Tuve la oportunidad de verla a ella, una vez, pintada sobre mi ser. Fue a través de un espejo, puesto justo frente mío.
Nunca la reconocí como a mí misma. Ella era distinta, sus ojos llenos de experiencias, su porte y carácter reflejaban ideas y pensamientos que yo no podría poseer.
Cuando decidí darme vida fuera del lienzo, pude sentir como parte de la idea de esta dama deseaba salir conmigo, pero impedí la fusión.
Ahora siento que se ha resentido conmigo por eso, lo siento cada vez que vuelvo al lienzo, a mi propio cuerpo, y ocurre cada vez devuelta cuando salgo.
He de decir que he comenzado a tenerla más en mis pensamientos, constantemente. Aún así, no vivo esta vida para ella, pero cuando observo esta apariencia en el espejo, me resulta imposible no recordarla.
«A ella, a quien concibieron con una espada en las manos, un arma filosa que me regaló y jamás aprendí a manejar».
Preferí usar su sangre para pintar un horizonte diferente para mí misma.