Aquel día, Reena despertó a media mañana. Nada más que lo hizo, los recuerdos de las palabras de Envy, Ameria y Zelgadiss llegaron a su mente golpeando en su corazón con una violencia demoledora.
Aún no podía creer que Xellos estuviera muerto; o no quería creerlo quizá sea la frase más acertada.
Abrió los ojos lentamente. Tenía la ingenua esperanza de que todo hubiera sido una horrible pesadilla y que realmente estuviera en su habitación de la posada de Valle Sereno junto a Xellos, quien le devolvería la mirada acompañada de una sonrisa.
Pero no...
Estaba en aquella enfermería la cual empezaba a parecerle una cárcel.
Observó a Zelgadiss... No sabía qué pensar al respecto. Lo mismo le ocurría con Ameria. Les odiaba, no podía perdonarles. Pero, al mismo tiempo, sabía que solo lo habían hecho pensando que protegían a Gaudy y a ella... Pero si hubieran sentido un mínimo aprecio por Xellos, no le habrían atacado a matar.
La hechicera le pidió a Zelgadiss que se marchara, que necesitaba estar sola.
Cuando se quedó sola se levantó de la cama y se aproximó a una ventana.
Dos lágrimas resbalaron por sus mejillas y las limpió rápidamente. Hoy quería volver a ser fuerte, hoy no quería caer más, hoy no quería sentirse pequeña ni frágil, hoy no quería que la tierra se abriera y la succionara. Xellos no querría verla así.
Suspiró, tratando de aliviar el dolor que sentía dentro de ella y que le desgarraba el alma con furia.
Desde que se fue de casa con quince años para descubrir el mundo y conoció a Gaudy, a Zelgadiss, a Ameria y a Xellos, todo había cambiado demasiado.
Gaudy debía de estar ya muy lejos, Xellos jamás volvería, y la presencia de Ameria y Zelgadiss le causaba demasiado dolor.
Hoy tenía que empezar a reconstruir su vida. Hoy tenía que empezar todo de nuevo. Hoy todo empezaría a cambiar; y, después de cuatro años llenos de acción, aventura, guerras, felicidad, tristeza, amor y dolor, regresar a casa con sus padres le empezaba a parecer una buena forma de poner un punto y final antes de empezar un nuevo capítulo en su vida.
© No autorizo al uso de la imagen sin mi consentimiento.
Aún no podía creer que Xellos estuviera muerto; o no quería creerlo quizá sea la frase más acertada.
Abrió los ojos lentamente. Tenía la ingenua esperanza de que todo hubiera sido una horrible pesadilla y que realmente estuviera en su habitación de la posada de Valle Sereno junto a Xellos, quien le devolvería la mirada acompañada de una sonrisa.
Pero no...
Estaba en aquella enfermería la cual empezaba a parecerle una cárcel.
Observó a Zelgadiss... No sabía qué pensar al respecto. Lo mismo le ocurría con Ameria. Les odiaba, no podía perdonarles. Pero, al mismo tiempo, sabía que solo lo habían hecho pensando que protegían a Gaudy y a ella... Pero si hubieran sentido un mínimo aprecio por Xellos, no le habrían atacado a matar.
La hechicera le pidió a Zelgadiss que se marchara, que necesitaba estar sola.
Cuando se quedó sola se levantó de la cama y se aproximó a una ventana.
Dos lágrimas resbalaron por sus mejillas y las limpió rápidamente. Hoy quería volver a ser fuerte, hoy no quería caer más, hoy no quería sentirse pequeña ni frágil, hoy no quería que la tierra se abriera y la succionara. Xellos no querría verla así.
Suspiró, tratando de aliviar el dolor que sentía dentro de ella y que le desgarraba el alma con furia.
Desde que se fue de casa con quince años para descubrir el mundo y conoció a Gaudy, a Zelgadiss, a Ameria y a Xellos, todo había cambiado demasiado.
Gaudy debía de estar ya muy lejos, Xellos jamás volvería, y la presencia de Ameria y Zelgadiss le causaba demasiado dolor.
Hoy tenía que empezar a reconstruir su vida. Hoy tenía que empezar todo de nuevo. Hoy todo empezaría a cambiar; y, después de cuatro años llenos de acción, aventura, guerras, felicidad, tristeza, amor y dolor, regresar a casa con sus padres le empezaba a parecer una buena forma de poner un punto y final antes de empezar un nuevo capítulo en su vida.
© No autorizo al uso de la imagen sin mi consentimiento.
🌸🌿 Aquel día, Reena despertó a media mañana. Nada más que lo hizo, los recuerdos de las palabras de Envy, Ameria y Zelgadiss llegaron a su mente golpeando en su corazón con una violencia demoledora.
Aún no podía creer que Xellos estuviera muerto; o no quería creerlo quizá sea la frase más acertada.
Abrió los ojos lentamente. Tenía la ingenua esperanza de que todo hubiera sido una horrible pesadilla y que realmente estuviera en su habitación de la posada de Valle Sereno junto a Xellos, quien le devolvería la mirada acompañada de una sonrisa.
Pero no...
Estaba en aquella enfermería la cual empezaba a parecerle una cárcel.
Observó a Zelgadiss... No sabía qué pensar al respecto. Lo mismo le ocurría con Ameria. Les odiaba, no podía perdonarles. Pero, al mismo tiempo, sabía que solo lo habían hecho pensando que protegían a Gaudy y a ella... Pero si hubieran sentido un mínimo aprecio por Xellos, no le habrían atacado a matar.
La hechicera le pidió a Zelgadiss que se marchara, que necesitaba estar sola.
Cuando se quedó sola se levantó de la cama y se aproximó a una ventana.
Dos lágrimas resbalaron por sus mejillas y las limpió rápidamente. Hoy quería volver a ser fuerte, hoy no quería caer más, hoy no quería sentirse pequeña ni frágil, hoy no quería que la tierra se abriera y la succionara. Xellos no querría verla así.
Suspiró, tratando de aliviar el dolor que sentía dentro de ella y que le desgarraba el alma con furia.
Desde que se fue de casa con quince años para descubrir el mundo y conoció a Gaudy, a Zelgadiss, a Ameria y a Xellos, todo había cambiado demasiado.
Gaudy debía de estar ya muy lejos, Xellos jamás volvería, y la presencia de Ameria y Zelgadiss le causaba demasiado dolor.
Hoy tenía que empezar a reconstruir su vida. Hoy tenía que empezar todo de nuevo. Hoy todo empezaría a cambiar; y, después de cuatro años llenos de acción, aventura, guerras, felicidad, tristeza, amor y dolor, regresar a casa con sus padres le empezaba a parecer una buena forma de poner un punto y final antes de empezar un nuevo capítulo en su vida. 🌿🌸
© No autorizo al uso de la imagen sin mi consentimiento.
