“Hay historias que es mejor no contar, vidas que debieron ser perdonadas, muertes que debieron ser evitadas. El destino, el poder y las cosas que se enlazan o tuercen con el paso del tiempo. La gente debería mantener la boca cerrada y dejar de anhelar lo imposible, perdonar su ingenuidad al olvidar que no nacimos para tener tal grandeza. Grandes hombres, con grandes aspiraciones murieron en un intento por alcanzar lo celestial, en consecuencia, atrajeron a lo demoniaco dejándolos al borde de tenerlo todo, limitados por una ligera línea que nos deja a la espera de la perdición. Somos los hijos de Raziel, pero, aun así, somos humanos, humanos limitados para no abusar de la grandeza.
Eso le costó la vida a un ser que no vivió y le propicio dolor a otro que tenía la inmortalidad por delante. Es una suerte que no haya caído un castigo divino por las acciones tan arrogantes de tan pequeños seres con gran poder. “
Clary, solo suspiro al levantarse y mirar por un rato sus manos temblorosas por el repentino subidon al despertar con aquel texto incrustado en su cerebro. Supuso que era algo único, algo referente al cambio que había sentido a su alrededor. Algo no iba bien y aunque quisiera preguntar su significado, solo se dedicó a calmarse antes de sacar el bloc de dibujo y una pluma para transcribir cada letra que fluía por su memoria como un rio, no sabia muy bien en que podría usarlo, pero no valía la pena pasar la noche en vela mientras se comía el cerebro de manera inútil.
Dejo todo de lado y se acomodo para volver a dormirse en espera de perderse en otro sueño que pudiera ser, dentro de lo que cabe, normal, al menos por una vez en mucho tiempo, queria tener un sueño renovador que la dejara pasar el dia sin un bostezo que asustaria hasta a la arisca Iglesia.