Él príncipe Sylhar creció a cargo de los empleados de la familia real los cuales le enseñaron el riguroso protocolo y las reglas que regirían su vida. 

Entre las principales reglas de comportamiento hacia la familia real están.

Nada de contacto hacia los miembros de la familia:

• Solo los niños (menores de edad) y su propia familia pueden tocarlo.

• Un miembro de la familia puede tener contacto por voluntad propia con quien sea, pero la situación no debe darse al revés.

• Si alguien toca al príncipe y el príncipe se queja, esta persona será juzgada y se emitirá un castigo menor.

Este protocolo era antíquisimo, pero jamás se había cambiado, su propósito era algo relacionado a lo que los antiguos reyes creían sobre su naturaleza divina, pero los reyes modernos lo conservaron como simbolo de poder.

Sylhar jamás había prestado demasiada atención a los detalles de los protocolos, simplemente había aceptado este tipo de prácticas como una realidad, acostumbrandose a quejarse cada vez que por accidente, alguien lo tocaba. Esto lo había limitado en exceso a la hora de formar relaciones pero aquello tampoco pareció importarle demasiado ya que de por si era un niño muy retraído.

La razón por la que el príncipe, en la actualidad y aún habiendo vivido años lejos de la realeza, sigue rechazando el contacto físico, no porque crea que es superior a nadie, sino porque al estar tan acostumbrado jamás intentó corregir esa actitud, ni una sola vez y cualquier cercanía física es rechazada por su cuerpo como algo extraño.

Sylhar suele dejar que los niños pequeños lo toquen y de hecho, ama estar cerca de ellos. Distinta es la relación con los "adolescente" un ciclo de la vida no determinado en su país, dónde todo menor de edad es considerado un niño, a pesar de ello, el príncipe suele rechazar el contacto de los jóvenes al igual que el de los adultos, debido a que considerada que estos tienen otro lugar en la sociedad en la que reside actualmente y ya no puede verlos o tratarlos como a niños pequeños por completo.

Aún con todo este problema, el jóven no tardó en entender que en el mundo en el que había decidido vivir, sus actitudes extremas eran consideradas por lo menos extrañas, por lo que se esfuerza ampliamente por tolerar y no reaccionar mal cuando otra persona se le acerca de forma física, aunque procura mantener el contacto al mínimo y evita lugares con muchas persona.