En ocasiones le era agradable soltar rienda suelta a sus pensamientos, su imaginación.
— Si en su momento fui mortal… — Murmuró con una sonrisa ladina mientras escribía sobre un trozo de papel.
— Seguramente mi último día de existencia habría vestido negro para despedirme de ese delgado hilo que divide la vida de la muerte y, en la noche cuando uno blanco para que se marcara con el carmín de la vida que se me escapaba; mi firma de un pacto eterno donde la muerte y el tiempo jamás me alcanzarían.—
Suspiró guardando aquella nota entre otros papeles, escritos que habían perdido sentido conforme los días avanzaban.
— Si en su momento fui mortal… — Murmuró con una sonrisa ladina mientras escribía sobre un trozo de papel.
— Seguramente mi último día de existencia habría vestido negro para despedirme de ese delgado hilo que divide la vida de la muerte y, en la noche cuando uno blanco para que se marcara con el carmín de la vida que se me escapaba; mi firma de un pacto eterno donde la muerte y el tiempo jamás me alcanzarían.—
Suspiró guardando aquella nota entre otros papeles, escritos que habían perdido sentido conforme los días avanzaban.
En ocasiones le era agradable soltar rienda suelta a sus pensamientos, su imaginación.
— Si en su momento fui mortal… — Murmuró con una sonrisa ladina mientras escribía sobre un trozo de papel.
— Seguramente mi último día de existencia habría vestido negro para despedirme de ese delgado hilo que divide la vida de la muerte y, en la noche cuando uno blanco para que se marcara con el carmín de la vida que se me escapaba; mi firma de un pacto eterno donde la muerte y el tiempo jamás me alcanzarían.—
Suspiró guardando aquella nota entre otros papeles, escritos que habían perdido sentido conforme los días avanzaban.

