-¡Guarden silencio!.-Musitó con el ceño fruncido.-No es mi culpa su sufrimiento.
Las almas rodaban por las paredes de Tártaro, el hogar de Aradia, suplicando su libertad.
Las almas rodaban por las paredes de Tártaro, el hogar de Aradia, suplicando su libertad.
-¡Guarden silencio!.-Musitó con el ceño fruncido.-No es mi culpa su sufrimiento.
Las almas rodaban por las paredes de Tártaro, el hogar de Aradia, suplicando su libertad.

