Se ha vuelto a meter en la cama de Orochimaru, aunque no precisamente por voluntad propia. El Sannin ha insistido, ya que está un poco harto de verla dormir en el suelo.

Muchos ignoran (y no tienen por qué saber) las razones de Orochimaru para permitir que Himiko que duerma con él incluso en la misma cama. Pero la realidad es sumamente terrorífica: Himiko le tiene pavor a dormir sola, pues cuando vivía en la okiya, aprovechaban la noche para hacerle todo tipo de jugarretas, bromas de un mal gusto tan atroz que sólo se pueden definir como "horrendas putadas". Desde romper su ropa hasta cortarle el pelo mientras dormía, pasando por meterle las manos en cuencos de agua y otras ideas horripilantes.

Y muchos no saben que durante la primera semana que pasó como aprendiz del Sannin, no durmió durante cuatro días enteros, temiendo que éste pudiese hacerle el mismo daño que los demás. Sólo empezó a dormir en condiciones si él dormía las mismas horas que ella, siempre en la misma habitación. Una costumbre que se ha mantenido y que ninguno ha hecho nada por eliminar, aunque hayan pasado varios años.
Se ha vuelto a meter en la cama de Orochimaru, aunque no precisamente por voluntad propia. El Sannin ha insistido, ya que está un poco harto de verla dormir en el suelo. Muchos ignoran (y no tienen por qué saber) las razones de Orochimaru para permitir que Himiko que duerma con él incluso en la misma cama. Pero la realidad es sumamente terrorífica: Himiko le tiene pavor a dormir sola, pues cuando vivía en la okiya, aprovechaban la noche para hacerle todo tipo de jugarretas, bromas de un mal gusto tan atroz que sólo se pueden definir como "horrendas putadas". Desde romper su ropa hasta cortarle el pelo mientras dormía, pasando por meterle las manos en cuencos de agua y otras ideas horripilantes. Y muchos no saben que durante la primera semana que pasó como aprendiz del Sannin, no durmió durante cuatro días enteros, temiendo que éste pudiese hacerle el mismo daño que los demás. Sólo empezó a dormir en condiciones si él dormía las mismas horas que ella, siempre en la misma habitación. Una costumbre que se ha mantenido y que ninguno ha hecho nada por eliminar, aunque hayan pasado varios años.
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