Ya habían pasado diez días desde que Jade y Gaudy emprendieron su viaje.

A pesar de que el guerrero echaba de menos viajar con Reena, Ameria y Zelgadiss, poco a poco se iba acostumbrando a viajar con Jade. No era difícil viajar con ella y era una buena compañía.

Habían hecho una parada en Elenathar, una ciudad de grandes dimensiones asentada sobre una fuerte actividad comercial.

Durante la mañana una paloma blanca se acercó al guerrero y dejó sobre sus manos una carta. Después la paloma siguió volando en dirección hacia el sol y se extinguió. Solo un hechicero podría enviarle aquel tipo de paloma.

Gaudy desplegó aquella carta y se sorprendió al ver que era Reena quien se la enviaba.

Ansioso por saber qué tenía que decirle, empezó a leerla rápidamente:

« Hola, Gaudy;

no sé dónde estás, ni cómo estás. Me hubiera gustado despedirme de ti antes de que te fueras pero nada ocurrió como ninguno de nosotros queríamos.

Creo que teníamos muchas cosas pendientes de las que hablar, en especial de esa espada: la Blast Sword.

Escuché lo que le explicaste a Xellos. Desde entonces he estado intentando averiguar cosas sobre esa espada y he logrado entender muchas cosas...

He descubierto que esa espada no tiene ningún mal, esa espada es el mal en sí mismo. Esa espada fue forjada por el Rey Demonio Shabranigdu con una escisión de su propio poder. Esa espada es un Mazoku, por eso eras capaz de herir demonios con ella, por eso no eras capaz de controlarla completamente y por eso estaba corrompiendo tu corazón. Te estaba llenando de odio.

Ahora sé que tú no fuiste culpable o, mejor dicho, no hiciste ningún daño intencionadamente, sino que fue esa espada; pero ya tendremos tiempo para hablar sobre esos asuntos.

Gaudy, te escribo porque Ameria ha recibido una carta de la Cancillería de Saillune. Al parecer el Príncipe Philionel está gravemente enfermo. Tengo la sensación de que le ocurre lo mismo que al Rey, pero no puedo asegurarlo hasta que no le veamos. Ameria debe tomar la Regencia de Saillune.

Al mismo tiempo, e ignoro si lo sabes, hay rumores sobre una guerra por parte de los territorios externos a la Barrera Mazoku en contra de Saillune y, por supuesto, también arrasarían el Imperio Elmekia y el Reino de Zephiria.

Nosotros estaremos en Saillune dentro de algo más de una semana. Por favor, reúnete con nosotros en Saillune.

Espero que estés bien.

Un fuerte abrazo,
Reena. »

Para cuando terminó de leer aquella carta, Gaudy se sentó sobre una roca. Había demasiadas cosas por asimilar en aquella carta, así es que empezó a releerla.

Para empezar, a él también le hubiera gustado despedirse de Reena; sin embargo, tras la muerte de Xellos por su culpa, consideró que Reena no querría verle, además de que verle podría ser perjudicial para ella.

En segundo lugar... ¿La Blast Sword era el mismísimo Rey Demonio Shabranigdu? Es cierto que él ya empezaba a sospechar que aquella espada era un Demonio, en especial desde que Xellos quiso destruirla y no pudo...

Aquello tenía sentido... Xellos no pudo destruirla porque el poder que escondía la espada era el de Shabranigdu, un poder muy superior al de Xellos.

Siguió releyendo la carta: el Príncipe Philionel enfermo, Saillune al borde de la guerra y, por tanto, todos los territorios de la Barrera Mazoku.

Gaudy se puso de pie rápidamente. No pensó en nada más, ni siquiera dudó. Tenía claro lo que tenía que hacer: regresar.

Salió corriendo en busca de Jade. Tenía que hablar con ella y decirle que tenían que viajar a Saillune... o, por lo menos, él tenía que viajar allí.



© Imagen por [Reena].
Ya habían pasado diez días desde que Jade y Gaudy emprendieron su viaje. A pesar de que el guerrero echaba de menos viajar con Reena, Ameria y Zelgadiss, poco a poco se iba acostumbrando a viajar con Jade. No era difícil viajar con ella y era una buena compañía. Habían hecho una parada en Elenathar, una ciudad de grandes dimensiones asentada sobre una fuerte actividad comercial. Durante la mañana una paloma blanca se acercó al guerrero y dejó sobre sus manos una carta. Después la paloma siguió volando en dirección hacia el sol y se extinguió. Solo un hechicero podría enviarle aquel tipo de paloma. Gaudy desplegó aquella carta y se sorprendió al ver que era Reena quien se la enviaba. Ansioso por saber qué tenía que decirle, empezó a leerla rápidamente: « Hola, Gaudy; no sé dónde estás, ni cómo estás. Me hubiera gustado despedirme de ti antes de que te fueras pero nada ocurrió como ninguno de nosotros queríamos. Creo que teníamos muchas cosas pendientes de las que hablar, en especial de esa espada: la Blast Sword. Escuché lo que le explicaste a Xellos. Desde entonces he estado intentando averiguar cosas sobre esa espada y he logrado entender muchas cosas... He descubierto que esa espada no tiene ningún mal, esa espada es el mal en sí mismo. Esa espada fue forjada por el Rey Demonio Shabranigdu con una escisión de su propio poder. Esa espada es un Mazoku, por eso eras capaz de herir demonios con ella, por eso no eras capaz de controlarla completamente y por eso estaba corrompiendo tu corazón. Te estaba llenando de odio. Ahora sé que tú no fuiste culpable o, mejor dicho, no hiciste ningún daño intencionadamente, sino que fue esa espada; pero ya tendremos tiempo para hablar sobre esos asuntos. Gaudy, te escribo porque Ameria ha recibido una carta de la Cancillería de Saillune. Al parecer el Príncipe Philionel está gravemente enfermo. Tengo la sensación de que le ocurre lo mismo que al Rey, pero no puedo asegurarlo hasta que no le veamos. Ameria debe tomar la Regencia de Saillune. Al mismo tiempo, e ignoro si lo sabes, hay rumores sobre una guerra por parte de los territorios externos a la Barrera Mazoku en contra de Saillune y, por supuesto, también arrasarían el Imperio Elmekia y el Reino de Zephiria. Nosotros estaremos en Saillune dentro de algo más de una semana. Por favor, reúnete con nosotros en Saillune. Espero que estés bien. Un fuerte abrazo, Reena. » Para cuando terminó de leer aquella carta, Gaudy se sentó sobre una roca. Había demasiadas cosas por asimilar en aquella carta, así es que empezó a releerla. Para empezar, a él también le hubiera gustado despedirse de Reena; sin embargo, tras la muerte de Xellos por su culpa, consideró que Reena no querría verle, además de que verle podría ser perjudicial para ella. En segundo lugar... ¿La Blast Sword era el mismísimo Rey Demonio Shabranigdu? Es cierto que él ya empezaba a sospechar que aquella espada era un Demonio, en especial desde que Xellos quiso destruirla y no pudo... Aquello tenía sentido... Xellos no pudo destruirla porque el poder que escondía la espada era el de Shabranigdu, un poder muy superior al de Xellos. Siguió releyendo la carta: el Príncipe Philionel enfermo, Saillune al borde de la guerra y, por tanto, todos los territorios de la Barrera Mazoku. Gaudy se puso de pie rápidamente. No pensó en nada más, ni siquiera dudó. Tenía claro lo que tenía que hacer: regresar. Salió corriendo en busca de Jade. Tenía que hablar con ella y decirle que tenían que viajar a Saillune... o, por lo menos, él tenía que viajar allí. © Imagen por [Reena].
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