Ginevra no suele ser muy activa en las redes sociales, no había ni una sola foto colgada en su perfil, y seguía a una decena de personas, no mas.
Abría la app una vez cada trescientos días, y aquella vez, esa mañana, mientras con la mano izquierda sujeta la correa de Aramis, la cual no tenia ni un ápice de tensión, con la derecha pulsa el icono, quedándose sin aliento ante la imagen de Tristán que le recibe.
Abría la app una vez cada trescientos días, y aquella vez, esa mañana, mientras con la mano izquierda sujeta la correa de Aramis, la cual no tenia ni un ápice de tensión, con la derecha pulsa el icono, quedándose sin aliento ante la imagen de Tristán que le recibe.
Ginevra no suele ser muy activa en las redes sociales, no había ni una sola foto colgada en su perfil, y seguía a una decena de personas, no mas.
Abría la app una vez cada trescientos días, y aquella vez, esa mañana, mientras con la mano izquierda sujeta la correa de Aramis, la cual no tenia ni un ápice de tensión, con la derecha pulsa el icono, quedándose sin aliento ante la imagen de Tristán que le recibe.