Zaen, el minero marcado por el fuego
En las crónicas del trabajo minero del siglo XIX, el carbón y el esfuerzo diario, surge la figura de Zaen: un hombre que convirtió la dureza en caracter y su marca en identidad.
Orígenes
Hijo de una familia humilde de la cuenca minera, Zaen creció rodeado de herramientas, hornos y jornadas interminables. No heredó privilegios ni riquezas: lo formaron el trabajo constante y la disciplina de los hombres que bajaban cada día a los túneles.
El fuego que lo marcó
La mitad de su rostro habla por él. Una explosión de gas en la mina lo atrapó en plena faena. Sobrevivió, pero el fuego dejó su huella permanente. Aquella cicatriz se convirtió en su sello: un recordatorio visible de lo que significa enfrentarse a la industria del carbón.
Clase y Caracter
Zaen pertenece a la clase trabajadora, pero nunca fue uno más. Demostró temple de líder, defendiendo a quienes compartían con él el peso de la mina. A veces es visto como capataz, otras como un hombre independiente, difícil de encasillar, que se mueve entre el respeto y el temor.
El hombre tas la marca
Lejos de hundirse, Zaen se fortaleció. Su complexión musculosa y su cabello rojo lo hicieron destacar entre sus compañeros. Su atractivo no está en la perfección de sus facciones, sino en la fuerza con la que sostiene su mirada. La cicatriz no resta, suma.
El rostro de hierro

