• En su defensa solo tenía que decir:¡Solo bebió una copa!¡¿Como iba a saber que esta no se vaciaría nunca?! Es más,ni si quiera quería beber una, Arqckniss era muy consciente de que cuando bebía le cambiaba el carácter por lo que ya de por si, lo evitaba. Pero uno de los amigos extraños de su hermano le insistió, e insistió e insistió y tuvo que decir que si.

    Por suerte era muy tarde en la madrugada y había llegado bien a casa, tanto él como la yegua de Striker que ya reposaba tranquila en su establo. Pero ¿Como llegó? Un misterio sin resolver. El caso es que con cuidado abrió la puerta de la casa, una de ellas y entró tranquilamente,pese a estar medio mareado y es que estaba en modo supervivencia. A penas se dió algún pequeño tropezón tal y como estaba todo tirado. Algunos familiares le miraron extrañados al no haberlo lo visto en todo el día,y más que acostumbrado a fingir sobriedad, simplemente los saludo con la mano y una cara que parecía entre el cansancio y la indiferencia. Subió torpemente las escaleras y es que por poco más y se equivocó de barandilla pues iba tan pedo en realidad wue veía doble por momento.

    No fue hasta que llegó a la habitación que compartía con su prometido que el infierno se desató, cerrando la puerta tras de sí fue que su cuerpo se relajó y dejó de fingir sobriedad y esto se notó, pues a la que dió un paso se tropezó con el primer pedazo de algo que en sus mejores días fue un mueble, rodando por el suelo, quedando sentado y esponjosandosele el pelaje de golpe hasta el punto que parecía una bola de pelo negra, con muchos ojos y las mejillas completamente rojas. Pero, en lugar de maldecir solo parpadeo un par de veces, como si estuviera procesando por que estaba en el suelo y no de pie y se echó a reír, tapándose la boca con las manos en un gesto extrañamente ingenuo para como era normalmente la araña.

    Striker
    En su defensa solo tenía que decir:¡Solo bebió una copa!¡¿Como iba a saber que esta no se vaciaría nunca?! Es más,ni si quiera quería beber una, Arqckniss era muy consciente de que cuando bebía le cambiaba el carácter por lo que ya de por si, lo evitaba. Pero uno de los amigos extraños de su hermano le insistió, e insistió e insistió y tuvo que decir que si. Por suerte era muy tarde en la madrugada y había llegado bien a casa, tanto él como la yegua de Striker que ya reposaba tranquila en su establo. Pero ¿Como llegó? Un misterio sin resolver. El caso es que con cuidado abrió la puerta de la casa, una de ellas y entró tranquilamente,pese a estar medio mareado y es que estaba en modo supervivencia. A penas se dió algún pequeño tropezón tal y como estaba todo tirado. Algunos familiares le miraron extrañados al no haberlo lo visto en todo el día,y más que acostumbrado a fingir sobriedad, simplemente los saludo con la mano y una cara que parecía entre el cansancio y la indiferencia. Subió torpemente las escaleras y es que por poco más y se equivocó de barandilla pues iba tan pedo en realidad wue veía doble por momento. No fue hasta que llegó a la habitación que compartía con su prometido que el infierno se desató, cerrando la puerta tras de sí fue que su cuerpo se relajó y dejó de fingir sobriedad y esto se notó, pues a la que dió un paso se tropezó con el primer pedazo de algo que en sus mejores días fue un mueble, rodando por el suelo, quedando sentado y esponjosandosele el pelaje de golpe hasta el punto que parecía una bola de pelo negra, con muchos ojos y las mejillas completamente rojas. Pero, en lugar de maldecir solo parpadeo un par de veces, como si estuviera procesando por que estaba en el suelo y no de pie y se echó a reír, tapándose la boca con las manos en un gesto extrañamente ingenuo para como era normalmente la araña. [C0WBOY]
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  • ‎"Las cosas no siempre salen como uno quiere..."



    ‎ ( Ese es un hecho crudo que todos terminamos aceptando en algún punto, y yo no soy la maldita excepción aquí. ¿Pero sabes qué? Que yo acepte eso no significa que esté de acuerdo. Y sí, sé que el término "aceptar" se puede usar de forma similar para indicar que no hay problema alguno, pero no; yo puedo aceptar que un día lluvioso me termine dejando empapado o que el tren se vaya de la estación cuando yo apenas llegaba, pero nunca dejaré que esos inconvenientes jodan mi plan. No voy a decir una estupidez como que "si no ocurre, es porque no lo has querido lo suficiente" y blah, blah, blah... No. Para mí, si las cosas no resultan como se esperan, es porque no lo he planeado lo suficiente, porque no he previsto todas las posibilidades. Y eso no está mal; equivocarse y cometer errores es válido en mi marco de acción, lo que jamás voy a permitir es que eso se convierta en fracaso. Eso sí que es impensable y esa es exactamente la razón por la que no estoy de acuerdo con ese hecho. Jajaja... Vaya, vaya... Supongo que estoy un poco más tenso de lo normal, o de lo contrario no tendría sentido que tenga que hacer este monólogo en mi mente para limpiar el ruido mental. JAJAJAJA... )



    ‎ * Marcus se detenía en su andar con una sonrisa apenas perceptible. Había llegado hasta un lugar solitario, desprovisto de cualquier persona que pudiera interrumpir su pensamiento o su "descanso". Con una habilidad casi milimétrica, sacaba la caja de cigarrillos de uno de sus bolsillos; le daba unos leves golpes a la parte superior antes de destaparla. Como era habitual, el joven universitario estaba a punto de fumar, no solo para relajarse; lo cierto era que Marcus suele pensar mejor cuando el humo y la nicotina corren por su sistema, y lo necesita ahora más que nunca, pues lo que tiene que formular es un Plan B... *
    ‎"Las cosas no siempre salen como uno quiere..." ‎ ‎ ‎ ‎ ( Ese es un hecho crudo que todos terminamos aceptando en algún punto, y yo no soy la maldita excepción aquí. ¿Pero sabes qué? Que yo acepte eso no significa que esté de acuerdo. Y sí, sé que el término "aceptar" se puede usar de forma similar para indicar que no hay problema alguno, pero no; yo puedo aceptar que un día lluvioso me termine dejando empapado o que el tren se vaya de la estación cuando yo apenas llegaba, pero nunca dejaré que esos inconvenientes jodan mi plan. No voy a decir una estupidez como que "si no ocurre, es porque no lo has querido lo suficiente" y blah, blah, blah... No. Para mí, si las cosas no resultan como se esperan, es porque no lo he planeado lo suficiente, porque no he previsto todas las posibilidades. Y eso no está mal; equivocarse y cometer errores es válido en mi marco de acción, lo que jamás voy a permitir es que eso se convierta en fracaso. Eso sí que es impensable y esa es exactamente la razón por la que no estoy de acuerdo con ese hecho. Jajaja... Vaya, vaya... Supongo que estoy un poco más tenso de lo normal, o de lo contrario no tendría sentido que tenga que hacer este monólogo en mi mente para limpiar el ruido mental. JAJAJAJA... ) ‎ ‎ ‎ ‎ * Marcus se detenía en su andar con una sonrisa apenas perceptible. Había llegado hasta un lugar solitario, desprovisto de cualquier persona que pudiera interrumpir su pensamiento o su "descanso". Con una habilidad casi milimétrica, sacaba la caja de cigarrillos de uno de sus bolsillos; le daba unos leves golpes a la parte superior antes de destaparla. Como era habitual, el joven universitario estaba a punto de fumar, no solo para relajarse; lo cierto era que Marcus suele pensar mejor cuando el humo y la nicotina corren por su sistema, y lo necesita ahora más que nunca, pues lo que tiene que formular es un Plan B... *
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  • Un rayo de esperanza.
    Fandom Marvel/DC
    Categoría Original
    Tan solo había pasado medio año desde que Amadeo había cruzado por aquel portal, algo que había tardado en comprender y se adaptó por un par de semanas. Como era de costumbre intentaba pasar por desapercibido para intentar poder robar algo de comida en algún establecimiento de conveniencia, solo que en ésta ocasión un policía que andaba por el lugar le descubrió en el acto, no dice nada y lo empieza a seguir para no asustarlo. Cuando ve que se mete por un callejón y al apresurarse no ve nada, decide indagar hasta que ve que se mueve algo cerca de los botes de basura, quita aquella sábana y descubre aquel pequeño niño comiendo con hambre aquel sandwich, le sonríe con una calida sonrisa. Amadeo se siente tranquilo y se levanta, sale de la caja y aún tímido sigue comiendo aquél sandwich, preocupado por lo que le pueda pasar.

    Oficial Moore: Hola campeón, no estás en problemas, solo quiero saber como te llamas.

    Dijo con una voz suave.

    —— Amadeo.

    Dice temeroso (+)

    Oficial Moore: ¿Saben tus padres que estás aquí?.

    Al escuchar aquella pregunta le pone muy triste, sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas al recordar que no puede volver con su madre, al ver ésto el oficial Moore, se inca y le da un abrazo intentando consolarlo, Amadeo se limpia las lágrimas y se termina aquel sandwich.

    Oficial Moore: ¿Sabes dónde queda tu casa?.

    Aquel niño niega, sabe que todo es diferente de donde viene.

    —— No, mi mamá... ella...

    El oficial Moore ve que al pequeño niño se le quiebra la voz, así que sospecha la peor situación, se le hace un nudo en el corazón, así que se pone de pie y le toma de la mano.

    Oficial Moore: Lo siento mucho Amadeo, si vienes conmigo te podré ayudar a conseguir en donde quedarte, tendrás una cama calida en donde dormir.

    Con la mejor sonrisa que pudo y su voz calmada le habló al niño, Amadeo por otro lado desvía su mirada la cual era vacía, casi podía ver en sus ojos la inmensa soledad que estaba sufriendo.

    Oficial Moore: ¿Quieres ir primero por un helado?.

    Amadeo se le ve muy afligido y asiente sin poder decir nada. Despues de haberlo llevado a que se comiera aquel helado, el oficial Moore hablo por su radio sobre lo ocurrido, le habían mencionado que no se quedará con el niño pero hizo caso omiso. Así que dijo que lo llevaría al otro día con el servicio de protección infantil y de ahí que lo coloquen en un orfanato.

    Al terminar el turno del oficial Moore, lo lleva a su departamento, le muestra un sofá en donde puede dormir y que al otro día lo llevaría a un lugar donde lo pueden cuidar, Amadeo se siente protegido y agradecido porque alguien se preocupe por él.

    Cuando da la noche y se queda profundamente dormido, vuelve a revivir lo ocurrido gritando y sudando, el oficial Moore va corriendo en su ayuda, lo despierta abrazándolo.

    Oficial Moore: Ya tranquilo, ésta todo bien, solo fue una pesadilla estás a salvo aquí.

    Al día siguiente hace un par de llamadas y lo termina por llevar al servicio de protección infantil, no se separa de Amadeo por ningún motivo, quería hacerse cargo de ver que llegue al orfanato sano y a salvo. Amadeo lo ve a lo lejos y corre para abrazarlo, despidiéndose de aquel oficial que cuidó de él.

    —— ¿Cómo te llamas?

    Oficial Moore: Matthew, pero me puedes decir solo Mats.

    Se aleja aquel niño y se mete en aquel orfanato.
    Tan solo había pasado medio año desde que Amadeo había cruzado por aquel portal, algo que había tardado en comprender y se adaptó por un par de semanas. Como era de costumbre intentaba pasar por desapercibido para intentar poder robar algo de comida en algún establecimiento de conveniencia, solo que en ésta ocasión un policía que andaba por el lugar le descubrió en el acto, no dice nada y lo empieza a seguir para no asustarlo. Cuando ve que se mete por un callejón y al apresurarse no ve nada, decide indagar hasta que ve que se mueve algo cerca de los botes de basura, quita aquella sábana y descubre aquel pequeño niño comiendo con hambre aquel sandwich, le sonríe con una calida sonrisa. Amadeo se siente tranquilo y se levanta, sale de la caja y aún tímido sigue comiendo aquél sandwich, preocupado por lo que le pueda pasar. Oficial Moore: Hola campeón, no estás en problemas, solo quiero saber como te llamas. Dijo con una voz suave. —— Amadeo. Dice temeroso (+) Oficial Moore: ¿Saben tus padres que estás aquí?. Al escuchar aquella pregunta le pone muy triste, sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas al recordar que no puede volver con su madre, al ver ésto el oficial Moore, se inca y le da un abrazo intentando consolarlo, Amadeo se limpia las lágrimas y se termina aquel sandwich. Oficial Moore: ¿Sabes dónde queda tu casa?. Aquel niño niega, sabe que todo es diferente de donde viene. —— No, mi mamá... ella... El oficial Moore ve que al pequeño niño se le quiebra la voz, así que sospecha la peor situación, se le hace un nudo en el corazón, así que se pone de pie y le toma de la mano. Oficial Moore: Lo siento mucho Amadeo, si vienes conmigo te podré ayudar a conseguir en donde quedarte, tendrás una cama calida en donde dormir. Con la mejor sonrisa que pudo y su voz calmada le habló al niño, Amadeo por otro lado desvía su mirada la cual era vacía, casi podía ver en sus ojos la inmensa soledad que estaba sufriendo. Oficial Moore: ¿Quieres ir primero por un helado?. Amadeo se le ve muy afligido y asiente sin poder decir nada. Despues de haberlo llevado a que se comiera aquel helado, el oficial Moore hablo por su radio sobre lo ocurrido, le habían mencionado que no se quedará con el niño pero hizo caso omiso. Así que dijo que lo llevaría al otro día con el servicio de protección infantil y de ahí que lo coloquen en un orfanato. Al terminar el turno del oficial Moore, lo lleva a su departamento, le muestra un sofá en donde puede dormir y que al otro día lo llevaría a un lugar donde lo pueden cuidar, Amadeo se siente protegido y agradecido porque alguien se preocupe por él. Cuando da la noche y se queda profundamente dormido, vuelve a revivir lo ocurrido gritando y sudando, el oficial Moore va corriendo en su ayuda, lo despierta abrazándolo. Oficial Moore: Ya tranquilo, ésta todo bien, solo fue una pesadilla estás a salvo aquí. Al día siguiente hace un par de llamadas y lo termina por llevar al servicio de protección infantil, no se separa de Amadeo por ningún motivo, quería hacerse cargo de ver que llegue al orfanato sano y a salvo. Amadeo lo ve a lo lejos y corre para abrazarlo, despidiéndose de aquel oficial que cuidó de él. —— ¿Cómo te llamas? Oficial Moore: Matthew, pero me puedes decir solo Mats. Se aleja aquel niño y se mete en aquel orfanato.
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  • Agua para los sedientos.
    Fandom OC
    Categoría Drama
    Konrad Eisenwulf

    Finales del siglo XIV — Mediados de la guerra entre Morana y la iglesia.


    ¿Cuán frágil puede ser la fe?
    ¿Qué hace falta para quebrantar un corazón devoto?
    ¿Hasta donde llega la ceguera de los templarios?

    Morana nunca entendió la fe ciega que presentaban aquellos que la enfrentaban...

    La guerra había consumido a ambos bandos, aunque a uno más que al otro... La iglesia estaba enfrentándose a un enemigo que no entendía, y fue ese mismo miedo el que los condenaría al fracaso, pues por sus actos barbáricos como la caza de brujas, fue que la fe de algunos terminó por quebrarse.

    Esta es la historia de uno de ellos, que terminó por alzarse por encima del resto...


    La noche era fría, la luna se alzaba por encima de la catedral, que alguna vez fue brillante, venerada, pero ahora eso no era más que un recuerdo distante.

    La alguna vez majestuosa catedral había quedado reducida a un oscuro castillo, una fortaleza profana que se alzaba a lo alto de la colina.
    Su cementerio, vacío.
    Su campanario, destruido.

    Los cuerpos descompuestos de campesinos y guerreros por igual, compañeros de guerra del que ahora se encontraba frente a la catedral, se alzaban en el patio, protegiendo lo que ahora era el refugio de la nigromante, pero por alguna extraña razón, no atacaron al hombre al verlo, sino que lo observaron inmóviles, permitiéndole el paso si así lo quisiera.

    El olor a muerte era insoportable ¿Cómo era posible que alguien se refugiara aquí?

    Pero el interior de la catedral parecía un mundo distinto.

    Las antorchas iluminaban el lugar, los vitrales reflejaban dicha luz, dejando ver un ápice de la majestuosidad que alguna vez tuvo el sacro lugar, y al fondo del todo, en un trono que claramente no pertenecía al lugar, yacía la figura que tanto temía la iglesia.

    Parecía una mujer normal a simple vista, pero al acercarse, cualquiera podría sentir la presión que su presencia ejercía sobre las almas de los vivos, el aura que emanaba su figura, intensa, propia de alguien que dominaba la muerte.

    Dicha mujer no alzó la voz, esperó pacientemente a las palabras del visitante, pues sus palabras marcarían si esto sería el comienzo o el final.
    [Ultimate_Warrior] Finales del siglo XIV — Mediados de la guerra entre Morana y la iglesia. ¿Cuán frágil puede ser la fe? ¿Qué hace falta para quebrantar un corazón devoto? ¿Hasta donde llega la ceguera de los templarios? Morana nunca entendió la fe ciega que presentaban aquellos que la enfrentaban... La guerra había consumido a ambos bandos, aunque a uno más que al otro... La iglesia estaba enfrentándose a un enemigo que no entendía, y fue ese mismo miedo el que los condenaría al fracaso, pues por sus actos barbáricos como la caza de brujas, fue que la fe de algunos terminó por quebrarse. Esta es la historia de uno de ellos, que terminó por alzarse por encima del resto... La noche era fría, la luna se alzaba por encima de la catedral, que alguna vez fue brillante, venerada, pero ahora eso no era más que un recuerdo distante. La alguna vez majestuosa catedral había quedado reducida a un oscuro castillo, una fortaleza profana que se alzaba a lo alto de la colina. Su cementerio, vacío. Su campanario, destruido. Los cuerpos descompuestos de campesinos y guerreros por igual, compañeros de guerra del que ahora se encontraba frente a la catedral, se alzaban en el patio, protegiendo lo que ahora era el refugio de la nigromante, pero por alguna extraña razón, no atacaron al hombre al verlo, sino que lo observaron inmóviles, permitiéndole el paso si así lo quisiera. El olor a muerte era insoportable ¿Cómo era posible que alguien se refugiara aquí? Pero el interior de la catedral parecía un mundo distinto. Las antorchas iluminaban el lugar, los vitrales reflejaban dicha luz, dejando ver un ápice de la majestuosidad que alguna vez tuvo el sacro lugar, y al fondo del todo, en un trono que claramente no pertenecía al lugar, yacía la figura que tanto temía la iglesia. Parecía una mujer normal a simple vista, pero al acercarse, cualquiera podría sentir la presión que su presencia ejercía sobre las almas de los vivos, el aura que emanaba su figura, intensa, propia de alguien que dominaba la muerte. Dicha mujer no alzó la voz, esperó pacientemente a las palabras del visitante, pues sus palabras marcarían si esto sería el comienzo o el final.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷

    Inclino apenas la mano… y la magia responde antes que el pensamiento.

    Mi aura se expande como una grieta invisible y, de pronto, la espía es revelada.

    Una elfa. Alta, delgada, con rasgos que no encajan del todo en este tiempo. Su piel parece haber sido tocada por algo que no debería haberla rozado nunca.
    El general palidece.

    —¡Una espía de Jennifer! —grita, con un miedo demasiado inmediato para ser fingido.

    Golpea un mecanismo oculto en la pared. La piedra se abre con un gemido antiguo y, sin mirar atrás, huye por el pasadizo secreto mientras ruge la orden:
    —¡Matad a las intrusas!

    Ladeo la cabeza, genuinamente confundida.
    No llego a moverme.

    Las sombras de los soldados se alargan, se despegan de sus pies como animales obedientes y, en un único gesto mío, se levantan y los atraviesan. No hay gritos largos. No hay lucha. Solo cuerpos cayendo, ensartados por su propia oscuridad.
    Silencio.

    Miro a la elfa.
    Hay algo en ella que no encaja. Algo que tira de mí como una astilla en la mente. Le hago un gesto mínimo con la cabeza y avanzo hacia la sala interior. Ella me sigue.

    Cuando entramos, la atmósfera cambia.
    Allí nos espera un clon de Jennifer.
    No perfecto. No completo. Una existencia forzada, sostenida por hechicería torpe y miedo. Al verla, algo en mi pecho se tensa. En ese reflejo deformado veo… mi propio cuerpo. Mi propia lucha. Dos errores del tiempo intentando no desaparecer.

    La elfa se gira hacia mí.

    —Puedes matarla —dice, con una calma que no le pertenece—. Te doy permiso.

    La miro.

    —No sigo órdenes —respondo—.
    Y no mato aquello cuya existencia nunca debió suceder.

    El clon me observa. No con odio. Con hambre de realidad.
    La elfa no duda más.
    Cruza la distancia y le degüella la garganta con un movimiento limpio. El cuerpo cae, deshaciéndose como una marioneta sin hilos… y entonces algo sale de ella.

    Una presencia.
    No tiene forma definida, pero habla.
    —Te devuelvo tu tiempo —susurra hacia la elfa—. Lo justo para vengarte.

    La elfa se endereza.
    Y por primera vez… es ella. No la máscara. No la espía.

    Me mira mientras camina hacia el general, que ha regresado demasiado tarde, creyéndose a salvo.

    —Pedí ayuda —dice—. Para vengar mi muerte… y la de mi grupo.
    Este ente aceptó.
    Pero no por mí.

    Clava su mirada en la mía.

    —Lo hizo para estar cerca de ti.
    Y de Jennifer.

    El general apenas tiene tiempo de suplicar. La elfa lo mata sin ceremonia. Sin gloria. Sin alivio.
    Cuando el cuerpo cae, el tiempo prestado se agota.
    La elfa verdadera se desploma también. Sin vida. Sin historia que continúe.

    El ente ya no está.
    Me quedo sola en la sala, rodeada de cadáveres, ecos rotos y decisiones inútiles.
    Exhalo despacio.

    —Al final… —murmuro— todo esto ha sido una pérdida de tiempo.
    Miro mis manos. Siento el cuerpo vibrar, inestable, reclamando atención.

    Mi tiempo.
    Tan preciado.
    Tan escaso.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 Inclino apenas la mano… y la magia responde antes que el pensamiento. Mi aura se expande como una grieta invisible y, de pronto, la espía es revelada. Una elfa. Alta, delgada, con rasgos que no encajan del todo en este tiempo. Su piel parece haber sido tocada por algo que no debería haberla rozado nunca. El general palidece. —¡Una espía de Jennifer! —grita, con un miedo demasiado inmediato para ser fingido. Golpea un mecanismo oculto en la pared. La piedra se abre con un gemido antiguo y, sin mirar atrás, huye por el pasadizo secreto mientras ruge la orden: —¡Matad a las intrusas! Ladeo la cabeza, genuinamente confundida. No llego a moverme. Las sombras de los soldados se alargan, se despegan de sus pies como animales obedientes y, en un único gesto mío, se levantan y los atraviesan. No hay gritos largos. No hay lucha. Solo cuerpos cayendo, ensartados por su propia oscuridad. Silencio. Miro a la elfa. Hay algo en ella que no encaja. Algo que tira de mí como una astilla en la mente. Le hago un gesto mínimo con la cabeza y avanzo hacia la sala interior. Ella me sigue. Cuando entramos, la atmósfera cambia. Allí nos espera un clon de Jennifer. No perfecto. No completo. Una existencia forzada, sostenida por hechicería torpe y miedo. Al verla, algo en mi pecho se tensa. En ese reflejo deformado veo… mi propio cuerpo. Mi propia lucha. Dos errores del tiempo intentando no desaparecer. La elfa se gira hacia mí. —Puedes matarla —dice, con una calma que no le pertenece—. Te doy permiso. La miro. —No sigo órdenes —respondo—. Y no mato aquello cuya existencia nunca debió suceder. El clon me observa. No con odio. Con hambre de realidad. La elfa no duda más. Cruza la distancia y le degüella la garganta con un movimiento limpio. El cuerpo cae, deshaciéndose como una marioneta sin hilos… y entonces algo sale de ella. Una presencia. No tiene forma definida, pero habla. —Te devuelvo tu tiempo —susurra hacia la elfa—. Lo justo para vengarte. La elfa se endereza. Y por primera vez… es ella. No la máscara. No la espía. Me mira mientras camina hacia el general, que ha regresado demasiado tarde, creyéndose a salvo. —Pedí ayuda —dice—. Para vengar mi muerte… y la de mi grupo. Este ente aceptó. Pero no por mí. Clava su mirada en la mía. —Lo hizo para estar cerca de ti. Y de Jennifer. El general apenas tiene tiempo de suplicar. La elfa lo mata sin ceremonia. Sin gloria. Sin alivio. Cuando el cuerpo cae, el tiempo prestado se agota. La elfa verdadera se desploma también. Sin vida. Sin historia que continúe. El ente ya no está. Me quedo sola en la sala, rodeada de cadáveres, ecos rotos y decisiones inútiles. Exhalo despacio. —Al final… —murmuro— todo esto ha sido una pérdida de tiempo. Miro mis manos. Siento el cuerpo vibrar, inestable, reclamando atención. Mi tiempo. Tan preciado. Tan escaso.
    Inclino apenas la mano… y la magia responde antes que el pensamiento.

    Mi aura se expande como una grieta invisible y, de pronto, la espía es revelada.

    Una elfa. Alta, delgada, con rasgos que no encajan del todo en este tiempo. Su piel parece haber sido tocada por algo que no debería haberla rozado nunca.
    El general palidece.

    —¡Una espía de Jennifer! —grita, con un miedo demasiado inmediato para ser fingido.

    Golpea un mecanismo oculto en la pared. La piedra se abre con un gemido antiguo y, sin mirar atrás, huye por el pasadizo secreto mientras ruge la orden:
    —¡Matad a las intrusas!

    Ladeo la cabeza, genuinamente confundida.
    No llego a moverme.

    Las sombras de los soldados se alargan, se despegan de sus pies como animales obedientes y, en un único gesto mío, se levantan y los atraviesan. No hay gritos largos. No hay lucha. Solo cuerpos cayendo, ensartados por su propia oscuridad.
    Silencio.

    Miro a la elfa.
    Hay algo en ella que no encaja. Algo que tira de mí como una astilla en la mente. Le hago un gesto mínimo con la cabeza y avanzo hacia la sala interior. Ella me sigue.

    Cuando entramos, la atmósfera cambia.
    Allí nos espera un clon de Jennifer.
    No perfecto. No completo. Una existencia forzada, sostenida por hechicería torpe y miedo. Al verla, algo en mi pecho se tensa. En ese reflejo deformado veo… mi propio cuerpo. Mi propia lucha. Dos errores del tiempo intentando no desaparecer.

    La elfa se gira hacia mí.

    —Puedes matarla —dice, con una calma que no le pertenece—. Te doy permiso.

    La miro.

    —No sigo órdenes —respondo—.
    Y no mato aquello cuya existencia nunca debió suceder.

    El clon me observa. No con odio. Con hambre de realidad.
    La elfa no duda más.
    Cruza la distancia y le degüella la garganta con un movimiento limpio. El cuerpo cae, deshaciéndose como una marioneta sin hilos… y entonces algo sale de ella.

    Una presencia.
    No tiene forma definida, pero habla.
    —Te devuelvo tu tiempo —susurra hacia la elfa—. Lo justo para vengarte.

    La elfa se endereza.
    Y por primera vez… es ella. No la máscara. No la espía.

    Me mira mientras camina hacia el general, que ha regresado demasiado tarde, creyéndose a salvo.

    —Pedí ayuda —dice—. Para vengar mi muerte… y la de mi grupo.
    Este ente aceptó.
    Pero no por mí.

    Clava su mirada en la mía.

    —Lo hizo para estar cerca de ti.
    Y de Jennifer.

    El general apenas tiene tiempo de suplicar. La elfa lo mata sin ceremonia. Sin gloria. Sin alivio.
    Cuando el cuerpo cae, el tiempo prestado se agota.
    La elfa verdadera se desploma también. Sin vida. Sin historia que continúe.

    El ente ya no está.
    Me quedo sola en la sala, rodeada de cadáveres, ecos rotos y decisiones inútiles.
    Exhalo despacio.

    —Al final… —murmuro— todo esto ha sido una pérdida de tiempo.
    Miro mis manos. Siento el cuerpo vibrar, inestable, reclamando atención.

    Mi tiempo.
    Tan preciado.
    Tan escaso.
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    Inclino apenas la mano… y la magia responde antes que el pensamiento.

    Mi aura se expande como una grieta invisible y, de pronto, la espía es revelada.

    Una elfa. Alta, delgada, con rasgos que no encajan del todo en este tiempo. Su piel parece haber sido tocada por algo que no debería haberla rozado nunca.
    El general palidece.

    —¡Una espía de Jennifer! —grita, con un miedo demasiado inmediato para ser fingido.

    Golpea un mecanismo oculto en la pared. La piedra se abre con un gemido antiguo y, sin mirar atrás, huye por el pasadizo secreto mientras ruge la orden:
    —¡Matad a las intrusas!

    Ladeo la cabeza, genuinamente confundida.
    No llego a moverme.

    Las sombras de los soldados se alargan, se despegan de sus pies como animales obedientes y, en un único gesto mío, se levantan y los atraviesan. No hay gritos largos. No hay lucha. Solo cuerpos cayendo, ensartados por su propia oscuridad.
    Silencio.

    Miro a la elfa.
    Hay algo en ella que no encaja. Algo que tira de mí como una astilla en la mente. Le hago un gesto mínimo con la cabeza y avanzo hacia la sala interior. Ella me sigue.

    Cuando entramos, la atmósfera cambia.
    Allí nos espera un clon de Jennifer.
    No perfecto. No completo. Una existencia forzada, sostenida por hechicería torpe y miedo. Al verla, algo en mi pecho se tensa. En ese reflejo deformado veo… mi propio cuerpo. Mi propia lucha. Dos errores del tiempo intentando no desaparecer.

    La elfa se gira hacia mí.

    —Puedes matarla —dice, con una calma que no le pertenece—. Te doy permiso.

    La miro.

    —No sigo órdenes —respondo—.
    Y no mato aquello cuya existencia nunca debió suceder.

    El clon me observa. No con odio. Con hambre de realidad.
    La elfa no duda más.
    Cruza la distancia y le degüella la garganta con un movimiento limpio. El cuerpo cae, deshaciéndose como una marioneta sin hilos… y entonces algo sale de ella.

    Una presencia.
    No tiene forma definida, pero habla.
    —Te devuelvo tu tiempo —susurra hacia la elfa—. Lo justo para vengarte.

    La elfa se endereza.
    Y por primera vez… es ella. No la máscara. No la espía.

    Me mira mientras camina hacia el general, que ha regresado demasiado tarde, creyéndose a salvo.

    —Pedí ayuda —dice—. Para vengar mi muerte… y la de mi grupo.
    Este ente aceptó.
    Pero no por mí.

    Clava su mirada en la mía.

    —Lo hizo para estar cerca de ti.
    Y de Jennifer.

    El general apenas tiene tiempo de suplicar. La elfa lo mata sin ceremonia. Sin gloria. Sin alivio.
    Cuando el cuerpo cae, el tiempo prestado se agota.
    La elfa verdadera se desploma también. Sin vida. Sin historia que continúe.

    El ente ya no está.
    Me quedo sola en la sala, rodeada de cadáveres, ecos rotos y decisiones inútiles.
    Exhalo despacio.

    —Al final… —murmuro— todo esto ha sido una pérdida de tiempo.
    Miro mis manos. Siento el cuerpo vibrar, inestable, reclamando atención.

    Mi tiempo.
    Tan preciado.
    Tan escaso.
    Inclino apenas la mano… y la magia responde antes que el pensamiento. Mi aura se expande como una grieta invisible y, de pronto, la espía es revelada. Una elfa. Alta, delgada, con rasgos que no encajan del todo en este tiempo. Su piel parece haber sido tocada por algo que no debería haberla rozado nunca. El general palidece. —¡Una espía de Jennifer! —grita, con un miedo demasiado inmediato para ser fingido. Golpea un mecanismo oculto en la pared. La piedra se abre con un gemido antiguo y, sin mirar atrás, huye por el pasadizo secreto mientras ruge la orden: —¡Matad a las intrusas! Ladeo la cabeza, genuinamente confundida. No llego a moverme. Las sombras de los soldados se alargan, se despegan de sus pies como animales obedientes y, en un único gesto mío, se levantan y los atraviesan. No hay gritos largos. No hay lucha. Solo cuerpos cayendo, ensartados por su propia oscuridad. Silencio. Miro a la elfa. Hay algo en ella que no encaja. Algo que tira de mí como una astilla en la mente. Le hago un gesto mínimo con la cabeza y avanzo hacia la sala interior. Ella me sigue. Cuando entramos, la atmósfera cambia. Allí nos espera un clon de Jennifer. No perfecto. No completo. Una existencia forzada, sostenida por hechicería torpe y miedo. Al verla, algo en mi pecho se tensa. En ese reflejo deformado veo… mi propio cuerpo. Mi propia lucha. Dos errores del tiempo intentando no desaparecer. La elfa se gira hacia mí. —Puedes matarla —dice, con una calma que no le pertenece—. Te doy permiso. La miro. —No sigo órdenes —respondo—. Y no mato aquello cuya existencia nunca debió suceder. El clon me observa. No con odio. Con hambre de realidad. La elfa no duda más. Cruza la distancia y le degüella la garganta con un movimiento limpio. El cuerpo cae, deshaciéndose como una marioneta sin hilos… y entonces algo sale de ella. Una presencia. No tiene forma definida, pero habla. —Te devuelvo tu tiempo —susurra hacia la elfa—. Lo justo para vengarte. La elfa se endereza. Y por primera vez… es ella. No la máscara. No la espía. Me mira mientras camina hacia el general, que ha regresado demasiado tarde, creyéndose a salvo. —Pedí ayuda —dice—. Para vengar mi muerte… y la de mi grupo. Este ente aceptó. Pero no por mí. Clava su mirada en la mía. —Lo hizo para estar cerca de ti. Y de Jennifer. El general apenas tiene tiempo de suplicar. La elfa lo mata sin ceremonia. Sin gloria. Sin alivio. Cuando el cuerpo cae, el tiempo prestado se agota. La elfa verdadera se desploma también. Sin vida. Sin historia que continúe. El ente ya no está. Me quedo sola en la sala, rodeada de cadáveres, ecos rotos y decisiones inútiles. Exhalo despacio. —Al final… —murmuro— todo esto ha sido una pérdida de tiempo. Miro mis manos. Siento el cuerpo vibrar, inestable, reclamando atención. Mi tiempo. Tan preciado. Tan escaso.
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  • Caminaba por las empedradas calles de la ciudad sintiendo la emoción burbujear dentro de mi estómago. Iría afuera. Por fin.

    Habíamos recibido un mensaje en la cede del consejo, el grupo de informantes que teníamos en el mundo humano habían encontrado una pequeña bruja y sospechaban que su lugar estaba con nosotros en la orden de hecate.

    Una bruja con un don oscuro, sola, en el mundo humano....

    Tenía que ir...

    La misión era simple: llegar al mundo humano, recoger a la niña, recibir los informes necesarios de la situación y regresar a casa a salvo.

    Con eso en mente caminé directo al bosque con una maleta pequeña colgando en mi hombro. La luz de las farolas parecían reaccionar a mi presencia, como si los senderos mismos reconocieran el permiso que acababa de recibir. No era solo una autorización del consejo… era una una llave, un pasaje, una decisión que pesaba más de lo que aparentaba.

    El bosque me recibió con un antiguo silencio. Cómo si temiera por mi seguridad. Las hojas susurraban en lenguas que se creían perdidas mientras avanzaba hacia el portal, y el aire estaba cargado de esa magia viva que solo existe en los límites entre nuestros mundos. Al llegar, extendí la mano sin decir palabra.
    La marca -Trazada por el consejo- brilló en el interior de mi palma abierta apenas un instante antes de desvanecerse.

    El guardián asintió. El paso estaba concedido....

    El cruce fue breve, casi imperceptible… y aun así, distinto. Emergí en otro bosque. En un mundo que no era el mio.

    Árboles colosales se alzaban como columnas eternas, tan altos que parecían rozar el cielo cubierto de nubes. La nieve descansaba sobre las ramas con una calma reverente. Ahí, rodeada de naturaleza intacta, me permití sentir algo que mi puesto político no siempre me concedía: paz.

    Por un momento, no hubo deberes, ni vigilancia, ni amenazas ni gente juzgando me por un don que yo no elegí tener. Solo el crujido suave de mis pasos y el pulso sereno del mundo mortal respirando a mi alrededor.

    La ciudad no estaba tan lejos por lo que me permití tomarme mi tiempo antes de llegar. Canadá se desplegaba fría y hermosa, con calles cubiertas de blanco y lsuaves luces reflejándose en el hielo. Me integré sin dificultad; mi identidad humana estaba bien construida, tan real como mis títulos y credenciales: Médico. Visitante frecuente. Invisible.

    Mis primeros movimientos fueron precisos. Reuniones breves. Una montaña de papeles con sus reportes y una que otra comida que no podía conseguir en casa. Mis informantes del mundo humano confirmaron lo que temíamos: una niña, una bruja, había sido encontrada en un hogar gubernamental… sola sin ningún padre o guardián que le mostrara lo que era, que le enseñará sobre nuestras costumbres o le ayudará a controlar aquello a lo que le temía, su magia.

    Eso cambiaría, en nuestro mundo estaría a salvo, solo debíamos llegar ahí, sin embargo no nos iríamos tan rápido, no todavía, aún tenía cosas que hacer...

    Mi siguiente parada era el hospital.

    La clínica oncológica olía a desinfectante y se sentía tan fría como las bancas del parque bajo una tormenta de nieve. Caminé por los pasillos con la serenidad de quien ha estado ahí antes, de quien sabe exactamente qué significa mirar a alguien a los ojos cuando el tiempo parece agotarse. Odiaba está parte, ver a los padres asustados observando a sus hijos sobre las duras camas del hospital, o al revés, a los hijos rezando en la capilla por la salud de quienes los habían traído al mundo.

    Yo solo iba a observar. Solo a estar presente. Solo a ayudar dentro de mis capacidades "humanas"
    Pero mi corazón… fue débil.
    En un gesto silencioso, retiré el amuleto. La magia regresó a mí como un río contenido demasiado tiempo. Tres vidas. Tres cuerpos que no deberían haber sanado… y aun así lo hicieron.

    La primera fue un caso que había seguido por demasiado tiempo, una adolescente que había tenido cáncer 3 veces en distintas partes de su cuerpo, la pobre no hubiera resistido más. La segunda persona fue una pequeñita que había sido detectada con leucemia, al acercarme a ella pude sentir el velo de la muerte rodeándola listo para apagar la luz que tenía dentro de ella. Y la tercera, o bueno el tercero era un padre, el soporte de una muy extensa familia que claramente no podía perderlo.

    El precio fue inmediato.
    Muy lejos de ahí, antiguos artefactos reaccionaron. Amuletos diseñados para detectar flujos muy altos de magia se encendieron al unísono. Las alarmas no distinguían intención, solo poder.
    Los cazadores recibieron la señal.
    Y no fueron los únicos.
    En otra central, más oculta, más discreta, la alerta también fue registrada. Coordenadas precisas. Identidad confirmada. Sin juicio, sin demora, la información fue enviada a un agente que se encontraba cerca del área.

    Aún no lo sabía…
    Pero pronto ya no estaría sola.

    Darküs Volkøv
    Caminaba por las empedradas calles de la ciudad sintiendo la emoción burbujear dentro de mi estómago. Iría afuera. Por fin. Habíamos recibido un mensaje en la cede del consejo, el grupo de informantes que teníamos en el mundo humano habían encontrado una pequeña bruja y sospechaban que su lugar estaba con nosotros en la orden de hecate. Una bruja con un don oscuro, sola, en el mundo humano.... Tenía que ir... La misión era simple: llegar al mundo humano, recoger a la niña, recibir los informes necesarios de la situación y regresar a casa a salvo. Con eso en mente caminé directo al bosque con una maleta pequeña colgando en mi hombro. La luz de las farolas parecían reaccionar a mi presencia, como si los senderos mismos reconocieran el permiso que acababa de recibir. No era solo una autorización del consejo… era una una llave, un pasaje, una decisión que pesaba más de lo que aparentaba. El bosque me recibió con un antiguo silencio. Cómo si temiera por mi seguridad. Las hojas susurraban en lenguas que se creían perdidas mientras avanzaba hacia el portal, y el aire estaba cargado de esa magia viva que solo existe en los límites entre nuestros mundos. Al llegar, extendí la mano sin decir palabra. La marca -Trazada por el consejo- brilló en el interior de mi palma abierta apenas un instante antes de desvanecerse. El guardián asintió. El paso estaba concedido.... El cruce fue breve, casi imperceptible… y aun así, distinto. Emergí en otro bosque. En un mundo que no era el mio. Árboles colosales se alzaban como columnas eternas, tan altos que parecían rozar el cielo cubierto de nubes. La nieve descansaba sobre las ramas con una calma reverente. Ahí, rodeada de naturaleza intacta, me permití sentir algo que mi puesto político no siempre me concedía: paz. Por un momento, no hubo deberes, ni vigilancia, ni amenazas ni gente juzgando me por un don que yo no elegí tener. Solo el crujido suave de mis pasos y el pulso sereno del mundo mortal respirando a mi alrededor. La ciudad no estaba tan lejos por lo que me permití tomarme mi tiempo antes de llegar. Canadá se desplegaba fría y hermosa, con calles cubiertas de blanco y lsuaves luces reflejándose en el hielo. Me integré sin dificultad; mi identidad humana estaba bien construida, tan real como mis títulos y credenciales: Médico. Visitante frecuente. Invisible. Mis primeros movimientos fueron precisos. Reuniones breves. Una montaña de papeles con sus reportes y una que otra comida que no podía conseguir en casa. Mis informantes del mundo humano confirmaron lo que temíamos: una niña, una bruja, había sido encontrada en un hogar gubernamental… sola sin ningún padre o guardián que le mostrara lo que era, que le enseñará sobre nuestras costumbres o le ayudará a controlar aquello a lo que le temía, su magia. Eso cambiaría, en nuestro mundo estaría a salvo, solo debíamos llegar ahí, sin embargo no nos iríamos tan rápido, no todavía, aún tenía cosas que hacer... Mi siguiente parada era el hospital. La clínica oncológica olía a desinfectante y se sentía tan fría como las bancas del parque bajo una tormenta de nieve. Caminé por los pasillos con la serenidad de quien ha estado ahí antes, de quien sabe exactamente qué significa mirar a alguien a los ojos cuando el tiempo parece agotarse. Odiaba está parte, ver a los padres asustados observando a sus hijos sobre las duras camas del hospital, o al revés, a los hijos rezando en la capilla por la salud de quienes los habían traído al mundo. Yo solo iba a observar. Solo a estar presente. Solo a ayudar dentro de mis capacidades "humanas" Pero mi corazón… fue débil. En un gesto silencioso, retiré el amuleto. La magia regresó a mí como un río contenido demasiado tiempo. Tres vidas. Tres cuerpos que no deberían haber sanado… y aun así lo hicieron. La primera fue un caso que había seguido por demasiado tiempo, una adolescente que había tenido cáncer 3 veces en distintas partes de su cuerpo, la pobre no hubiera resistido más. La segunda persona fue una pequeñita que había sido detectada con leucemia, al acercarme a ella pude sentir el velo de la muerte rodeándola listo para apagar la luz que tenía dentro de ella. Y la tercera, o bueno el tercero era un padre, el soporte de una muy extensa familia que claramente no podía perderlo. El precio fue inmediato. Muy lejos de ahí, antiguos artefactos reaccionaron. Amuletos diseñados para detectar flujos muy altos de magia se encendieron al unísono. Las alarmas no distinguían intención, solo poder. Los cazadores recibieron la señal. Y no fueron los únicos. En otra central, más oculta, más discreta, la alerta también fue registrada. Coordenadas precisas. Identidad confirmada. Sin juicio, sin demora, la información fue enviada a un agente que se encontraba cerca del área. Aún no lo sabía… Pero pronto ya no estaría sola. [Darkus]
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  • Ya estamos a escasos días de que 2025 pase a mejor vida
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  • *Tras varias horas esperando por el regreso de su esposa a la mansión ya desistió, imaginaba que a Sasha le abría ocurrido algo que la tendría ocupada, por lo que decidió volver a la mansión sola. Como no sabría si volvería su esposa tarde o igual, no por si acaso le dejo algo de comer en la enorme cocina de la casa de ambas, una pequeña nota quedaría en la nevera diciendo que calentara la comida y que la amaba mucho.*

    *Ya con eso terminado se fue al cuarto, empezó a quitarse la ropa, empezando por el abrigo de invierno negro, luego la camiseta blanca, sus largas medias de color negro y el resto de las prendas incluyendo el colgante de plata y la gargantilla sobre su cuello para luego ponerse cómoda con corta camisa negra y un tanga negro así finalmente en esa enorme cama de matrimonio en la que deseaba que le acompañara su compañera de por vida, pero no podía ser, no tardaría mucho en entrar al mundo de los sueños abrazada a su almohada*
    *Tras varias horas esperando por el regreso de su esposa a la mansión ya desistió, imaginaba que a Sasha le abría ocurrido algo que la tendría ocupada, por lo que decidió volver a la mansión sola. Como no sabría si volvería su esposa tarde o igual, no por si acaso le dejo algo de comer en la enorme cocina de la casa de ambas, una pequeña nota quedaría en la nevera diciendo que calentara la comida y que la amaba mucho.* *Ya con eso terminado se fue al cuarto, empezó a quitarse la ropa, empezando por el abrigo de invierno negro, luego la camiseta blanca, sus largas medias de color negro y el resto de las prendas incluyendo el colgante de plata y la gargantilla sobre su cuello para luego ponerse cómoda con corta camisa negra y un tanga negro así finalmente en esa enorme cama de matrimonio en la que deseaba que le acompañara su compañera de por vida, pero no podía ser, no tardaría mucho en entrar al mundo de los sueños abrazada a su almohada*
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  • Memento vivire
    Fandom Freerol
    Categoría Drama
    Llevaba varios días con molestias en la zona lumbar pero no lo tomaba en cuenta, pero hoy al incorporarme me mordí el labio con fuerza.

    Esa punzada fue distinta a las demás tomé un poco de aire y camino hacia el vestidor ahí noté como algo espeso en las bragas, así que me las baje rápidamente.

    - ¡ Dios ! ... Vale vale debo calmarme solo ha sido que he expulsado el tapón mucoso -

    Me digo a mí misma, me las subí de nuevo las bragas. Y fui a escribir a mi matrona así que fui directa al móvil, pero justo Aki vino de la zona del gimnasio.

    - No te quiero asustar pero he expulsado el tapón mucoso -

    Le digo tomando mi móvil, rápido llegué al contracto de la matrona.

    Marian

    Buenos tardes  Marian acabo de sentir que he desprendido el tapón mucoso, en un rato estaré en el hospita de momento me siento bien pero quiero estar por si acaso ahí.

    Levante la mirada esperando que tener todo listo para ir al hospital en especial las maletas mías y Niki. Sentía que hoy era el día. Por lo que tenía que estar bien y sin nervios, pero era algo que me costaba pese las clases pre parto, además teniendo en cuenta de que mi madre lo pasó bastante mal a punto de fallecer cuando nací, pero los tiempos cambian y se que estoy en buenas manos. Así que tenía que confiar en esto.

    Akihiko Sanada
    𝙴𝚖𝚖𝚊 𝚂𝚠𝚊𝚗 AU
    Llevaba varios días con molestias en la zona lumbar pero no lo tomaba en cuenta, pero hoy al incorporarme me mordí el labio con fuerza. Esa punzada fue distinta a las demás tomé un poco de aire y camino hacia el vestidor ahí noté como algo espeso en las bragas, así que me las baje rápidamente. - ¡ Dios ! ... Vale vale debo calmarme solo ha sido que he expulsado el tapón mucoso - Me digo a mí misma, me las subí de nuevo las bragas. Y fui a escribir a mi matrona así que fui directa al móvil, pero justo Aki vino de la zona del gimnasio. - No te quiero asustar pero he expulsado el tapón mucoso - Le digo tomando mi móvil, rápido llegué al contracto de la matrona. 📳 Marian 💬 Buenos tardes  Marian acabo de sentir que he desprendido el tapón mucoso, en un rato estaré en el hospita de momento me siento bien pero quiero estar por si acaso ahí. Levante la mirada esperando que tener todo listo para ir al hospital en especial las maletas mías y Niki. Sentía que hoy era el día. Por lo que tenía que estar bien y sin nervios, pero era algo que me costaba pese las clases pre parto, además teniendo en cuenta de que mi madre lo pasó bastante mal a punto de fallecer cuando nací, pero los tiempos cambian y se que estoy en buenas manos. Así que tenía que confiar en esto. [Sanada_Thcx] [ThxRedSwan] AU
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