De regreso en la guarida con la misión cumplida (no importa el cómo, sino que se ha completado con el resultado deseado), se ha sentado en la cocina para hacerse un té. No se ha cambiado de ropa; huele a sudor y pólvora quemada.

Kabuto hace acto de presencia con su habitual falta de educación, pero Himiko no tiene la paciencia muy operativa.

—No me apetece aguantar tus gilipolleces ahora, Kabuto.—le espeta sin dirigirle la mirada ni alzar la voz.—Acabo de llegar. Así que, si no vienes a revisarme las heridas, te aconsejo que vuelvas a encerrarte en tu laboratorio y me dejes disfrutar de mi té en paz.
De regreso en la guarida con la misión cumplida (no importa el cómo, sino que se ha completado con el resultado deseado), se ha sentado en la cocina para hacerse un té. No se ha cambiado de ropa; huele a sudor y pólvora quemada. Kabuto hace acto de presencia con su habitual falta de educación, pero Himiko no tiene la paciencia muy operativa. —No me apetece aguantar tus gilipolleces ahora, Kabuto.—le espeta sin dirigirle la mirada ni alzar la voz.—Acabo de llegar. Así que, si no vienes a revisarme las heridas, te aconsejo que vuelvas a encerrarte en tu laboratorio y me dejes disfrutar de mi té en paz.
Me gusta
1
0 turnos 0 maullidos
Patrocinados
Patrocinados