Un sueño frágil, recuerdos dolorosos, la vida nunca fue agradable. Sus padres en constante violencia hasta que él decidio despegarse, por fin era libre a medias.
El mundo....no, los habitantes eran despiadados, ocupados en si mismos. Los estudios para alcanzar una buena calidad de vida no fueron faciles de lograr. Recuerda su trabajo de medio tiempo como repartidor.
— Ignorante. Bueno para nada. No sabes hacer tu trabajo. ¿Pará esto te estoy pagando?. ¡No pedí eso!. Ah luego te pago. — El sonido de las voces de los clientes, sus gestos irascibles, su negligencia y poca empatía hundieron más sus esperanzas.
No había un lugar para él.
No había amigos donde llorar.
No había quien compartiera sus sueños y experiencias.
Estaba solo. Y eso pesaba. Pesaba tanto que se conformaba con tan poco.
Fue entonces que la conoció. Una mujer que se fijó en él, en las sombras de sus ojos, en las cicatrices de su piel, en sus sueños y fantasías porque Kyo era un libro abierto en confianza, un error que le costaría caro.