para pasar el nudo que se le había formado en la garganta.
Un chasquido intranquilo, como el crujir de la madera antes de prender.
Cuando hizo el amago de levantarse, el contenido de la caja volvía a estar desparramado en el suelo una vez más. - ¿ Qué te pasa?- Preguntó al notar la inquietud de Aria. Todo quedaba siempre de la misma manera: el resto de lo que había en la caja esparcido sobre la alfombra, mientras que la figurita quedaba en el centro, con el tallo y el tubito que contenía la inscripción separados.- ¿ Arlan era el peón?- Frunció el ceño, tomando la placa para echar un vistazo más de cerca tras desenrollarla.- Creí que el paladín no podía ser el peón.- Examinó la pieza, para darse cuenta de que por detrás había grabado lo que parecía ser un mapa en un bajo relieve en el que no había reparado hasta entonces. Un mapa que, de buenas a primeras, no identificó, pero al estudiarlo más a fondo daba la sensación de que muy bien podría representar la ciudad antigua, y en, un tramo una "x" que marcaba un lugar indeterminado.- Pues como quieras que juegue a la búsqueda del tesoro, lo llevas claro.... Ya podrías ser más precisa para variar.- Rezongó, arrugando la nariz antes guardarlo todo cerca de la mesilla de noche. Sabía que significaba algo, pero....¿ Qué?
Un chirrido metálico de una puerta al abrirse interrumpió sus pensamientos, dándose cuenta entonces de que la puertecilla del pequeño armario del baño, que contaba con un espejo, estaba abierta de par en par, y el espejo estaba cubierto por una fina capa de vaho. Alguien había escrito en él la palabra" Maximoff". Alguien, no. Aria.- ¿ Maximoff? Vale,¿Ahora eso qué leches significa? No entiendo tus acertijos,¿ Por qué no me lo pones un poquito más fácil?- Medio refunfuñó.
De repente nada, no hubo ninguna respuesta más. Pese a lo agitada que se había mostrado Aria, no volvió a haber ningún altercado en lo que quedaba de día. En el apartamento volvía a respirarse paz, una paz que a Rosie le puso los pelos de punta, y a la mañana siguiente no percibió la presencia constante de su antepasada por ninguna parte.
Como solía hacer siempre, a primera hora se preparó el almuerzo, lo devoró a toda prisa porque se le habían pegado las sábanas, y fue directa junto a Carl y compañía para comenzar la jornada, no sin antes guardar la placa con la inscripción en un bolsillo a buen recaudo para examinarla bien a fondo más adelante.
El día empezó intenso. Habían conseguido atrapar a un tipo que tenía que ver con un grupo sectario que se dedicaba a hacer rituales de magia de sangre con jóvenes entre los veinte y los veintitrés.
El sujeto afirmaba que no sabía nada, que no tenían pruebas, que estaban perdiendo el tiempo, y daba largas además de mostrar una actitud chulesca que se intensificó en cuanto vio a la joven entrar en la sala de interrogatorios. Se burlaba, asegurando que no iban a encontrar nada, hacía comentarios soeces, provocaba .... Y entonces, Rosie, que durante un tiempo había permanecido callada, intercambió una mirada con Carl.
Con la expresión más neutral que supo componer, rodeó la muñeca del hombre , sintiendo cómo los músculos se tensaban bajo los dedos y un brillo de confusión se reflejaba en su mirada. Carl dió varios pasos hacia atrás.
Buscó el manantial de su poder, siempre presente, además de la calma para librarlo, haciendo estallar un trueno sin sonido, como si el mundo se agitara antes de pararse una vez la sentencia estuvo hecha. Ese hombre ya era suyo, y quien fuera que hubiera sido antes, ahora quedaba atrás, dejando en su lugar un cascarón vacío dispuesto a hacer o decir cualquier cosa que ella le pidiera.
Otros dos compañeros que se encontraban fuera de la sala entraron al momento, y se acercaron a ella junto a Carl para asegurarse de que se encontraba bien al notar la ligera debilidad de la muchacha, que había palidecido y tenía los labios de un tono blanquecino. Rosie lo desestimó con gesto de la mano.
El resto fue coser y cantar. El hombre dió toda la información que necesitaban sólo porque Rosie de lo había pedido y una vez lo hubo soltado todo.... El hombre se desplomó justo antes de que un operativo de cuatro agentes fueran de inmediato en busca de las dos víctimas que quedaban con vida.
- Niña,¿ Te encuentras bien? - Los rechonchos dedos del inspector se posaron en su hombro para zarandearla con suavidad.
"Maximoff...." Con la yema la muchacha rozaba el frío metal de la placa , todavía dándole vueltas a los sucesos de la noche anterior que se entremezclaban con el horrible relato del confeso , como si con eso fuera a dar tan fácil con las respuestas que necesitaba.- Eh....Niña...- Rosie parpadeó, volviendo en sí, y asintió despacito, todavía con la mirada algo perdida.- Vale, menos mal.- Carl dejó escapar el aire que contenía en los pulmones.- No vuelvas a darme estos sustos nunca más o te remato,¿ Me oyes?- Añadió, pasando un brazo por su hombro, apretujándola contra el corpulento cuerpo mientras ella, pese a que aceptó el gesto de buen grado, frunció el entrecejo. Después Carl depositó una chocolatina de la máquina en su regazo.- Para luego. Ve afuera a que te dé un poco el aire,¿ De acuerdo? Vendrá bien.- Le dijo, y ella, de nuevo asintió aceptando el dulce.- Serán sólo veinte minutos.- Respondió al cabo de un rato, cuando fue capaz de articular palabra.
Se mantuvo cerca de la entrada , en uno de los bancos, dándole vueltas con el índice y el pulgar al dichoso metal para evitar pensar en el vacío que el usar su don dejaba en su pecho además de la sensación de debilidad.- Ojalá entenderte algún día.....- Dió una bocanada de aire, recostando la mejilla en la mano libre. La brisa fresca de inicios de otoño ayudaba en el proceso, siempre era mejor que tener que recuperarse en una camilla tras haber ejercido como verdugo, supuso.
Y entonces, fue cuando lo notó. Un breve instante, pero lo suficiente para que los pelillos de la nuca se le erizaran y el eco de aquel apellido volviera a resonar en su mente como una letanía.

[GiaLestrange] Por tercera o cuarta vez desde que había llegado al apartamento aquella tarde, la figurita rodó hasta sus pies. Era una talla de madera hecha mano que representaba una rosa cuyos pétalos eran los de una rosa real, secados, cuidadosamente prensados y barnizados, con un pequeño hueco en el centro que contenía una placa de un metal flexible con una inscripción. Rosie bufó, algo exasperada, con la mirada fija en un punto de la habitación donde, en apariencia ,no podría haber nadie.... Nadie físico. " La reina se come al peón.", rezaba la susodicha placa, que ahora se encontraba a unos pocos pasos del resto del recipiente.- No te entiendo...- Se pasó una mano por el cansado rostro. Desde el fino velo que separa el mundo de la vida del llamado Inframundo, Aria, su antepasada, la observaba con cierta premura y preocupación. La mujer había cuidado de ella desde que era una niña, decidiendo con el paso del tiempo quedarse en lugar de cruzar al otro lado, mientras que Rosie había aprendido a descifrar sus estados de ánimo con sólo prestar atención a la manera en que se presentaba. Llevaba semanas sin poder sentirla con nitidez, pero sabía que estaba allí. Aria siempre estaba. La muchacha recogió la figura para volver a depositarla en la cajita de recuerdos que había ido coleccionando de aquí y de allá : unas cuantas fotos Polaroid de lugares que le habían parecido interesantes, chapas que le habían parecido curiosas en su momento, postales , imanes, el collar de hueso con cuentas amarillas que era su amuleto de la suerte,y.... Aquel anillo fino con una trama similar a una hebra de cabello trenzada . Al verlo la muchacha tuvo que tomar aire para pasar el nudo que se le había formado en la garganta. Un chasquido intranquilo, como el crujir de la madera antes de prender. Cuando hizo el amago de levantarse, el contenido de la caja volvía a estar desparramado en el suelo una vez más. - ¿ Qué te pasa?- Preguntó al notar la inquietud de Aria. Todo quedaba siempre de la misma manera: el resto de lo que había en la caja esparcido sobre la alfombra, mientras que la figurita quedaba en el centro, con el tallo y el tubito que contenía la inscripción separados.- ¿ Arlan era el peón?- Frunció el ceño, tomando la placa para echar un vistazo más de cerca tras desenrollarla.- Creí que el paladín no podía ser el peón.- Examinó la pieza, para darse cuenta de que por detrás había grabado lo que parecía ser un mapa en un bajo relieve en el que no había reparado hasta entonces. Un mapa que, de buenas a primeras, no identificó, pero al estudiarlo más a fondo daba la sensación de que muy bien podría representar la ciudad antigua, y en, un tramo una "x" que marcaba un lugar indeterminado.- Pues como quieras que juegue a la búsqueda del tesoro, lo llevas claro.... Ya podrías ser más precisa para variar.- Rezongó, arrugando la nariz antes guardarlo todo cerca de la mesilla de noche. Sabía que significaba algo, pero....¿ Qué? Un chirrido metálico de una puerta al abrirse interrumpió sus pensamientos, dándose cuenta entonces de que la puertecilla del pequeño armario del baño, que contaba con un espejo, estaba abierta de par en par, y el espejo estaba cubierto por una fina capa de vaho. Alguien había escrito en él la palabra" Maximoff". Alguien, no. Aria.- ¿ Maximoff? Vale,¿Ahora eso qué leches significa? No entiendo tus acertijos,¿ Por qué no me lo pones un poquito más fácil?- Medio refunfuñó. De repente nada, no hubo ninguna respuesta más. Pese a lo agitada que se había mostrado Aria, no volvió a haber ningún altercado en lo que quedaba de día. En el apartamento volvía a respirarse paz, una paz que a Rosie le puso los pelos de punta, y a la mañana siguiente no percibió la presencia constante de su antepasada por ninguna parte. Como solía hacer siempre, a primera hora se preparó el almuerzo, lo devoró a toda prisa porque se le habían pegado las sábanas, y fue directa junto a Carl y compañía para comenzar la jornada, no sin antes guardar la placa con la inscripción en un bolsillo a buen recaudo para examinarla bien a fondo más adelante. El día empezó intenso. Habían conseguido atrapar a un tipo que tenía que ver con un grupo sectario que se dedicaba a hacer rituales de magia de sangre con jóvenes entre los veinte y los veintitrés. El sujeto afirmaba que no sabía nada, que no tenían pruebas, que estaban perdiendo el tiempo, y daba largas además de mostrar una actitud chulesca que se intensificó en cuanto vio a la joven entrar en la sala de interrogatorios. Se burlaba, asegurando que no iban a encontrar nada, hacía comentarios soeces, provocaba .... Y entonces, Rosie, que durante un tiempo había permanecido callada, intercambió una mirada con Carl. Con la expresión más neutral que supo componer, rodeó la muñeca del hombre , sintiendo cómo los músculos se tensaban bajo los dedos y un brillo de confusión se reflejaba en su mirada. Carl dió varios pasos hacia atrás. Buscó el manantial de su poder, siempre presente, además de la calma para librarlo, haciendo estallar un trueno sin sonido, como si el mundo se agitara antes de pararse una vez la sentencia estuvo hecha. Ese hombre ya era suyo, y quien fuera que hubiera sido antes, ahora quedaba atrás, dejando en su lugar un cascarón vacío dispuesto a hacer o decir cualquier cosa que ella le pidiera. Otros dos compañeros que se encontraban fuera de la sala entraron al momento, y se acercaron a ella junto a Carl para asegurarse de que se encontraba bien al notar la ligera debilidad de la muchacha, que había palidecido y tenía los labios de un tono blanquecino. Rosie lo desestimó con gesto de la mano. El resto fue coser y cantar. El hombre dió toda la información que necesitaban sólo porque Rosie de lo había pedido y una vez lo hubo soltado todo.... El hombre se desplomó justo antes de que un operativo de cuatro agentes fueran de inmediato en busca de las dos víctimas que quedaban con vida. - Niña,¿ Te encuentras bien? - Los rechonchos dedos del inspector se posaron en su hombro para zarandearla con suavidad. "Maximoff...." Con la yema la muchacha rozaba el frío metal de la placa , todavía dándole vueltas a los sucesos de la noche anterior que se entremezclaban con el horrible relato del confeso , como si con eso fuera a dar tan fácil con las respuestas que necesitaba.- Eh....Niña...- Rosie parpadeó, volviendo en sí, y asintió despacito, todavía con la mirada algo perdida.- Vale, menos mal.- Carl dejó escapar el aire que contenía en los pulmones.- No vuelvas a darme estos sustos nunca más o te remato,¿ Me oyes?- Añadió, pasando un brazo por su hombro, apretujándola contra el corpulento cuerpo mientras ella, pese a que aceptó el gesto de buen grado, frunció el entrecejo. Después Carl depositó una chocolatina de la máquina en su regazo.- Para luego. Ve afuera a que te dé un poco el aire,¿ De acuerdo? Vendrá bien.- Le dijo, y ella, de nuevo asintió aceptando el dulce.- Serán sólo veinte minutos.- Respondió al cabo de un rato, cuando fue capaz de articular palabra. Se mantuvo cerca de la entrada , en uno de los bancos, dándole vueltas con el índice y el pulgar al dichoso metal para evitar pensar en el vacío que el usar su don dejaba en su pecho además de la sensación de debilidad.- Ojalá entenderte algún día.....- Dió una bocanada de aire, recostando la mejilla en la mano libre. La brisa fresca de inicios de otoño ayudaba en el proceso, siempre era mejor que tener que recuperarse en una camilla tras haber ejercido como verdugo, supuso. Y entonces, fue cuando lo notó. Un breve instante, pero lo suficiente para que los pelillos de la nuca se le erizaran y el eco de aquel apellido volviera a resonar en su mente como una letanía.
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