Ahí está. Con su té matcha humeando delante de ella y el silencio imperando alrededor.
Lleva un kimono komon de color carmesí con un sencillo diseño vegetal, sin obi, semiabierto de manera que se atisba el camisón lencero de satén gris pálido, casi a juego con su cabello.
No irónicamente, arrastra una resaca apoteósica después de haber pasado la noche entre chupitos de sake junto al maestro y el cuatro-ojos. Orochimaru se ha empeñado en que limen asperezas de una vez y, al parecer, el alcohol hizo que se dijeran unas cuantas verdades a la cara y no se mataran a tortazo limpio.
La cara desencajada de Kabuto al entrar por la puerta de la cocina es un poema. Tanto, que se sienta frente a Himiko sin hacer ruido, sin mediar palabra. Asperezas no han limado, pero sí han acordado tratarse un poco mejor.
—Joder...—se atreve a comentar intentando no vomitar. Su resaca también es interesante.—Ese sake no era bueno...
—Ssssshhh.—Himiko le chista, llevándose un dedo a los labios.—Tu voz me irrita.
Van a llevarse bien, sí.
Lleva un kimono komon de color carmesí con un sencillo diseño vegetal, sin obi, semiabierto de manera que se atisba el camisón lencero de satén gris pálido, casi a juego con su cabello.
No irónicamente, arrastra una resaca apoteósica después de haber pasado la noche entre chupitos de sake junto al maestro y el cuatro-ojos. Orochimaru se ha empeñado en que limen asperezas de una vez y, al parecer, el alcohol hizo que se dijeran unas cuantas verdades a la cara y no se mataran a tortazo limpio.
La cara desencajada de Kabuto al entrar por la puerta de la cocina es un poema. Tanto, que se sienta frente a Himiko sin hacer ruido, sin mediar palabra. Asperezas no han limado, pero sí han acordado tratarse un poco mejor.
—Joder...—se atreve a comentar intentando no vomitar. Su resaca también es interesante.—Ese sake no era bueno...
—Ssssshhh.—Himiko le chista, llevándose un dedo a los labios.—Tu voz me irrita.
Van a llevarse bien, sí.
Ahí está. Con su té matcha humeando delante de ella y el silencio imperando alrededor.
Lleva un kimono komon de color carmesí con un sencillo diseño vegetal, sin obi, semiabierto de manera que se atisba el camisón lencero de satén gris pálido, casi a juego con su cabello.
No irónicamente, arrastra una resaca apoteósica después de haber pasado la noche entre chupitos de sake junto al maestro y el cuatro-ojos. Orochimaru se ha empeñado en que limen asperezas de una vez y, al parecer, el alcohol hizo que se dijeran unas cuantas verdades a la cara y no se mataran a tortazo limpio.
La cara desencajada de Kabuto al entrar por la puerta de la cocina es un poema. Tanto, que se sienta frente a Himiko sin hacer ruido, sin mediar palabra. Asperezas no han limado, pero sí han acordado tratarse un poco mejor.
—Joder...—se atreve a comentar intentando no vomitar. Su resaca también es interesante.—Ese sake no era bueno...
—Ssssshhh.—Himiko le chista, llevándose un dedo a los labios.—Tu voz me irrita.
Van a llevarse bien, sí.
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