Scarlett I

 

Había una vez... una chica que siempre sonreía. Su nombre era Scarlett, fue su abuela quien le otorgo tal nombre, en referencia al color de su cabello y a sus ojos. Scarlett no destacaba en nada especifico, era una chica de campo sin habilidades extraordinarias, pero tenía un sueño que nadie más tenía.

 

Quería convertirse en una aliada de la justicia. Deseaba terminar con la maldad del mundo. Anhelaba ser la numero uno, y buscaba provocar sonrisas con su presencia, en donde quiera que se encontrase.

 

Por lo cual, se esforzó mucho. Primero entreno para volverse capaz y tener un cuerpo capacitado. Luego, trabajo como si su vida dependiese de ello. Cosecho vegetales una y otra vez, arreo, cavo, cuido ovejas, cerdos, borregos, y hasta perros ajenos a cambio de cierta cantidad de capital. Pasado un tiempo, ella había juntado lo suficiente para viajar a Gran Ciudad, donde podría cumplir su sueño.

 

No obstante, su abuela le advirtió del peligro. ¡El mundo no era tan simple! Le advirtió: "Pequeña escarlata, hay personas que intentaran impedir que cumplas tu sueño" Pero a Scarlett no le preocupaba, pues ella tenía un sueño.

 

Segura de sí misma, viajo, ya que su pueblo se encontraba lejos del sitio para comenzar su travesía, camino durante un tiempo. En el camino ayudo a una pareja de pastores, quienes le agradecieron con dos monedas de plata. Ella no quiso aceptar al principio, pero luego de que le insistieran, y mucho agradecimiento, acepto las monedas.

 

Se subió al transporte y viajo por un largo rato. Pero al final... llego a Gran Ciudad, ella se quedó atónita nada más llegar, todo era como lo había imaginado o incluso mejor.

 

Grandes edificios, los cuales desaparecían entre las nubes, una ciudad que siempre estaba despierta y que albergaba todo tipo de gente. Gente buena, y gente mala. En este sitio... en este lugar, ella se convertiría en una aliada de la justicia.

 

Deambulando, ella se encontró con un tipo de cejas grandes. "Disculpe, amable señor, ¿podría decirme donde encontrar las oficinas de los mercenarios?" y como respuesta, ella obtuvo una mirada de incredulidad. De alguna forma, eso la hizo sentir un poco torpe.

 

"Por supuesto que puedo, pero lo haré por una moneda de plata" respondió el señor que ya no lucía tan amable. Sin embargo, ella accedió. "Busca el edificio más grande y más blanco de la zona, aunque, ¿por qué una mocosa querría encontrar a los mercenarios?" cuestiono el hombre, a la vez que le dio la información.

 

"Eso es simple, verá..." menciono emocionada, mientras juntaba todo el aire que sus pulmones podían albergar. "¡En una aliada de la justicia me convertiré!" exclamo mientras sacaba el aire que junto anteriormente. El hombre simplemente la observo, no dijo ni una palabra, pero luego de unos segundos se despidió con un gesto de mano y se alejó.

 

Así que, ella busco el edificio más alto y blanco. No fue complicado porque era el único que había con dichas características... así que no dudo en aproximarse, pero encontró algo que no esperaba, no había ningún mercenario... ¡el sitio estaba lleno de comerciantes! todos reunidos, como si buscasen compartir materias y conocimientos. Ella diviso a un hombre algo ancho, así que le pregunto.

 

"Disculpe, amable señor, ¿podría decirme donde están las oficinas de los mercenarios?" Pero a diferencia del otro tipo, este comerciante comenzó a reír a carcajadas como respuesta. "¿Tu? ¿Una mocosa? ¿En el gremio?" cuestiono, como si la chica hubiese hecho el mejor chiste del mundo. Pero ella no se dejó intimidar, ni se lo tomo a mal.

 

"¡Seré una aliada de la justicia!" arremetió, con un tono lleno de confianza. Ante tal respuesta, la mirada del tipo cambio. "Esa información no es gratis, ¿no tienes modales? Los comerciantes tenemos nuestra forma de hacer las cosas..." la chica entendió de inmediato a que se refería y sin perder tiempo su moneda restante le entrego.

 

"Busca el edificio más grande y gris, todo el edificio le pertenece al gremio" eso sonaba extrañamente familiar, pero aun así le agradeció, salió del edificio y una vez más visualizo el rascacielos mencionado. Aunque esta vez estaba llena de dudas, pero no tardó mucho en encontrarlo.

 

Ella tenía buena vista, y sobre todo, tenía mucha voluntad. Una vez más, su travesía realizo. Al entrar su suerte por fin logro cambiar, o eso pensaba ella. Había dos grandes hombres, llenos de músculos, custodiando la puerta, pero para Scarlett... el miedo no existía.

 

"¿Son mercenarios? ¡Yo también lo seré! ¡Abran paso, pues una aliada de la justicia yo seré!" clamo emocionada ante ellos. Ante esto, el calvo suavizo su expresión y pareció comprender el objetivo de la chica, pero el otro... comenzó a reír de forma sonora. "¿Tu? ¿Una aliada de la justicia? ¡No me hagas reír! Deberías regresar a casa y jugar a la casita, anda"

 

El otro hombre una mirada llena de decepción le observo, pero Scarlett ante tales palabras crueles... "¡No! ¡Tengo que ser una aliada de la justicia, si no, prefiero morir ahora mismo!" porque por supuesto, ella tenía un sueño.

 

Luego saco una katana que genero una sensación de haber salido de la nada, por lo bien escondida que la tenía. Luego la apunto hacía el tipo que se había reído de ella. "No me importa que tenga que hacer para lograrlo" porque si algo caracterizaba a Scarlett, era su sueño, y su voluntad.

 

La chica que en un principio lucia tranquila y frágil ahora se encontraba dispuesta a entablar un combate, y todo para defender algo como su sueño. Obviamente no lo lastimaría de más, solo quería pasar, y claro, impedir que se burlen de su sueño. El tipo como respuesta tomo con su diestra el garrote que traía en la espalda, mientras esbozaba una sonrisa siniestra. Pero a Scarlett no parecía importarle.

 

"Vaya... ¿podemos calmarnos?" dijo el calvo con la mirada suave, mientras hacía señas a su compañero y le detenía con las manos. "Es una mocosa, ¿por qué tendríamos que impedirle lo que ella quiera? Todos eligen su propio infierno" le dijo a su compañero, mientras Scarlett los miraba estática. El tipo del garrote le miro con curiosidad, e hizo lo mismo con su compañero, luego se volvió a colgar el garrote en la espalda. "Si quieres morir, haz lo que quieras" le dijo, y luego se apartó.

 

Ella guardo su katana, y se sintió contenta por no tener que lastimar a nadie. Entro al edificio, el cual sí que parecía un gremio. Había muchas personas distintas, algunos iguales a los tipos de la entrada, otros se veían más jóvenes, más delgados... ¡Pero había una chica de su edad! Se pregunto si podría hablar con ella y ser su amiga, pero no se detuvo, y fue a la oficina principal. O la que ella creía era la principal, por el cartel de "Lider" en la puerta.

 

"¡Mucho gusto, Soy Scarlett! ¡Y quiero convertirme en una aliada de la justicia!" proclamo a la vez que abría la puerta de una patada, con una expresión de emoción pura. La persona sentada detrás del escritorio... la miro con el único ojo que tenía. Después comenzó a reír tan pero tan fuerte, que todo el edificio pudo escuchar su risa. "¡Me agradas, pequeñaja!" le dijo... o al menos... eso es lo que Scarlett habría deseado... habría sido perfecto, pero no fue así para nada.

 

El adulto la miro un par de segundos, y entono: "¿A cuántas personas has salvado?" la cuestiono, como si intentara medirla. "Ninguna" respondió Scarlett, quien no temía, pues salvaría muchas personas en el futuro. "Rechazada" contesto contundentemente el adulto, sin darle tiempo de pensarlo. La chica no pudo esconder su sorpresa, y antes de decir algo... el hombre le extendió una pequeña hoja con texto. -Constancia de ayuda- ponía como título. La chica no comprendía lo que estaba viendo.

 

"Los mercenarios que trabajan aquí ponen en riesgo su vida constantemente, y lo hacen de forma desinteresada. Algunos ni siquiera cobran un sueldo, están aquí por ayudar. Si necesitas unirte y usarnos para salvar personas... sin siquiera intentar salvar unas cuantas por tu cuenta... no tienes ningún derecho a estar aquí"

 

Dichas palabras, aunque severas, le cayeron como un balde con agua helada. Quería replicar, quería debatirle, quería volver a sentir la valentía que sintió antes, pero no fue capaz. En el fondo ella comprendía a que se refería y tenía cierto sentido, se sentía decepcionada por no pensar en eso antes.

 

"Salva a tres personas, y haz que firmen esa hoja" le dijo el líder, calmando sus pensamientos. "Si salvas tres personas, y obtienes sus firmas, haré de vos... la aliada de la justicia que sueñas ser" y Scarlett, como si hubiese resucitado, y con un nuevo brillo en sus ojos levanto la mano para despedirse de forma militar al canto de: "¡A la orden, general!" salió de la oficina y la mirada de varias personas se posaron sobre ella, incluyendo... la de la chica de su edad.

 

¡Pero ahora tenía objetivos a cumplir! Ella sabía que no sería sencillo, pero había dado el primer paso y se encontraba más cerca que nunca. En la puerta del edificio, junto a los dos hombres que aun seguían custodiando, volvió a mirar la hoja que le entregaron.

 

"Lo cumpliré" menciono para sí misma. "En una aliada de la justicia me convertiré, no importa... si eso me mata" por primera vez su expresión cambio de alegría y amabilidad a una un poco más sombría, aunque decidida. La determinación de su voz era clara, entonces comenzó a caminar... decidió buscar a alguien a quien pueda apoyar, alguien a quien pueda ayudar, este era… su comienzo.

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