Tras la recuperación de Putnam, a pesar de ser principios de invierno e ignorando los consejos de los lugareños, decidieron ponerse en marcha. Creían que con la información que habían obtenido, sus habilidades, equipo y las provisiones que tenían, sería suficiente para aguantar hasta que llegara la nueva estación. Su plan era sencillo: cruzar el Gran Lago en dirección norte. Para ello, habían comprado un pequeño barco y contratado a marineros helulandeses para que les ayudaran. Esperaban recuperar el tiempo perdido y, con suerte, llegar a Gotland antes de la primavera. Allí descansarían hasta el verano y luego partirían hacia el punto más septentrional del que habían oído hablar: el Gran Glaciar.
Sin embargo, sus planes se verían frustrados por las circunstancias, obligándoles finalmente a tomar una ruta diferente. Uno de los primeros encuentros inesperados fue con los brujos de la Escuela de la Búho, a los que hasta entonces habían considerado un mito. Pasaron juntos la mayor parte del resto del invierno después de que sus barcos chocaran accidentalmente, provocando que el barco de la expedición sufriera graves daños y comenzara a hundirse. Los brujos de la Escuela del Búho les invitaron entonces a subir a bordo de su barco fortaleza, llamado Inis Kharab, y pusieron rumbo al destino previsto de la expedición, reparando así las molestias causadas.
Putnam estaba encantado de conocer a los Búhos, pues significaba que no eran sólo un mito, y que las historias sobre su participación en el Primer Torneo de Brujos probablemente fueran ciertas. Además, tenía que admitir que pasar el invierno en una fortaleza de brujos le agradaba. A pesar de echar mucho de menos a Kaer Seren, encontrar un "sustituto" durante este viaje era algo reconfortante.
Además, los Búhos, a pesar de su peculiar aspecto y su desviación del brujo estándar, resultaron ser una valiosa fuente de conocimientos para la expedición. A la inversa, tener gente nueva a bordo del barco fortaleza tras la importante pérdida de miembros debido a las políticas antibrujos del ducado de Vespaden fue beneficioso para los Búhos. Hacía que el barco fortaleza se sintiera menos vacío y les proporcionaba compañía. Aunque al principio se mostraron cautelosos, pronto se dieron cuenta de lo buenas personas que eran los miembros de la expedición y no tardaron en hacerse grandes amigos. Los Búhos incluso apodaron cariñosamente a Putnam "Portador del Águila" en reconocimiento a su afiliación a la Escuela Grifo.
A todo lo mencionado anteriormente, hay que añadir que una vez que la expedición llegó a su destino y ambos grupos se despidieron, los Búhos acogieron en sus filas a los marineros que la expedición había contratado en un principio. Los marineros se unieron a ellos de buen grado, lo que permitió a los Búhos manejar Inis Kharab de forma más eficiente que con sólo los 12 miembros que permanecían en la escuela en aquel momento.
Y así, aquel invierno, a pesar de todo lo que había pasado en su vida, fue bastante feliz para Putnam. Hizo nuevos amigos y aprendió cosas nuevas (muchas de las cuales le resultaron útiles durante el resto de su viaje por el Lejano Norte), al tiempo que compartía sus propios conocimientos con sus anfitriones. Especialmente beneficioso para Putnam (e indirectamente para Jalast) fue aprender más sobre los monstruos de aquella región, las pociones que podían hacerse con las plantas y monstruos locales y las técnicas de combate. Fue, sin duda, una temporada de crecimiento y aprendizaje para él y los brujos Búhos.
Hacia mediados de febrero de 1287, los caminos de la expedición (y por tanto de Putnam) y de los Brujos Búhos se separarían finalmente, después de agradecerse mutuamente por todo. Una vez que Inis Kharab cruzó el Gran Lago y los dejó en un destino que no era Gotland, pero que estaba relativamente cerca.