Así en la vida como en la muerte
Fandom Harry Potter
Categoría Romance
{Rol cerrado con [thehalfblood_pr]

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En la vida existen tres tipos de secretos: los que se conocen porque han dejado de ser un misterio, los que se intuyen pero no se pueden confirmar y los que se guardan bajo un Juramento Inquebrantable, pues nunca deben ser desvelados.

El primer secreto era que Quien-No-Debe-Ser-Nombrado había regresado de entre los espectros del pasado y que había amenazado el mundo mágico por segunda vez, con un terror sólo visto durante los tiempos de Grindelwald; el segundo, era que el actual profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras tenía algún tipo de relación con una ex-alumna que, además, era su socia de negocios.

El tercero era que, aquella noche, al amparo de la oscuridad, iba a contraer matrimonio con dicha ex-alumna, protegida y adoptada por el matrimonio Urquart-McGonagall y criada a una distancia prudencial del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Sylvia Anna Urquart aquella noche transformaba su nombre a Sylvia Anna Snape.

Si bien las circunstancias del enlace no se parecían ni de lejos a la boda entre Bill Weasley y Fleur Delacour hacía unos meses, Syanna no podía negar que le hacía cierta ilusión. Le había costado aceptar, en primer lugar, que se había enamorado de un hombre dieciséis años mayor que ella; que ese hombre le había correspondido y que mantenían una relación de pareja en secreto desde que ella abandonase formalmente el colegio y se dedicase a su tienda y sus proyectos.

Syanna se coló por los recovecos del colegio bajo su forma animal de corneja para no ser vista. Sólo cuando llegó a la puerta del despacho de Albus Dumbledore regresó a su forma humana, mostrando así el aspecto que luciría durante el tiempo que se oficiase la ceremonia de casamiento: un delicado vestido de color blanco y encaje negro de mangas ajustadas, con pedrería sutil y un elegante corte de sirena sin cola, el cabello negro y azul perfectamente alisado, apenas recogido con un adorno de plata despejando un lado de su cráneo y el maquillaje discreto, sin más joyas que sus habituales anillos y unos pendientes sencillos.

Un funcionario, los contrayentes y dos testigos (que no tenían por qué estar vivos, como demostraron los cuadros de los antiguos directores del colegio Armando Dippet y Dilys Derwent). Quién sabía si, tras todo aquel caos, podrían celebrar una boda decente, con un festejo animado, sin tener que guardar el secreto.
{Rol cerrado con [thehalfblood_pr] -------- En la vida existen tres tipos de secretos: los que se conocen porque han dejado de ser un misterio, los que se intuyen pero no se pueden confirmar y los que se guardan bajo un Juramento Inquebrantable, pues nunca deben ser desvelados. El primer secreto era que Quien-No-Debe-Ser-Nombrado había regresado de entre los espectros del pasado y que había amenazado el mundo mágico por segunda vez, con un terror sólo visto durante los tiempos de Grindelwald; el segundo, era que el actual profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras tenía algún tipo de relación con una ex-alumna que, además, era su socia de negocios. El tercero era que, aquella noche, al amparo de la oscuridad, iba a contraer matrimonio con dicha ex-alumna, protegida y adoptada por el matrimonio Urquart-McGonagall y criada a una distancia prudencial del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Sylvia Anna Urquart aquella noche transformaba su nombre a Sylvia Anna Snape. Si bien las circunstancias del enlace no se parecían ni de lejos a la boda entre Bill Weasley y Fleur Delacour hacía unos meses, Syanna no podía negar que le hacía cierta ilusión. Le había costado aceptar, en primer lugar, que se había enamorado de un hombre dieciséis años mayor que ella; que ese hombre le había correspondido y que mantenían una relación de pareja en secreto desde que ella abandonase formalmente el colegio y se dedicase a su tienda y sus proyectos. Syanna se coló por los recovecos del colegio bajo su forma animal de corneja para no ser vista. Sólo cuando llegó a la puerta del despacho de Albus Dumbledore regresó a su forma humana, mostrando así el aspecto que luciría durante el tiempo que se oficiase la ceremonia de casamiento: un delicado vestido de color blanco y encaje negro de mangas ajustadas, con pedrería sutil y un elegante corte de sirena sin cola, el cabello negro y azul perfectamente alisado, apenas recogido con un adorno de plata despejando un lado de su cráneo y el maquillaje discreto, sin más joyas que sus habituales anillos y unos pendientes sencillos. Un funcionario, los contrayentes y dos testigos (que no tenían por qué estar vivos, como demostraron los cuadros de los antiguos directores del colegio Armando Dippet y Dilys Derwent). Quién sabía si, tras todo aquel caos, podrían celebrar una boda decente, con un festejo animado, sin tener que guardar el secreto.
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