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Acción , Anime & Mangas , Comedia , Contemporáneo , Drama , Romance , Slice of Life , Suspenso , Original , Terror
- Lisa sostenía la taza de té entre las manos, disfrutando del calor reconfortante que se filtraba a través de la porcelana. La biblioteca estaba en absoluto silencio, solo roto por el ocasional crujir de las páginas al pasar. El aroma a hierbas flotaba en el aire, mezclándose con el sutil olor a libros antiguos. Bebió un sorbo, cerrando los ojos por un instante, saboreando la calma. Afuera, el mundo seguía su curso, pero aquí dentro, todo parecía suspendido en una armonía perfecta. Apoyó la taza en la mesa y retomó su lectura, sumergiéndose de nuevo en su propio refugio.Lisa sostenía la taza de té entre las manos, disfrutando del calor reconfortante que se filtraba a través de la porcelana. La biblioteca estaba en absoluto silencio, solo roto por el ocasional crujir de las páginas al pasar. El aroma a hierbas flotaba en el aire, mezclándose con el sutil olor a libros antiguos. Bebió un sorbo, cerrando los ojos por un instante, saboreando la calma. Afuera, el mundo seguía su curso, pero aquí dentro, todo parecía suspendido en una armonía perfecta. Apoyó la taza en la mesa y retomó su lectura, sumergiéndose de nuevo en su propio refugio.¡Inicia sesión para reaccionar, comentar y compartir!
- La biblioteca estaba en silencio, apenas interrumpido por el suave susurro de las páginas al pasar y el ocasional eco de pasos cautelosos. La luz de la tarde se colaba perezosa entre las ventanas altas, bañando las estanterías en tonos dorados. Lisa suspiró, apoyando su mentón en la palma de su mano mientras tamborileaba con los dedos sobre el escritorio de préstamos.
Había terminado de organizar los volúmenes de alquimia y archivado las solicitudes pendientes. No había visitantes desde hacía más de una hora, y la calma monótona del lugar comenzaba a pesarle. Echó un vistazo a la puerta principal, esperando algún alma curiosa que irrumpiera en su pequeño refugio de conocimiento, pero no hubo suerte.
Se estiró perezosamente, dejando escapar un suspiro más largo de lo que pretendía. Sus ojos verdes recorrieron el alto estante frente a ella, deteniéndose en un tomo particularmente polvoriento que parecía no haber sido tocado en años. Una ligera sonrisa traviesa se dibujó en sus labios. Después de todo, no había nada de malo en echar un vistazo, ¿verdad?
Con la gracia que la caracterizaba, se levantó y se acercó al estante. El libro era grueso y tenía una cubierta de cuero oscurecida por el tiempo. Al sacarlo, una pequeña nube de polvo danzó en el aire, arrancándole un estornudo que resonó en el silencio solemne de la biblioteca.
Al abrirlo, se encontró con antiguos diagramas de círculos arcanos y fórmulas complejas garabateadas en una caligrafía elegante pero anticuada. —Vaya... ¿cuánto tiempo ha estado esto aquí sin que nadie lo note?—, murmuró para sí misma, intrigada.
Se acomodó en un rincón cercano, con la espalda apoyada contra la estantería y el libro abierto en su regazo. Las páginas crujieron suavemente mientras sus ojos brillaban de curiosidad.
Pasaron los minutos, luego las horas. Lisa no se dio cuenta de cómo el sol se deslizaba lentamente hacia el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. Estaba demasiado absorta descifrando los secretos de aquel texto olvidado.
Cuando finalmente levantó la vista, la biblioteca estaba sumida en un tenue crepúsculo. Parpadeó, sorprendida por lo rápido que había pasado el tiempo. Se rió suavemente, cerrando el libro con un susurro suave.
—Supongo que perder el tiempo no siempre es tan improductivo después de todo... —musitó, acariciando la cubierta polvorienta con un cariño inesperado antes de devolver el tomo a su lugar.
Con un último vistazo al estante, regresó a su puesto, sintiendo que la biblioteca, por unos instantes, había sido algo más que un simple lugar de trabajo.La biblioteca estaba en silencio, apenas interrumpido por el suave susurro de las páginas al pasar y el ocasional eco de pasos cautelosos. La luz de la tarde se colaba perezosa entre las ventanas altas, bañando las estanterías en tonos dorados. Lisa suspiró, apoyando su mentón en la palma de su mano mientras tamborileaba con los dedos sobre el escritorio de préstamos. Había terminado de organizar los volúmenes de alquimia y archivado las solicitudes pendientes. No había visitantes desde hacía más de una hora, y la calma monótona del lugar comenzaba a pesarle. Echó un vistazo a la puerta principal, esperando algún alma curiosa que irrumpiera en su pequeño refugio de conocimiento, pero no hubo suerte. Se estiró perezosamente, dejando escapar un suspiro más largo de lo que pretendía. Sus ojos verdes recorrieron el alto estante frente a ella, deteniéndose en un tomo particularmente polvoriento que parecía no haber sido tocado en años. Una ligera sonrisa traviesa se dibujó en sus labios. Después de todo, no había nada de malo en echar un vistazo, ¿verdad? Con la gracia que la caracterizaba, se levantó y se acercó al estante. El libro era grueso y tenía una cubierta de cuero oscurecida por el tiempo. Al sacarlo, una pequeña nube de polvo danzó en el aire, arrancándole un estornudo que resonó en el silencio solemne de la biblioteca. Al abrirlo, se encontró con antiguos diagramas de círculos arcanos y fórmulas complejas garabateadas en una caligrafía elegante pero anticuada. —Vaya... ¿cuánto tiempo ha estado esto aquí sin que nadie lo note?—, murmuró para sí misma, intrigada. Se acomodó en un rincón cercano, con la espalda apoyada contra la estantería y el libro abierto en su regazo. Las páginas crujieron suavemente mientras sus ojos brillaban de curiosidad. Pasaron los minutos, luego las horas. Lisa no se dio cuenta de cómo el sol se deslizaba lentamente hacia el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. Estaba demasiado absorta descifrando los secretos de aquel texto olvidado. Cuando finalmente levantó la vista, la biblioteca estaba sumida en un tenue crepúsculo. Parpadeó, sorprendida por lo rápido que había pasado el tiempo. Se rió suavemente, cerrando el libro con un susurro suave. —Supongo que perder el tiempo no siempre es tan improductivo después de todo... —musitó, acariciando la cubierta polvorienta con un cariño inesperado antes de devolver el tomo a su lugar. Con un último vistazo al estante, regresó a su puesto, sintiendo que la biblioteca, por unos instantes, había sido algo más que un simple lugar de trabajo. - Tenlo en cuenta al responder.{{ Gracias IA por darme material de mis crackships inexistentes. (?) ( ꈍᴗꈍ){{ Gracias IA por darme material de mis crackships inexistentes. (?) ( ꈍᴗꈍ)
- Bajo la sombra del Árbol Sagra
#monorol
Lisa se encontraba sentada bajo la sombra de un frondoso árbol en los jardines de la Academia de Sumeru, rodeada de libros y pergaminos. El aroma a papel viejo y tinta se mezclaba con la brisa cargada del perfume de flores exóticas. La joven erudita pasaba sus días absorta en el estudio de la magia y la teoría arcana, con una facilidad casi insultante para quienes la rodeaban.
* —Lisa, ¿otra vez aquí? —preguntó una compañera con una sonrisa cansada. *
La bruja alzó la vista con la expresión indolente que la caracterizaba y, con un gesto perezoso, cerró el libro que tenía entre las manos.
—Oh, ya sabes… estudiar es un placer cuando comprendes todo a la primera.
Su tono era juguetón, pero en sus ojos verdes brillaba una chispa de reflexión. A pesar de su facilidad para el aprendizaje, Lisa comenzaba a notar algo inquietante: entre las innumerables teorías y tratados sobre la naturaleza de la magia, había contradicciones sutiles, conocimientos que parecían deliberadamente fragmentados o prohibidos.
Apoyó la cabeza en la palma de su mano y suspiró con una media sonrisa.
—A veces me pregunto… si de verdad sabemos todo lo que creemos saber.
Su compañera rió, sin darle demasiada importancia a sus palabras, pero Lisa, con su aguda intuición, sabía que en Sumeru no todo el conocimiento estaba al alcance de cualquiera. Y quizás, cuanto más aprendiera, más peligroso sería seguir buscando respuestas.Bajo la sombra del Árbol Sagra #monorol Lisa se encontraba sentada bajo la sombra de un frondoso árbol en los jardines de la Academia de Sumeru, rodeada de libros y pergaminos. El aroma a papel viejo y tinta se mezclaba con la brisa cargada del perfume de flores exóticas. La joven erudita pasaba sus días absorta en el estudio de la magia y la teoría arcana, con una facilidad casi insultante para quienes la rodeaban. * —Lisa, ¿otra vez aquí? —preguntó una compañera con una sonrisa cansada. * La bruja alzó la vista con la expresión indolente que la caracterizaba y, con un gesto perezoso, cerró el libro que tenía entre las manos. —Oh, ya sabes… estudiar es un placer cuando comprendes todo a la primera. Su tono era juguetón, pero en sus ojos verdes brillaba una chispa de reflexión. A pesar de su facilidad para el aprendizaje, Lisa comenzaba a notar algo inquietante: entre las innumerables teorías y tratados sobre la naturaleza de la magia, había contradicciones sutiles, conocimientos que parecían deliberadamente fragmentados o prohibidos. Apoyó la cabeza en la palma de su mano y suspiró con una media sonrisa. —A veces me pregunto… si de verdad sabemos todo lo que creemos saber. Su compañera rió, sin darle demasiada importancia a sus palabras, pero Lisa, con su aguda intuición, sabía que en Sumeru no todo el conocimiento estaba al alcance de cualquiera. Y quizás, cuanto más aprendiera, más peligroso sería seguir buscando respuestas. -
- Los libros son los verdaderos tesoros del mundo. Pero, claro, no todos saben apreciarlos. Pero a veces siento que es mejor así. Menos gente que dañe mis preciados libros.Los libros son los verdaderos tesoros del mundo. Pero, claro, no todos saben apreciarlos. Pero a veces siento que es mejor así. Menos gente que dañe mis preciados libros.
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