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- [Rol Privado] Poder, Traición y Muerte {Empusa/Lumiel}
[Rol Privado] Poder, Traición y Muerte {Empusa/Lumiel}
Miles de años atrás…
****Tu estupidez te condenó, vagaras sin rumbo hasta la eternidad, el frenesí desesperado por reclamar sus alamas llevará a cada mortal a odiarte y huir de ti, serás cazada como los animales, te servirás de su sangre, de su carne, cuando tengas hambre, almas de los que tanto protegiste serán la perdición que llevarán tus manos sobre las cadenas oxidadas de tu destierro.
—Las palabras de mi padre (Hades) fueron crueles, recuerdo sentir un dolor inmenso, agudo en mi espalda, un estruendo lleno de una luz cegadora en el inframundo que me llevo a una velocidad catastral, mis oídos reventaron de la fuerza en la que era alejada de lo que conocí como hogar, de mis hermanas y madre, ¿no sé cuánto tiempo pasó?, pero desperté en el lugar que llaman “tierra” los mortales, en medio de un lugar árido y sin vida, desnuda, con una apariencia totalmente diferente a como solía ser, mis cuernos siguieron intactos pero… lo que más amaba, mis alas, mis alas ya no estaban, en cambio unas citarices inmensas, en mis muñecas, grilletes de unas cadenas, (solo los seres con dones pueden percibir) desde ese entonces no me eh podido quitarme y al final, ellas, almas condenadas que gritan por liberarse, desde ese entonces solo las cosecho, tomé esa gran “debilidad” como mi mejor fortaleza, para la creación de mi ejercito inmortal.
Actualidad.
—Sigo esperando, sigilosamente el momento… de liberarme de esta maldición inpuesta por mi padre.
— Me siento extraña, ¿Qué pasó? — la mujer deslizó sus dedos sobre sus finos y largos cabellos azabaches, notó que era más largo de lo que recordaba — parece que desperté de un sueño o... una horrible pesadilla — pensó que en algún momento había caído en una especie de letargo inducido hasta que comenzó a tocar las partes de su cuerpo, primero el rostro, observó sus palmas y antebrazos y deslizó sus manos sobre sus piernas — ¿Es nuevo? — preguntó refiriéndose a su cuerpo, pues ella recordaba tener cicatrices, pero no recordaba como se habían formado a lo que una voz menos madura que ella respondió
— Así es... hija — Lumiel elevó la mirada y buscó el origen de aquella voz, pudo ver a una joven pelirroja sentada sobre un gran tronó de oro al final de una larga escalinata plateada
— ¿Padre? — cuestionó, entonces el devorador le sonrió en respuesta y siguió hablando — tu anterior cuerpo quedó inservible y me vi obligado a replicar cada elemento desde el principio, aunque esta vez tardé solo unos meces y no quinientos años — El Rey Demonio cuya apariencia era bastante curiosa, luego se levantó y descendió lentamente hacia su creación — Tenemos mucho de que hablar Lumiel — su tono era muy serio de lo que comúnmente era su alocada y bromista personalidad, pues la situación no era favorable en esos momentos, por lo tanto, la marioneta asintió con la cabeza y escuchó con atención
— Te contaré lo único que debes de saber, pues no pude rescatar de tu anterior cuerpo en mal estado los recuerdos del pasado... solo algunos y tal vez con el tiempo recuperes otros y la mayoría no, en fin... fuiste hechizada por una criatura de la cual desconocemos totalmente su origen, en términos simples te obligó a hacer cosas muy crueles en especial hacia el linaje demoníaco de la tierra conocido como infierno. Gracias a esas acciones nuestro mundo entró en una guerra, en especial mi reino Aztabath — El devorador llevó ambas manos hacia atrás y comenzó a caminar lentamente alrededor de Lumiel tratando de ser lo más suave en su narración — Los demonios de la tierra exigieron venganza por los actos cometidos hacia su Rey... un tipo muy difícil y sangrón por cierto, ¡Como sea! Ya no hay nada que hacer, pues la criatura que te hechizó ya no existe y tú tendrás que asumir las consecuencias de tus actos.
— Ve al grano por favor ¿Me destruirán? — preguntó Lumiel con cierta resignación, entonces el devorador negó y respondió — No, es bueno tener colegas en lo más alto, pues la mayoría en la Cumbre decidió que toda la culpa fue de esa "cosa" por lo que fueron realmente muy suaves contigo, digo... el exilio no está tan mal, por lo menos vivirás bien con todo lo que creaste ¿No? — Lumiel agachó la cabeza parecía un tanto triste más solo se limitó a aceptar su destino — No puedo evitar sentirme vacía, como si algo me faltara, ¿Debería disculparme con los demonios terrenales? Creo no es la mejor idea en este momento... probablemente me maten ¿Cierto? — Su padre intentó animarla dándole palmadas muy suaves en su hombro derecho.
Pasaron meses desde la conversación entre padre e hija, durante ese tiempo Lumiel asimiló que había logrado tener descendencia y se encontraba en buenas manos con uno de los mejores amigos de su padre, un experto domador de bestias de todo tipo, mientras tanto ella decidió reanimar a Nerón y Calígula, pues cuando ella fue destruida, al ser criaturas vinculadas directamente a ella y su existencia misma también desaparecieron del plano físico, finalmente la marioneta emprendió un viaje hacia lejanas tierras esperando la llamada de la Cumbre que decidiría que mundo sería su nuevo hogar, ala par de eso El Rey Demonio de la esclavitud decidió incluir a Lumiel dentro de la orden de los segadores escarlata para evitar que otros cazadores que trabajaban para los Reyes Demonio con los cuales tenía conflictos y estaban insatisfechos con la sentencia le hicieran daño.
La maldición que su padre impuso sobre Aradia no le permite saber absolutamente sobre el inframundo, algunos demonios de bajó rango solían decirle unas cuantas cosas, llegó un momento que en las batallas contra sus cazadores (ángeles, seres de luz) alados perdió la noción del tiempo, en esos años perdió comunicación con Marcus (Demonio de 5ta clase) hasta que un Buen día en una de esas tabernas repugnaste, asquerosos y mal olientes que los mortales las usan para cosas banales lo encontró como encargado del lugar.
Todo el tiempo portaba una capucha en la cabeza, esto para tapar los cuernos, lastimosamente entre deidades se reconocían por la esencia que emanaban, y no se diga todo aquel ejercito que portaba la demoniza. Inmediatamente lo ubico, aparte de su apariencia denigrante y ese aroma cutre que se podría manifestar desde kilómetros atrás, se acercó a la barra donde se encontraba limpiando algunos tarros de cerveza volteado a la pared.
—¡Una de ambrosia con regaliz tabernero! - Dijo azotando un poco la barra, con la intención de que volteara a verla, llamando la atención de algunos otros que estaba cerca de ahí, unos murmurando otros solo con miradas sin importancia.
****En un momento se la sir….-Con boca abierta y dejando caer ese tarro se pegó a la pared como si hubiera visto al mismo “demonio”.**** Ara…Ara-dia.- Con trabajo se concentraba en mencionar su nombre.**** ¿Qué haces aquí?.
—¡Quiero un tarro de ambrosia y regaliz!, ¿A caso eres sordo?.- La mirada de la rey demonio era tan amenazante que podría traspasar los huesos y Marcus lo sabía.— Sabes por qué estoy aquí ¿No?.-Quien podría darle información sobre los demonios de 4 y 5 clase que mandaron a cazarla era él. Con una amenazante mirada le dijo todo, necesitaba llevarlo a un lugar apartado, por si las cosas se tornaban feas no fuera descubierta por los cazadores o los alados.
—Necesito hablar contigo… en privado. - El corazón de aquel inferior se escuchaba latir apresuradamente como un motor de camión, Marcus asintió temeroso con la cabeza, salió de la barra para guiarla a la bodega, donde se encontraba los vinos de mala calidad y adulterados, una pocilga más. Ni siquiera le tiempo de hablar, cuando Aradia lo había tomado del cuello alzándolo a unos cuantos centímetros del suelo, su ojo derecho y su mano ya no eran controlados por ella, si no por Belial el estafador.
—¿Quiénes los están mandando?, ¡Habla repugnante gusano, paracito del inframundo! -El cuello del Marcus comenzaba arder por el poder del demonio, pataleando, agarrándose el cuello con ambas manos sobre la de Belian trataba de a hablar, fue liberado dejándolo caer al suelo polvoso del lugar, provocando un golpe seco a los pies de la demoniza.
****¡Cof, cof!.- Tosió un poco para después mirarle a los ojos.****No lo sé, no lo sé.-Mala respuesta, sin duda Marcus sería descendido otra vez por la furia de la mujer.
—¡Gusano infeliz, te juro que si no hablas te mandare con Hadeeees!.- Un grito ensordecedor (Solo él lo escuchaba) combinado con la voz de Aradia y Belian le rompieron los tímpanos a Marcus.
****Tú hermano, Hades está muertooos así como muchos que tu conociste. -La fémina cambio radicalmente de aspecto con esa noticia.
—¿Q… qué estás diciendo?.- Preguntó de nuevo, no esta segura de haber escuchado bien.
**** Hades fue asesinado por alguien más poderoso, junto con muchos en esa guerra contra los de “Aztabath” y tu hermano desea el trono infinito por eso desea tu extinción.
Ubicación: Ezulum El Reino de las brujas
La noticia le derrumbo el mundo a la fémina, el “corazón” o lo que fuera que tuviese dentro se partió en mil pedazos, el regresar al inframundo, ver a su madre, hermanas y se le revocada la maldición de su padre ya no serían posibles, ya que solo él podría hacerlo
—¡No!, ¡No!.- La facción de la demoniza era perpleja bacia, salió de aquella taberna desolada tumbando un par de mesas, entre llevando a unos cuantos aldeanos y con todos los recuerdos que tenía con los que un día fueron los suyos.
Miles de años vagando por el mundo, sin tener descanso alguno, no poder amar como antes y mucho menos tener a alguien por temor a que fuera liquidado, aquella fatídica noche se sintió como su destierro, la lluvia se soltó a cantaros caminó un poco hacía los primeros arbustos donde comenzaba el bosque de las afueras del pueblo, sus botines se mancharon de barro, las lágrimas le brotaron, se dejó caer de rodillas acompañad de un grito que las aves, algunos animales salieron huyendo, aquel grito con eco, hasta los Dioses podrían haberlo escuchado, desolador, triste y sobre todo lleno de odio. La lluvia logró su cometido, empaparla por completo, no hubo campo en aquel cuerpo humano que permaneciera seco.
—¡Tanto sufrimiento por los humanos¡, ¿Por qué?, ¡jamás te lo perdonaré, jamás!. - Eran los pensamientos que cruzaban por su mente, golpeando el suelo, un charco de lodo que se había formado con agua que rodó por su cabeza. Unos cuantos minutos estuvo agachada bajó la borrasca importándole un carajo el clima para después seguir su camino sin rumbo, lidiándose en zigzag, tal ebria estuviera.
Las cosas no iban del todo bien, todos en ese lugar huían de Lumiel y Nerón, era como si la conocieran antes, por lo que se puso a pensar detenidamente sobre la situación que estaba atravesando ¿De dónde la conocían? ¿Qué cosa había hecho les atemorizaba? — Espero no sea de gravedad, no me podría perdonar si algo horrible hice en el pasado a estos habitantes
—¿De verdad no te lo podrías perdonar? —diría una voz detrás de la marioneta, era una voz pequeña, e infantil, muy aguda como la de una niña no mayor a los diez años de edad, cuando Lumiel se dio la vuelta, observó a una pequeña, duende rubia de cabello corto y ondulado, sin embargo, a pesar de esa apariencia tan simple el poder mágico que se podía sentir era abismal, casi tan fuerte como el de su padre.
—Tú... eres un Rey Demonio, Dalia, ¿Cierto?, al que llaman la Reina bruja —Lumiel no juzgaba por su apariencia al dueño de esas tierras, de hecho era muy frecuente ver criaturas poderosas dentro de cuerpos tan simples y frágiles aparentemente —Soy Lumiel y soy la...—Antes de que continuara, Dalia la interrumpió y dijo —No te molestes en presentarte, sé quién res... la dama sangrienta, la marioneta consciente del devorador, un caso extraordinariamente raro de ver, todo un fenómeno
Ese mundo era tan engañoso que si no se tenía la preparación adecuada junto con los conocimientos necesarios, se podría malinterpretar las cosas y terminar en una guerra mortífera, incluso contra un Rey disfrazado de pez. —Así es, soy el Rey demonio de las brujas, el devorador tuvo la cortesía de avisarme de tu llegada, lamentablemente mi gente no ha podido olvidar lo que pasó hace tiempo—Dalia hablaba con tranquilidad a la vez que la invitó a pasar a una pequeña y humilde casa —Espero te sientas cómoda, aquí no suelo vivir con tanta excentricidad, no soy esa clase de Rey, de hecho los lujos, la riqueza y todo eso me agobia y necesito de mucha paz mental para usar mi poder.
—No te preocupes por eso, no soy alguien que vea algo tan banal como una prioridad —Lumiel se sentó en una de las sillas vacías mientras Dalia servía un té y cuando escuchó las palabras de la marioneta, el duende sonrió y dijo —es cierto lo que me dijo el devorador, no recuerdas nada, es como si fueras otra persona, otro ser mucho menos hostil, tal vez deberías quedarte así y comenzar de nuevo aunque las órdenes del devorador fueron claras.
—¿Órdenes? ¿A caso eres uno de los subordinados de él? —Lumiel agradeció por el té y comenzó a beber dando pequeños sorbos y aunque no podía sentir ningún tipo de sabor, por el momento disfrutaba la amena compañía de aquella aparente niña. —Digamos que... le debo unos favores —se frotó la nuca algo apenada y se dispuso a beber su té de igual manera —tu padre ha logrado que mi nación sea próspera, me ha ofrecido muy buenos recursos y facilitado permisos y convenios que otros reinos no pueden tener de ninguna manera, es por eso que le debo bastante y una manera de saldar mis cuentas es precisamente ayudarte a ti a recuperar tus recuerdos o por lo menos los más importantes, pero como dije antes tal vez sea mejor que no recordaras nada... a veces es muy malo volver al pasado.
En ese instante Lumiel no dijo más nada, pero aquellas palabras fortalecieron en ella una inquietud muy poderosa en su mente —Dime, ¿Por qué tu pueblo huye de mí? ¿A caso es lo que estoy pensando?
—¿Y qué es lo que piensas? —Preguntó el duende en un tono juguetón, casi tratando de evadir lo que estaba a punto de ocurrir—¿Que no es obvio? Tus poderes seguramente te revelaron todo esto hace mucho tiempo, así que ya sabes todas las respuestas a mis preguntas, ahora contesta—Dalia asintió lentamente sin quitar la mirada de Lumiel y dijo en un tono serio—Sí, tú aniquilaste esta nación hace años, el devorador ha estado tratando de remediar todos tus desastres.
Atravesó el bosque con todo su ejército inmortal, una solo solución en su mente, "DESCENDER".
Unos años atrás, ganó una batalla junto a los licántropos, en un momento de ocio con el líder de la mandada caminaban al sur de territorio, sus pies los llevaron a una parte que llamó inmediatamente la atención de la demoniza.
****Ni se te ocurra.- Dijo el alfa cortando la charla al ver las intenciones de la fémina al ser demasiado llamativo.****Ni tu poder, ni nadie te podrá salvar si entras a ese lugar.-Con un tono seco y fuerte llamó la atención de la mujer.
—¿Qué es este lugar?.- La mirada de Aradia estaba perdida detallando el comienzo de aquel arco de piedra, por lo que se lograba apreciar algunas partes en ruinas y con restricciones, letreros por doquier, con diferentes lenguajes, símbolos y señales.
****"El valle de las lágrimas".-Respondió el licántropo avanzando un poco.****Cualquiera que se atreva a entrar jamás volverá a salir, diversos seres desde demonios.- Apuntó la mirada hacia ella.**** Ángeles, duendes, brujas, elfos etc. vienen aquí para dejar su "Vida" atrás, una verdadera invitación hacía el suicidio... ¿Extraño no te parece?, hasta los inmortales dejan de existir aquí, desde entonces protegemos este lugar con sabiduría y recelo.- El lugar estaba vigilado por uno o más hombres lobo, el intento de que cualquier ser que tomará esa decisión los pondría en aviso para tratar de persuadirlo, cada vez que alguien entraba un aullido de dolor se dejaba escuchar en aquellos territorios.
Ambos siguieron caminando, el lycan continuó su relato de las antiguas manadas y tribus antes de ser interrumpido por aquel lugar maldito, el cual la fémina no aparto la mirada y de su mente las palabras del ajeno.
Actualidad...
—Cansada, agotada, deseo estar ahí... lo deseo.- El susurro de su voz en medio de aquella fauna se hacía más profundo al recordar las palabras del Alfa y sin parar su destino ya estaba escrito...
Tristeza, tal vez miedo e incluso lástima por aquellos que murieron por su mano, fue lo que pudo percibir la reina bruja del contenedor con conciencia ¿Pero a caso era verdad? Si bien Lumiel fue conocida por engañar a muchos, en ese momento eran genuinos todos y cada uno de los sentimientos o emociones que estaba sintiendo y aunque su rostro parecía seco e inerte, era por dentro en su más profundo interior donde se libraba una batalla entre su pasado y lo que ahora era.
Después de aquella charla, la reina bruja logró volver la mayoría de los recuerdos a la marioneta; sin embargo, otros y aquellos que tenían que ver con la criatura que la hechizó habían quedado sepultados, completamente en el olvido, así mismo su mente fue programada con los códigos mágicos que solo los más expertos hechiceros podían conocer, su prioridad ahora eran dos cosas la primera proteger a su heredero, creación de su propia carne y por supuesto remediar el mal que ella había causado ¿Pero cómo? ¿Por dónde empezar? El Rey demonio de las brujas comentó algo "Ve a donde solías ir antes a pensar ¿Lo recuerdas?... solo no abuses demasiado del tiempo" Lumiel pensó en aquel lugar, en donde su idea tomó forma y pronto se volvió acción, la acción más infame de la cual se arrepentirá hasta el fin de sus días.
EL VALLE DE LAS LÁGRIMAS.
Después de mucho andar, Lumiel pidió a Nerón quedarse lejos y no pasar al valle, pues era un lugar custodiado por seres del elemento sagrado (la debilidad de nerón) y al que no cualquiera podía tener acceso, por lo tanto, Lumiel al estar ahí más de una vez en el remoto pasado ya sabía como entrar. Sus ojos carmesí brillaron como dos estrellas y una ilusión indistinguible de la realidad cubrió todo el lugar, una horda de no muertos comenzaron a atacar a los centinelas del valle mientras Lumiel avanzaba en forma de viento y una vez dentro se manifestó en su forma real, una hermosa mujer muy alta de cabello más negro que el carbón el cual tocaba la punta de sus talones, ojos más rojos que la sangre y su piel era más blanca que el hueso, tenía un par de grandes alas tan negras como la noche misma y que se extendían por los costados de sus caderas libremente, su vestido largo color púrpura oscuro marcaba mucho su figura y debido a su belleza y aroma agradable muchos la confundían con un ángel o incluso una Diosa, pero nada más lejos de la realidad, pues estar frente a la dama sangrienta era sin duda estar frente a la desgracia misma.
—Necesitaba estar aquí para pensar ...—Se dijo así misma, aunque debía tener cuidado de no estar mucho tiempo o sus poderes comenzarían mermar hasta desaparecer gracias a los efectos de la lluvia encantada.—Lo había olvidado, se siente una paz inmensa—Extendió sus brazos a sus costados mientras elevó el rostro recibiendo la lluvia en su cara, no le importaba en absoluto estar rodeada de esqueletos de un sin fin de seres que decidieron terminar sus días en ese lugar —¿Ahora qué? — decidida a seguir avanzando a la vez que tomaba las esquinas de su vestido y las levantaba cada que pisaba huesos o restos putrefactos —Debiluchos...—finalmente se encontró con una roca muy grande y al verla solo elevó la comisura de sus labios para dibujar una sonrisa de nostalgia, recordó entonces que había sido sobre esa piedra en donde solía pensar y sentirse como una reina hace mucho tiempo, veía morir a su alrededor a las criaturas mientras que ella se carcajeaba o les recordaba que era la mejor idea que habían tomado en sus patéticas vidas ¿Por qué? Simple Inmadurez, tal vez y por sentirse controlada y no tener la total libertad que ellos tenían sobre sus vidas, aunque fueran débiles ante sus ojos —recordar viejos tiempos, ¿he? —la demonio subió a la roca y se sentó para luego cruzar sus piernas, se sentía como una reina sobre su trono —Ya no es lo mismo —No sentía placer en la muerte como antes ¿Por qué?
EL ENCUENTRO DE DOS REY DEMONIOS...
Su viaje se ha extendido por varias llanuras, ya que se destinó, estaba aún a la lejanía. El sol se apresuró a irse, para darle paso a la luna y a sus hijas, las estrellas esa noche tan triste para la demonesa, el territorio de los lycans lucia intacto como la primera vez que estuvo ahí, a lo lejos el inicio de aquel marco de piedra, dejándose que le quitaría a unos centímetros la voz de alguien que conocía en el lugar se dejó escuchar.
Lumiel tenía un oído muy agudo además de poderes oculares sumamente especiales por lo que no tardó mucho en percatarse de otra presencia que se encontraba dentro de la misma zona, un ser que de inmediato captó su atención, ese poder abrumador que emanaba le recordaba a un ser que murió en la tierra, específicamente en el infierno por lo que dedujo no era un visitante de esas tierras ni mucho menos común y corriente ¿Qué estará haciendo aquí? Se preguntó ¿Enserio ha decidido dejarse morir… con ese potencial? Eran algunas de las preguntas que se le vinieron a la mente en ese momento, después se levantó y voló aún más cercas
—Su brazo se mueve solo…que extraño —No solo eso pues podía escuchar una voz espectral que suplicaba no morir —Oye tú! —Exclamó desde los cielos —Si vas a morirte hazlo en silencio por lo menos ten un poco de respeto para los que decidieron terminar con su insignificante existencia! —Cruzó sus brazos al frente de su pecho y luego frunció el ceño
—¿Me estás escuchando? Porque se ve que eres alguien poderoso…sa ¡Como sea, tardarás años en morirte aquí! —repentinamente le llegó una idea alocada y manifestó su hacha en la diestra —¡Ya se…seré compasiva y te cortaré la cabeza de un solo tajo! ¿Te gustaría? Es más rápido.