Y al fin llegó el día en el que los doctores, tras una nueva y exhaustiva evaluación física, decidieron darle el alta hospitalaria a Reena.

Solo unos segundos fueron suficientes para que la hechicera se despojara de su pijama de hospital y se pusiera su ropa de calle; y, en unos pocos segundos más, ya estaba pisando las calles de Valle Sereno.

Sonrió mirando a su alrededor y respirando el aire que acariciaba su rostro. Volvía a sentirse libre después de muchos días en los que se había sentido atada a aquella cama recordando y recordando, exceptuando los momentos que había pasado con Angel.

Sin embargo, aunque salir de la enfermería de aquel Templo era lo que más deseaba, no imaginaba que la realidad la golpease con tanta fuerza.

Mientras caminaba dirigiéndose hacia la posada que había sido su residencia habitual durante los últimos meses, tuvo que caminar por las calles por las que en un tiempo aún muy reciente paseó con Xellos, tuvo que pasar junto a los lugares que hacía solo unos días visitó con Xellos... y, de algún modo, parecía verle entre la gente... su rostro, su voz, su sonrisa imperturbable, sus bromas...

Y es que su vida había cambiado en cuestión de segundos y aún no había sido capaz de asimilar nada. Una noche corría desesperada para separar a Xellos y Gaudy, y unos días después despertaba en una enfermería y recibía la noticia de que Xellos había muerto y Gaudy ya debía de estar muy lejos.

Echaba de menos como era todo antes. Echaba de menos a Xellos, echaba de menos a Gaudy... Incluso echaba de menos a Ameria y Zelgadiss... pero, ¿cómo podría perdonarles? ¿cómo podría mirarles a la cara sin pensar que ellos fueron los que asesinaron a Xellos? Por nobles que fueran sus intenciones al atacar a Xellos, la realidad es que no le concedieron el más mínimo beneficio de la duda.

Finalmente, Reena acabó llegando a la posada. Entró dentro y subió las escaleras hacia las habitaciones. Se dirigió a su habitación y abrió la puerta.

Allí la realidad le golpeó de un modo aún más cruel y violento. La habitación nunca se había sentido tan fría y vacía como en aquel momento. La habitación reflejaba el mismo vacío que ella sentía en su pecho. Ese vacío angustiante, oscuro y doloroso.

Se adentró dentro lentamente. Podía imaginar a Xellos acercarse a ella para abrazarla y besarla, como tantas veces había ocurrido, pero aquello ya nunca ocurriría...

Se sentó en la cama y después se tumbó en la misma haciéndose una bolita.

Te echo mucho de menos, Xellos... No puedes imaginar cuánto te quiero y te necesito...

Susurró con los ojos cerrados queriendo dormirse.

Tenía la esperanza de que, cuando despertase, Xellos estuviera a su lado y todo hubiera sido solo una larga y horrible pesadilla.
🌿🔸 Y al fin llegó el día en el que los doctores, tras una nueva y exhaustiva evaluación física, decidieron darle el alta hospitalaria a Reena. Solo unos segundos fueron suficientes para que la hechicera se despojara de su pijama de hospital y se pusiera su ropa de calle; y, en unos pocos segundos más, ya estaba pisando las calles de Valle Sereno. Sonrió mirando a su alrededor y respirando el aire que acariciaba su rostro. Volvía a sentirse libre después de muchos días en los que se había sentido atada a aquella cama recordando y recordando, exceptuando los momentos que había pasado con Angel. Sin embargo, aunque salir de la enfermería de aquel Templo era lo que más deseaba, no imaginaba que la realidad la golpease con tanta fuerza. Mientras caminaba dirigiéndose hacia la posada que había sido su residencia habitual durante los últimos meses, tuvo que caminar por las calles por las que en un tiempo aún muy reciente paseó con Xellos, tuvo que pasar junto a los lugares que hacía solo unos días visitó con Xellos... y, de algún modo, parecía verle entre la gente... su rostro, su voz, su sonrisa imperturbable, sus bromas... Y es que su vida había cambiado en cuestión de segundos y aún no había sido capaz de asimilar nada. Una noche corría desesperada para separar a Xellos y Gaudy, y unos días después despertaba en una enfermería y recibía la noticia de que Xellos había muerto y Gaudy ya debía de estar muy lejos. Echaba de menos como era todo antes. Echaba de menos a Xellos, echaba de menos a Gaudy... Incluso echaba de menos a Ameria y Zelgadiss... pero, ¿cómo podría perdonarles? ¿cómo podría mirarles a la cara sin pensar que ellos fueron los que asesinaron a Xellos? Por nobles que fueran sus intenciones al atacar a Xellos, la realidad es que no le concedieron el más mínimo beneficio de la duda. Finalmente, Reena acabó llegando a la posada. Entró dentro y subió las escaleras hacia las habitaciones. Se dirigió a su habitación y abrió la puerta. Allí la realidad le golpeó de un modo aún más cruel y violento. La habitación nunca se había sentido tan fría y vacía como en aquel momento. La habitación reflejaba el mismo vacío que ella sentía en su pecho. Ese vacío angustiante, oscuro y doloroso. Se adentró dentro lentamente. Podía imaginar a Xellos acercarse a ella para abrazarla y besarla, como tantas veces había ocurrido, pero aquello ya nunca ocurriría... Se sentó en la cama y después se tumbó en la misma haciéndose una bolita. 🔸🌿 💬 Te echo mucho de menos, Xellos... No puedes imaginar cuánto te quiero y te necesito... 🌿🔸 Susurró con los ojos cerrados queriendo dormirse. Tenía la esperanza de que, cuando despertase, Xellos estuviera a su lado y todo hubiera sido solo una larga y horrible pesadilla. 🔸🌿
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