Si ha querido calentar su mente morbosa.

Si, lo ha hecho.

Sentadita en una fuente, moviendo sus patitas de conejo, con una zanahoria en los labios que mastica de vez en cuando mientras mira su entorno curiosa.

Espera por la señorita Deirdre quien fue al mercado a comprar provisiones.

Todos los días se pregunta como se sentirá morder una de las orejas largas de Deidre. Quizá algún día dejé que ganen los pensamientos intrusivos y lo haga.

—En fin...—

Se ha detenido en un pequeño pueblo de camino a aquella ciudad de hielo, en sus manitas tiene un pequeño tarro con chocolate caliente dentro que se encuentra humeando su dulce aroma que satisface de cierto modo a la coneja.

Su pequeña nariz se mueve un poquito cuando tiene el olor del chocolate cerca, además, se encuentra cubierta por una cobija que le regaló uno de los habitantes del pueblo.

No sabe que hará a continuación, pero al menos tiene la oportunidad de tomar un pequeño reposo.

— Hace demasiado frío como para existir —

Pelaje completamente erizado, cubierta por todas las capas que trae consigo y de paso, tiene una pequeña esferita de fuego que levita entre sus manos para tener un poco de calor.

Los conejos son sumamente friolentos.

☝

——— Las orejas de los conejos miden hasta 8 centimetros y no solo sirven para escuchar, ¡también sirven para regular temperaturas! —

Obvio, que el montón de gente de aquella taberna no estaba preparada para un dato tan importante e interesante, ¡que iletrados! recibió abucheos, insultos e incluso le lanzaron basura.

¡Última vez que intenta educar a la gente!