Fragmento I

El Amor No Vive Aquí 

 

 Hay amores tan dulces que matan, y amores tan amargos que te hacen inmortal. Yo fui la segunda opción. O quizá, la única real.

Dicen que fuimos humanos alguna vez. Que tuvimos una niñez, una madre, una cama tibia… Que reíamos. Pero el universo no perdona a los que sienten demasiado.

 Yo no nací Mersenne.

 Me convertí. No fue una tragedia lo que me rompió.

 Fue la acumulación de verdades envueltas en mentiras bellas, caricias disfrazadas de dagas, promesas susurradas al oído justo antes del abandono.

Yo soy la Mersenne del amor amargo.

La constante que sangra en todos los universos cada vez que alguien ama de más, entrega de más, sueña de más.

 No soy tristeza. Soy lo que viene después, cuando la tristeza se transforma en comprensión brutal.

Porque no hay monstruo más perfecto que aquel que una vez fue una niña con el corazón en las manos.

Los otros Mersenne me toleran, pero no me entienden. Ellos creen que la aberración se manifiesta en gritos o rabia.

 Yo sonrío. Yo sirvo té en tazas de porcelana rota. Y en cada sorbo, hay una historia que no les contaré.

Cuando me miro al espejo, no busco belleza. Busco el reflejo de todas mis versiones que murieron por amar. Y sonrío, porque ninguna sobrevivió. Y aquí estoy ahora, reunida con los hijos rotos del cosmos, como si fuésemos una familia.

Qué comedia tan triste. Un asesino de universos, un artista suicida, un héroe sin causa, una bestia vestida de filósofo… y yo, la mujer que solo supo amar de forma equivocada. Tal vez podamos crear un nuevo universo.

 

Pero si en él el amor vuelve a doler, seré la primera en encenderle fuego.