"De los libros le queda lo que deja
la memoria, esa forma del olvido
que retiene el formato, el sentido,
y que los meros títulos refleja"
Y es que cuánta razón tenía Borges. Y a pesar de que Natasha no sufría la misma condición que él, ella estaba ciega de otra manera. No había ilusión alguna de caminar por aquellos pasillos de madera donde los muebles se encontraban repletos de libros que poco a poco agarraban polvo. La necesidad de aprender se había ido, la comodidad, la calidez.
Todo eso se había desvanecido desde que Natasha tuvo que estar por su cuenta, en esa enorme casa, sola. Las ventanas mostrando que habían mil y un oportunidades ahí afuera, pero envuelta en un pasado que la atormenta, en un refugio que llama hogar.