• Dentro De La Casa Negra
    Fandom The Animals
    Categoría Acción
    con: Kalhi NigDurgae, Wolf ᴬᵁ , Tolek Zientek

    https://www.youtube.com/watch?v=YWkBlpiaTvY

    Se detiene a un par de metros de la entrada. La puerta parpadea una última vez antes de desvanecerse, como si nunca hubiera estado allí, encerrándole junto a sus escoltas. En su lugar, solo queda la continuidad absurda del pasillo, ahora extendido también en dirección contraria.

    Una ilusión quebrada. Un nuevo comienzo.

    Ella sonríe, esa sonrisa suya, delgada y enigmática, que cuenta historias sin final feliz.

    — ¿Lo ves? —susurra, aunque no está claro a quién se dirige—. Esto es lo que quería mostrarte…

    Ekkora ya no corre. Camina despacio, con el dedo índice apoyado contra la pared derecha. La yema acaricia el cemento pintado de blanco, dejando una huella negra a su paso, como si su tacto fuera tizón.

    — Este lugar... cambia —dice, con voz suave, casi encantada. Mira las manchas de moho, huele el aire podrido—. Como yo.

    El lugar es un liminal sin tiempo ni origen. Las luces del techo zumban con un parpadeo irregular, a ratos blancas, a ratos amarillas, dejando sombras inconsistentes que se mueven por cuenta propia. El piso es de loseta deslucida, agrietada en los bordes. Las paredes, lisas y sin adornos, tienen ese tono gastado que no pertenece a ninguna época, como si fueran una copia mal hecha de una copia perdida.

    No hay puertas. Ni ventanas. Solo pasillo. Recto, eterno, sin un final a la vista. Pero cuando Ekkora roza un punto particular con la yema del dedo, el muro cede. Un pliegue en la realidad se revela: una línea apenas perceptible se abre, primero como una grieta en la pintura, luego como una ranura de aire que huele a tierra húmeda, óxido y pólvora quemada.

    La desviación se forma a su derecha, una abertura estrecha y serpenteante que no debería estar allí. Oscura. Orgánica. Su presencia es una anomalía palpable, como si el propio espacio respirara.

    Al fondo, un soldado espectral permanece inmóvil, pero no indiferente. Sus ojos, cargados de un brillo enfermo, la siguen. Les siguen. Y aterrizan en Kalhi NigDurgae.

    Ekkora ladea la cabeza, curiosa, casi divertida.

    — Estás atrapado, ¿no? —dice, como si hablara con un niño travieso—. Ni vivo ni muerto. Eso debe doler.

    Da un paso más y se inclina apenas, como si quisiera examinarlo más de cerca sin acercarse del todo.

    El soldado emite un sonido sordo, algo entre un quejido y un gruñido, pero no se mueve. No puede. Sus botas, sus pies son parte del suelo.

    Ekkora mira a los hombres que le acompañan, les sonríe y señala hacia adelante, hacia el soldado.

    — Primer Checkpoint.
    con: [Kalh1], [Wolfy], [Tolek] https://www.youtube.com/watch?v=YWkBlpiaTvY Se detiene a un par de metros de la entrada. La puerta parpadea una última vez antes de desvanecerse, como si nunca hubiera estado allí, encerrándole junto a sus escoltas. En su lugar, solo queda la continuidad absurda del pasillo, ahora extendido también en dirección contraria. Una ilusión quebrada. Un nuevo comienzo. Ella sonríe, esa sonrisa suya, delgada y enigmática, que cuenta historias sin final feliz. — ¿Lo ves? —susurra, aunque no está claro a quién se dirige—. Esto es lo que quería mostrarte… Ekkora ya no corre. Camina despacio, con el dedo índice apoyado contra la pared derecha. La yema acaricia el cemento pintado de blanco, dejando una huella negra a su paso, como si su tacto fuera tizón. — Este lugar... cambia —dice, con voz suave, casi encantada. Mira las manchas de moho, huele el aire podrido—. Como yo. El lugar es un liminal sin tiempo ni origen. Las luces del techo zumban con un parpadeo irregular, a ratos blancas, a ratos amarillas, dejando sombras inconsistentes que se mueven por cuenta propia. El piso es de loseta deslucida, agrietada en los bordes. Las paredes, lisas y sin adornos, tienen ese tono gastado que no pertenece a ninguna época, como si fueran una copia mal hecha de una copia perdida. No hay puertas. Ni ventanas. Solo pasillo. Recto, eterno, sin un final a la vista. Pero cuando Ekkora roza un punto particular con la yema del dedo, el muro cede. Un pliegue en la realidad se revela: una línea apenas perceptible se abre, primero como una grieta en la pintura, luego como una ranura de aire que huele a tierra húmeda, óxido y pólvora quemada. La desviación se forma a su derecha, una abertura estrecha y serpenteante que no debería estar allí. Oscura. Orgánica. Su presencia es una anomalía palpable, como si el propio espacio respirara. Al fondo, un soldado espectral permanece inmóvil, pero no indiferente. Sus ojos, cargados de un brillo enfermo, la siguen. Les siguen. Y aterrizan en [Kalh1]. Ekkora ladea la cabeza, curiosa, casi divertida. — Estás atrapado, ¿no? —dice, como si hablara con un niño travieso—. Ni vivo ni muerto. Eso debe doler. Da un paso más y se inclina apenas, como si quisiera examinarlo más de cerca sin acercarse del todo. El soldado emite un sonido sordo, algo entre un quejido y un gruñido, pero no se mueve. No puede. Sus botas, sus pies son parte del suelo. Ekkora mira a los hombres que le acompañan, les sonríe y señala hacia adelante, hacia el soldado. — Primer Checkpoint.
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  • ¡HEY, FICROLERS 3D!
    ¡Hoy tenemos una gran llegada de nuevos personajes 3D a la comunidad!

    Denle una cálida bienvenida a...

    ㅤㅤㅤㅤㅤ Daniel Sartori

    Daniel es un sacerdote de 34 años, sereno y compasivo, cuya fe ha sido templada por una profunda crisis espiritual. Aunque su presencia transmite calma, sus ojos revelan cicatrices del pasado y una sabiduría ganada a pulso. Entregado a su comunidad, sirve con una fe renovada y una humanidad que va más allá del dogma.


    ㅤㅤㅤㅤㅤ [radiant_peridot_dolphin_234]

    Lisa Fahrenheit of Lupu es una médica brillante y valiente, conocida por su compasión y su mente adelantada a su época.


    ¡Bienvenid@s a FicRol! Nos alegra muchísimo teneros por aquí. Esta comunidad está llena de historias por descubrir, personajes con los que conectar y mucho espacio para que desarrolléis los vuestros a vuestro ritmo.


    Yo soy Caroline, vuestra RolSage, algo así como una guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada!


    Antes de lanzaros al rol, os dejo por aquí algunos enlaces útiles que os harán la vida más fácil:


    Normas básicas de la plataforma:
    https://ficrol.com/static/guidelines 


    Guías y miniguías para no perderse:
    https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS 


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    Directorio de Personajes 3D: https://ficrol.com/blogs/181793/DIRECTORIO-PERSONAJES-3D-Y-FANDOMS  
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    Consejos para mejorar escritura y narración
    https://ficrol.com/pages/RinconEscritor 


    ¡Estamos deseando ver a vuestros personajes en acción!


    #RolSage3D #Bienvenida3D #NuevosPersonajes3D #ComunidadFicRol
    ✨ ¡HEY, FICROLERS 3D! ✨ ¡Hoy tenemos una gran llegada de nuevos personajes 3D a la comunidad! 🎉 Denle una cálida bienvenida a... ㅤㅤㅤㅤㅤ ✨ [Sart0riDaniel] Daniel es un sacerdote de 34 años, sereno y compasivo, cuya fe ha sido templada por una profunda crisis espiritual. Aunque su presencia transmite calma, sus ojos revelan cicatrices del pasado y una sabiduría ganada a pulso. Entregado a su comunidad, sirve con una fe renovada y una humanidad que va más allá del dogma. ㅤㅤㅤㅤㅤ ✨ [radiant_peridot_dolphin_234] Lisa Fahrenheit of Lupu es una médica brillante y valiente, conocida por su compasión y su mente adelantada a su época. 👋 ¡Bienvenid@s a FicRol! Nos alegra muchísimo teneros por aquí. Esta comunidad está llena de historias por descubrir, personajes con los que conectar y mucho espacio para que desarrolléis los vuestros a vuestro ritmo. 🧙‍♀️ Yo soy Caroline, vuestra RolSage, algo así como una guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada! 🧭 Antes de lanzaros al rol, os dejo por aquí algunos enlaces útiles que os harán la vida más fácil: 📌 Normas básicas de la plataforma: 🔗 https://ficrol.com/static/guidelines  📖 Guías y miniguías para no perderse: 🔗 https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS  🌍 Grupo exclusivo para Personajes 3D: 🔗 https://ficrol.com/groups/Personajes3D 📚 Directorios para encontrar rol y fandoms afines 🔗 Directorio de Personajes 3D: https://ficrol.com/blogs/181793/DIRECTORIO-PERSONAJES-3D-Y-FANDOMS   🔗 Fandoms 3D en FicRol: https://ficrol.com/blogs/151304/FANDOMS-PERSONAJES-3D-EN-FICROL  ✍️ Consejos para mejorar escritura y narración 🔗 https://ficrol.com/pages/RinconEscritor  ¡Estamos deseando ver a vuestros personajes en acción! 🚀🔥 #RolSage3D #Bienvenida3D #NuevosPersonajes3D #ComunidadFicRol
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  • **South Town – Barrio central, 12:17 PM.**

    El sol caía como plomo sobre el asfalto agrietado. Los anuncios de neón parpadeaban a medias, aunque no era de noche. El aire olía a fritanga, concreto caliente y escape de motocicleta. Pero **Terry Bogard** caminaba tranquilo, manos en los bolsillos de su chaqueta roja, la gorra blanca echada ligeramente hacia atrás, como siempre.

    Sus botas resonaban contra la acera, y la gente se giraba a mirarlo. Algunos lo reconocían con una chispa de respeto o sorpresa. Otros solo veían a un tipo alto y musculoso con pinta de peleador de otra época.

    —¡Terry! —gritó un niño desde una tienda de cómics. Llevaba una camiseta con el logo de “Fatal Fury”.

    El luchador levantó una mano y sonrió, sin detenerse.

    —¡Quédate en la escuela, pequeño!.

    Una señora que barría la entrada de su casa asintió al verlo pasar.

    —South Town está más tranquila desde que usted volvió, señor Bogard.

    Terry se detuvo un segundo. La miró con una sonrisa suave.

    —Solo estoy de paso. Pero a veces… paso más seguido.

    Ella rió. Y él siguió caminando, bajando por una calle donde solían encontrarse los peores tipos del barrio. Ahora, había puestos ambulantes, música latina saliendo de una radio, y un grupo de chicos practicando patadas frente a un gimnasio.

    Terry se apoyó contra una farola. Observó en silencio, como un guardián invisible.

    **No era nostalgia lo que sentía. Era memoria.**

    Esta ciudad le había dado todo… y le había arrebatado aún más. Su hermano, su juventud, sus sueños de una vida normal. Pero también le había dado a **Rock**. Y eso bastaba.

    Cruzó la calle lentamente. Una camioneta negra pasó cerca. Un tipo en el asiento del copiloto lo miró con dureza. Terry lo miró de vuelta. No dijo nada. Pero el tipo desvió la mirada. Algunos aún recordaban. Y los que no… bueno, lo aprenderían a la mala.

    Se detuvo en un puesto de hot dogs.

    —Dame uno con todo, Greg —dijo.

    El vendedor, un viejo amigo de los años de torneos, sonrió sin levantar la vista.

    —¿Otra vez en ronda de vigilancia, lobo?

    Terry soltó una carcajada.

    —No es vigilancia. Es paseo. Pero si algo pasa… ya sabes.

    Greg le entregó el hot dog. Terry le dio un billete, negó el cambio y siguió caminando.

    Mientras daba la primera mordida, se detuvo frente a un muro cubierto de grafitis. Uno de ellos era reciente: la silueta de un lobo, pintada en tonos rojos y negros. Abajo, en letra torcida, decía: *“Still howling.”*

    Terry tragó y sonrió con orgullo.

    —Demonios, South Town… a veces pareces hasta poética.

    Y con el sol en la espalda, el viento caliente del mediodía revolviendo su chaqueta, siguió caminando, sin apuro. Porque **el Lobo Legendario** no necesitaba correr para mantener la ciudad a salvo. A veces, con solo andar… bastaba.
    **South Town – Barrio central, 12:17 PM.** El sol caía como plomo sobre el asfalto agrietado. Los anuncios de neón parpadeaban a medias, aunque no era de noche. El aire olía a fritanga, concreto caliente y escape de motocicleta. Pero **Terry Bogard** caminaba tranquilo, manos en los bolsillos de su chaqueta roja, la gorra blanca echada ligeramente hacia atrás, como siempre. Sus botas resonaban contra la acera, y la gente se giraba a mirarlo. Algunos lo reconocían con una chispa de respeto o sorpresa. Otros solo veían a un tipo alto y musculoso con pinta de peleador de otra época. —¡Terry! —gritó un niño desde una tienda de cómics. Llevaba una camiseta con el logo de “Fatal Fury”. El luchador levantó una mano y sonrió, sin detenerse. —¡Quédate en la escuela, pequeño!. Una señora que barría la entrada de su casa asintió al verlo pasar. —South Town está más tranquila desde que usted volvió, señor Bogard. Terry se detuvo un segundo. La miró con una sonrisa suave. —Solo estoy de paso. Pero a veces… paso más seguido. Ella rió. Y él siguió caminando, bajando por una calle donde solían encontrarse los peores tipos del barrio. Ahora, había puestos ambulantes, música latina saliendo de una radio, y un grupo de chicos practicando patadas frente a un gimnasio. Terry se apoyó contra una farola. Observó en silencio, como un guardián invisible. **No era nostalgia lo que sentía. Era memoria.** Esta ciudad le había dado todo… y le había arrebatado aún más. Su hermano, su juventud, sus sueños de una vida normal. Pero también le había dado a **Rock**. Y eso bastaba. Cruzó la calle lentamente. Una camioneta negra pasó cerca. Un tipo en el asiento del copiloto lo miró con dureza. Terry lo miró de vuelta. No dijo nada. Pero el tipo desvió la mirada. Algunos aún recordaban. Y los que no… bueno, lo aprenderían a la mala. Se detuvo en un puesto de hot dogs. —Dame uno con todo, Greg —dijo. El vendedor, un viejo amigo de los años de torneos, sonrió sin levantar la vista. —¿Otra vez en ronda de vigilancia, lobo? Terry soltó una carcajada. —No es vigilancia. Es paseo. Pero si algo pasa… ya sabes. Greg le entregó el hot dog. Terry le dio un billete, negó el cambio y siguió caminando. Mientras daba la primera mordida, se detuvo frente a un muro cubierto de grafitis. Uno de ellos era reciente: la silueta de un lobo, pintada en tonos rojos y negros. Abajo, en letra torcida, decía: *“Still howling.”* Terry tragó y sonrió con orgullo. —Demonios, South Town… a veces pareces hasta poética. Y con el sol en la espalda, el viento caliente del mediodía revolviendo su chaqueta, siguió caminando, sin apuro. Porque **el Lobo Legendario** no necesitaba correr para mantener la ciudad a salvo. A veces, con solo andar… bastaba.
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  • 𝐸𝑙 𝐺𝑜𝑙𝑝𝑒 𝑑𝑒 𝑉𝑖𝑑𝑎.
    𝑇𝑒𝑠𝑡𝑖𝑚𝑜𝑛𝑖𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑐𝑖𝑟𝑢𝑗𝑎𝑛𝑜 𝑑𝑖𝑣𝑖𝑛𝑜, 𝑒𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑚𝑎́𝑟𝑚𝑜𝑙𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝐸𝑝𝑖𝑑𝑎𝑢𝑟𝑜.

    “Sus dedos se movían como si tejieran destino con hilo de oro. Y en su palma, el pulso del universo.”

    En la antesala del templo, el enfermo yacía ya más allá del velo. Un guerrero tebano, perforado en batalla, su corazón latía solo como un eco. Los sacerdotes oraban. Las madres lloraban. Pero él, el hijo del arte médico, Asclepius, llegó envuelto en un manto oscuro que desafiaba las formas y épocas.

    Vestía con ropajes que no pertenecían a Grecia ni a ningún reino conocido: túnica ceñida, una capa sujeta al viento, y sobre su rostro, una máscara negra donde el símbolo del infinito descansaba, como si la eternidad le hubiera prestado su aliento.

    No usó escalpelo.
    No invocó a su padre Apolo.
    No esperó el juicio de los dioses.

    Con un movimiento veloz, extendió su brazo y golpeó el pecho del moribundo con una fuerza que no buscaba destruir, sino reactivar.
    El golpe no era físico. Era ritual, era principio vital. Una técnica que ningún mortal entendería, y que ni siquiera Esculapio enseñó a sus discípulos más devotos.

    “Lo extrajo del umbral entre Hades y los sueños. Con un puño, espantó a la muerte como a una sombra en el ocaso.”

    El cuerpo tembló. El aire volvió a entrar. Y entre lágrimas, el guerrero abrió los ojos.
    Nadie aplaudió.
    Nadie gritó.

    Sólo un silencio de mármol, testigo del prodigio.

    Asclepius volvió a guardar su brazo en su túnica, se giró sin decir palabra, y caminó hacia la neblina del amanecer, como si nunca hubiera estado allí. Como si la muerte se hubiera arrepentido a tiempo.

    𝐸𝑙 𝐺𝑜𝑙𝑝𝑒 𝑑𝑒 𝑉𝑖𝑑𝑎. 𝑇𝑒𝑠𝑡𝑖𝑚𝑜𝑛𝑖𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑐𝑖𝑟𝑢𝑗𝑎𝑛𝑜 𝑑𝑖𝑣𝑖𝑛𝑜, 𝑒𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑚𝑎́𝑟𝑚𝑜𝑙𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝐸𝑝𝑖𝑑𝑎𝑢𝑟𝑜. “Sus dedos se movían como si tejieran destino con hilo de oro. Y en su palma, el pulso del universo.” En la antesala del templo, el enfermo yacía ya más allá del velo. Un guerrero tebano, perforado en batalla, su corazón latía solo como un eco. Los sacerdotes oraban. Las madres lloraban. Pero él, el hijo del arte médico, Asclepius, llegó envuelto en un manto oscuro que desafiaba las formas y épocas. Vestía con ropajes que no pertenecían a Grecia ni a ningún reino conocido: túnica ceñida, una capa sujeta al viento, y sobre su rostro, una máscara negra donde el símbolo del infinito descansaba, como si la eternidad le hubiera prestado su aliento. No usó escalpelo. No invocó a su padre Apolo. No esperó el juicio de los dioses. Con un movimiento veloz, extendió su brazo y golpeó el pecho del moribundo con una fuerza que no buscaba destruir, sino reactivar. El golpe no era físico. Era ritual, era principio vital. Una técnica que ningún mortal entendería, y que ni siquiera Esculapio enseñó a sus discípulos más devotos. “Lo extrajo del umbral entre Hades y los sueños. Con un puño, espantó a la muerte como a una sombra en el ocaso.” El cuerpo tembló. El aire volvió a entrar. Y entre lágrimas, el guerrero abrió los ojos. Nadie aplaudió. Nadie gritó. Sólo un silencio de mármol, testigo del prodigio. Asclepius volvió a guardar su brazo en su túnica, se giró sin decir palabra, y caminó hacia la neblina del amanecer, como si nunca hubiera estado allí. Como si la muerte se hubiera arrepentido a tiempo.
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  • Metan su época de romance y amor donde mejor le entre

    -como van a ser tan crueles siendo tan amorosos cuando el anda tan dramáticamente solo y abandonado (si por supuesto que hace drama quiere atención como el perro que es )-

    Esas festividades humanas son irrelevantes y de mal gusto.... Asquerosas....
    Metan su época de romance y amor donde mejor le entre -como van a ser tan crueles siendo tan amorosos cuando el anda tan dramáticamente solo y abandonado (si por supuesto que hace drama quiere atención como el perro que es )- Esas festividades humanas son irrelevantes y de mal gusto.... Asquerosas....
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  • La creación de Melinoe era un secreto a voces, uno que se le escondió incluso a ella misma. Fue en aquella época en la que el mismo inframundo esperaba la llegada de un nuevo hijo, expectante, ansioso, desesperado por la llegada de aquel ser que engendraba la misma primavera en sus entrañas. No fue una noche cualquiera. Fue un instante fuera del tiempo, donde incluso los relojes divinos dejaron de girar. En lo profundo del Inframundo, en la cámara sagrada donde Perséfone se recogía en su dualidad eterna, la semilla de algo imposible crecía en su fértil ser.

    Hades lo supo. Lo sintió. La intuición de los dioses no necesita pruebas.
    La oscuridad que gobernaba no podía ignorar aquella luz temblorosa que comenzaba a latir en el vientre de su reina, pero no era suya, no llevaba su esencia, no danzaba con su sombra y eso lo desgarró.

    Una joven Perséfone vio llegar a su amado esposo hecho una tempestad de dolor, enojo, duda. El lo sabia, sabia lo que ella había descubierto muy tarde como para evitarlo. —¿De quién es? —rugió Hades, con una furia que hacía temblar hasta a los espectros del Lete—. ¿Qué dios se atrevió a dejar su marca donde solo yo debo reinar?

    Perséfone no respondió con miedo. Solo con una mirada. Triste. Inquebrantable. Sabía que no podía mentirle, pero también sabía que la verdad no le salvaría. Entonces, Hades hizo lo impensable, se arrodilló, su mano, de rey, de verdugo, de amante y carcelero se posó sobre el vientre de Perséfone, con la intención de arrancar aquello que lo desafiaba, arrancar el retoño que alguien se había atrevido a plantar en su jardín. No por odio a la criatura, sino por el abismo que se abría en su pecho al saberse traicionado por el destino mismo. Pero al tocarla se detuvo, no por culpa, no por piedad, sino porque algo le habló desde dentro del cálido vientre de Perséfone.

    Aquello que crecía desafiando al rey del Inframundo, le hablo, no con palabras, sino con una resonancia primitiva, pura, que atravesó hueso, furia, orgullo y divinidad. Una chispa que no le temía. Una conciencia que lo tocó desde dentro del vientre de Perséfone como si ya supiera su nombre, su alma, su condena y Hades, dios de la muerte, señor de los juramentos y el olvido, supo en ese instante que aquella niña, aún sin rostro, aún sin aliento era suya, era mas suya que las aguas del estigia, que las almas del tártaro, que los ladridos de Cerbero, era mas suya que el mismo Inframundo. No por sangre, no por destino, sino por algo más poderoso que ambos. Por un lazo inexplicable, tejido por una fuerza que ni los dioses podían nombrar sin estremecerse: el vínculo del alma.

    Su mano, que antes temblaba de rabia, tembló entonces de ternura.
    —Melinoe… Mi pequeña sombra...—susurró, como si al decirlo sellara un pacto eterno—. No naciste de mí… pero me has elegido, haz elegido ser mía, tan mía como yo seré tuyo, tu padre mi pequeña hija.

    Y así fue como aquella luz que desafiaba al señor de las sombras, lo doblego, lo lleno de un amor imposible de rebatir, desde ese día, Hades no volvió a cuestionarla porque entendió que algunos vínculos no se forjan con la carne ni con la sangre, sino con esa llama sagrada que ni la muerte puede apagar.

    Y Melinoe, nacida del cruce entre lo prohibido y lo sagrado, entre la traición y el milagro, fue amada. No por obligación. Sino porque hasta el mismísimo rey del Inframundo fue incapaz de negarse a su luz.

    hades Greek Mitology
    Persefone Reina del Inframundo Spring
    La creación de Melinoe era un secreto a voces, uno que se le escondió incluso a ella misma. Fue en aquella época en la que el mismo inframundo esperaba la llegada de un nuevo hijo, expectante, ansioso, desesperado por la llegada de aquel ser que engendraba la misma primavera en sus entrañas. No fue una noche cualquiera. Fue un instante fuera del tiempo, donde incluso los relojes divinos dejaron de girar. En lo profundo del Inframundo, en la cámara sagrada donde Perséfone se recogía en su dualidad eterna, la semilla de algo imposible crecía en su fértil ser. Hades lo supo. Lo sintió. La intuición de los dioses no necesita pruebas. La oscuridad que gobernaba no podía ignorar aquella luz temblorosa que comenzaba a latir en el vientre de su reina, pero no era suya, no llevaba su esencia, no danzaba con su sombra y eso lo desgarró. Una joven Perséfone vio llegar a su amado esposo hecho una tempestad de dolor, enojo, duda. El lo sabia, sabia lo que ella había descubierto muy tarde como para evitarlo. —¿De quién es? —rugió Hades, con una furia que hacía temblar hasta a los espectros del Lete—. ¿Qué dios se atrevió a dejar su marca donde solo yo debo reinar? Perséfone no respondió con miedo. Solo con una mirada. Triste. Inquebrantable. Sabía que no podía mentirle, pero también sabía que la verdad no le salvaría. Entonces, Hades hizo lo impensable, se arrodilló, su mano, de rey, de verdugo, de amante y carcelero se posó sobre el vientre de Perséfone, con la intención de arrancar aquello que lo desafiaba, arrancar el retoño que alguien se había atrevido a plantar en su jardín. No por odio a la criatura, sino por el abismo que se abría en su pecho al saberse traicionado por el destino mismo. Pero al tocarla se detuvo, no por culpa, no por piedad, sino porque algo le habló desde dentro del cálido vientre de Perséfone. Aquello que crecía desafiando al rey del Inframundo, le hablo, no con palabras, sino con una resonancia primitiva, pura, que atravesó hueso, furia, orgullo y divinidad. Una chispa que no le temía. Una conciencia que lo tocó desde dentro del vientre de Perséfone como si ya supiera su nombre, su alma, su condena y Hades, dios de la muerte, señor de los juramentos y el olvido, supo en ese instante que aquella niña, aún sin rostro, aún sin aliento era suya, era mas suya que las aguas del estigia, que las almas del tártaro, que los ladridos de Cerbero, era mas suya que el mismo Inframundo. No por sangre, no por destino, sino por algo más poderoso que ambos. Por un lazo inexplicable, tejido por una fuerza que ni los dioses podían nombrar sin estremecerse: el vínculo del alma. Su mano, que antes temblaba de rabia, tembló entonces de ternura. —Melinoe… Mi pequeña sombra...—susurró, como si al decirlo sellara un pacto eterno—. No naciste de mí… pero me has elegido, haz elegido ser mía, tan mía como yo seré tuyo, tu padre mi pequeña hija. Y así fue como aquella luz que desafiaba al señor de las sombras, lo doblego, lo lleno de un amor imposible de rebatir, desde ese día, Hades no volvió a cuestionarla porque entendió que algunos vínculos no se forjan con la carne ni con la sangre, sino con esa llama sagrada que ni la muerte puede apagar. Y Melinoe, nacida del cruce entre lo prohibido y lo sagrado, entre la traición y el milagro, fue amada. No por obligación. Sino porque hasta el mismísimo rey del Inframundo fue incapaz de negarse a su luz. [quasar_yellow_whale_469] [legend_orange_eagle_209]
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  • ──────¿Este es tu primer paseo literalmente, por los aires? ¡Eres valiente! No te preocupes, tú seguridad está a salvo conmigo; no te soltaré por nada del mundo. Además, no volaremos muy alto y lo estamos haciendo de noche, así que podremos disfrutar de la hermosa vista de la luna llena. Eso me recuerda una historia, ¿Conoces el mito de Dédalo e Ícaro? ¿Me dejarías contártelo mientras nos adentramos entre las nubes?

    Vayamos a una época remota perdida en las arenas del tiempo, de ruinas, columnas blancas como el marfil y de dioses y monstruos merodeando en la tierra.

    Esta historia comienza con Dédalo, un chico súper inteligente y brillante. Un inventor y arquitecto que seguramente haría maravillas arquitectónicas en Minecraft en sus ratos libres en la actualidad. Dédalo construyó un laberinto en el que encerraron a una peligrosa criatura llamada Minotauro. El rey Minos, decidió que la mejor forma de darle las gracias por su ardua labor era encerrarlo en una torre. Sí, en esas épocas ya existían los jefes cuyo pasatiempo es hacerte la vida imposible.

    Así que Dédalo, que además de ser un genio brillante también pecaba de imprudente, decidió escapar volando. No. No tenía un jetpack, así que construyó unas preciosas alas hechas cera y plumas. Porque eso suena seguro ¿verdad?

    Le dio un par de alas a su hijo Ícaro y le dijo:

    «No vueles demasiado bajo, o el mar te mojará las alas».
    «No vueles demasiado alto, porque el sol te derrite la cera».

    Ícaro como buen adolescente, hizo lo que todos los adolescentes hacen cuando un adulto les da instrucciones: ignorarlas.

    Las alas de Ícaro se desplegaron y se elevaron majestuosas en los aires. Tocó las nubes con las yemas de los dedos, el viento besó su rostro heleno. Extendió los brazos, no existían límites para Ícaro.

    «Mira papá, sin manos». Le dijo Ícaro a Dédalo. Y entonces el sol le derritió la cera. Alas fuera. Gravedad activada. Olor a alitas de KFC para acompañar. 𝘎𝘢𝘮𝘦 𝘰𝘷𝘦𝘳.
    ──────¿Este es tu primer paseo literalmente, por los aires? ¡Eres valiente! No te preocupes, tú seguridad está a salvo conmigo; no te soltaré por nada del mundo. Además, no volaremos muy alto y lo estamos haciendo de noche, así que podremos disfrutar de la hermosa vista de la luna llena. Eso me recuerda una historia, ¿Conoces el mito de Dédalo e Ícaro? ¿Me dejarías contártelo mientras nos adentramos entre las nubes? Vayamos a una época remota perdida en las arenas del tiempo, de ruinas, columnas blancas como el marfil y de dioses y monstruos merodeando en la tierra. Esta historia comienza con Dédalo, un chico súper inteligente y brillante. Un inventor y arquitecto que seguramente haría maravillas arquitectónicas en Minecraft en sus ratos libres en la actualidad. Dédalo construyó un laberinto en el que encerraron a una peligrosa criatura llamada Minotauro. El rey Minos, decidió que la mejor forma de darle las gracias por su ardua labor era encerrarlo en una torre. Sí, en esas épocas ya existían los jefes cuyo pasatiempo es hacerte la vida imposible. Así que Dédalo, que además de ser un genio brillante también pecaba de imprudente, decidió escapar volando. No. No tenía un jetpack, así que construyó unas preciosas alas hechas cera y plumas. Porque eso suena seguro ¿verdad? Le dio un par de alas a su hijo Ícaro y le dijo: «No vueles demasiado bajo, o el mar te mojará las alas». «No vueles demasiado alto, porque el sol te derrite la cera». Ícaro como buen adolescente, hizo lo que todos los adolescentes hacen cuando un adulto les da instrucciones: ignorarlas. Las alas de Ícaro se desplegaron y se elevaron majestuosas en los aires. Tocó las nubes con las yemas de los dedos, el viento besó su rostro heleno. Extendió los brazos, no existían límites para Ícaro. «Mira papá, sin manos». Le dijo Ícaro a Dédalo. Y entonces el sol le derritió la cera. Alas fuera. Gravedad activada. Olor a alitas de KFC para acompañar. 𝘎𝘢𝘮𝘦 𝘰𝘷𝘦𝘳.
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    Desde aquí hago un llamamiento global para buscar un PJ en específico con el cual rolear con mi PJ (no pongo lo de partner porque eso se va a dar con el tiempo).

    Este OC es un mutante de los X-Men que, al utilizar su poder, se vuelve bastante sanguinario (se convierte en una especie de monstruo/bestia que parece no responder a su parte o conciencia humana), pero al conocer a mi PJ es como que se busca llegar al punto de que esa parte se pueda volver humana, pero el lado de la violencia igualmente siga ahí.

    Este PJ puede interactuar con cualquier otra persona del fandom, no secuestro a nadie, pero en principio es un PJ destinado a ser como el yang del mío. De hecho está pensado para ser un enemies to lovers (aunque de enemigos poco, pero ya lo explicaré al interesadx).

    FC a usar: Alexander Skarsgard (sobre todo en la época de Eric Northman en True Blood).

    A quien le pueda interesar ya sabe donde ubicarme :)
    Desde aquí hago un llamamiento global para buscar un PJ en específico con el cual rolear con mi PJ (no pongo lo de partner porque eso se va a dar con el tiempo). Este OC es un mutante de los X-Men que, al utilizar su poder, se vuelve bastante sanguinario (se convierte en una especie de monstruo/bestia que parece no responder a su parte o conciencia humana), pero al conocer a mi PJ es como que se busca llegar al punto de que esa parte se pueda volver humana, pero el lado de la violencia igualmente siga ahí. Este PJ puede interactuar con cualquier otra persona del fandom, no secuestro a nadie, pero en principio es un PJ destinado a ser como el yang del mío. De hecho está pensado para ser un enemies to lovers (aunque de enemigos poco, pero ya lo explicaré al interesadx). FC a usar: Alexander Skarsgard (sobre todo en la época de Eric Northman en True Blood). A quien le pueda interesar ya sabe donde ubicarme :)
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  • El corazón de la Diosa se llenó con tranquilidad al saber que en el Olimpo la paz reina y la calma entre los dioses es notoria. A llegado una época de plenitud donde el miedo desaparece y el silencio entre todos no existe, por un buen tiempo.

    —Aphro
    #mitologiagriega
    El corazón de la Diosa se llenó con tranquilidad al saber que en el Olimpo la paz reina y la calma entre los dioses es notoria. A llegado una época de plenitud donde el miedo desaparece y el silencio entre todos no existe, por un buen tiempo. —Aphro #mitologiagriega
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  • Injustices wouldn't be tolerate
    Fandom Libre
    Categoría Acción
    Le dolían los pies de tanto caminar, así que se sentó en un banco de la plaza. Quería disfrutar un poco del fresco, tan anhelado en esta época del año.

    No es que no estuviera acostumbrada a recorrer largas distancias, pero la vieja camioneta de sus tíos se había averiado, y los gansos necesitaban comer. Así que venía arrastrando un costal a cuestas.

    Era culpa de Clerk Carmine, que le había dicho que no podría sola, y ella se lo estaba tomando como un reto personal. Lo bueno era que solo le restaban tres kilómetros de los diez que ya había recorrido.

    La noche pintaba tranquila. El canto de los grillos hacía un sonido rítmico, y golpeaba los dedos contra la madera del banco como si acompañara una melodía.

    Hasta que escuchó un grito.

    Se puso alerta.

    Luego vino un llanto. Y un hombre gritando, furioso, mientras corría tras una mujer que parecía herida, con la ropa rasgada y un encendedor en la mano.

    Algo en Lenore Dove se encendió. Sin pensar, corrió directo hacia él y le saltó a la espalda, mordiéndole con fuerza la oreja.

    —¡Corre! ¡Corre! —gritó a la mujer, mientras se sostenía del cuello del malnacido, que se sacudía como un toro para quitársela de encima.

    —¡Puta, bájate! —le gritaba el hombre. Y, aunque estaba segura de que debía ser gracioso de ver desde afuera, ella no aflojaba. Llevaba su falda color naranja, una camisa corta blanca y los aros de pluma de ganso que su primo le había hecho.

    —¡No te voy a dejar ir! —gritó, mientras pedía ayuda a cualquiera que pasara, a los gritos, esperando que alguien —¡quien fuera!— lo detuviera.
    Le dolían los pies de tanto caminar, así que se sentó en un banco de la plaza. Quería disfrutar un poco del fresco, tan anhelado en esta época del año. No es que no estuviera acostumbrada a recorrer largas distancias, pero la vieja camioneta de sus tíos se había averiado, y los gansos necesitaban comer. Así que venía arrastrando un costal a cuestas. Era culpa de Clerk Carmine, que le había dicho que no podría sola, y ella se lo estaba tomando como un reto personal. Lo bueno era que solo le restaban tres kilómetros de los diez que ya había recorrido. La noche pintaba tranquila. El canto de los grillos hacía un sonido rítmico, y golpeaba los dedos contra la madera del banco como si acompañara una melodía. Hasta que escuchó un grito. Se puso alerta. Luego vino un llanto. Y un hombre gritando, furioso, mientras corría tras una mujer que parecía herida, con la ropa rasgada y un encendedor en la mano. Algo en Lenore Dove se encendió. Sin pensar, corrió directo hacia él y le saltó a la espalda, mordiéndole con fuerza la oreja. —¡Corre! ¡Corre! —gritó a la mujer, mientras se sostenía del cuello del malnacido, que se sacudía como un toro para quitársela de encima. —¡Puta, bájate! —le gritaba el hombre. Y, aunque estaba segura de que debía ser gracioso de ver desde afuera, ella no aflojaba. Llevaba su falda color naranja, una camisa corta blanca y los aros de pluma de ganso que su primo le había hecho. —¡No te voy a dejar ir! —gritó, mientras pedía ayuda a cualquiera que pasara, a los gritos, esperando que alguien —¡quien fuera!— lo detuviera.
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