• — Sometimes I can be a very elegant jewel... others just a show... others like a Greek muse... and sometimes I'm just the Bayou girl.—
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  • Compañeros a la fuerza. -Gremio de Aventureros-
    Fandom Original.
    Categoría Fantasía
    Skye llevaba casi dos años como aventurero, pero no había logrado más que subir a acero, la segunda categoría más baja dentro de la clasificación del gremio, y no se debía a que fuera un incompetente, un vago o un cobarde, sino por los problemas que había tenido desde el primer día en no querer aceptar a nadie como jinete. Ser un feral y pertenecer al gremio significaba que el líder del lugar tenía el derecho de emparejar a aventureros bípedos o humanoides, con los ferales, para que hicieran equipo, a veces, habiendo dos o tres parejas así en un solo grupo, pues los aventureros hacían equipos de entre tres a cinco integrantes, aunque si todos eran jinetes solía redondearse a seis. El dragón se había inscrito al poco tiempo de salir de la Academia de Avalar, uno de los tres grandes renios de los dragones repartidos por continentes del mundo. Estuvo entre los cinco mejores de su promoción, podría haber trabajado en la creación de gemas mágicas u otro trabajo cómodo y bien pagado, pero prefirió dedicarse a ayudar a los demás, como hizo su madre en su juventud, la cual, se convirtió bastante famosa al derrotar, con su equipo, a un Rey Demonio que surgió en un reino vecino. El dragón turquesa mantenía aquella información en secreto, estaba orgulloso de su madre, pero no quería utilizar la fama que esta había conseguido para conseguir un trato especial o para conseguir mejores trabajos, de hecho él solito se había ganado la fama de intratable, pero de vez en cuando algún incauto aventurero novato aceptaba la sugerencia del líder del gremio de que lo cogiera como compañero de equipo y montura. De hecho, Skye acababa de aterrizar hacía solo unos minutos en una zona habilitada para ello cerca del gremio y un aterrado y joven aventurero, un furr felino, se había bajado de él, cayendo a cuatro patas y alejándose con los ojos desorbitados de miedo.

    —Menudo alfeñique... —se burló el dragón, que esperó paciente a que un mozo se acercara para quitarle la silla de montar y demás arreos, que no incluía riendas, pues se había negado en redondo al ser solo un vuelo de prueba para el novato, que había metido la cabeza entre unos arbustos para vomitar.

    Satisfecho con el resultado, se alejó hacia el gremio, para informar a la recepcionista que el último aventurero que lo había "solicitado" como montura, había cambiado de idea durante el vuelo de prueba que todos los ferales hacían con sus respectivos jinetes, o circuito en caso de los ferales no voladores, como unicornios o similares. Skye ignoró las miradas de desaprobación de algunos compañeros de gremio, ferales y bípedos, que habían visto el "espectáculo" desde tierra. El único inconveniente para el dragón es que se había puesto perdido de barro y hojas cuando había realizado una maniobra pasando muy cerca de la orilla cenagosa del lago cercano y luego volado peligrosamente cerca de las copas de unos árboles del bosque más allá de las instalaciones del gremio. Entró por las puertas, adaptadas al tamaño de ferales como él, y alzó el hocico con una sonrisa de orgullo y victoria en el hocico, alguien en un rincón donde había una pizarra, hizo una marca bajo el nombre: Skye, siendo el quinto aventurero al que el dragón derrotaba en aquel mes. Se dirigió hacia el mostrador donde había una furr loba de unos treinta y tantos años que lo miró con el ceño fruncido.

    —Algún día darás con alguien que te ponga en tu sitio, Skye —le advirtió ella, añadiendo de nuevo su nombre a la lista de ferales disponibles como monturas, y en aquel momento no eran muchos, solo él.

    —No tengo culpa de que Greek no sepa elegir bien a mis jinetes, además, trabajo mejor si no llevo a nadie encima, ya lo he demostrado varias veces —replicó.

    —Te volverán a penalizar por esto, a este paso volverás a porcelana —le dijo ella con indiferencia, ignorando su mueca de preocupación.

    —Ese tipo casi me vomita encima y solo hice maniobras básicas si nos vemos obligados a luchar en el aire... —trató de defenderse.

    —Te creo, pero siempre puedes empezar por algo más sencillo y no por la máxima dificultad. Te tendría que tocar alguien que sepa que puede ponerte riendas sin necesidad de pedirte permiso, o que usara ciertos "equipos" complementarios para someterte —indicó divertida.

    —Eso sería como esclavizarme o algo peor... dejaría tirado a la primera de cambio a un jinete así.

    —Leíste el contrato, y lo firmaste, se que suena injusto, pero no todas las ventajas son para el jinete, sabes perfectamente que ellos también tienen limitaciones y obligaciones que cumplir para con su montura...

    En aquel momento abrió la puerta el felino al que había dejado vomitando, y furioso lo señaló con un dedo.

    —¡Pienso hablar de lo ocurrido con Greek! ¡Esto no quedará así! —juró antes de dirigirse a las puertas que llevaba al aseo del gremio, un lugar amplio y bien equipado, con un onsen u aguas termales, donde los aventureros podían asearse y relajarse.

    —Creo que esta vez te bajarán de categoría, lo siento por ti —dijo la loba encogiendo los hombros, como si pensara que se lo tenía bien merecido—. Deberías buscar a alguien que te ayude a darte un baño, pareces que te hubieras revolcado en el barro —le aconsejó.

    Con un gruñido de desánimo, el dragón se alejó hacia una mesa donde había un par de ferales que conocía, un grifo y otro dragón que lo "felicitaron" por su hazaña y lo invitaron a una bebida sin alcohol, para que les narrara lo que había pasado en el vuelo de prueba. Mientras, gente iba entrando o saliendo del gremio.
    Skye llevaba casi dos años como aventurero, pero no había logrado más que subir a acero, la segunda categoría más baja dentro de la clasificación del gremio, y no se debía a que fuera un incompetente, un vago o un cobarde, sino por los problemas que había tenido desde el primer día en no querer aceptar a nadie como jinete. Ser un feral y pertenecer al gremio significaba que el líder del lugar tenía el derecho de emparejar a aventureros bípedos o humanoides, con los ferales, para que hicieran equipo, a veces, habiendo dos o tres parejas así en un solo grupo, pues los aventureros hacían equipos de entre tres a cinco integrantes, aunque si todos eran jinetes solía redondearse a seis. El dragón se había inscrito al poco tiempo de salir de la Academia de Avalar, uno de los tres grandes renios de los dragones repartidos por continentes del mundo. Estuvo entre los cinco mejores de su promoción, podría haber trabajado en la creación de gemas mágicas u otro trabajo cómodo y bien pagado, pero prefirió dedicarse a ayudar a los demás, como hizo su madre en su juventud, la cual, se convirtió bastante famosa al derrotar, con su equipo, a un Rey Demonio que surgió en un reino vecino. El dragón turquesa mantenía aquella información en secreto, estaba orgulloso de su madre, pero no quería utilizar la fama que esta había conseguido para conseguir un trato especial o para conseguir mejores trabajos, de hecho él solito se había ganado la fama de intratable, pero de vez en cuando algún incauto aventurero novato aceptaba la sugerencia del líder del gremio de que lo cogiera como compañero de equipo y montura. De hecho, Skye acababa de aterrizar hacía solo unos minutos en una zona habilitada para ello cerca del gremio y un aterrado y joven aventurero, un furr felino, se había bajado de él, cayendo a cuatro patas y alejándose con los ojos desorbitados de miedo. —Menudo alfeñique... —se burló el dragón, que esperó paciente a que un mozo se acercara para quitarle la silla de montar y demás arreos, que no incluía riendas, pues se había negado en redondo al ser solo un vuelo de prueba para el novato, que había metido la cabeza entre unos arbustos para vomitar. Satisfecho con el resultado, se alejó hacia el gremio, para informar a la recepcionista que el último aventurero que lo había "solicitado" como montura, había cambiado de idea durante el vuelo de prueba que todos los ferales hacían con sus respectivos jinetes, o circuito en caso de los ferales no voladores, como unicornios o similares. Skye ignoró las miradas de desaprobación de algunos compañeros de gremio, ferales y bípedos, que habían visto el "espectáculo" desde tierra. El único inconveniente para el dragón es que se había puesto perdido de barro y hojas cuando había realizado una maniobra pasando muy cerca de la orilla cenagosa del lago cercano y luego volado peligrosamente cerca de las copas de unos árboles del bosque más allá de las instalaciones del gremio. Entró por las puertas, adaptadas al tamaño de ferales como él, y alzó el hocico con una sonrisa de orgullo y victoria en el hocico, alguien en un rincón donde había una pizarra, hizo una marca bajo el nombre: Skye, siendo el quinto aventurero al que el dragón derrotaba en aquel mes. Se dirigió hacia el mostrador donde había una furr loba de unos treinta y tantos años que lo miró con el ceño fruncido. —Algún día darás con alguien que te ponga en tu sitio, Skye —le advirtió ella, añadiendo de nuevo su nombre a la lista de ferales disponibles como monturas, y en aquel momento no eran muchos, solo él. —No tengo culpa de que Greek no sepa elegir bien a mis jinetes, además, trabajo mejor si no llevo a nadie encima, ya lo he demostrado varias veces —replicó. —Te volverán a penalizar por esto, a este paso volverás a porcelana —le dijo ella con indiferencia, ignorando su mueca de preocupación. —Ese tipo casi me vomita encima y solo hice maniobras básicas si nos vemos obligados a luchar en el aire... —trató de defenderse. —Te creo, pero siempre puedes empezar por algo más sencillo y no por la máxima dificultad. Te tendría que tocar alguien que sepa que puede ponerte riendas sin necesidad de pedirte permiso, o que usara ciertos "equipos" complementarios para someterte —indicó divertida. —Eso sería como esclavizarme o algo peor... dejaría tirado a la primera de cambio a un jinete así. —Leíste el contrato, y lo firmaste, se que suena injusto, pero no todas las ventajas son para el jinete, sabes perfectamente que ellos también tienen limitaciones y obligaciones que cumplir para con su montura... En aquel momento abrió la puerta el felino al que había dejado vomitando, y furioso lo señaló con un dedo. —¡Pienso hablar de lo ocurrido con Greek! ¡Esto no quedará así! —juró antes de dirigirse a las puertas que llevaba al aseo del gremio, un lugar amplio y bien equipado, con un onsen u aguas termales, donde los aventureros podían asearse y relajarse. —Creo que esta vez te bajarán de categoría, lo siento por ti —dijo la loba encogiendo los hombros, como si pensara que se lo tenía bien merecido—. Deberías buscar a alguien que te ayude a darte un baño, pareces que te hubieras revolcado en el barro —le aconsejó. Con un gruñido de desánimo, el dragón se alejó hacia una mesa donde había un par de ferales que conocía, un grifo y otro dragón que lo "felicitaron" por su hazaña y lo invitaron a una bebida sin alcohol, para que les narrara lo que había pasado en el vuelo de prueba. Mientras, gente iba entrando o saliendo del gremio.
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