A sus veintidós años no recordaba a ciencia cierta cuándo había sido la primera vez que le había ocurrido, pero las veces que se había atrevido a formular la pregunta, Kassy aseguraba que se remontaba a su infancia en el Sunrise.
Según le había contado, todo había comenzado cuando apenas tenía tres años.
Rosie había llegado al orfanato escasos meses antes y adaptarse ,en principio ,debía resultar más o menos fácil en comparación con otros chiquillos de más edad. Pero ,por lo visto, para ella no fue así, pues solía despertarse sollozando agitada tanto en horario de siesta como por la noche, especialmente por la noche, y, para ese entonces daba la sensación de que por fin se había solventado el problema... Pero más bien resultó todo lo contrario.
Ese día le habían asignado la tarea de vigilar a los más pequeños a Kassy y a Krisha, una compañera , mientras los de bachillerato estaban trabajando en un mural que presentarían a un concurso regional celebrado a finales de mes.
Como cada día, la hora de siesta tenía lugar en una sala de descanso enorme, con camas individuales ubicada en la primera planta, y ambas se comunicaban a través de unos monitores de forma constante, por lo que pudiera pasar, al tratarse de niños desde bebés hasta los seis añitos.
La cuestión es que en una de esas ideas y venidas el sensor del monitor parpadeaba, indicando que ahí había alguien más. Pero cuando Krisha fue a mirar las dos primeras veces no vio nada fuera de lo normal, por lo que trató de no darle más importancia.
Sucedió varias veces más hasta que le tocó a Kassy ir a echar un vistazo, mientras Krisha estaba dentro de la sala.
Al llegar a esta parte a la mujer se le ponían los pelos de punta, y no era para menos...
Afirmaba que en el instante en el que miró la pantalla del monitor encontró la puerta de la habitación entreabierta mientras una neblina negra, de un tono casi verdoso, atravesaba la habitación de esquina a esquina y que cuando entró, presa del pánico, tampoco vio nada extraño en principio, hasta que se topó con Krisha.
La mujer sostenía entre sus brazos a uno de los bebés, que no dejaba de berrear de forma estridente mientras parecía estar sumida en un sueño demasiado profundo. Su pecho subía y bajaba de forma rítmica, pero no había manera de despertarla.
Con todo ,el mayor de los sustos llegó cuando la mujer se dirigió hacia la cama en la que la propia Rosie dormía, y el grito que ahogó debió ser estremecedor.
La pequeña estaba helada, rígida, con los labios blanquecinos y respiraba de forma superficial, tenue, apagándose. No sería hasta que la sacaron corriendo de la sala que fue capaz de dar una bocanada completa.
Según Kassy, en cuanto recuperó las fuerzas, el color y la temperatura, se echó a llorar muy asustada, mientras,como buenamente era capaz de hacerlo una niña de tres años, intentaba explicar que antes de que ella entrara había un hombre, un "señor malo" que le hacía señas para que fuera con él, pero que ella no quería porque le daba mucho miedo. Y la cosa aparentemente quedó ahí, ya que durante una temporada no volvió a suceder nada más, pero después de aquello estuvo durante casi un mes enferma en cama con fiebres altísimas.
Pese a haber sucedido siendo demasiado pequeña como para acordarse, la joven sí que reconocía haber vivido situaciones similares la mayor parte de su vida.
Desde que tenía el suficiente raciocinio como para entender, el hombre que se le apareciera aquella vez, siguió haciéndolo durante bastante tiempo.
Al principio era una silueta que se quedaba unos instantes junto a la puerta,rodeaba las dos literas que componían la habitación y luego permanecía a los pies de su cama, observándola desde algún lugar en las sombras, quieto, acechando, sin hacer mucho más ,y poco a poco fue volviéndose cada vez más nítida hasta poder discernir una figura humana completa.
Lo primero que llamó de inmediato su atención fueron sus manos, de dedos largos, finos, elegantes, y ,en concreto, la piel. Tenía alguna que otra quemadura en el dorso, dejando como testimonio de lo que pudiera haber pasado cicatrices de un tono rosado.
Lo siguiente fue su gesto, que mostraba una falsa expresión amable, adornado por una nariz aguileña. Y luego estaba su forma de caminar, como si el lugar le perteneciera, como si tuviera todo el tiempo del mundo.
Su presencia tenía lugar en momentos muy específicos, puntuales ,como su cumpleaños o la víspera de alguna festividad importante.
Si bien sólo se limitaba a observar, en ocasiones había llegado a escuchar su voz llamándola en mitad de la noche, haciendo que se cubriera hasta arriba con la manta aunque fuera pleno verano hasta el día siguiente, que Kassy venía a quedarse un ratito con ella en la cama antes de empezar la mañana, o hasta que Wylla, la inseparable loba de Aarón irrumpía en la habitación gruñendo al haber percibido algo.
La situación empeoró con la llegada de Aria.
Al tratarse de un enclave con siglos de antigüedad, existían múltiples leyendas alrededor del Sunrise garden, desde aquellas que decían que el lugar sobrevivió a duras penas a una caza masiva de brujas gracias a hechizos de protección, o la del malvado brujo que mantuvo cautivas a una joven guerrera y a una doncella un par de siglos antes de sufrir un motín brutal que lo redujo a ruinas.
Pero la que más popularidad ganó entre lugareños y residentes era aquella que hablaba de la Dama de blanco que merodeaba por los pasillos, lamentándose por la pérdida de aquellos que una vez amó en vida, siendo la perdición de quien tuviera la mala suerte de toparse con ella.
Desde que se le apareciera por primera vez, Rosie supo que Aria era mucho más que eso. No le daba miedo, al contrario : cuando notaba su presencia sentía paz, seguridad.
Si se sentía mal o estaba nerviosa o asustada , la mujer, sin necesidad de intercambiar palabra, posaba en su hombro una mano que parecía llena de vida pese a haber abandonado el mundo mucho tiempo atrás para que pudiera respirar hondo y seguir. Y, si estaba enferma, cuando Kassy se marchaba de la habitación para seguir con sus tareas, ella se quedaba vigilando hasta que por fin conseguía conciliar el sueño.
Además era una especie de barrera entre ese hombre y ella.
Si Aria estaba cerca ,el hombre de las quemaduras ni siquiera se mostraba, o si lo hacía, se quedaba en la puerta.
Pero, por contra, cuando Aria no estaba, su presencia se volvía aún más fuerte, y cuando volvía a ver a la mujer, ésta presentaba un aspecto demacrado, cansado y triste.
Sólo había visto coexistir ambas entidades una única vez hacía cinco años, antes de huir del orfanato.
Se encontraba junto a Aarón en la enorme Biblioteca del edificio anexo al principal, preparando el último examen antes de las vacaciones de primavera cuando escuchó el inconfundible arrastrar de un par botas de piel que anunciaba la presencia de Aria.
Wylla, tumbada a los pies de Aarón ladeó la cabecita, mirando a un punto concreto entre una de las estanterías y la puerta, al mismo tiempo que ella misma observaba, ceñuda.- Está aquí,¿ Verdad?- Fue lo primero que acertó a preguntar el pelirrojo, y por toda respuesta, Rosie asintió. Poco más pudo decir , pues justo en ese momento Wylla comenzó a gruñir a la puerta con rabia, enseñando los dientes en señal de amenaza a algo que no debía estar ahí.- ¡ Wylla, conmigo!,¡ Aquí! No pasa nada. Conmigo, aquí.- Aarón trató de calmar al animal con una voz tan firme como era capaz, pero la loba se negaba, y en lugar de obedecer, lanzaba dentelladas a lo que debía haber sido aire con el lomo completamente erizado.
Rosie lo vio enseguida, provocando que su semblante palideciera , incapaz de moverse del sitio.
El atuendo de ricas sedas, de un vivo color rojo, se arremolinaba en el aire, entremezclándose con una humareda verdosa a su alrededor, dando lugar a una figura alta que la observaba con escalofriante tranquilidad mientras un dedo humedecido peinaba unas cejas pobladas que adornaban su mirada de rapaz . A día de hoy seguía resultándole familiar.
Y, para su horror, a su lado estaba Aria, en cuyos ojos grises pudo leer una advertencia cristalina : " Sal de aquí. Ahora."
Acto seguido, al tiempo que el hombre le dedicaba una sonrisa maliciosa, en su cabeza resonó el grito que profirió la mujer en cuanto las llamas que acompañaban el humo verde la rozaron antes de que la escena quedara sumida en un silencio cortante.
- Ro....- La llamó Aarón, que sacudía con suavidad los hombros de la joven.- Ro, joder,¿ Estás bien?,¿ Qué ha pasado?,¿ La has visto?- Rosie contuvo el aliento unos instantes antes de llenar los pulmones con una bocanada de aire.
Cuando al fin se recompuso, sin perder ademasiado tiempo en explicaciones que más adelante tendría que dar, atravesó la sala a zancadas, con Aarón siguiéndole los talones, para agarrar uno de los tablones que iban a servir de decoración, simulando un bosque, para la nueva sala de teatro que guardaban a buen recaudo allí.- Tiene a Aria.- Musitó , apretando con fuerza el improvisado arma.- ¿ Quién?,¿ Cómo?,¿ Quién tiene a Aria?- Balbucía su amigo, incrédulo.
Después de un rato considerable buscando, los pasos de los dos amigos llevaron al ambos al baño de la planta baja, cerca del sótano y del gimnasio. La puerta se abrió de golpe, y Rosie fue la primera en entrar, con el tablón entre sus manos.-¿ Dónde estás.... ?- Permaneció en alerta, escuchando, en busca de una respuesta que no tardó en llegar.- Justo detrás de tí, querida.- En el momento en el que la voz se escuchó en un eco que envolvía el lugar , la puerta se cerró con un portazo, dejando a Aarón y a su loba fuera.-¿ Dónde la tienes?- Preguntó nada más entrar, los puños apretados, sujetando el tablón con tanta fuerza que las muescas que tenía la pieza de atrezo se marcaban en la palma de la mano .- Igual deberías plantearte dejar de preocuparte por mentirosas.- La mirada de aquel hombre se clavó en ella de tal manera que temió que acabase viendo hasta su alma.
La postura del sujeto era altanera, con los brazos por debajo del pecho, los dedos entrelazados.- Aquí no vas a encontrar nada, así que déjala y lárgate.- La carcajada que profirió su interlocutor, sin rastro de diversión, resonó por encima del aullido de dolor de Aria, que logró helarle la sangre.- Creo que no estás en la posición más adecuada para recriminar o exigir nada , Confesora. Te creía más inteligente.
- Te creía menos cobarde.- Un nuevo grito de Aria amenazó con reventarle los tímpanos. Rosie tragó saliva.-¿ Qué es lo quieres?- Una sonrisa maquiavélica se dibujó en los labios ajenos mientras la rodeaba, observando cada pequeño gesto al detalle.- Sólo darte una advertencia generosa : deberías tener más cuidado con quien eliges confiar. Todo el mundo tiene un precio.- Los ojos verdes de la muchacha se posaron en los ajenos, la barbilla alzada, los hombros erguidos.-¿ Incluso tú?- De alguna manera sus palabras arrancaron de aquella máscara impenetrable algo similar a ira reflejándose en la mirada ajena. Fuera ,Wylla no dejaba de arañar la puerta mientras Aarón aporreaba ,desesperado, intentado abrir y a ambos se le sumaban un par de voces que reconoció.- Guarda mis palabras, Confesora: todos mienten, incluida tu amiguita.- Por otro lado, el resto del semblante no mostraba nada.- Entonces,¿ Por qué debería fiarme de tí precisamente? Intentaste matarme,¿ Acaso no te acuerdas?- El hombre soltó una carcajada irónica, pasándose nuevamente un dedo por las cejas, repeinándolas, gesto que entonces había descubierto que era habitual.-¿ Matarte? No. Intentaba salvarte, querida.- En menos de lo que dura un parpadeo, el ente recortó la distancia, mientras Aria trataba de murmurar algo en su mente con voz temblorosa, suplicante, pero fueran cuales fueran sus palabras quedaron acalladas de golpe.- Volveremos a vernos, confesora.- Aquello último fue susurrado en su oído, y pese a que aquellos pulmones ya no necesitaban tomar aire, cada palabra pronunciada alzaba pequeños mechones de pelo.
Mientras, en algún rincón de su mente aquel sujeto había proyectado imágenes de un horror espantoso, de cuerpos arrastrándose en un mar de almas agonizando, gritos, desesperación, a cada cual peor ... Y, entonces, la puerta volvió a abrirse de par en par, siendo esta vez ella la que gritó.
Para su desgracia cumplió su promesa, pues cinco años más tarde regresaría a por ella.
Aquella tarde al volver al pequeño apartamento después de lo que había sido el caso más complicado que había tenido hasta la fecha, se dejó caer en su rincón favorito junto al ventanal. Llevaba horas haciendo rodar el anillo trenzado entre el índice y el pulgar cuando un sonido similar al crepitar de las llamas de una hoguera arrancó todo pensamiento de cuajo y desvío su atención.- Pequeña ingenua,¿ Cuántas veces más vas a tener que caer para darte cuenta?- La mirada de la Confesora se encontró con la de aquel viejo conocido. Suspiró. - Si es tu retorcida forma de mostrarme compasión, puedes ahorrártelo y volver a tu agujero. No la necesito, no te necesito. Largo.- De haber sido capaz, hubiera descargado en él su poder, pero a estas alturas había demasiado cansancio acumulado de por medio, y obviamente era un imposible.- Te equivocas, querida. Ahora mismo me necesitas más de lo que crees.- Con cuidado infinito volvió a guardar aquel recuerdo junto al collar de cuentas rojas y amarillas en su cajita junto al resto. Ni siquiera se molestó en confrontarlo con la mirada.- Te recuerdo que es a tí al que han condenado tus coleguitas infernales....- O al menos eso era lo poco que había llegado a saber de él.
Con una ráfaga de aire que llegó como respuesta, el contenido de la caja se desperdigó por la alfombra.- De nuevo, te equivocas ¿ O es que tu amiguita y tu querido mago no te lo han contado?- Observó que en aquel deje de voz había cierta diversión.-¿ Tan desesperado estás? Creí que el inframundo era de tu agrado. Lástima.- Chasqueó la lengua.- Y,¿ Contarme qué? - Rosie cruzó los brazos por encima del pecho, rígida, mientras el hombre observaba cada reacción con interés.- Así que no,¿ Eh? Resulta que tu querida amiguita vendió al Custodio a su propia sangre, incluida a tí, ¿ Y sabes por qué?. Porque también fue lo bastante ingenua como para creer que con el amor bastaría.-La rodeó, haciendo crepitar el aire a su alrededor.- Fue lo bastante ingenua como para pedir a una sierva de mi Amo que intercediera por ella para que pudiera estar con su amorcito a cambio de cederle a unos cuantos de sus vástagos. Todo por algo que nunca debió ser, por creer en absurdos cuentos de hadas.
¿ Te imaginas lo sola que debía sentirse?- Detuvo finalmente su caminar para quedar frente a ella, emanando un aroma a incienso, azufre y lavanda que envolvió las fosas nasales de la joven, que trató de no mostrar ni un ápice de temor en su semblante.- Una Confesora sola en el mundo.... Eso sí que es que es una catástrofe. Pero nadie te dirá nunca la verdad sobre eso, lo sabes de sobra.- Pese a que su rostro mostraba una expresión neutra, fue inevitable que una chispa de terror se reflejase en sus ojos verdes.- En todo caso eso no tendría que ver contigo..... Si no conmigo.- Apuntó Rosie al final, y de nuevo aquella sonrisa entre maliciosa y satisfecha se curvó en el rostro ajeno.- De nuevo te equivocas. Uno siempre cuida a su sangre.- En ese momento se quedó paralizada, con los ojos muy abiertos ante el entendimiento de que en ningún momento había captado mentira alguna en sus palabras, en especial en aquellas últimas que le había dedicado. "Su sangre....". Sintió escalofríos.- No me mires así. He visto lo que os hacen hacer, en lo que han convertido a los últimos miembros de la casa Rahl mientras tu querida amiga y tu mago se dedicaban a mirar. Y si no me fallan los cálculos... No creo que te quede mucho tiempo.- Por instinto, Rosie dió un paso hacia atrás hasta chocarse con el pico de la mesita.- ¿ Qué es lo que quieres?- Aún así lo confrontó, alzando la barbilla, los puños apretados .- Te propongo un trato que podría evitarte todo ese sufrimiento.....