Está mañana disfrute de un gratificante paseó por Hyde Park junto con Colin y el perro que me regaló. Disfrutamos de un largo paseó por las diferentes calles más conocidas y transcurridas de toda la cuidad.        

Colin sea marchado esta misma tarde al salón de caballeros, quedo con Lord Crane. El esposo de mi prima Marina, desde el año pasado que fue a su mansión para hablar con ella.

Se encontro también con su esposo y desde entonces han seguido manteniéndose en contacto a través de cartas.

 

Ya pedí a nuestro mayordomo Dunwoody que me trajera el té. Entre las faldas de mi vestido coloque el libro que hasta hace unos minutos estaba leyendo.

A los pies del sofá donde me encuentro sentada se encuentra la camita que compramos para nuestro perro. En la cuál se encuentra el animal tumbado, echándose la siesta.

No tarde en volver a engancharme de lleno en la lectura del libro.

 

Cuando leo tiendo a absorberme de una manera que no me doy cuenta de lo que sucede a mi alrededor. Nuestro mayordomo Dunwoody ha aprendido por experiencia que si quiere captar mi atención, antes debe de hacer algún ruido.

Pensé que traería consigo la bandeja de té, en su lugar venía solo con una tarjeta de presentación. Colocó un improvisado marca páginas que hice yo misma, para ponerlo por donde había terminado de leer.

-¿Ocurre algo Dunwoody?.

-Tiene una visita, señora.

Estoy sorprendida en este preciso momento, la verdad es que no esperaba recibir hoy ninguna visita.                                                                                                    Seguramente sea alguna de las hermanas de Colin o incluso alguna de nuestras madres.

-¿De quién se trata?.

Dunwoody enseguida me hace entrega de la tarjeta de presentación de la persona que ha venido de visita.

Eso hace que se disipen mis pensamientos de que nuestras madres, hermanas de Colin o incluso las mías sean las que hayan venido a visitarme.

 

¿Cressida Cowper?. ¿Por qué ha venido de visita?.

 

Debe de ser una pesadilla, una lamentable pesadilla.

 

Cressida Cowper jamás me visitaría, a no ser que sea para sacar un fin exitoso para ella y un fin desagradable para mí.

Ojalá fuera una pesadilla y despertara en mi cñomoda cama junto con Colin.

 

Dunwoody al ver que llevaba más de cinco minutos sin pronunciar ninguna palabra, se empezó a preocupar de sí me sucedía algo.

-¿Quiere que le diga a la señorita Cowper que no se encuentra disponible para recibirla?.

Jamás me he considerado una mujer cobarde y no pienso serlo ahora. No le tengo ningún miedo a Cressida, puedo perfectamente con ella y con cualquier otra persona.

-No Dunwoody, voy a recibirla.

-¿Esta segura?.

-Si la señorita Cowper continúa en el salón pasados diez minutos, ¿inventarías algún tipo de urgencia que haga absolutamente necesaria mi presencia?.

-Seguro que algo se me ocurrirá señora.

 

Sin duda esa es la mejor manera más fácil, porque no me creo capaz de encontrar el momento perfecto en la conversación para decirle a Cressida que debía marcharse.

Y lo último que deseaba era quedar atrapada en el salón con ella hasta que Colin regrese a casa.

Dunwoody vuelve a salir del salón, aproveche para ponerme a recoger los libros que andaba ojeando.

Antes de volver a sentarme en el sofá, tengo que parecer relajada y serena.

 

No pasaron ni cinco minutos cuando él mayordomo volvió a entrar al salón para anunciar la llegada de Cressida.

Cressida entró en la habitación antes de que él mayordomo terminara de anunciarla. Cada pelo dorado de su cabello se encontraba en su lugar perfecto, su piel sin mácula y llevando siempre los últimos vestidos de la última colección.

Siempre va a la última moda.

 

Usa una mirada felina a juego con su sonrisa, me dio un mal presentimiento nada más verla entrar al salón.                                                                                        Desvió todos mis pensamientos de inmediato.

Qué sorpresa recibir tu visita!

-No me cabe duda alguna de que mi sorpresa te a dejado sorprendida.

-Por favor toma asiento.

Le señaló un sillón bastante incómodo que esta lo bastante alejada del sofá donde estoy sentada. Cressida se sentó en el borde del sillón que le señale. Como si lo encontrara menos que agradable, aunque eso no se podía detectar por la expresión que se veía perfectamente en su rostro.

-Seguro que estarás muy impaciente por descubrir el motivo de mi visita.

-Por supuesto.

-¿Cómo encuentras la vida de casada?.

-¿Disculpa?. ¿Cómo dices?.

-Estoy segura de que te ha debido de ser un cambio por completo, en todos los sentidos.

-La verdad es que soy muy feliz. Mi vida está completamente plena.

Quise dejar bien recalcado lo feliz que me hayo. Pero aún así no bajaré la guardia, con Cressida nunca se sabe por dónde va a salir.

-Debes de tener una tremenda cantidad de tiempo libre ahora. Sin duda no sabes que hacer contigo misma.

-¿A qué te refieres?. No te entiendo Cressida.

-¿No?.

-No.

Paseo la mirada por el salón hasta posar los ojos en uno de los escritores que hay en el salón.

-¿Algún papel o papeles importantes que guardes en tu escritorio?.

Vuelvo mi mirada a los papeles que hay encima del escritorio, debajo se encuentra uno de los diarios de Colin. Que me ha dejado que lo lea y le de mi opinión sincera de lo que me ha parecido.

Bajo ningún concepto Cressida puede ver esos papeles y mucho menos el diario.

-Mis papeles personales o mis lecturas no son de tu incumbencia. Ni de nadie, solo de mí.

-Solo quería mantener una conversación educada. Que veas que me interesa saber de ti.

-Entiendo.

-Reconozco que soy una mujer bastante observadora.

Miro a Cressida con la esperanza de terminar esta tonta conversación y que me diga el verdadero motivo de su visita.

-De echo, mi capacidad de observación es muy conocida en los mejores círculos de la alta sociedad de todo Londres.

Continuó mirándola levantando un poco mi ceja derecha.

-Por eso tuve la brillante idea que conseguiría convencer a la alta sociedad de que yo era Lady Wisthledown.

-¿Entonces reconoces que no lo eres?.

-Sabes que no lo soy.

-No te estoy entendiendo.

Cressida comienza a explicarme su idea sobre apoderarse de mi identidad. Quería engañarnoslos a todos, esta convencida de que lograría su objetivo.

-No salió como lo había planeado, Lady Wisthledown resultó ser mucho más taimada y cruel de lo que habría supuesto.                                                                                    Su último panfleto de cotilleos me ha convertido en una auténtica hazme reír.

Me quedó completamente congelada.

-Y entonces tú tuviste el descaro de insultarme delante de toda la alta sociedad de Londres.

Podría haber tolerado el insulto si hubiera venido de otra persona. Pero de alguien como tú...eso no puede quedar sin recibir ninguna respuesta.

-Cressida sin duda veo que no has sido muy inteligente. Te recuerdo que estás en mi casa, no es muy inteligente insultar a la propietaria del hogar al que has venido a visitar.

Como bien recordarás ahora soy una Bridgerton. Llevo el peso de su protección.

Pensé que mis palabras harían mella en Cressida, recapacitaría inmediatamente y enseguida pediría perdón. Retiraría sus palabras hacia mí persona, no sabían cuán equivocada me encontraba.

-Penélope, si yo fuera tú me mantendría en silencio. Y escucharía lo que voy a contarte, antes de lanzar alguna amenaza.

La intriga y este ambiente cargado, desde que ella irrumpió en el salón, no me agradan en absoluto.

-Siempre te has creído con una inteligencia superior al resto. Y ni siquiera te has dado cuenta de que has cometido un grave error.

-Cressida.

Me señala con el dedo índice, interrumpiéndome. Ha debido de perder la poca cordura que la quedaba.

-No se te paso por esa gran cabezota tuya que a mí jamás en la vida olvido a una persona que me haya insultado.

-Has perdido completamente el juicio.

-Recuerdo perfectamente las palabras que usaste.

"

Adoró Lady Wisthledown. Estuviste hablando maravillas de Wisthledown. Y luego dijiste que tu corazón se rompería si Lady Wisthledown resultará ser alguien como yo.

Mientras Cressida continuaba parloteando sin parar, pude ver perfectamente cómo de su pequeño bolso aterciopelado negro. Sacaba nada y menos que la última revista de Lady Wisthledown que escribí.

Recuerdo perfectamente cada palabra que use, trago saliva inconscientemente sin apartar la mirada de Cressida.

 

REVISTA DE SOCIEDAD DE COTILLEOS

 

Señoras y señores, esta autora NO es Lady Cowper. Esa dama no es otra cosa que una impostora intrigante y me rompería el corazón ver mis años de arduo trabajo atribuidos a una persona como ella.

 

Lady Wisthledown.

 

-¿Ha dónde quieres llegar con tanta palabrería?.

-Eres más inteligente de lo que aparentas. Sabes perfectamente que he descubierto la verdad.

Cressida Cowper me ha descubierto.

No puede ser eso cierto, esa chica nunca ha tenido cerebro. Está lanzándome un clarísimo farol.

-Sabes perfectamente que una vez que yo encienda la chispa de este grande chisme, la voz correrá como la pólvora por toda la cuidad.

-Nadie va a creerte.

-La gente comenzará a ir encajando todas las piezas del rompecabezas.

Estoy seguro de que una persona reconocerá una frase o algo que haya leído en alguna de las hojas de  cotilleos de Lady Wisthledown.

 

-Te presentas en mi casa para chantajearme.

-Solo estamos manteniendo una conversación.

Dijo Cressida mirándome como una víbora sonriendo. La cuál combina perfectamente con lo serpiente que ha sido siempre esa chica.

-¿Qué es exactamente lo qué quieres?.

Toda está situación me tiene cada vez más incómoda. Estás semanas anteriores sin ninguna duda estaban siendo las mejores de mi vida y ahora es como si el cielo se me fuera a caer de lleno a la cabeza.

-Colin es un Bridgerton. Una de las mejores familias más conocidas de todo Londres.

Tiene buenos fondos, claramente al ser el tercer hijo no tiene tanto en el bolsillo como su hermano el vizconde.

No aguantaba más. Solo quiero que lo suelte de una santa vez.

-¿Cuánto quieres?.

-Quiero diez mil libras.

-Ahora si que estoy completamente segura de que has perdido la cabeza.

-La cabeza la tengo perfectamente. Soy muy inteligente, Penélope.

-No dispongo de tanto dinero.

-Si yo fuera tú dejaría de mentir.

-No tengo diez mil libras. No dispongo de tanta cantidad de dinero.

No miento. La última vez que revisé el estado de mi cuenta secreta, tengo 8.246 libras. Aunque calculó que con los intereses está cifra habrá aumentado en una cuantas libras de más.

Era una suma bastante considerable de libras, sucifiente para tener feliz a culaquier persona sensata durante algunas vidas.

No son diez mil libras y jamás se lo entregaría a mi única enemiga, Cressida Cowper.

 

-Voy a ser muy clara. Tienes como minímo dos días para conseguir más diez mil libras.

-Ni en dos semanas podría conseguir reunir todo ese dinero.

-Tienes una semana para reunir las diez mil libras o te aseguró que te buscaré la ruina. Me aseguraré de que toda Gran Bretaña sepa que tú eres Lady Wisthledown y de que lo pierdas todo.

 

Nuestro mayordomo Dunwoody cumplió con el favor que le pedí. Cressida ha abandonado la casa, la verdad es que él mayordomo llegó en el mejor momento.

 

Ahora me siento como si estuvieras cayendo de cabeza por un profundo acantilado.