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Nombre: Nival Winter
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Raza: Eliatrope
Edad Aparente: 17 años
Personalidad: Alegre, curioso, extrovertido y juguetón. Aunque oculta cierta melancolía, siempre se muestra optimista y empático. Tiene un sentido natural de la aventura y la justicia.
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"Poderes"
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- Control absoluto sobre los portales, que puede deformar, multiplicar, usar como trampas o armas.
- Dominio del Wakfu en forma de energía.
- Capacidad de sentir las fluctuaciones dimensionales.
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"Apariencia"
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- Ojos: marrones, vibrantes, llenos de vida.
- Cabello: Naranja encendido, corto y algo despeinado.
- Ropa: capucha Eliotrope azul (estilo Oropos), traje completo azul marino o solo el pantalón y la capucha.
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Nombre: Kaelis Winter
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Raza: Dragón Eliatrope
Edad Aparente: 20 años
Personalidad: Sereno, sabio y protector. Es introspectivo, analiza antes de actuar, y tiene una voz suave pero firme. Aunque no habla mucho, sus palabras son profundas.
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"Poderes"
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- Control del fuego, capaz de calcinar objetivos o áreas de energía sin dificultades.
- Alas y cola dracónica, que usa tanto para el combate como para volar grandes distancias.
- Resistencia mágica excepcional y conexión directa con Nival.
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"Apariencia"
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- Piel: blanca con marcas azules .
- Ojos: marrones, igual que Nival.
- Rasgos físicos: Más alto que Nival, alas de dragón desplegables, cola larga. No lleva armadura, pero su piel tiene una textura similar al granito, elegante y resistente.
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“Los Gemelos del Error”
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*Crónica de los exiliados del Dofus Gris*
En el confín de la creación, donde la luz del Krozmoz apenas roza la orilla de lo real, un **Dofus** nació. No fue uno cualquiera. No brillaba como esmeralda, ni palpitaba con la calidez del fuego. No cantaba al universo con la armonía que suelen tener los huevos de Eliatropes y Dragones. Era gris. Silencioso. Doble.
Nadie supo cómo sucedió.
Ni siquiera la **Diosa Eliatrope**, madre de los portales y del Wakfu, pudo preverlo.
Dentro de aquel cascarón sellado por el misterio, dos almas palpitaban:
Una danzaba alegre, como un relámpago travieso entre dimensiones.
La otra latía en silencio, sólida y profunda, como el eco de una montaña dormida.
Ambas estaban unidas por un lazo invisible. Hermanos. Destinados a existir juntos.
Nival Winter.
Kaelis Winter.
Así elegirían llamarse después.
Pero en aquel tiempo, aún no tenían nombre.
Solo eran una anomalía.
Una infracción al equilibrio del Krozmoz.
Los dioses del Panteón, al descubrir el Dofus Gris, debatieron en su eterno salón.
—“Una criatura que no debía nacer.”
—“Dos almas en un solo aliento... ¿cómo podría eso sostenerse?”
—“El tejido del universo podría rasgarse.”
—“Destrúyanlo antes de que eclosione.”
Palabras frías, lanzadas por bocas divinas.
La diosa Eliatrope, sin embargo, vio algo distinto.
Sintió la risa de Nival antes de que naciera.
Sintió la quietud protectora de Kaelis aún antes de que sus alas existieran.
Y en un acto desesperado, desafió a los dioses.
“Si no hay un lugar para ustedes aquí mis niños...
Entonces... Entonces, los llevaré más allá, del... todo.”
Y así, con un susurro entre lágrimas, los selló en una brecha oculta del Krozmoz, y los lanzó al olvido entre dimensiones, donde ni el juicio ni la condena podrían alcanzarlos.
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"El Refugio Verde"
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En ese rincón ajeno a todo, el tiempo no se medía por días, sino por el crecimiento de raíces y el susurro de hojas milenarias. Allí vivían los **Sadidas**, espíritus arbóreos de sabiduría serena, creadores de vida vegetal y guardianes de lo orgánico. No sabían de guerras ni de juicios. Solo sabían cuidar.
Cuando el Dofus Gris cayó desde los cielos como un meteorito silente, no lo temieron.
Lo rodearon de flores que cantaban.
Le tejieron un nido de ramas encantadas.
Y lo esperaron.
Un día, con un crujido que estremeció la tierra, el Dofus se abrió.
Nival fue el primero en salir: rió, se tambaleó, y tocó el musgo con asombro infantil.
Luego Kaelis emergió, en completo silencio. Su cuerpo era gris, decorado con marcas blancas como escarcha viva. Su mirada morada no contenía miedo, sino conciencia.
Eran niños. Extraños. Pero fueron amados.
Los Sadidas les enseñaron a hablar, a sentir, a escuchar los latidos de la tierra.
Nival jugaba con sus portales entre los árboles.
Kaelis meditaba junto a los viejos robles que respiraban historia.
Crecieron bajo lunas suaves, sin preguntas sobre su origen, sin necesidad de respuestas.
Pero la paz nunca es eterna.
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"El Fulgor del Fin"
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De las entrañas de ese mundo olvidado surgió un hombre.
Un guerrero.
Un buscador de poder, de aquello que incluso los Sadidas no nombraban:
el Arte del Desgarro.
Una técnica prohibida que permitía manipular realidades con una violencia que ningún dios permitiría.
El hombre, corrompido por el conocimiento robado, desató una tormenta de vacío.
Las raíces se pudrieron.
Las criaturas se torcieron.
Y el cielo se agrietó con un grito sin sonido.
Los Sadidas lucharon, pero sabían que no sobrevivirían.
Con lágrimas en sus ojos hechos de savia, guiaron a los gemelos hacia un último portal.
—“Huid. Vivid. No mireis atrás.”
Y Nival, apenas un adolescente, abrió una brecha entre mundos con un gesto desesperado.
Kaelis lo tomó del brazo, extendió sus alas, y juntos atravesaron la grieta mientras todo lo demás… se derrumbaba.
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"Los Caminantes del Multiverso"
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Desde entonces, Nival y Kaelis Winter caminan entre realidades errantes.
Dimensiones rotas, mundos en guerra, reinos dormidos y planos donde los dioses nunca existieron.
Son forasteros.
A veces héroes.
A veces amenazas.
En cada lugar dejan una historia, una semilla, una herida.
Nival ríe, pero sus ojos cargan la nostalgia de lo que fue.
Kaelis calla, pero su cuerpo tenso siempre mira hacia atrás, como si esperara que el pasado los alcance.
Llevan el apellido Winter no solo por amor al hielo que Kaelis domina ni al color pálido de su origen. Lo eligieron por lo que representa: una estación de silencio, de espera, de resistencia antes del renacer.
Y aunque no lo admitan del todo, ambos extrañan.
A su madre.
A sus hermanos.
A ese mundo en el que ni siquiera llegaron a crecer.
¿Volverán alguna vez al Krozmoz?
¿Y si lo hacen, serán recibidos como hijos… o como amenazas?
¿Serán los heraldos de una nueva era… o la grieta final del equilibrio?
Por ahora, caminan.
El viento en la capa de Nival.
La escarcha en las alas de Kaelis.
Dos sombras imposibles.
Dos mitos vivos.
Los gemelos del Dofus Gris.
El error que eligió
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