Madre, Prudence y yo acabamos de llegar al interior de la mansión de los Butterworths.

Continuó caminando detrás de las dos, observó de refilón a todos los invitados que llegaron, antes nosotras.

De momento no veo a nadie conocido, sigo caminando a una prudente distancia entre mi madre y mi hermana. Alzó la cabeza hacia el techo, mirando detenidamente cada elegante mínimo detalle de la decoración.

Al igual que todo el conjunto que hace a juego, con el inmenso salón. Dónde se está celebrando el baile, delante mía, madre cuchichea con Prudence.

Sus malas palabras son pura envidia.

Algunos de los caballeros que estaban a nuestro alrededor, nada más ver a madre y Prudence. Con disimulo se esfumaron, hago un esfuerzo para no reírme. Simplemente paso a su lado, con la cabeza agachada.

Enseguida veo el grupo de las mujeres más cotillas de toda la alta sociedad, de Londres.

Prudence y yo no soportamos a ninguna de aquellas mujeres, son incluso mucho peor que nuestra madre.

–Madre, no debería intentar acercarme a un buen posible caballero. Para conseguir que me saque a bailar.

Las palabras de Prudence fueron eliminadas por parte de madre, la cuál, se encuentra ansiosa de ponerse delante de sus "amigas".

 

–!Señorita Featherington!

Doy mil gracias en mi interior a la señorita Sheffield, su llegada ante nosotras. Hizo que no tuviera que ir junto con madre hasta sus "amigas".

Prudence no tuvo esa misma suerte.

 

–Me alegra volvernos a ver.

–No sabes lo agradecida que te estoy.

–¿Puedo saber el motivo de tu agradecimiento hacia mí?.

–Me has salvado.

 

La señorita Sheffield no siguió intentando sacarme más información, en lugar de ello, las dos fuimos juntas para ver a las parejas, que se están preparando para salir a la pista y empezar a bailar.

Durante el baile, intercambió unas pequeñas palabras con la señorita Sheffield. Aunque no dejó de mirar a todas las parejas disfrutando del baile, todos se ven muy contentos.

–Es una pena que mi hermana no haya podido venir.

–¿Le sucede algo?.

Pregunto mirando a mi amiga, use un tono bastante preocupada. Su hermana también es amiga mía, no deseó que nada malo le suceda.

–Envió una nota a casa, para informarnos de que no se siente bien. Nada grave, solo un pequeño malestar, provocado por su nuevo estado de buena esperanza.

Habla mi amiga, refiriéndose al embarazo de su hermana mayor.

–Esperó que muy pronto se recupere.

–Yo esperó lo mismo. Aunque según mi madre, mí hermana solo necesita tomar una manzanilla y descansar, el resto del día.

–Su madre es una mujer sabia.

–Estoy totalmente de acuerdo contigo.

 

–Disculpen, señoritas.

 

Todavía continúo sorprendienda. He bailado, no solo una, si no, dos bailes.

Dos bailes, con él hijo mediano de la familia Swyrm.

Es un bailarín encantador y mantuvimos una pequeña charla, bastante emocionante.

Aún no lo creo, normalmente con los únicos caballeros que me sacaban a bailar, eran los hermanos Bridgerton y otros hombres. Que se veían obligados a sacarme a bailar, por orden de sus madres.

Mr. Swyrm me sacó a bailar, por qué él quiso, ni su madre, ni nadie más, le obligó a bailar conmigo. En estos momentos me siento eufórica, pero mis pies siguen estando sobre la tierra. No puedo dejarme llevar, normalmente con mi mala suerte, ya me habría pasado algo malo, que me habría hecho ver, que no soy una mujer con suerte.

La señorita Sheffield, en cambio, bailó un solo baile, con un amigo de Mr. Swyrm.

 

Madre continúa cotilleando en compañía de aquellas odiosas mujeres. Desconozco si me vieron bailar, aunque por la envidia que recorre todo el rostro de Prudence.

Yo diría que al menos mí hermana si me vio.


Vuelvo a mirar su nombre escrito en mi tarjeta de baile. Mientras camino en dirección a la mesa de las bebidas. Tanto bailar, me ha dejado con la garganta seca.

 

En el otro lado de la pista, se encuentran Cressida Cowper y sus dos amigas. Las tres fueron meras espectadoras, desde que llegaron, ningún caballero, se acercó a ninguna para sacarlas a bailar.

Para Cressida ver que Mr.Swyrm había sacado a bailar, no una, si no, dos veces a Penélope Featherington.

Estuvo a punto de estallar, sus amigas tampoco se lo podían creer.

–!Es increíble!.

–!No lo puedo creer!.

–¿Cressida?.

Preguntan al unísono las dos, mirando al mismo tiempo a la más alta, de las tres.

–Chicas, acompañarme. Tengo ganas de tomar una limonada.

–Pero si no te gusta la limonada.

Cressida miro mal a su amiga Samantha. La cuál agacha la cabeza, siempre tuvo miedo de ella.

–Seguirme. Sin hacer ninguna pregunta.

 

Suelto un leve suspiró, después de haber dado un gran trago a mi vaso. A espaldas de mí, se van haciendo paso Cressida y sus secuaces. Quiero decir, sus amigas.

–Debe de haber sido un gran esfuerzo para Mr. Swyrm bailar con la menor de los Featherington.

Cressida hace aquel comentario fingiendo que no están detrás de mí.

Al darme la vuelta, no dejó de pensar, en las ganas que tengo de estar ahora en compañía de las amigas de madre.

Aquellas mujeres, Prudence y madre. Son mucho mejor compañía, que las tres víboras, que se encuentran en frente de mí.

Saludo cordialmente a las tres, mostrando que una de las cuatro, tiene buenos modales. Aunque debo reconocer que en frente de Cressida me cuesta mantenerme en el mismo lugar que está.

Ese mismo sentimiento no solo lo siento yo, quitando sus dos amigas y su madre. El resto de la alta sociedad no la aguantan.

–Debo decir que es un estupendo bailarín. He disfrutado mucho bailando con Mr. Swyrm.

Y también es un gran conversador.

–Seguro que su madre le insistió mucho en que bailara con usted.

Sus amigas tapan sus bocas con sus respectivos abanicos. No hace falta que intente disimular, sé perfectamente que se están riendo de mí.

–Me temo que está equivocada.

–¿Disculpa?.

–Mr.Swyrm quiso sacarme a bailar. Si hubiera sido por petición de su madre, no hubiéramos bailado dos piezas.

–Tiene razón.

Cressida fulmina con la mirada a su amiga, antes de volver a mirarme. La sonrisa que deja ver, muestra lo celosa que está en su interior.

–Si me disculpan, tengo que regresar junto a mi madre.


Fue una pequeña mentira. No iba en dirección a madre, solo lo dije por qué no soportó estar cerca de ninguna de las tres.

Sobre todo de Cressida.

 

Entro en la zona de las mujeres, para refrescarme. Este es el único lugar donde no me encontraré con quién no desee encontrarme.

O al menos eso pensaba.

No me había dado cuenta que fui seguida.

 

La única persona que se dio cuenta al instante, fue Eloise Bridgerton. La cuál escuchó perfectamente como Cressida le  decía a sus amigas, que deseaba darle una lección que nunca olvidara, a Penélope.

 

Termino de refrescarme y retocar el poco maquillaje que llevo. Intentó girar el picaporte, pero es imposible conseguir girarlo.

Tiene que ser una equivocación.


Detrás de la puerta escuchó unas risas muy conocidas. Cressida y sus amigas me han encerrado.

Nadie salvó ellas me ha visto entrar aquí. Todos están en la sala, bailando, comiendo, bebiendo o charlando.

Tardare bastante tiempo aquí dentro, hasta que alguien consiga abrir la puerta y poder liberarme.

Ahora si que estoy perdida.

 

–!Socorro!.

Pedí auxilió tantas veces, las mismas que aporre la puerta. Acabó sentándome en el suelo, apoyando mi espalda en la puerta.

–Es inútil. Me rindo.

 

–No voy a salir de aquí. 

–!Penélope!.

La voz de Eloise retumba por toda la habitación. No es posible, no puedo haber oído su voz.

Seguro que solo lo he soñado.

 

–!Penélope!.

Esta vez escuchó al unísono las voces de Francesca y Eloise.

Rapidamente vuelvo a levantarme del suelo, parece que al final puede que sí salga de aquí.

–Por favor, ayudarme a salir.

–No te preocupes.

Habla Eloise usando un tono de voz tranquilizador. 
–Francesca ha ido a pedir ayuda a un sirviente. Vendrá enseguida. Te vamos a sacar.

–Eso es estupendo.

–Las vi.

–¿Qué has dicho?.

–Vi a Cressida y sus secuaces, siguiéndote.

Mientras Cressida las decía que quería darte una lección que no olvidarías.

–No me sorprende.

–Enseguida fui a pedir ayuda a Francesca. No quería meter a ninguno de mis hermanos en esto.

–Hiciste bien.

–Gracias por haber acudido a salvarme.

No obtuve ninguna respuesta por parte de Eloise. El silencio volvió entre las dos, parece que nuestra pequeña conversación ha finalizado.

 

–Por fin.

Exclama Eloise de pronto, antes de que pudiera preguntar que ocurre. Escuchó a la perfección la llegada de Francesca con un sirviente, él cuál enseguida con una llave maestra. Consigue al fin abrir la puerta, quedando así, libre.

–!Pen!.

Mientras Francesca le da las gracias al sirviente, Eloise fue directa hacia mí. Eloise me está abrazando.

 

No lo puedo creer.

 

–Me alegra ver que volvéis a ser amigas.

Habla Francesca muy entusiasmada.

–¿Eloise?.

–Te echado mucho de menos Pen.

–Yo también a ti El.

Las dos volvemos a abrazarnos. En este momento no me importa haber estado encerrada en los baños de mujer.

 

He recuperado mi amistad con Eloise.

 

Volvemos a ser mejores amigas.

 

Sin duda esta es una gran noche para mí.