En la penumbra de la trastienda, sobre su mesa de trabajo, se hallaba un jarrón de aspecto ancestral, superficie púrpura oscura y ligeramente agrietado. En su centro, una incrustación de rubí parecía un ojo dormido. Raden se quito sus guantes y pasó un dedo sobre el borde de las asas angulares. Cerró los ojos, rastreando la cicatriz psiquica que el objeto llevaba en su esencia.
— Aja, ahí estás... —susurró con sonrisa juguetona— ¡Es hora de estirar esas piernas, pequeña maravilla! ~
Un destello púrpura emanó de su toque, recorriendo las grietas del jarrón. El cristal de rubí se encendió con una luz interna. Del jarrón, como humo solidificado, emergió una criaturita de no más de sesenta centímetros.
Bípeda, cuerpo regordete, y colita rígida y geométrica que recordaba a los adornos del jarrón. En su rostro, un ojo imitaba la gema de rubí original, brillante y penetrante; el otro, asemejaba un botón negro. Su boca era irregular y dentada, con un resplandecer magenta, al igual que toda el aura que la rodeaba.
La criaturita aterrizó en silencio sobre la mesa, girando su cabeza de un lado a otro, sus ojos escaneando el entorno.
"Glorp?" —emitió la criatura.
Raden soltó una risita suave. ¡Era una obra de arte viviente, torpe y adorable!
— Owwwww, ¡Que criaturita tan tierna! —exclamó, tomandola en brazos. La criatura se dejó acariciar, emitiendo un ronroneo metálico— ¿debería dejarte suelta por mi tienda, hm? ¿O deberías volver a casa? Difícil decisión...
Al dejarla en el piso, la personificación de la reliquia se deslizó por el lugar con curiosidad torpe.
"¡Womp-mp-mp!" —exclamó con sorpresa al tropezar con una pata de la mesa, haciendo ruiditos de chasquidos, gorjeos y pequeños zumbidos mientras investigaba las sombras.
Otro eco había encontrado su forma. Era un explorador, un guardian juguetón nacido de una obsesión. Y ahora, tenía toda la tienda como su nuevo hogar.
— Aja, ahí estás... —susurró con sonrisa juguetona— ¡Es hora de estirar esas piernas, pequeña maravilla! ~
Un destello púrpura emanó de su toque, recorriendo las grietas del jarrón. El cristal de rubí se encendió con una luz interna. Del jarrón, como humo solidificado, emergió una criaturita de no más de sesenta centímetros.
Bípeda, cuerpo regordete, y colita rígida y geométrica que recordaba a los adornos del jarrón. En su rostro, un ojo imitaba la gema de rubí original, brillante y penetrante; el otro, asemejaba un botón negro. Su boca era irregular y dentada, con un resplandecer magenta, al igual que toda el aura que la rodeaba.
La criaturita aterrizó en silencio sobre la mesa, girando su cabeza de un lado a otro, sus ojos escaneando el entorno.
"Glorp?" —emitió la criatura.
Raden soltó una risita suave. ¡Era una obra de arte viviente, torpe y adorable!
— Owwwww, ¡Que criaturita tan tierna! —exclamó, tomandola en brazos. La criatura se dejó acariciar, emitiendo un ronroneo metálico— ¿debería dejarte suelta por mi tienda, hm? ¿O deberías volver a casa? Difícil decisión...
Al dejarla en el piso, la personificación de la reliquia se deslizó por el lugar con curiosidad torpe.
"¡Womp-mp-mp!" —exclamó con sorpresa al tropezar con una pata de la mesa, haciendo ruiditos de chasquidos, gorjeos y pequeños zumbidos mientras investigaba las sombras.
Otro eco había encontrado su forma. Era un explorador, un guardian juguetón nacido de una obsesión. Y ahora, tenía toda la tienda como su nuevo hogar.
En la penumbra de la trastienda, sobre su mesa de trabajo, se hallaba un jarrón de aspecto ancestral, superficie púrpura oscura y ligeramente agrietado. En su centro, una incrustación de rubí parecía un ojo dormido. Raden se quito sus guantes y pasó un dedo sobre el borde de las asas angulares. Cerró los ojos, rastreando la cicatriz psiquica que el objeto llevaba en su esencia.
— Aja, ahí estás... —susurró con sonrisa juguetona— ¡Es hora de estirar esas piernas, pequeña maravilla! ~
Un destello púrpura emanó de su toque, recorriendo las grietas del jarrón. El cristal de rubí se encendió con una luz interna. Del jarrón, como humo solidificado, emergió una criaturita de no más de sesenta centímetros.
Bípeda, cuerpo regordete, y colita rígida y geométrica que recordaba a los adornos del jarrón. En su rostro, un ojo imitaba la gema de rubí original, brillante y penetrante; el otro, asemejaba un botón negro. Su boca era irregular y dentada, con un resplandecer magenta, al igual que toda el aura que la rodeaba.
La criaturita aterrizó en silencio sobre la mesa, girando su cabeza de un lado a otro, sus ojos escaneando el entorno.
"Glorp?" —emitió la criatura.
Raden soltó una risita suave. ¡Era una obra de arte viviente, torpe y adorable!
— Owwwww, ¡Que criaturita tan tierna! —exclamó, tomandola en brazos. La criatura se dejó acariciar, emitiendo un ronroneo metálico— ¿debería dejarte suelta por mi tienda, hm? ¿O deberías volver a casa? Difícil decisión...
Al dejarla en el piso, la personificación de la reliquia se deslizó por el lugar con curiosidad torpe.
"¡Womp-mp-mp!" —exclamó con sorpresa al tropezar con una pata de la mesa, haciendo ruiditos de chasquidos, gorjeos y pequeños zumbidos mientras investigaba las sombras.
Otro eco había encontrado su forma. Era un explorador, un guardian juguetón nacido de una obsesión. Y ahora, tenía toda la tienda como su nuevo hogar.