Yo Raziel tuve que sufrir el destino de los traidores y débiles: Arder eternamente en las entrañas del lago de los muertos.
Caí ardiendo en el fuego candente, hundiéndome en las profundidades del abismo. Un dolor indescriptible, una agonía incesante, el tiempo se había detenido. Sólo quedaba la tortura y un odio enfermizo hacia la hipocresía que me condenaba a este infierno.
Caí ardiendo en el fuego candente, hundiéndome en las profundidades del abismo. Un dolor indescriptible, una agonía incesante, el tiempo se había detenido. Sólo quedaba la tortura y un odio enfermizo hacia la hipocresía que me condenaba a este infierno.
Yo Raziel tuve que sufrir el destino de los traidores y débiles: Arder eternamente en las entrañas del lago de los muertos.
Caí ardiendo en el fuego candente, hundiéndome en las profundidades del abismo. Un dolor indescriptible, una agonía incesante, el tiempo se había detenido. Sólo quedaba la tortura y un odio enfermizo hacia la hipocresía que me condenaba a este infierno.