En una tarde tibia y tranquila, el Pequeño Vagabundo se encontraba sentado sobre una roca, con las piernas colgando y un pedazo de pan en la mano. A su lado, Don Niebla permanecía de pie, inmóvil como una estatua elegante pero vigilante. Frente a él, un viajero curioso —de mirada aguda y con expresión desconcertada— lo observaba con intriga.
—Oye, pequeño… —preguntó mientras se agachaba a su altura—. Esa cosa que hiciste… esas burbujas que salieron de tus manos. ¿Qué clase de poder es ese?
El Pequeño Vagabundo se quedó quieto por un segundo. Parpadeó. Luego dio un gran mordisco al pan, masticó con entusiasmo y, al terminar, se limpió las migas con la manga. Entonces, con una expresión inusualmente seria para su edad, se acomodó en su lugar como si estuviera a punto de dar una clase importante.
—¡Eso se llama Nen! —dijo alzando un dedo—. Es el arte de usar el aura que todos tenemos, pero poquitos saben cómo sacarla. No es magia ni truco, es como… como aprender a respirar de otra forma.
El viajero arqueó una ceja. El niño continuó:
—Primero tienes que aprender las Cuatro Principales Técnicas:
**Ten**, que es para rodearte de tu aura y protegerte;
**Zetsu**, para apagarla y ocultarte;
**Ren**, que es para expandirla y hacerte más fuerte; y ...
**Hatsu**, que es tu habilidad personal, ¡la más importante! —explicó animadamente mientras dibujaba figuras en el aire con sus dedos—.
—Luego están los tipos de aura. Existen seis:
1. **Potenciadores**, que hacen más fuerte su cuerpo o sus golpes.
2. **Emisores**, que lanzan su aura lejos, como una onda o bala.
3. **Manipuladores**, que controlan cosas o seres con su aura.
4. **Conjuradores**, como yo, que creamos cosas con nuestra aura.
5. **Transmutadores**, que transforman su aura en algo diferente, como hilo elástico o electricidad.
6. **Especialistas**, que tienen poderes únicos que no entran en los otros.
El Pequeño Vagabundo estiró el brazo y de su palma empezó a formarse una burbuja en espiral con forma de disco flotante, que brillaba como una pompa de jabón con reflejos de arcoíris.
—Yo soy un **Conjurador**, porque creé a Don Niebla y mis burbujas-disco. Pero también soy un poco **Transmutador**, porque mis burbujas pueden comportarse raro, ¡como si tuvieran emociones!
El viajero no podía disimular su asombro.
—¿Y cómo sabes eso tan bien? —preguntó.
—Hisoka me lo enseñó —respondió con naturalidad—. Me dio libros, me entrenó, me arrojó cosas raras mientras dormía y me hacía esquivar patadas ¡con los ojos vendados!
Entonces, el niño entrecerró los ojos, miró fijamente al viajero, y le sonrió con picardía. Estiró sus dos manos hacia los lados, girando los dedos lentamente.
—Y tú… —dijo—. Por cómo te mueves cuando hablas, cómo miras rápido pero con desconfianza, y cómo tu voz cambia cuando mientes poquito… ¡diría que eres un Manipulador! O quizás un Emisor, pero sólo si eres bueno fingiendo calma cuando te enfadas.
El viajero dio un paso atrás, sorprendido de sentirse tan "leído" por un niño tan pequeño.
—¿Cómo lo…?
—Hisoka también me enseñó eso. Me dijo que el aura y la personalidad a veces caminan de la manita. —Se encogió de hombros—. Aunque igual puedo fallar… ¡soy pequeño todavía!
Luego alzó la burbuja con ambas manos y la dejó flotar. Esta se alejó suavemente, reflejando el sol poniente.
—¡Pero es divertido aprender! El Nen no solo sirve para pelear. Es como una extensión de lo que uno siente. Y yo… yo siento muchas cosas. Por eso Don Niebla existe, ¿sabes?
—¡Ajá! —exclamó el pequeño, apuntando con un dedo entusiasta al hombre—. Eres un Potenciador.
El viajero arqueó una ceja, curioso.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó con voz rasposa, apenas audible.
El niño hinchó el pecho con orgullo.
–Las personas como tú no hacen mucho escándalo, ¡pero pueden derribar una montaña de un solo golpe si lo necesitan! ¡Y eres muy directo, incluso cuando callas!.
Y así, el Pequeño Vagabundo siguió hablando, explicando con entusiasmo infantil algo tan complejo como el Nen, dejando claro que, aunque pequeño, su alma era grande y brillante como su aura.
En una tarde tibia y tranquila, el Pequeño Vagabundo se encontraba sentado sobre una roca, con las piernas colgando y un pedazo de pan en la mano. A su lado, Don Niebla permanecía de pie, inmóvil como una estatua elegante pero vigilante. Frente a él, un viajero curioso —de mirada aguda y con expresión desconcertada— lo observaba con intriga.
—Oye, pequeño… —preguntó mientras se agachaba a su altura—. Esa cosa que hiciste… esas burbujas que salieron de tus manos. ¿Qué clase de poder es ese?
El Pequeño Vagabundo se quedó quieto por un segundo. Parpadeó. Luego dio un gran mordisco al pan, masticó con entusiasmo y, al terminar, se limpió las migas con la manga. Entonces, con una expresión inusualmente seria para su edad, se acomodó en su lugar como si estuviera a punto de dar una clase importante.
—¡Eso se llama Nen! —dijo alzando un dedo—. Es el arte de usar el aura que todos tenemos, pero poquitos saben cómo sacarla. No es magia ni truco, es como… como aprender a respirar de otra forma.
El viajero arqueó una ceja. El niño continuó:
—Primero tienes que aprender las Cuatro Principales Técnicas:
**Ten**, que es para rodearte de tu aura y protegerte;
**Zetsu**, para apagarla y ocultarte;
**Ren**, que es para expandirla y hacerte más fuerte; y ...
**Hatsu**, que es tu habilidad personal, ¡la más importante! —explicó animadamente mientras dibujaba figuras en el aire con sus dedos—.
—Luego están los tipos de aura. Existen seis:
1. **Potenciadores**, que hacen más fuerte su cuerpo o sus golpes.
2. **Emisores**, que lanzan su aura lejos, como una onda o bala.
3. **Manipuladores**, que controlan cosas o seres con su aura.
4. **Conjuradores**, como yo, que creamos cosas con nuestra aura.
5. **Transmutadores**, que transforman su aura en algo diferente, como hilo elástico o electricidad.
6. **Especialistas**, que tienen poderes únicos que no entran en los otros.
El Pequeño Vagabundo estiró el brazo y de su palma empezó a formarse una burbuja en espiral con forma de disco flotante, que brillaba como una pompa de jabón con reflejos de arcoíris.
—Yo soy un **Conjurador**, porque creé a Don Niebla y mis burbujas-disco. Pero también soy un poco **Transmutador**, porque mis burbujas pueden comportarse raro, ¡como si tuvieran emociones!
El viajero no podía disimular su asombro.
—¿Y cómo sabes eso tan bien? —preguntó.
—Hisoka me lo enseñó —respondió con naturalidad—. Me dio libros, me entrenó, me arrojó cosas raras mientras dormía y me hacía esquivar patadas ¡con los ojos vendados!
Entonces, el niño entrecerró los ojos, miró fijamente al viajero, y le sonrió con picardía. Estiró sus dos manos hacia los lados, girando los dedos lentamente.
—Y tú… —dijo—. Por cómo te mueves cuando hablas, cómo miras rápido pero con desconfianza, y cómo tu voz cambia cuando mientes poquito… ¡diría que eres un Manipulador! O quizás un Emisor, pero sólo si eres bueno fingiendo calma cuando te enfadas.
El viajero dio un paso atrás, sorprendido de sentirse tan "leído" por un niño tan pequeño.
—¿Cómo lo…?
—Hisoka también me enseñó eso. Me dijo que el aura y la personalidad a veces caminan de la manita. —Se encogió de hombros—. Aunque igual puedo fallar… ¡soy pequeño todavía!
Luego alzó la burbuja con ambas manos y la dejó flotar. Esta se alejó suavemente, reflejando el sol poniente.
—¡Pero es divertido aprender! El Nen no solo sirve para pelear. Es como una extensión de lo que uno siente. Y yo… yo siento muchas cosas. Por eso Don Niebla existe, ¿sabes?
—¡Ajá! —exclamó el pequeño, apuntando con un dedo entusiasta al hombre—. Eres un Potenciador.
El viajero arqueó una ceja, curioso.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó con voz rasposa, apenas audible.
El niño hinchó el pecho con orgullo.
–Las personas como tú no hacen mucho escándalo, ¡pero pueden derribar una montaña de un solo golpe si lo necesitan! ¡Y eres muy directo, incluso cuando callas!.
Y así, el Pequeño Vagabundo siguió hablando, explicando con entusiasmo infantil algo tan complejo como el Nen, dejando claro que, aunque pequeño, su alma era grande y brillante como su aura.