Problemas en Santuario
—El día había empezado como cualquier otro. Fenrir había despertado temprano y lo primero que había hecho era irse al lago, por cuestiones de higiene. Tras eso se acercó hasta el pueblo. Siempre había alguien que necesitaba ayuda con algún tipo de alimaña de la que el jötunn no tenía problema ninguno en ocuparse, a cambio de algo de comida y otros bienes esenciales. Una situación en la que todo el mundo salía ganando. Excepto cierto grupo.
La Catedral de la Luz estaba viendo a un forastero enfrentarse a todo tipo de escorias y demonios y siempre volvía al pueblo a por su recompensa ileso, pues la sangre que solía llevar sobre su piel y ropajes nunca era la suya propia. Empezaban, por aquellos motivos, a mosquearse con aquel extraño hombre. ¿Cómo era posible que nunca presentase ni un rasguño? La sospecha pronto germinó en ellos.
Lilith ya le había advertido que llamar la atención de esta gente podría acabar en conflicto, pues si encontraban que era diferente cargarían contra él. Esto en principio al lobo le dio bastante igual, pues no dejaban de ser humanos, ¿qué más le daba a él su desprecio? Por eso nunca se escondió, no se cortó ni un pelo.
Aquel día, con el rostro manchado de sangre demoníaca, habiendo recibido su recompensa momentos antes, volvía hacia el bosque donde se estaba quedando cuando fue rodeado por varias personas, que le increpaban que no era humano, que era una abominación. Sonrió de medio lado el jötunn, mirando de reojo a todos ellos. No quería tener que derramar sangre a lo tonto, pero en cuanto quisieron atacarlo tampoco se lo pensó mucho. Acabó con ellos sin problema ni remordimiento, sin despeinarse siquiera. Lo que no sabía era que aquello iba a meterlo en líos aún mayores—
La Catedral de la Luz estaba viendo a un forastero enfrentarse a todo tipo de escorias y demonios y siempre volvía al pueblo a por su recompensa ileso, pues la sangre que solía llevar sobre su piel y ropajes nunca era la suya propia. Empezaban, por aquellos motivos, a mosquearse con aquel extraño hombre. ¿Cómo era posible que nunca presentase ni un rasguño? La sospecha pronto germinó en ellos.
Lilith ya le había advertido que llamar la atención de esta gente podría acabar en conflicto, pues si encontraban que era diferente cargarían contra él. Esto en principio al lobo le dio bastante igual, pues no dejaban de ser humanos, ¿qué más le daba a él su desprecio? Por eso nunca se escondió, no se cortó ni un pelo.
Aquel día, con el rostro manchado de sangre demoníaca, habiendo recibido su recompensa momentos antes, volvía hacia el bosque donde se estaba quedando cuando fue rodeado por varias personas, que le increpaban que no era humano, que era una abominación. Sonrió de medio lado el jötunn, mirando de reojo a todos ellos. No quería tener que derramar sangre a lo tonto, pero en cuanto quisieron atacarlo tampoco se lo pensó mucho. Acabó con ellos sin problema ni remordimiento, sin despeinarse siquiera. Lo que no sabía era que aquello iba a meterlo en líos aún mayores—
—El día había empezado como cualquier otro. Fenrir había despertado temprano y lo primero que había hecho era irse al lago, por cuestiones de higiene. Tras eso se acercó hasta el pueblo. Siempre había alguien que necesitaba ayuda con algún tipo de alimaña de la que el jötunn no tenía problema ninguno en ocuparse, a cambio de algo de comida y otros bienes esenciales. Una situación en la que todo el mundo salía ganando. Excepto cierto grupo.
La Catedral de la Luz estaba viendo a un forastero enfrentarse a todo tipo de escorias y demonios y siempre volvía al pueblo a por su recompensa ileso, pues la sangre que solía llevar sobre su piel y ropajes nunca era la suya propia. Empezaban, por aquellos motivos, a mosquearse con aquel extraño hombre. ¿Cómo era posible que nunca presentase ni un rasguño? La sospecha pronto germinó en ellos.
Lilith ya le había advertido que llamar la atención de esta gente podría acabar en conflicto, pues si encontraban que era diferente cargarían contra él. Esto en principio al lobo le dio bastante igual, pues no dejaban de ser humanos, ¿qué más le daba a él su desprecio? Por eso nunca se escondió, no se cortó ni un pelo.
Aquel día, con el rostro manchado de sangre demoníaca, habiendo recibido su recompensa momentos antes, volvía hacia el bosque donde se estaba quedando cuando fue rodeado por varias personas, que le increpaban que no era humano, que era una abominación. Sonrió de medio lado el jötunn, mirando de reojo a todos ellos. No quería tener que derramar sangre a lo tonto, pero en cuanto quisieron atacarlo tampoco se lo pensó mucho. Acabó con ellos sin problema ni remordimiento, sin despeinarse siquiera. Lo que no sabía era que aquello iba a meterlo en líos aún mayores—
Tipo
Grupal
Líneas
Cualquier línea
Estado
Disponible