Frío
Fandom The Witcher, Fantasyverse
Categoría Fantasía
Irónico ¿No? Un brujo, que no era un Oso, y que no era un fan de las tabernas y posadas a pesar de ser asiduo a ellas por su trabajo. Pero es lo que tenía, a ver tenido la miel en los labios de una vida tranquila, y jamás haberla probado, que con solo haberla olido, uno jamás volvía a ser el mismo, y más, en una profesión cómo aquella. Tan odiada, y a veces tan necesitada, cómo ocurría en los Reinos del Norte, y parcialmente en Nilfgaard.

Entró, empapado por las primeras lluvias de primavera, y buscó un sitio. Los habituales, más o menos los céntricos estaban ocupados, similar a los de más al fondo, perfectos para evitar problemas, así qué, resignado, más por la canción que sonaba de fondo por la bardo local, se sentó en la barra, espadas aún colocadas a la espalda por sí acaso.

No puedo amarte
De vuelta
Me besas
Con fuerza
Y no me sueltas
Acábame la tristeza

Pues las memorias se le agolparon en la mente, la música tenía ese efecto en él, capaz de hacer reflotar, o despertar aquello dormido, haciendo qué, sin querer, le diera un codazo al cliente que tenía al lado, cruzando su mirada bicolor verdiazul y viperina que él una vez salió del trance que la melodía le supuso.

— Mis disculpas, no era mi intención.
Irónico ¿No? Un brujo, que no era un Oso, y que no era un fan de las tabernas y posadas a pesar de ser asiduo a ellas por su trabajo. Pero es lo que tenía, a ver tenido la miel en los labios de una vida tranquila, y jamás haberla probado, que con solo haberla olido, uno jamás volvía a ser el mismo, y más, en una profesión cómo aquella. Tan odiada, y a veces tan necesitada, cómo ocurría en los Reinos del Norte, y parcialmente en Nilfgaard. Entró, empapado por las primeras lluvias de primavera, y buscó un sitio. Los habituales, más o menos los céntricos estaban ocupados, similar a los de más al fondo, perfectos para evitar problemas, así qué, resignado, más por la canción que sonaba de fondo por la bardo local, se sentó en la barra, espadas aún colocadas a la espalda por sí acaso. No puedo amarte De vuelta Me besas Con fuerza Y no me sueltas Acábame la tristeza Pues las memorias se le agolparon en la mente, la música tenía ese efecto en él, capaz de hacer reflotar, o despertar aquello dormido, haciendo qué, sin querer, le diera un codazo al cliente que tenía al lado, cruzando su mirada bicolor verdiazul y viperina que él una vez salió del trance que la melodía le supuso. — Mis disculpas, no era mi intención.
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