ㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤ➧ sᴛᴀʀᴛᴇʀ
Chloe Decker I Fᴇᴍ AU I
La tensión en la cuidad de plata era palpable, la corte celestial se encontraba reunida pero dividida en dos bandos. Por un lado se encontraban los que depositaban una confianza ciega en el creador y por el otro, aquellos que se encontraban al borde de la locura; en sus rostros se reflejaba la preocupación, la angustia y la desesperación. No había que ser un genio para darse de cuenta de que no les faltaba demasiado para arrancarse una por una las plumas de sus alas.
Era una reacción lógica, el todopoderoso había tomado un pequeño receso de sus vacaciones indefinida, había ascendido a los cielos a ponerlo todo de cabeza y no parecía inmutarse por ello.
Los murmullos de cientos de ángeles junto a los murmullos de los principales miembros de la Corte celestial hacian eco en cada rincón del paraíso. Como regla principal, todos los habitantes de la cuidad de plata tenían estrictamente prohibido pelear entre si y por ello estaban debatiendo sobre quien sería el elegido para darle una devolución al padre de todo que agurdaba impaciente en el centro del salón manteniendo su forma humana.
──No es necesario que murmuren o que susurren entre ustedes, puedo oirlos...── Menciono en un tono similar al de un regaño y con ello, el silencio se instalo en ese salón hecho de oro y mármol blanco. ──No les estoy pidiendo permiso, mucho menos quiero su opinión. Les estoy diciendo que voy a hacer con el fin de evitar que tomen a mi nieto, es decir a su sobrino, como una amenaza a la que deben erradicar.── Dios era consciente de que estaba tratando un tema delicado pero sabía exactamente lo que estaba haciendo al traer a la mesa el anuncio de que le daría a Lucifer, el hijo desterrado, un retoño y por si no fuera poco... La humana con la que había decidido compartir su vida seria la madre de ese ser. Simplemente inaceptable y no tardaron en saltarse las reglas de votación para tomar la palabra.
El primero en hacerlo fue Amenadiel, el nuevo mensajero, un ángel que suplia a Gabriel en lo que este cumplía con sus deberes en la tierra.
“Tampoco estoy del todo de acuerdo con papá pero confío en él. Si ha tomado esa decisión es porque sabe que el niño no será un peligro para nosotros o para sus padres, ni siquiera para los humanos." Explicó volteando a ver los rostros de sus hermanos y hermanas, buscando que alguien más compartiera su punto de vista pero solo un puñado de ellos asintieron.
"Lamento mucho ser quien les recuerde lo que paso la última vez que los nephillim caminaron en la tierra." Mikha'el fue quien tomó la palabra posicionandose en mitad del salón, muy cerca del creador, para que todos pudieran verlo bien. "Esas criaturas no solo eran fruto del pecado, que es algo muy del estilo de nuestro hermano Lucifer, si no que también se convertían en gigantes incontrolables que arrasaban con todo a su paso. ¿Queremos una segunda invasión de esas abominaciones? ¿O es que en tus planes hay una segunda inundación para tus hijos favoritos, papá? No olvides que tu nuevo favorito vive en la tierra." Espetó el comandante de las huestes celestiales, desafiando a su padre no solo con la mirada, también con sus palabras que lanzo como si fuesen dagas filosas.
──Lo dices como si no pudiera traer a Jamie aquí, Miguel... Agradezco tu preocupación por él pero no corre peligro alguno, su bienestar y seguridad es algo que contemple antes de tomar esta decisión por agrandar la familia. ── Chuck sonrió por el comentario de su hijo, que entre los celos hacia Lucifer y el resentimiento por la atención extra que recibían las demás creaciónes, paso por alto con quien estaba hablando. ──Su condición de mortal no lo hace inferior a ti, lo hace más valioso. Aunque, si eso es un problema puedo darle tu divinidad, tu gracia y darte la oportunidad de experimentar lo que es la humanidad... O quizás debería enviarte a la tierra a cumplir con alguna labor similar a la que le di a Gabriel porque a él no lo escucho quejarse y contigo, hijo mio, no puedo decir lo mismo.── El arcángel bajo la mirada al oir las severas palabras de su padre. Se había dejado llevar por las emociones del momento que hasta había olvidado que a Lucifer lo habían desterrado del paraíso sin siquiera darle la oportunidad de excusarse por sus acciones.
Todos en el cielo sabían que Dios castigaba primero y preguntaba después, cientos de siglos después, y si es que recordaba hacerlo. La prueba de ello era el mismísimo lucero del alba al que le estaban por obsequiar un milagro más no el perdón o la oportunidad de regresar al que alguna vez fue su hogar.
"Mal interpretas mis palabras, padre. Intento ayudarte a que veas con claridad. Lo que quieres hacer es..." Mikha'el cerró la boca al ver que Chuck alzaba la mano y juntaba el dedo pulgar con el indice como última advertencia. Los angeles exclamaron al unísono, sabían que sucedía cuando Dios chasqueaba los dedos, podía ocurrir un milagro o podía ser el fin de algo y dada la circunstancia, la permanencia del arcángel en el paraíso pendía de un hilo muy delgado.
──Gracias por tu silencio, hijo. ¿Alguien más quiere aportar algo o quizás entregarme algún obsequio para la futura madre de mi nieto? ¿Que tal algún regalo para su futuro sobrino?.── Preguntó en un tono animado que rayaba en la burla y la provocación.
Nadie se atrevió a decir nada más al respecto pero tampoco se acercaron a entregarle nada, se quedaron observandolo, quietos como las columnas de oro que decoraban el salón.
──Muy bien... Eso es todo, pueden regresar a sus actividades excepto tú Amenadiel. Tú vendrás conmigo y el resto, espero sean amables con su sobrino cuando lo conozcan; ya estan bastantes mayores como para recibir castigos.── Chuck miró directamente hacia Mikha'el y cuando Amenadiel llego a su lado, abandonaron el salón.
ㅤ𝚃𝙸𝙴𝚁𝚁𝙰 𝟼𝟼𝟼 - 𝟿 𝙼𝙴𝚂𝙴𝚂 𝙳𝙴𝚂𝙿𝚄𝙴𝚂.
El día había llegado, era una mañana radiante y cálida de primavera. Las calles estaban decoradas con telarañas, calaveras y calabazas; incluso el hospital estaba decorado con motivo de halloween, una celebración que a diferencia de lo que solían decir no le disgustaba al creador. De hecho, lo encontraba muy divertido e ingenioso porque a pesar de todo se viera tétrico, viejo, o muerto nada era lo que parecía ser.
Chuck llegó a la recepción del hospital y se anunció con la secretaria que estaba vestida como una bruja.
"Buenos días, señor. ¿Nombre del paciente al que va a visitar?“ preguntó la mujer mientras abría un archivo en la computadora.
──A mi nuera, su nombre es Chloe Decker.── Respondió con amabalidad aunque supiera que iba a decirle la mujer.
"Chloe Decker..." Repitió la secretaria hasta que dio con el nombre en la lista. "Si, señor. Aquí esta, llega a tiempo; la señorita Decker tuvo a su bebé en la madrugada" le informo y procedió a entregarle un gafete que acreditaba a Chuck como visita. Luego le indico que camino debía tomar para llegar a la habitacion número 221.
──Gracias, Maggie. Ten un lindo día.── Chuck se dio la vuelta y la mujer bajó la visto a la solapa de su chaleco donde normalmente estaría su tarjeta de presentación con su nombre pero esta vez no estaba allí, por las prisas no la había traído consigo.
Se encogió de hombros, pensando en que quizás le habría dicho su nombre en algún momento de la conversación y restandole importancia al asunto regreso a su trabajo.
Por su parte, Chuck se dejó guiar por energía del pequeño. Aquella que le había quitado a Lucifer como castigo y que ahora entendía porque lo había hecho, alguien más iba a necesitarla, y ese alguien acababa de nacer.
Antes de que el niño fuese concebido, como su abuelo, Dios había hablado con ese ser cuando era un alma en forma de esfera de luz y de todos los candidatos que se habían ofrecido, escogió al que había suplicado para ser hijo de Chloe. El resto había pedido ser elegidos para aprender de los humanos, para ayudarlos, para ser unos ellos, para experimentar pero solo uno había priorizado a la madre que lo llevaría en el vientre.
Giró por última vez en el corredor y avanzo hasta dar con la habitación 221, no golpeó para entrar, solo abrió la puerta y entró. Ahí estaba Chloe, iluminada por los rayos de sol que entraban por la ventana, recostada con su bebé en brazos y rodeada de arreglos florales.
Chloe al percatarse del extraño que había entrado sin anunciarse, se abrazo a su bebé con un solo brazo y con el otro parecía estar buscando algo en la mesa noche.
──No necesito ver tu placa, Chloe. Sé que eres policía y no estoy aquí para hacerles daño si no, para conocer a mi nieto.── Menciono con naturalidad sin moverse de su lugar pero al notar que la desconfianza no se esfumaba, agregó. ──El bebé es un niño, pesa tres kilogramos y tiene tus ojos. Nació a las tres de la madrugada, eso te asusto dada la naturaleza de su padre y me pediste a mi que por favor les diera la bendición de que el pequeño se viera normal, ¿olvide de mencionar algo?...
ㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤ➧ sᴛᴀʀᴛᴇʀ [detectiveCDecker]
La tensión en la cuidad de plata era palpable, la corte celestial se encontraba reunida pero dividida en dos bandos. Por un lado se encontraban los que depositaban una confianza ciega en el creador y por el otro, aquellos que se encontraban al borde de la locura; en sus rostros se reflejaba la preocupación, la angustia y la desesperación. No había que ser un genio para darse de cuenta de que no les faltaba demasiado para arrancarse una por una las plumas de sus alas.
Era una reacción lógica, el todopoderoso había tomado un pequeño receso de sus vacaciones indefinida, había ascendido a los cielos a ponerlo todo de cabeza y no parecía inmutarse por ello.
Los murmullos de cientos de ángeles junto a los murmullos de los principales miembros de la Corte celestial hacian eco en cada rincón del paraíso. Como regla principal, todos los habitantes de la cuidad de plata tenían estrictamente prohibido pelear entre si y por ello estaban debatiendo sobre quien sería el elegido para darle una devolución al padre de todo que agurdaba impaciente en el centro del salón manteniendo su forma humana.
──No es necesario que murmuren o que susurren entre ustedes, puedo oirlos...── Menciono en un tono similar al de un regaño y con ello, el silencio se instalo en ese salón hecho de oro y mármol blanco. ──No les estoy pidiendo permiso, mucho menos quiero su opinión. Les estoy diciendo que voy a hacer con el fin de evitar que tomen a mi nieto, es decir a su sobrino, como una amenaza a la que deben erradicar.── Dios era consciente de que estaba tratando un tema delicado pero sabía exactamente lo que estaba haciendo al traer a la mesa el anuncio de que le daría a Lucifer, el hijo desterrado, un retoño y por si no fuera poco... La humana con la que había decidido compartir su vida seria la madre de ese ser. Simplemente inaceptable y no tardaron en saltarse las reglas de votación para tomar la palabra.
El primero en hacerlo fue Amenadiel, el nuevo mensajero, un ángel que suplia a Gabriel en lo que este cumplía con sus deberes en la tierra.
“Tampoco estoy del todo de acuerdo con papá pero confío en él. Si ha tomado esa decisión es porque sabe que el niño no será un peligro para nosotros o para sus padres, ni siquiera para los humanos." Explicó volteando a ver los rostros de sus hermanos y hermanas, buscando que alguien más compartiera su punto de vista pero solo un puñado de ellos asintieron.
"Lamento mucho ser quien les recuerde lo que paso la última vez que los nephillim caminaron en la tierra." Mikha'el fue quien tomó la palabra posicionandose en mitad del salón, muy cerca del creador, para que todos pudieran verlo bien. "Esas criaturas no solo eran fruto del pecado, que es algo muy del estilo de nuestro hermano Lucifer, si no que también se convertían en gigantes incontrolables que arrasaban con todo a su paso. ¿Queremos una segunda invasión de esas abominaciones? ¿O es que en tus planes hay una segunda inundación para tus hijos favoritos, papá? No olvides que tu nuevo favorito vive en la tierra." Espetó el comandante de las huestes celestiales, desafiando a su padre no solo con la mirada, también con sus palabras que lanzo como si fuesen dagas filosas.
──Lo dices como si no pudiera traer a Jamie aquí, Miguel... Agradezco tu preocupación por él pero no corre peligro alguno, su bienestar y seguridad es algo que contemple antes de tomar esta decisión por agrandar la familia. ── Chuck sonrió por el comentario de su hijo, que entre los celos hacia Lucifer y el resentimiento por la atención extra que recibían las demás creaciónes, paso por alto con quien estaba hablando. ──Su condición de mortal no lo hace inferior a ti, lo hace más valioso. Aunque, si eso es un problema puedo darle tu divinidad, tu gracia y darte la oportunidad de experimentar lo que es la humanidad... O quizás debería enviarte a la tierra a cumplir con alguna labor similar a la que le di a Gabriel porque a él no lo escucho quejarse y contigo, hijo mio, no puedo decir lo mismo.── El arcángel bajo la mirada al oir las severas palabras de su padre. Se había dejado llevar por las emociones del momento que hasta había olvidado que a Lucifer lo habían desterrado del paraíso sin siquiera darle la oportunidad de excusarse por sus acciones.
Todos en el cielo sabían que Dios castigaba primero y preguntaba después, cientos de siglos después, y si es que recordaba hacerlo. La prueba de ello era el mismísimo lucero del alba al que le estaban por obsequiar un milagro más no el perdón o la oportunidad de regresar al que alguna vez fue su hogar.
"Mal interpretas mis palabras, padre. Intento ayudarte a que veas con claridad. Lo que quieres hacer es..." Mikha'el cerró la boca al ver que Chuck alzaba la mano y juntaba el dedo pulgar con el indice como última advertencia. Los angeles exclamaron al unísono, sabían que sucedía cuando Dios chasqueaba los dedos, podía ocurrir un milagro o podía ser el fin de algo y dada la circunstancia, la permanencia del arcángel en el paraíso pendía de un hilo muy delgado.
──Gracias por tu silencio, hijo. ¿Alguien más quiere aportar algo o quizás entregarme algún obsequio para la futura madre de mi nieto? ¿Que tal algún regalo para su futuro sobrino?.── Preguntó en un tono animado que rayaba en la burla y la provocación.
Nadie se atrevió a decir nada más al respecto pero tampoco se acercaron a entregarle nada, se quedaron observandolo, quietos como las columnas de oro que decoraban el salón.
──Muy bien... Eso es todo, pueden regresar a sus actividades excepto tú Amenadiel. Tú vendrás conmigo y el resto, espero sean amables con su sobrino cuando lo conozcan; ya estan bastantes mayores como para recibir castigos.── Chuck miró directamente hacia Mikha'el y cuando Amenadiel llego a su lado, abandonaron el salón.
ㅤ𝚃𝙸𝙴𝚁𝚁𝙰 𝟼𝟼𝟼 - 𝟿 𝙼𝙴𝚂𝙴𝚂 𝙳𝙴𝚂𝙿𝚄𝙴𝚂.
El día había llegado, era una mañana radiante y cálida de primavera. Las calles estaban decoradas con telarañas, calaveras y calabazas; incluso el hospital estaba decorado con motivo de halloween, una celebración que a diferencia de lo que solían decir no le disgustaba al creador. De hecho, lo encontraba muy divertido e ingenioso porque a pesar de todo se viera tétrico, viejo, o muerto nada era lo que parecía ser.
Chuck llegó a la recepción del hospital y se anunció con la secretaria que estaba vestida como una bruja.
"Buenos días, señor. ¿Nombre del paciente al que va a visitar?“ preguntó la mujer mientras abría un archivo en la computadora.
──A mi nuera, su nombre es Chloe Decker.── Respondió con amabalidad aunque supiera que iba a decirle la mujer.
"Chloe Decker..." Repitió la secretaria hasta que dio con el nombre en la lista. "Si, señor. Aquí esta, llega a tiempo; la señorita Decker tuvo a su bebé en la madrugada" le informo y procedió a entregarle un gafete que acreditaba a Chuck como visita. Luego le indico que camino debía tomar para llegar a la habitacion número 221.
──Gracias, Maggie. Ten un lindo día.── Chuck se dio la vuelta y la mujer bajó la visto a la solapa de su chaleco donde normalmente estaría su tarjeta de presentación con su nombre pero esta vez no estaba allí, por las prisas no la había traído consigo.
Se encogió de hombros, pensando en que quizás le habría dicho su nombre en algún momento de la conversación y restandole importancia al asunto regreso a su trabajo.
Por su parte, Chuck se dejó guiar por energía del pequeño. Aquella que le había quitado a Lucifer como castigo y que ahora entendía porque lo había hecho, alguien más iba a necesitarla, y ese alguien acababa de nacer.
Antes de que el niño fuese concebido, como su abuelo, Dios había hablado con ese ser cuando era un alma en forma de esfera de luz y de todos los candidatos que se habían ofrecido, escogió al que había suplicado para ser hijo de Chloe. El resto había pedido ser elegidos para aprender de los humanos, para ayudarlos, para ser unos ellos, para experimentar pero solo uno había priorizado a la madre que lo llevaría en el vientre.
Giró por última vez en el corredor y avanzo hasta dar con la habitación 221, no golpeó para entrar, solo abrió la puerta y entró. Ahí estaba Chloe, iluminada por los rayos de sol que entraban por la ventana, recostada con su bebé en brazos y rodeada de arreglos florales.
Chloe al percatarse del extraño que había entrado sin anunciarse, se abrazo a su bebé con un solo brazo y con el otro parecía estar buscando algo en la mesa noche.
──No necesito ver tu placa, Chloe. Sé que eres policía y no estoy aquí para hacerles daño si no, para conocer a mi nieto.── Menciono con naturalidad sin moverse de su lugar pero al notar que la desconfianza no se esfumaba, agregó. ──El bebé es un niño, pesa tres kilogramos y tiene tus ojos. Nació a las tres de la madrugada, eso te asusto dada la naturaleza de su padre y me pediste a mi que por favor les diera la bendición de que el pequeño se viera normal, ¿olvide de mencionar algo?...