*La demonesa se mantuvo inmóvil por horas viendo al horizonte, la falda de piel se movía al compás del viento dejando ver sus tonificados muslos pálidos; el sonar de aquel rio al viajar marcaba una dulce melodía. Llevó su diestra a su vientre, sonrió mostrando los afilados dientes al sentir que lo que crecía en ella se movía.
A lo lejos, detrás de las montañas y cerros los primeros rayos del crepúsculo nacieron, marcando un nuevo día, sus ojos verdes esmeralda cambiaron con tan semejante belleza natural.
—Es hora de irnos pequeño. (Susurro)
*Firme y decidida dobló sus rodillas un poco para alcanzar la valija y aquel cayado de madera, enfiló sus pasos y marchó de aquel lugar ajeno, traspasando el velo sin voltear atrás.
A lo lejos, detrás de las montañas y cerros los primeros rayos del crepúsculo nacieron, marcando un nuevo día, sus ojos verdes esmeralda cambiaron con tan semejante belleza natural.
—Es hora de irnos pequeño. (Susurro)
*Firme y decidida dobló sus rodillas un poco para alcanzar la valija y aquel cayado de madera, enfiló sus pasos y marchó de aquel lugar ajeno, traspasando el velo sin voltear atrás.
*La demonesa se mantuvo inmóvil por horas viendo al horizonte, la falda de piel se movía al compás del viento dejando ver sus tonificados muslos pálidos; el sonar de aquel rio al viajar marcaba una dulce melodía. Llevó su diestra a su vientre, sonrió mostrando los afilados dientes al sentir que lo que crecía en ella se movía.
A lo lejos, detrás de las montañas y cerros los primeros rayos del crepúsculo nacieron, marcando un nuevo día, sus ojos verdes esmeralda cambiaron con tan semejante belleza natural.
—Es hora de irnos pequeño. (Susurro)
*Firme y decidida dobló sus rodillas un poco para alcanzar la valija y aquel cayado de madera, enfiló sus pasos y marchó de aquel lugar ajeno, traspasando el velo sin voltear atrás.
