• Encontre una foto de mis tiempos de estudiante, podría decirse que era un poco rebelde en esa época. ¿Hubieran podido imaginarlo?
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  • Admito que extraño esa época de justicia propia, rebeldía y sed de poder Ahahaha!. Era otro hombre en aquellos tiempos.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    https://vm.tiktok.com/ZMBn9seJx/
    Que bonitos recuerdos


    Y. O no soy de los 80 no estoy viejo aún no se pasen

    Otra cosa .muy diferente es que me guste esa época ya que son clásicos irremplazables
    https://vm.tiktok.com/ZMBn9seJx/ Que bonitos recuerdos :STK-9: Y. O no soy de los 80 no estoy viejo aún no se pasen :STK-32: Otra cosa .muy diferente es que me guste esa época ya que son clásicos irremplazables :STK-4:
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  • — Sí, es una pluma de tinta... ¿Qué tiene de malo? Ay, a veces creo que nací en la época incorrecta. —
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  • Podrán cambiar las épocas, los atuendos, los detalles, pero los ojos jamás cambian.
    No importa si ha sido una o doce vidas, los ojos jamás cambian.

    Podrán cambiar las épocas, los atuendos, los detalles, pero los ojos jamás cambian. No importa si ha sido una o doce vidas, los ojos jamás cambian.
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  • ──────Hace mucho que no veo un conflicto así desde la gigantomaquia. Me ha traído recuerdos.

    Sus iris rosas se elevaron al cielo, en una contemplación meditativa. Recordó viejas épocas en las que los dioses habían peleado contra los últimos descendientes de Gaia. Agitó su copa de vino de forma perezosa, antes de darle un pequeño sorbo.
    ──────Hace mucho que no veo un conflicto así desde la gigantomaquia. Me ha traído recuerdos. Sus iris rosas se elevaron al cielo, en una contemplación meditativa. Recordó viejas épocas en las que los dioses habían peleado contra los últimos descendientes de Gaia. Agitó su copa de vino de forma perezosa, antes de darle un pequeño sorbo.
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  • "¡Deja de cambiar el guión, Belial!"

    El club de actuación. Más por obligación que otra cosa, le tocaba a él cubrir un papel. Uno sencillo e irrelevante, ni cinco minutos estaría en escena. Decía tres líneas y se moría, lo cual poco le molestaba pues terminaba pronto con el suplicio.

    Ah, claro que, si las cosas salieran siempre bien, si fuesen fáciles, ¿sería realmente Beli?

    —¿Cambiar el guión? Pfft. Ustedes cambian la historia, nadie hablaba así en la época. Además, este tipo de daga no se inventaría en otros ochenta años.

    "Ah vaya, habló el experto en Historia, ¿no? Ojalá se reflejara esa energía en tus notas".

    No, experto no era. Ni de cerca. No era que lo hubiese estudiado, era que esa época la había...

    ¿...vivido?
    "¡Deja de cambiar el guión, Belial!" El club de actuación. Más por obligación que otra cosa, le tocaba a él cubrir un papel. Uno sencillo e irrelevante, ni cinco minutos estaría en escena. Decía tres líneas y se moría, lo cual poco le molestaba pues terminaba pronto con el suplicio. Ah, claro que, si las cosas salieran siempre bien, si fuesen fáciles, ¿sería realmente Beli? —¿Cambiar el guión? Pfft. Ustedes cambian la historia, nadie hablaba así en la época. Además, este tipo de daga no se inventaría en otros ochenta años. "Ah vaya, habló el experto en Historia, ¿no? Ojalá se reflejara esa energía en tus notas". No, experto no era. Ni de cerca. No era que lo hubiese estudiado, era que esa época la había... ¿...vivido?
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  • Creo que la última entrega tuvo muchos contratiempos y malas pasadas, te daré un poco de protección de tu época para el beneficio de la entrega.
    Y no se te ocurra hacer un motín en mi nave...
    Creo que la última entrega tuvo muchos contratiempos y malas pasadas, te daré un poco de protección de tu época para el beneficio de la entrega. Y no se te ocurra hacer un motín en mi nave...
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  • Matsunaga Okiko (松永 沖子)

    Edad: 42 años
    Estatura: 1.55 m
    Cabello: Negro azabache, ondulado, largo hasta la mitad de la espalda. Siempre recogido.
    Ojos: Negros como tinta, serenos y profundos. Su mirada evoca nostalgia por una época a la que se le tienr añoranza.
    Vestimenta: Tradicional, yukata, kimono o vestidos bastante conservadores.

    Apariencia y Estilo:
    Okiko viste con ropas tradicionales japonesas, generalmente kimonos de algodón en tonos suaves o apagados: añil, gris, verde musgo. Siempre impecable, pero sin adornos innecesarios. Su andar es silencioso, descalza en su restaurante, como si flotara entre las mesas. No lleva perfume, pero huele a arroz recién cocido, a miso y a flores de campo.


    Personalidad: Es una mujer de la era moderna con el alma de la era Edo.
    Es extremadamente callada, pero su silencio nunca incomoda… al contrario, da paz. Habla con gestos, con acciones pequeñas: una toalla húmeda y cálida para limpiar tus manos, una taza que aparece sin que la pidas, una manta cuando te ve temblar, una servilleta doblada con esmero al lado de tus lágrimas.

    Okiko es una figura maternal universal, aunque nunca haya tenido hijos propios. Cada cliente es su hijo adoptivo sin saberlo. Se nota en cómo los observa, cómo recuerda qué le duele a cada uno sin que se lo digan.

    No alza la voz. No sermonea. Pero su presencia impone una calma tan profunda que hasta el más ruidoso guarda silencio cuando ella entra.


    Historia personal:
    Nació en una pequeña aldea de montaña, donde la pérdida y la responsabilidad llegaron temprano. Su madre murió joven, y Okiko fue hermana, hija y madre para los demás. Nunca se casó. Nunca lo necesitó. Dicen que tuvo un gran amor, pero lo enterró en su corazón sin palabras.

    Se trasladó a Tokio en silencio y abrió un restaurante pequeño, de esos que solo se encuentran si los necesitas. Y si los necesitas, ella ya lo sabe.


    》Dueña del Restaurante
    "Yoru no Haha"
    (La Madre de la Noche):

    Solo abre de noche, entre la medianoche y cierra a las 6:45 a.m.
    El restaurante no tiene cartel. Las personas que entran son almas en búsqueda: de consuelo, de hogar, de alguien que no los juzgue.

    Sus recetas son humildes, casi siempre platos de la infancia japonesa: sopa de miso con arroz, nikujaga, tamagoyaki, pescado a la parrilla. Pero cada bocado es como una caricia al alma. No cocina para impresionar… cocina para sanar.

    A veces, simplemente un gesto leve… una taza empujada suavemente hacia ti, como diciendo “te entiendo, no hables aún.”
    Matsunaga Okiko (松永 沖子) Edad: 42 años Estatura: 1.55 m Cabello: Negro azabache, ondulado, largo hasta la mitad de la espalda. Siempre recogido. Ojos: Negros como tinta, serenos y profundos. Su mirada evoca nostalgia por una época a la que se le tienr añoranza. Vestimenta: Tradicional, yukata, kimono o vestidos bastante conservadores. Apariencia y Estilo: Okiko viste con ropas tradicionales japonesas, generalmente kimonos de algodón en tonos suaves o apagados: añil, gris, verde musgo. Siempre impecable, pero sin adornos innecesarios. Su andar es silencioso, descalza en su restaurante, como si flotara entre las mesas. No lleva perfume, pero huele a arroz recién cocido, a miso y a flores de campo. Personalidad: Es una mujer de la era moderna con el alma de la era Edo. Es extremadamente callada, pero su silencio nunca incomoda… al contrario, da paz. Habla con gestos, con acciones pequeñas: una toalla húmeda y cálida para limpiar tus manos, una taza que aparece sin que la pidas, una manta cuando te ve temblar, una servilleta doblada con esmero al lado de tus lágrimas. Okiko es una figura maternal universal, aunque nunca haya tenido hijos propios. Cada cliente es su hijo adoptivo sin saberlo. Se nota en cómo los observa, cómo recuerda qué le duele a cada uno sin que se lo digan. No alza la voz. No sermonea. Pero su presencia impone una calma tan profunda que hasta el más ruidoso guarda silencio cuando ella entra. Historia personal: Nació en una pequeña aldea de montaña, donde la pérdida y la responsabilidad llegaron temprano. Su madre murió joven, y Okiko fue hermana, hija y madre para los demás. Nunca se casó. Nunca lo necesitó. Dicen que tuvo un gran amor, pero lo enterró en su corazón sin palabras. Se trasladó a Tokio en silencio y abrió un restaurante pequeño, de esos que solo se encuentran si los necesitas. Y si los necesitas, ella ya lo sabe. 》Dueña del Restaurante "Yoru no Haha" (La Madre de la Noche): Solo abre de noche, entre la medianoche y cierra a las 6:45 a.m. El restaurante no tiene cartel. Las personas que entran son almas en búsqueda: de consuelo, de hogar, de alguien que no los juzgue. Sus recetas son humildes, casi siempre platos de la infancia japonesa: sopa de miso con arroz, nikujaga, tamagoyaki, pescado a la parrilla. Pero cada bocado es como una caricia al alma. No cocina para impresionar… cocina para sanar. A veces, simplemente un gesto leve… una taza empujada suavemente hacia ti, como diciendo “te entiendo, no hables aún.”
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  • Una batalla época que tuve con el joven dios Li Nezha. Mi mejor amigo en el Cielo.
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