─── Sabe tocar el violín. Tomó clases privadas con una maestra ejecutante por recomendación de Gojō-sensei dado a que pese a que tiene "manos de violinista", Megumi era bastante tosco a la hora de signar para traer a los shikigamis cuando comenzó su entrenamiento. Fue de una edad de seis a ocho años y lo dejó porque su profesora falleció. Después de eso olvidó por completo tal instrumento y se centró en sus entrenamientos, prácticas y otros pasatiempos que fueron surgiendo conforme fue creciendo.
─── Realmente nunca estuvo en un peligro constante durante las misiones a las que acompañaba a Gojō-sensei; pese a que le dejaban parte de la misión siempre fue supervisado de forma cuidadosa (y eso de parte de su profesor ya era mucho decir).
Podría ser una coincidencia pero comenzó a recibir mas palizas después de conocer a Itadori.
─── No le gusta nada del mundo del anime, manga, cosplay, idols y/o gamers; en pocas palabras: otakus. Para él aquellos que gastan su tiempo en ese tipo de cosas no son mas que gente sin mucho cerebro.
─── Se volvió un acérrimo lector con la influencia de Gojō-sensei ya que cuando lo llevaba a misiones intentaba pasar el tiempo de los viajes en cosas productivas. Comenzó con cuentos a la edad de seis años y de ahí fue elevando el nivel de lectura hasta llegar a ocuparse en enciclopedias científicas y de otras índoles por mera satisfacción y curiosidad.
─── No le gustan las fotografías. Considera que es una invasión a la privacidad tales fotos ya que muchas veces tanto Gojō-sensei como sus senpais (Panda-san e Inumaki-senpai) de segundo año, le sacaron muchas fotos tontas y vergonzosas.
─── Tiende a aprender con solo mirar, y es que su intelecto le da la capacidad de tener prueba y error con un mínimo de dos oportunidades por intento siendo que siempre lo logra a la primera vez y en muy contadas ocasiones, a la segunda.
─── Megumi Fushiguro es el típico muchacho que ocupa sus fines de semana en tareas, libros y dormir. No es que sea perezoso o antipático, simplemente no entiende cómo la gente de su edad se llega a relacionar; tampoco es que le importe mucho.
─── Cuando está realmente triste no lo suele demostrar, tiende a encerrarse en su habitación, aislarse de todo y todos. Se queda ahí sin hacer nada, solo acostado en cama, escuchando música clásica melancólica. Puede mirar a la nada por horas, dejando la mente en blanco e intentando deducir lo que realmente siente porque no comprende del todo sus emociones.
No tarda en ese estado porque cree y considera que es demasiado osado de su parte sentirse mal y miserable durante mucho tiempo así que se impulsa a sí mismo a salir de ese estado y seguir con su rutina, ignorando ese malestar hasta que se vaya o lo crea olvidado.
─── Aunque la gente no le agrade y de hecho deteste a la gente que sonríe mucho han habido personas que se han ganado su atención por el hecho de tener una bonita sonrisa. No es solo por la forma y color de sus labios, sus dientes imperfectos o perfectos; no. Una sonrisa lo atrapa cuando transmite ese "algo", una "chispa" que casi ninguna persona tiene.
Por eso Itadori obtuvo su interés cuando sonrió la primera vez tan amplio y con ese "algo" cuando volvían de exorcizar a una maldición como prueba para su compañera Kugisaki.