Las memorias de la luna
Era una bella noche, las estrellas en el firmamento iluminaban el bello paisaje idílico de la vieja mansión de las cuatro estaciones, ahora nombrada secta Jixuan por sus dos moradores y maestros de la misma.
Lugar escondido entre las montañas las cuales parecían esconder sus secretos, los cuales alentaban a los pobladores de las regiones aledañas crear historias y rumores llenas de misticismo y chismes exorbitantes que llegaban a ser fantasiosos como era el folklore en esa época, uno de ellos, que en esa región era habitada por Dioses, o por seres con poderes descomunales que eran capaces de barrer la maldad del mundo con un poder ilimitado; siendo que la realidad era distinta, pues solo se trataba de jóvenes mortales que eran guiados por dos maestros cultivadores que enseñaban a sus alumnos las artes de la cultivación alejando el mal que aquejaba el mundo y buscando tener el equilibrio.
La mansión era un complejo grande con mucho espacio, casi como un antiguo castillo de algún rey feudal, o el mismo emperador, pues era un valle rodeado de montañas y varias cascadas tanto dentro como fuera del mismo terreno amplio, con grandes y fuertes murallas que bien podía ser una gran fortaleza, vegetación abundante que rodeaba la secta, desde el fuerte pero flexible bambú, pasando por arboles y pinos altos que parecían en ocasiones querer opacar al mismo sol, con varios tipos de animales en su interior, también contaba con un hermosos manantial que corría por la secta por canales pluviales fuertes construidos en la antigüedad, uno que otro pozo, también contaba con árboles frutales y hermosas flores silvestres que cuidaban en la parte externa de las murallas, contando con dos entradas principales y un largo camino desde la entrada hasta la segunda puerta.
En su interior se subdividía en secciones, las habitaciones para los discipulos, el gran salón de reuniones y conferencias, el comedor donde se reunían a comer a los horarios establecidos, la biblioteca lleno de pergaminos y libros antiguos que incluso estaban antes de que ellos llegaran propiedad de los inmortales, una sección donde vivian los dos maestros principales, los cuales contenian su propio jardin privado, la enfermería y el boticario, asi como un espacio para huertos donde cultivaban sus propios alimentos y eran cuidados por los propios discipulos para enseñarles el valor de la responsabilidad.
Esa noche en especial, las puertas corredizas de una de las habitaciones se abrieron dando pasos lentos lentos, hasta poder colocarse en uno de los pequeños puentes de madera que unian las secciones de la Mansión y cuyo sitio era atravezado con un hermoso riachuelo, la figura del primer maestro se dejó vislumbrar bajo el reflejo de unos de los rayos de la luna. Era una noche tranquila, el sonido de los animales nocturnos se dejaba escuchar, dejando que el viento ondeara sus tunicas blancas y sus largos cabellos; dejando que su mente viajara a unas lejanas montañas que el solo conocía a la perfección, su primer hogar “La montaña Celestial” .
Era una bella noche, las estrellas en el firmamento iluminaban el bello paisaje idílico de la vieja mansión de las cuatro estaciones, ahora nombrada secta Jixuan por sus dos moradores y maestros de la misma.
Lugar escondido entre las montañas las cuales parecían esconder sus secretos, los cuales alentaban a los pobladores de las regiones aledañas crear historias y rumores llenas de misticismo y chismes exorbitantes que llegaban a ser fantasiosos como era el folklore en esa época, uno de ellos, que en esa región era habitada por Dioses, o por seres con poderes descomunales que eran capaces de barrer la maldad del mundo con un poder ilimitado; siendo que la realidad era distinta, pues solo se trataba de jóvenes mortales que eran guiados por dos maestros cultivadores que enseñaban a sus alumnos las artes de la cultivación alejando el mal que aquejaba el mundo y buscando tener el equilibrio.
La mansión era un complejo grande con mucho espacio, casi como un antiguo castillo de algún rey feudal, o el mismo emperador, pues era un valle rodeado de montañas y varias cascadas tanto dentro como fuera del mismo terreno amplio, con grandes y fuertes murallas que bien podía ser una gran fortaleza, vegetación abundante que rodeaba la secta, desde el fuerte pero flexible bambú, pasando por arboles y pinos altos que parecían en ocasiones querer opacar al mismo sol, con varios tipos de animales en su interior, también contaba con un hermosos manantial que corría por la secta por canales pluviales fuertes construidos en la antigüedad, uno que otro pozo, también contaba con árboles frutales y hermosas flores silvestres que cuidaban en la parte externa de las murallas, contando con dos entradas principales y un largo camino desde la entrada hasta la segunda puerta.
En su interior se subdividía en secciones, las habitaciones para los discipulos, el gran salón de reuniones y conferencias, el comedor donde se reunían a comer a los horarios establecidos, la biblioteca lleno de pergaminos y libros antiguos que incluso estaban antes de que ellos llegaran propiedad de los inmortales, una sección donde vivian los dos maestros principales, los cuales contenian su propio jardin privado, la enfermería y el boticario, asi como un espacio para huertos donde cultivaban sus propios alimentos y eran cuidados por los propios discipulos para enseñarles el valor de la responsabilidad.
Esa noche en especial, las puertas corredizas de una de las habitaciones se abrieron dando pasos lentos lentos, hasta poder colocarse en uno de los pequeños puentes de madera que unian las secciones de la Mansión y cuyo sitio era atravezado con un hermoso riachuelo, la figura del primer maestro se dejó vislumbrar bajo el reflejo de unos de los rayos de la luna. Era una noche tranquila, el sonido de los animales nocturnos se dejaba escuchar, dejando que el viento ondeara sus tunicas blancas y sus largos cabellos; dejando que su mente viajara a unas lejanas montañas que el solo conocía a la perfección, su primer hogar “La montaña Celestial” .
Tipo
Grupal
Líneas
1000
Estado
Disponible
0
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0
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