• ────୨ৎ──── ¡Mucho gusto, me presento, soy Hakaro Hanazono, una chica universitaria y con una vida normal, no soy tan sociable que digamos, me considero alguien amable y honesta, aunque algo tímida, espero y hacer nuevos amigos, y conocer mejor a todos.

    — Dijo la chica pelirosa con una sonrisa amable en sus labios y sus ojos verdes observando los ajenos con atención y felicidad.
    ────୨ৎ──── ¡Mucho gusto, me presento, soy Hakaro Hanazono, una chica universitaria y con una vida normal, no soy tan sociable que digamos, me considero alguien amable y honesta, aunque algo tímida, espero y hacer nuevos amigos, y conocer mejor a todos. — Dijo la chica pelirosa con una sonrisa amable en sus labios y sus ojos verdes observando los ajenos con atención y felicidad.
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  • Brooke subió a la plataforma con paso firme. Las luces la envolvieron y la música comenzó a sonar, lento, pesado, provocador.

    No pensó. Solo dejó que su cuerpo hablara. Sus caderas comenzaron a moverse con ritmo, sensuales y seguros, mientras sus manos recorrían su cintura con calma. Cada paso era más natural, más suyo.

    Ya no era la chica temblorosa del primer día. Ahora, bailaba como si el escenario le perteneciera.

    #SeductiveSunday
    Brooke subió a la plataforma con paso firme. Las luces la envolvieron y la música comenzó a sonar, lento, pesado, provocador. No pensó. Solo dejó que su cuerpo hablara. Sus caderas comenzaron a moverse con ritmo, sensuales y seguros, mientras sus manos recorrían su cintura con calma. Cada paso era más natural, más suyo. Ya no era la chica temblorosa del primer día. Ahora, bailaba como si el escenario le perteneciera. #SeductiveSunday
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  • Fragmento: “La chica del gorro negro”
    La vio desde la ventana del café.
    No era como las demás.

    Cabello blanco como la escarcha, mirada ausente y una tristeza meticulosamente maquillada.
    Apoyaba su rostro en la mano, como si el mundo la pesara más que a nadie.
    Sus pecas parecían estrellas, pero esa tarde, ninguna brillaba.

    Mortis no solía acercarse a desconocidos, pero algo en ella —en su cansancio, en su silencio tan ensayado— le recordó a sí mismo.

    —¿Estás esperando a alguien? —preguntó, sin permiso, dejando su sombra caer sobre su mesa.

    Ella lo miró sin sorpresa. Como si ya supiera que él aparecería.
    Como si lo hubiera estado esperando desde siempre.

    —Sí —respondió con un suspiro leve—. Pero siempre llega tarde.

    No dijo más.
    Y sin saber por qué, él se sentó.
    Fragmento: “La chica del gorro negro” La vio desde la ventana del café. No era como las demás. Cabello blanco como la escarcha, mirada ausente y una tristeza meticulosamente maquillada. Apoyaba su rostro en la mano, como si el mundo la pesara más que a nadie. Sus pecas parecían estrellas, pero esa tarde, ninguna brillaba. Mortis no solía acercarse a desconocidos, pero algo en ella —en su cansancio, en su silencio tan ensayado— le recordó a sí mismo. —¿Estás esperando a alguien? —preguntó, sin permiso, dejando su sombra caer sobre su mesa. Ella lo miró sin sorpresa. Como si ya supiera que él aparecería. Como si lo hubiera estado esperando desde siempre. —Sí —respondió con un suspiro leve—. Pero siempre llega tarde. No dijo más. Y sin saber por qué, él se sentó.
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  • 𝗙𝗼𝘂𝗿𝘁𝗵𝘀𝗶𝗻 La chica que me vendió esto dijo que era una maravilla.
    No siento ningun cambio excepto que he pasado a ser una versión moderna del "hombre de hojalata".

    Quedará sólo en la anécdota, jajajaja.
    𝗙𝗼𝘂𝗿𝘁𝗵𝘀𝗶𝗻 La chica que me vendió esto dijo que era una maravilla. No siento ningun cambio excepto que he pasado a ser una versión moderna del "hombre de hojalata". Quedará sólo en la anécdota, jajajaja.
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  • 🪻 𝓤n 𝓡oce 𝓒armesí ◌᪲ ㅤ .ㅤ ︶ּ︶
    Fandom OC
    Categoría Romance
    Shizuka, una chica de gran belleza, con su cabello lila ondeante recogido en dos coletas y ojos celestes que brillaban como estrellas, formaba una pareja estable contigo desde hacía unos pocos meses. Vivían juntos en una hermosa casa frente a un lago, un entorno natural que complementaba perfectamente el origen de la chica. Hasta ese momento, Shizuka siempre se había mostrado afectuosa, tranquila, creativa e innovadora. Si bien a veces se disociaba y necesitaba su espacio, ambos habían logrado comprenderse y respetar sus momentos a solas, lo que les había permitido mantener una relación duradera.

    No obstante, en los últimos días, algo extraño estaba sucediendo con Shizuka. Últimamente, se la veía muy rojiza, con las mejillas y la frente sonrojadas, y evitaba a toda costa el contacto físico desde hacía tres días. Cualquier roce la hacía erizarse y se alejaba rápidamente, mirando a su pareja con temblor. Antes, solían dormir abrazados, ver películas juntos o simplemente acurrucarse, pero esa rutina había desaparecido. Ahora, ella siempre desayunaba con la cabeza gacha, mordiéndose el labio, como si intentara contener un sonido que no quería que saliera.

    Un día, en la tarde del tercer día, su pareja se cansó de la situación. Al entrar a la habitación, Shizuka estaba de pie cerca de la cama; sus manos apretaban con fuerza entre sus muslos, mientras soltaba jadeos contenidos, con el rostro completamente rojo. Quitó una mano de allí, llevándola a sus labios, y alzó lentamente su rostro hacia el chico. Shizuka era una Shal'Zorin, lo que significaba que era mitad gata y mitad humana. Para las gatas, es común que cada cierto tiempo entren en celo, un período en el que se descontrolan. Si su pareja se ponía a analizar, Shizuka mostraba todas esas características. Pero, hasta ahora, ellos no habían tenido intimidad. ¿Cómo acabaría esto?
    Shizuka, una chica de gran belleza, con su cabello lila ondeante recogido en dos coletas y ojos celestes que brillaban como estrellas, formaba una pareja estable contigo desde hacía unos pocos meses. Vivían juntos en una hermosa casa frente a un lago, un entorno natural que complementaba perfectamente el origen de la chica. Hasta ese momento, Shizuka siempre se había mostrado afectuosa, tranquila, creativa e innovadora. Si bien a veces se disociaba y necesitaba su espacio, ambos habían logrado comprenderse y respetar sus momentos a solas, lo que les había permitido mantener una relación duradera. No obstante, en los últimos días, algo extraño estaba sucediendo con Shizuka. Últimamente, se la veía muy rojiza, con las mejillas y la frente sonrojadas, y evitaba a toda costa el contacto físico desde hacía tres días. Cualquier roce la hacía erizarse y se alejaba rápidamente, mirando a su pareja con temblor. Antes, solían dormir abrazados, ver películas juntos o simplemente acurrucarse, pero esa rutina había desaparecido. Ahora, ella siempre desayunaba con la cabeza gacha, mordiéndose el labio, como si intentara contener un sonido que no quería que saliera. Un día, en la tarde del tercer día, su pareja se cansó de la situación. Al entrar a la habitación, Shizuka estaba de pie cerca de la cama; sus manos apretaban con fuerza entre sus muslos, mientras soltaba jadeos contenidos, con el rostro completamente rojo. Quitó una mano de allí, llevándola a sus labios, y alzó lentamente su rostro hacia el chico. Shizuka era una Shal'Zorin, lo que significaba que era mitad gata y mitad humana. Para las gatas, es común que cada cierto tiempo entren en celo, un período en el que se descontrolan. Si su pareja se ponía a analizar, Shizuka mostraba todas esas características. Pero, hasta ahora, ellos no habían tenido intimidad. ¿Cómo acabaría esto?
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  • ´´estamos todos de acuerdo que un auto es mas cómodo para dormir no? ja..´´

    -Exclamo refunfuñando la chica que no había alcanzado a pagar la renta de aquel mes di del otro... ni del otro
    ´´estamos todos de acuerdo que un auto es mas cómodo para dormir no? ja..´´ -Exclamo refunfuñando la chica que no había alcanzado a pagar la renta de aquel mes di del otro... ni del otro
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  • Agua para los sedientos.
    Fandom OC
    Categoría Drama
    Mermid Daminet

    Una historia nueva que escuchar, una grieta nueva que descubrir.

    Entró sin abrir las puertas, pues no era carne. Atravesó todo en su camino con tal de llegar al tan aclamado destino.

    Una habitación aparentemente maltratada, por nada más que las emociones que la abordaban.

    Todo estaba en orden, pero para el murmullo, todo carecía de sentido, todo era caos.

    Una emoción que al murmullo le resultaba totalmente ajena, el amor, pero este no era común.

    Sentimiento antaño brillante, ahora no parecía más que una flor mustia, marchita. Una flor a la que habían tratado de ahogar en esperanzas de verla florecer algún día.

    Y así, yacía la chica, rodeada por ese remolino de emociones.

    El murmullo finalmente se hizo visible a ojos ajenos, siendo apenas una sombra más de la habitación.

    Una silueta aparentemente masculina, casi juvenil, pero nada era distinguible en la misma.

    En el rostro del murmullo, se manifestaron dos orbes blanquecinos. Observó en silencio a la ajena.

    Alzó la voz.

    —Pobre...—

    Un susurro que se manifestaba directamente en oídos ajenos, como si se encontrase justo tras su oído.

    El murmullo sintió lástima, pues no era ajeno a las emociones.

    —¿Regaste en demasía tu planta?¿No hallase descanso en la soledad?—

    Interrogó de manera repentina, no solía ser el primero en alzar la voz, mas la situación provocó esa reacción en él.
    [flash_navy_bat_117] Una historia nueva que escuchar, una grieta nueva que descubrir. Entró sin abrir las puertas, pues no era carne. Atravesó todo en su camino con tal de llegar al tan aclamado destino. Una habitación aparentemente maltratada, por nada más que las emociones que la abordaban. Todo estaba en orden, pero para el murmullo, todo carecía de sentido, todo era caos. Una emoción que al murmullo le resultaba totalmente ajena, el amor, pero este no era común. Sentimiento antaño brillante, ahora no parecía más que una flor mustia, marchita. Una flor a la que habían tratado de ahogar en esperanzas de verla florecer algún día. Y así, yacía la chica, rodeada por ese remolino de emociones. El murmullo finalmente se hizo visible a ojos ajenos, siendo apenas una sombra más de la habitación. Una silueta aparentemente masculina, casi juvenil, pero nada era distinguible en la misma. En el rostro del murmullo, se manifestaron dos orbes blanquecinos. Observó en silencio a la ajena. Alzó la voz. —Pobre...— Un susurro que se manifestaba directamente en oídos ajenos, como si se encontrase justo tras su oído. El murmullo sintió lástima, pues no era ajeno a las emociones. —¿Regaste en demasía tu planta?¿No hallase descanso en la soledad?— Interrogó de manera repentina, no solía ser el primero en alzar la voz, mas la situación provocó esa reacción en él.
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  • Selfie! ~
    Buenos días, todos ustedes aquí con las chicas ~
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  • Ubicación: Antigua Biblioteca Abrahamsson.
    Hora: 11:37 p.m.
    Estado del cielo: Nublado. Amenaza tormenta.




    La puerta de hierro crujió como si tuviera alma propia y no quería dejarla entrar. Pero Toska Brock no era del tipo que pide permiso. Nunca lo fue. Con cada paso, sus botas mojadas dejaban un rastro como si la lluvia se negara a abandonarla del todo, como si el agua supiera que esa chica no caminaba sola.

    El abrigo negro ondeaba tras de ella, largo hasta casi el suelo, mientras su cabello rubio —pegado a su rostro por la humedad— le daba ese aire de guerrera antigua recién salida de un poema maldito.

    Llevaba el arete izquierdo vibrando de forma sutil, casi imperceptible para cualquiera que no la conociera. Pero ella sí lo notaba. Venora también. Y esa incomodidad compartida hablaba sin palabras. No estaban allí por gusto, ni por azar. Algo las había llevado hasta esa biblioteca abandonada. Algo que sabía su nombre.

    Venora murmuró, desde dentro de su mente:

    —¿Segura que esto no es una trampa, periodista? Porque huele a traición con olor a encuadernación vieja.

    Toska no respondió. Sonrió de medio lado.
    La trampa era parte del encanto.

    El lugar estaba en penumbras, con estantes llenos de polvo y libros maltratados, pero se podía sentir que no estaba vacía. Alguien más ya estaba allí. Toska lo supo desde que cruzó la puerta. Su instinto, afilado como una cuchilla de sarcasmo, no solía fallar.

    Y entonces la vio.

    Sentada al fondo, iluminada apenas por la luz tenue de un viejo ventanal roto, estaba Nia Xavier.

    No necesitaba que se presentara. Toska sabía leer las historias antes de que fueran escritas. Su postura, su mirada, esa contención elegante que parecía a punto de estallar. Todo en ella gritaba “Xavier”, pero algo estaba fuera de lugar. No era una telépata. No había poder mental. Había gravedad. Literalmente.

    Toska caminó hasta ella sin apuro.
    Sin miedo.
    Con la grabadora en un bolsillo y su cuaderno de tinta morada en la mano.

    Se detuvo a unos metros, escaneándola como quien analiza una constelación extraña.

    —No sabes lo raro que es encontrar a alguien con apellido de peso que no pueda silenciarte con solo mirarte a los ojos —Dijo, alzando una ceja con aire curioso, como si fuera una científica del alma.

    Se sentó en una silla maltrecha, sin pedir permiso. Se cruzó de piernas, sacó su libreta, y pulsó la grabadora.

    —Soy Toska Brock. Periodista. Bloguera de la Deep Web. Hija de Gillian, sobrina del caos y... bueno, no te importa eso, ¿verdad?

    La sonrisa que siguió fue afilada, como un bisturí.

    —Lo que quiero saber es esto:
    ¿Cómo se sobrevive a ser la hermana del mutante más conocido del planeta...
    ...sin explotar de gravedad emocional por dentro?

    La pregunta flotó. Literalmente.

    Y Venora, desde dentro de su mente, rió con suavidad.
    Una risa con eco.
    Una risa que sabía que estaban por abrir algo peligroso.


    𝐍𝐈𝐀 𝐗𝐀𝐕𝐈𝐄𝐑
    Ubicación: Antigua Biblioteca Abrahamsson. Hora: 11:37 p.m. Estado del cielo: Nublado. Amenaza tormenta. La puerta de hierro crujió como si tuviera alma propia y no quería dejarla entrar. Pero Toska Brock no era del tipo que pide permiso. Nunca lo fue. Con cada paso, sus botas mojadas dejaban un rastro como si la lluvia se negara a abandonarla del todo, como si el agua supiera que esa chica no caminaba sola. El abrigo negro ondeaba tras de ella, largo hasta casi el suelo, mientras su cabello rubio —pegado a su rostro por la humedad— le daba ese aire de guerrera antigua recién salida de un poema maldito. Llevaba el arete izquierdo vibrando de forma sutil, casi imperceptible para cualquiera que no la conociera. Pero ella sí lo notaba. Venora también. Y esa incomodidad compartida hablaba sin palabras. No estaban allí por gusto, ni por azar. Algo las había llevado hasta esa biblioteca abandonada. Algo que sabía su nombre. Venora murmuró, desde dentro de su mente: —¿Segura que esto no es una trampa, periodista? Porque huele a traición con olor a encuadernación vieja. Toska no respondió. Sonrió de medio lado. La trampa era parte del encanto. El lugar estaba en penumbras, con estantes llenos de polvo y libros maltratados, pero se podía sentir que no estaba vacía. Alguien más ya estaba allí. Toska lo supo desde que cruzó la puerta. Su instinto, afilado como una cuchilla de sarcasmo, no solía fallar. Y entonces la vio. Sentada al fondo, iluminada apenas por la luz tenue de un viejo ventanal roto, estaba Nia Xavier. No necesitaba que se presentara. Toska sabía leer las historias antes de que fueran escritas. Su postura, su mirada, esa contención elegante que parecía a punto de estallar. Todo en ella gritaba “Xavier”, pero algo estaba fuera de lugar. No era una telépata. No había poder mental. Había gravedad. Literalmente. Toska caminó hasta ella sin apuro. Sin miedo. Con la grabadora en un bolsillo y su cuaderno de tinta morada en la mano. Se detuvo a unos metros, escaneándola como quien analiza una constelación extraña. —No sabes lo raro que es encontrar a alguien con apellido de peso que no pueda silenciarte con solo mirarte a los ojos —Dijo, alzando una ceja con aire curioso, como si fuera una científica del alma. Se sentó en una silla maltrecha, sin pedir permiso. Se cruzó de piernas, sacó su libreta, y pulsó la grabadora. —Soy Toska Brock. Periodista. Bloguera de la Deep Web. Hija de Gillian, sobrina del caos y... bueno, no te importa eso, ¿verdad? La sonrisa que siguió fue afilada, como un bisturí. —Lo que quiero saber es esto: ¿Cómo se sobrevive a ser la hermana del mutante más conocido del planeta... ...sin explotar de gravedad emocional por dentro? La pregunta flotó. Literalmente. Y Venora, desde dentro de su mente, rió con suavidad. Una risa con eco. Una risa que sabía que estaban por abrir algo peligroso. [GRAVITYDIAM0NDS]
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  • 𝐄𝐋 𝐀𝐑𝐓𝐄 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐒𝐄𝐆𝐔𝐑𝐈𝐃𝐀𝐃
    Fandom S/F
    Categoría Original
    [ ɴᴀᴏᴋɪ ɪꜱʜɪᴋᴀᴡᴀ ]

    La mañana se desplegaba con una calma serena, y Bryce se despertó con la sensación de que el día estaba a punto de comenzar. Se levantó de la cama y se dirigió al baño, donde se lavó la cara y se miró en el espejo. Su rostro estaba fresco y alerta, listo para enfrentar el día.

    Después de ducharse y tomar su tiempo reflexionando a penas, se vistió con un traje oscuro y ajustó la corbata. El hombre se dirigió a la cocina para preparar un desayuno ligero. Mientras esperaba que el café se calentara, revisó su teléfono para asegurarse de que no hubiera mensajes urgentes. Todo parecía estar en orden, y él se sintió satisfecho de que su mañana estuviera transcurriendo sin contratiempos.

    Con su café en mano, se sentó en la mesa del comedor y repasó mentalmente la reunión que tendría con una posible clienta. Aunque no sabía mucho sobre ella, (y tampoco estaba en su derecho, puesto que no se había firmado ningún contrato) estaba listo para responder a cualquier pregunta que ella pudiera tener sobre los servicios de seguridad que ofrecía. Bryce era un profesional capaz de adaptarse a cualquier situación.

    Cortos momentos más tarde, estaría en su auto, camino al lugar acordado para la reunión. El café estaba ubicado en el centro de la ciudad, y el guardaespalda había llegado unos minutos antes de la hora acordada. Se sentó en una mesa apartada, con una vista clara de la entrada, y se preparó para esperar a la chica de la llamada que atendió hace una semana atrás.

    Y aunque no sabía mucho sobre la joven, estaba decidido a hacer todo lo posible para asegurarse de que se sintiera segura y convencida de que estaría hablando y trabajando con alguien profesional en el tema.

    Mientras esperaba, se aseguró de que su entorno estuviera seguro y controlado. Su mirada se movía constantemente, evaluando a las personas que estaban en el café.
    [ [Nao_Ish] ] La mañana se desplegaba con una calma serena, y Bryce se despertó con la sensación de que el día estaba a punto de comenzar. Se levantó de la cama y se dirigió al baño, donde se lavó la cara y se miró en el espejo. Su rostro estaba fresco y alerta, listo para enfrentar el día. Después de ducharse y tomar su tiempo reflexionando a penas, se vistió con un traje oscuro y ajustó la corbata. El hombre se dirigió a la cocina para preparar un desayuno ligero. Mientras esperaba que el café se calentara, revisó su teléfono para asegurarse de que no hubiera mensajes urgentes. Todo parecía estar en orden, y él se sintió satisfecho de que su mañana estuviera transcurriendo sin contratiempos. Con su café en mano, se sentó en la mesa del comedor y repasó mentalmente la reunión que tendría con una posible clienta. Aunque no sabía mucho sobre ella, (y tampoco estaba en su derecho, puesto que no se había firmado ningún contrato) estaba listo para responder a cualquier pregunta que ella pudiera tener sobre los servicios de seguridad que ofrecía. Bryce era un profesional capaz de adaptarse a cualquier situación. Cortos momentos más tarde, estaría en su auto, camino al lugar acordado para la reunión. El café estaba ubicado en el centro de la ciudad, y el guardaespalda había llegado unos minutos antes de la hora acordada. Se sentó en una mesa apartada, con una vista clara de la entrada, y se preparó para esperar a la chica de la llamada que atendió hace una semana atrás. Y aunque no sabía mucho sobre la joven, estaba decidido a hacer todo lo posible para asegurarse de que se sintiera segura y convencida de que estaría hablando y trabajando con alguien profesional en el tema. Mientras esperaba, se aseguró de que su entorno estuviera seguro y controlado. Su mirada se movía constantemente, evaluando a las personas que estaban en el café.
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