• This can be our secret… if you want.
    Fandom Game Of Thrones
    Categoría Romance
    STARTER PARA 𝚂𝙰𝙽𝙳𝙾𝚁 𝙲𝙻𝙴𝙶𝙰𝙽𝙴

    Aquella noche, tras temer durante horas soñar con el hombre que la mantenía en vilo, resultó soñar con el único que había conseguido calmarla. No solo a ella, sino a su dolor. Aquel que la había atormentado, que la había hecho sangrar en la bañera, que había conseguido que incluso él, el hombre más tosco de aquel lugar, arrugara el ceño.

    Aquella noche, Serenna soñó con Sandor.
    Pero no fue un sueño apacible, ni agradable. Fue uno de aquellos que te despiertan en mitad de la noche con la frente perlada.

    Las preocupaciones de la noche anterior la habían llevado hasta allí, hasta aquel recóndito lugar de su mente en el que se proyectaron sus miedos. Su temor a haber perdido el poco acercamiento que había tenido con su protector.

    El miedo de haberle asustado, de haberse sobrepasado, tal vez. El miedo a… perder lo único que le quedaba en aquel castillo y, probablemente, en aquel mundo.

    Lord Tywin Lannister parecía no sentir ni un mínimo resquicio de cariño, la mantenía aún en su encierro como un castigo que parecía eterno.

    Ella por supuesto, no sabía que Sandor le explicaba cada noche cómo había sido el día. Que el León sabía perfectamente cómo estaba, lo que hacía, y cómo seguía.

    Y tal vez por eso, su preocupación había pasado de estar en él a estar en Sandor Clegane: El Perro. Su guardián. Su sombra.

    ------------------------------------------------------

    Se había despertado aquella mañana, agitada, con el dolor aún retumbando en su vientre. No había olvidado la noche anterior, y la pesadilla hizo que fuese por ello imposible. Sandor todavía no estaba ahí, no había llegado aún. Pero sí las doncellas, quien la ayudaron a vestirse. La peinaron, la acicalaron y le colocaron el vestido.

    La puerta sonó, pero esta vez no fue Sandor quien aguardaba tras ella, sino Jaime Lannister.

    Vestido con su armadura dorada, aunque sin el casco, su cabello rubio caía desordenado sobre sus hombros.
    Jaime entró sin pedir permiso, mirando rápidamente a Serenna.

    —Parece que la princesa Velaryon —dijo, con su evidente tono irónico—, ha sobrevivido a otra luna. ¿Lista para un paseo matutino, mi lady? —Hizo un gesto exagerado con la mano, invitándola a seguirlo.

    Ella lo contempló ceñuda, sin esperarse encontrarle a él, menos aún, que le preguntara cómo estaba. O pareciera estar haciéndolo

    Las doncellas se apartaron rápidamente, inclinando la cabeza a modo de reverencia.

    —¿Paseo? —preguntó ella—. Ya bien sabéis ser Jaime, que no puedo salir de este lugar.

    Él se encogió de hombros.

    —No quiero estropearos la sorpresa. Digamos que es… un asunto familiar —Hizo una pausa, cruzando los brazos. Avanzó un paso más hacia ella, extendiendo la mano—. Después de vos… Mi Lady.

    “Un asunto familiar”. Aquello hizo que sus alarmas se dispararan.

    Serenna asomó la cabeza hacia la puerta, buscando la figura de Sandor.
    No tardó en ver parte de su armadura, aguardando fuera. Soltó despacio el aire y asintió. Las doncellas se apartaron, y Jaime la acompañó a la salida.

    Ahí estaba Sandor, de pie, sin siquiera mirarla.
    Ella esperó a que lo hiciera, pero parecía que la presencia de Jaime Lannister provocó que lo que la poca cercanía que hubo entre ellos dejara de existir.

    Jaime la tomó por el brazo y ella se negó a dejar de mirar a Sandor, como si esperara que él en cualquier momento fuese a devolverle la mirada. Un: ¿no venís conmigo? ¿Por qué no venís conmigo?...

    No fue sino hasta que ella por poco tropezó con sus propios pies que miró al frente y dejó de esperar, que Sandor la miró, y en sus labios se dibujó un gesto de hastío, incluso de asco.

    ¿Fue por ella? ¿Fue por Jaime?...

    La guio por los pasillos de la Fortaleza Roja.
    El camino los llevó a través de patios internos y escaleras empinadas, hasta llegar a la Torre de la Mano.
    La estructura irguiéndose imponente, casi como una forma de representar el poder que Tywin Lannister ejercía sobre el reino.

    Los guardias de capas carmesíes flanqueaban la entrada, apartándose sin articular palabra ante la llegada de Jaime.

    Serenna sintió cómo algo se agitaba en su interior. Después de todo aquel tiempo volvería a verle.
    Y lo cierto es que no estaba segura de… querer hacerlo.

    O eso pensó hasta que entró, y lo vio. En el centro, sentado tras el escritorio macizo.

    Al verlos entrar, levantó la vista con deliberada lentitud, como si su tiempo fuera un recurso precioso que no malgastaba en saludos innecesarios.

    —Padre —dijo Jaime, soltando el brazo de Serenna—. Os traigo a Lady Velaryon, como ordenasteis.

    Tywin hizo un gesto casi imperceptible con la mano, despidiendo a su hijo. Jaime arqueó una ceja, pero no protestó; sonrió amargamente antes de girarse y salir.

    Tywin ni siquiera la miró, continuó escribiendo en el pergamino hasta que creyó suficiente el hacerla temblar. Entonces, la observó durante un largo momento, evaluándola, sabiendo que aquello la estaba poniendo demasiado nerviosa. Podía verlo en su mirada, en sus ojos, en su cuerpo… Debilidad, flaqueza. Su labio se arqueó un instante.

    Suficiente para que ella lo viera, y su corazón se resquebrajara un instante.

    —Has languidecido lo suficiente en tu jaula. He decidido poner fin a tu aislamiento.

    Ella contuvo el aliento.

    —Te permitiré vagar por la Fortaleza Roja y sus jardines, siempre bajo vigilancia.
    Y ahora, lo soltó de golpe. “Bajo vigilancia” Aquello significaba que Él seguiría a su lado.
    El alivio inicial se entremezcló con la cautela; nada con Tywin Lannister era tan simple. Se inclinó ligeramente, manteniendo la compostura. O al menos, intentándolo.

    —My lord... os agradezco vuestra clemencia.

    Él asintió.

    —¿Significa eso que...?

    Entonces él la interrumpió, con un gesto seco, levantándose de su asiento. Caminó alrededor del escritorio, deteniéndose a unos pasos de ella, su estatura imponente y su mirada perforante, dispararon su pulso. Al parcer, nada había cambiado…

    —No lo confundas… Hay una condición… El mar te está vetado. No pisarás los muelles, no olerás la brisa salada.

    En cierto punto de la conversación, Serenna se despegó de la realidad, se marchó lejos, al pensamiento de Sandor, como si de algún modo, algo la estuviera obligando a volver ahí, al sueño.

    Entonces, la voz de Tywin la hizo volver en sí.

    —¿He sido lo suficientemente claro?

    Serenna sintió el nudo en la garganta. El mar lo era todo para ella, pero sabía que aquello era más de lo que podía pedir. Le había levantado el castigo y aquello ya era demasiado.
    Casi podía escuchar a Cersei quejarse, diciéndole que era una mala decisión, que debería ser tan duro como lo fue con ellos.

    Asintió lentamente, bajando la vista.

    —Sí, mi lord. Lo entiendo.

    Tywin regresó a su asiento, como si el asunto estuviera zanjado, pero su voz
    —Bien... El Perro seguirá siendo tu sombra, vigilando cada uno de tus pasos. No se lo pongas más difícil. Créeme… no quieres enfadarlo.

    Ella tragó saliva y asintió una vez más.
    Y es cierto que no supo cómo actuar. Se quedó paralizada, como si aquella situación fuese extraña, como si… fuese diferente a todas las demás.

    ¿De verdad a él le importaba tan poco como estaba demostrando?

    Aquello hizo que su ceño se frunciera, que su mirada descendiera al suelo y que deseara marcharse de allí cuanto antes. Así que, y sin su permiso, Serenna asintió a modo de despedida, hizo una reverencia y se dio la vuelta, dispuesta a marcharse.
    Pero entonces, su voz la detuvo.

    —No recuerdo haberte dicho que pudieras irte.

    Serenna se quedó inmóvil.

    Tywin se levantó despacio. Caminó hacia ella, deteniéndose lo suficientemente cerca para que el calor de su cuerpo la envolviera, para que su aliento rozara apenas su nuca, evidenciando así que estaba tras ella.

    Ésta se giró lentamente, enfrentándole. Tragó saliva, el pulso acelerándosele en el cuello visiblemente.

    —No... no era mi intención desafiaros, My Lord —susurró ella. Su cuerpo traicionándola al inclinarse apenas hacia atrás.

    Tywin no dijo nada, tan solo la miró, analizándola en silencio. Aquellos ojos azules, penetrantes, se aguzaban mientras la escudriñaban. Su ceño fruncido, su ceja arqueada. Y ahí estaba… aquella expresión tan suya… Esa que utilizaba cuando diseccionaba a las personas, cuando evaluaba cada detalle. Y oh… en ella pudo ver mucho… Demasiado.

    El temblor sutil en sus hombros, el modo en que su pecho subía y bajaba con la respiración entrecortada, el pulso visible en su cuello…

    Avanzó un paso más, y luego otro, acorralándola. Su altura imponente obligándola a retroceder instintivamente hasta que su espalda rozó la piedra fría.

    Serenna levantó la vista hacia él, sus labios entreabriéndose por un deseo incontrolable.

    Intentó mantener la compostura, apretando los muslos con disimulo, mordiéndose el interior de la mejilla para no dejar escapar un suspiro, pero el calor de su proximidad la traicionaba, haciendo que su cuerpo respondiera con un pulso insistente entre sus piernas, un anhelo que rogaba no ser visto.

    Tywin se detuvo entonces, tan cerca que podía sentir el calor de su aliento en su rostro, sus ojos clavados en los de ella, notando cada matiz: el rubor que subía a sus mejillas, el leve temblor de sus labios, el deseo que emanaba de ella.

    Su mandíbula se tensó fugazmente, un atisbo de aquella debilidad que solo ella provocaba en él, pero lo contuvo, como siempre.

    Casi como si solo hubiera querido comprobar eso: que ella aún lo deseaba, que su atracción por él no se había extinguido, que seguía siendo capaz de encender ese fuego en ella con solo su presencia.

    Satisfecho, o al menos, aparentándolo, dio un paso atrás, rompiendo la tensión, dejándola con las ganas.

    —Que no se vuelva a repetir —advirtió, volviendo a su escritorio, sentándose como si nada hubiera pasado.

    Serenna asintió, temblorosa, saliendo de la torre con el cuerpo aún latiendo por el encuentro, el deseo no saciado quemándole por dentro.

    Confundida, volvió a sus aposentos, aunque allí ya no tuviese que estar. No por obligación, al menos.

    Cuando llegó, Sandor la esperaba, de nuevo con la mirada al frente, sin mirarla. Ella, desilusionada y con el reciente encuentro de Tywin, decidió no continuar presionándole. No volvió a mirarle, no esperó respuesta, tan solo entró en la habitación, se encerró y se echó a llorar. La espalda contra la puerta, el cuerpo encogido, sus brazos rodeándose.

    Le deseaba, le quería. Aún a pesar de todo lo que le había hecho. Aún a pesar de que le hubiera prohibido aquello que más quería.
    El mar.

    ------------------------------------------------------


    Una semana más tarde, cuando todo pareció asentarse, Tywin anunció su marcha.
    Debía viajar unos días para unos asuntos importantes. Sandor, como ya había aclarado, se quedaría con Serenna, cuidando de ella, y protegiéndola. Como había sido hasta ahora.

    La relación del Perro y la “princesa” había sido diferente aquellos días. Ella parecía haber aceptado que no volvería a repetirse lo que había sucedido en su encierro. Él era su protector, y nada más.
    Y es que, la joven Velaryon no podía permitirse perderle.

    Aquel día Sandor la acompañaba en lo alto del castillo. El mar se extendía bajo ellos. El cabello de la joven se mecía suavemente. El perfume de su piel llegaba hasta él, inundándolo.

    Entonces, ella se giró, y buscó su mirada.

    —Ser Clegane…

    Insistió en llamarlo así. A veces, eso hacía que él reaccionara, que… pareciera humano, que… pareciera el mismo hombre de aquellos días.

    STARTER PARA [THEH0UND] Aquella noche, tras temer durante horas soñar con el hombre que la mantenía en vilo, resultó soñar con el único que había conseguido calmarla. No solo a ella, sino a su dolor. Aquel que la había atormentado, que la había hecho sangrar en la bañera, que había conseguido que incluso él, el hombre más tosco de aquel lugar, arrugara el ceño. Aquella noche, Serenna soñó con Sandor. Pero no fue un sueño apacible, ni agradable. Fue uno de aquellos que te despiertan en mitad de la noche con la frente perlada. Las preocupaciones de la noche anterior la habían llevado hasta allí, hasta aquel recóndito lugar de su mente en el que se proyectaron sus miedos. Su temor a haber perdido el poco acercamiento que había tenido con su protector. El miedo de haberle asustado, de haberse sobrepasado, tal vez. El miedo a… perder lo único que le quedaba en aquel castillo y, probablemente, en aquel mundo. Lord Tywin Lannister parecía no sentir ni un mínimo resquicio de cariño, la mantenía aún en su encierro como un castigo que parecía eterno. Ella por supuesto, no sabía que Sandor le explicaba cada noche cómo había sido el día. Que el León sabía perfectamente cómo estaba, lo que hacía, y cómo seguía. Y tal vez por eso, su preocupación había pasado de estar en él a estar en Sandor Clegane: El Perro. Su guardián. Su sombra. ------------------------------------------------------ Se había despertado aquella mañana, agitada, con el dolor aún retumbando en su vientre. No había olvidado la noche anterior, y la pesadilla hizo que fuese por ello imposible. Sandor todavía no estaba ahí, no había llegado aún. Pero sí las doncellas, quien la ayudaron a vestirse. La peinaron, la acicalaron y le colocaron el vestido. La puerta sonó, pero esta vez no fue Sandor quien aguardaba tras ella, sino Jaime Lannister. Vestido con su armadura dorada, aunque sin el casco, su cabello rubio caía desordenado sobre sus hombros. Jaime entró sin pedir permiso, mirando rápidamente a Serenna. —Parece que la princesa Velaryon —dijo, con su evidente tono irónico—, ha sobrevivido a otra luna. ¿Lista para un paseo matutino, mi lady? —Hizo un gesto exagerado con la mano, invitándola a seguirlo. Ella lo contempló ceñuda, sin esperarse encontrarle a él, menos aún, que le preguntara cómo estaba. O pareciera estar haciéndolo Las doncellas se apartaron rápidamente, inclinando la cabeza a modo de reverencia. —¿Paseo? —preguntó ella—. Ya bien sabéis ser Jaime, que no puedo salir de este lugar. Él se encogió de hombros. —No quiero estropearos la sorpresa. Digamos que es… un asunto familiar —Hizo una pausa, cruzando los brazos. Avanzó un paso más hacia ella, extendiendo la mano—. Después de vos… Mi Lady. “Un asunto familiar”. Aquello hizo que sus alarmas se dispararan. Serenna asomó la cabeza hacia la puerta, buscando la figura de Sandor. No tardó en ver parte de su armadura, aguardando fuera. Soltó despacio el aire y asintió. Las doncellas se apartaron, y Jaime la acompañó a la salida. Ahí estaba Sandor, de pie, sin siquiera mirarla. Ella esperó a que lo hiciera, pero parecía que la presencia de Jaime Lannister provocó que lo que la poca cercanía que hubo entre ellos dejara de existir. Jaime la tomó por el brazo y ella se negó a dejar de mirar a Sandor, como si esperara que él en cualquier momento fuese a devolverle la mirada. Un: ¿no venís conmigo? ¿Por qué no venís conmigo?... No fue sino hasta que ella por poco tropezó con sus propios pies que miró al frente y dejó de esperar, que Sandor la miró, y en sus labios se dibujó un gesto de hastío, incluso de asco. ¿Fue por ella? ¿Fue por Jaime?... La guio por los pasillos de la Fortaleza Roja. El camino los llevó a través de patios internos y escaleras empinadas, hasta llegar a la Torre de la Mano. La estructura irguiéndose imponente, casi como una forma de representar el poder que Tywin Lannister ejercía sobre el reino. Los guardias de capas carmesíes flanqueaban la entrada, apartándose sin articular palabra ante la llegada de Jaime. Serenna sintió cómo algo se agitaba en su interior. Después de todo aquel tiempo volvería a verle. Y lo cierto es que no estaba segura de… querer hacerlo. O eso pensó hasta que entró, y lo vio. En el centro, sentado tras el escritorio macizo. Al verlos entrar, levantó la vista con deliberada lentitud, como si su tiempo fuera un recurso precioso que no malgastaba en saludos innecesarios. —Padre —dijo Jaime, soltando el brazo de Serenna—. Os traigo a Lady Velaryon, como ordenasteis. Tywin hizo un gesto casi imperceptible con la mano, despidiendo a su hijo. Jaime arqueó una ceja, pero no protestó; sonrió amargamente antes de girarse y salir. Tywin ni siquiera la miró, continuó escribiendo en el pergamino hasta que creyó suficiente el hacerla temblar. Entonces, la observó durante un largo momento, evaluándola, sabiendo que aquello la estaba poniendo demasiado nerviosa. Podía verlo en su mirada, en sus ojos, en su cuerpo… Debilidad, flaqueza. Su labio se arqueó un instante. Suficiente para que ella lo viera, y su corazón se resquebrajara un instante. —Has languidecido lo suficiente en tu jaula. He decidido poner fin a tu aislamiento. Ella contuvo el aliento. —Te permitiré vagar por la Fortaleza Roja y sus jardines, siempre bajo vigilancia. Y ahora, lo soltó de golpe. “Bajo vigilancia” Aquello significaba que Él seguiría a su lado. El alivio inicial se entremezcló con la cautela; nada con Tywin Lannister era tan simple. Se inclinó ligeramente, manteniendo la compostura. O al menos, intentándolo. —My lord... os agradezco vuestra clemencia. Él asintió. —¿Significa eso que...? Entonces él la interrumpió, con un gesto seco, levantándose de su asiento. Caminó alrededor del escritorio, deteniéndose a unos pasos de ella, su estatura imponente y su mirada perforante, dispararon su pulso. Al parcer, nada había cambiado… —No lo confundas… Hay una condición… El mar te está vetado. No pisarás los muelles, no olerás la brisa salada. En cierto punto de la conversación, Serenna se despegó de la realidad, se marchó lejos, al pensamiento de Sandor, como si de algún modo, algo la estuviera obligando a volver ahí, al sueño. Entonces, la voz de Tywin la hizo volver en sí. —¿He sido lo suficientemente claro? Serenna sintió el nudo en la garganta. El mar lo era todo para ella, pero sabía que aquello era más de lo que podía pedir. Le había levantado el castigo y aquello ya era demasiado. Casi podía escuchar a Cersei quejarse, diciéndole que era una mala decisión, que debería ser tan duro como lo fue con ellos. Asintió lentamente, bajando la vista. —Sí, mi lord. Lo entiendo. Tywin regresó a su asiento, como si el asunto estuviera zanjado, pero su voz —Bien... El Perro seguirá siendo tu sombra, vigilando cada uno de tus pasos. No se lo pongas más difícil. Créeme… no quieres enfadarlo. Ella tragó saliva y asintió una vez más. Y es cierto que no supo cómo actuar. Se quedó paralizada, como si aquella situación fuese extraña, como si… fuese diferente a todas las demás. ¿De verdad a él le importaba tan poco como estaba demostrando? Aquello hizo que su ceño se frunciera, que su mirada descendiera al suelo y que deseara marcharse de allí cuanto antes. Así que, y sin su permiso, Serenna asintió a modo de despedida, hizo una reverencia y se dio la vuelta, dispuesta a marcharse. Pero entonces, su voz la detuvo. —No recuerdo haberte dicho que pudieras irte. Serenna se quedó inmóvil. Tywin se levantó despacio. Caminó hacia ella, deteniéndose lo suficientemente cerca para que el calor de su cuerpo la envolviera, para que su aliento rozara apenas su nuca, evidenciando así que estaba tras ella. Ésta se giró lentamente, enfrentándole. Tragó saliva, el pulso acelerándosele en el cuello visiblemente. —No... no era mi intención desafiaros, My Lord —susurró ella. Su cuerpo traicionándola al inclinarse apenas hacia atrás. Tywin no dijo nada, tan solo la miró, analizándola en silencio. Aquellos ojos azules, penetrantes, se aguzaban mientras la escudriñaban. Su ceño fruncido, su ceja arqueada. Y ahí estaba… aquella expresión tan suya… Esa que utilizaba cuando diseccionaba a las personas, cuando evaluaba cada detalle. Y oh… en ella pudo ver mucho… Demasiado. El temblor sutil en sus hombros, el modo en que su pecho subía y bajaba con la respiración entrecortada, el pulso visible en su cuello… Avanzó un paso más, y luego otro, acorralándola. Su altura imponente obligándola a retroceder instintivamente hasta que su espalda rozó la piedra fría. Serenna levantó la vista hacia él, sus labios entreabriéndose por un deseo incontrolable. Intentó mantener la compostura, apretando los muslos con disimulo, mordiéndose el interior de la mejilla para no dejar escapar un suspiro, pero el calor de su proximidad la traicionaba, haciendo que su cuerpo respondiera con un pulso insistente entre sus piernas, un anhelo que rogaba no ser visto. Tywin se detuvo entonces, tan cerca que podía sentir el calor de su aliento en su rostro, sus ojos clavados en los de ella, notando cada matiz: el rubor que subía a sus mejillas, el leve temblor de sus labios, el deseo que emanaba de ella. Su mandíbula se tensó fugazmente, un atisbo de aquella debilidad que solo ella provocaba en él, pero lo contuvo, como siempre. Casi como si solo hubiera querido comprobar eso: que ella aún lo deseaba, que su atracción por él no se había extinguido, que seguía siendo capaz de encender ese fuego en ella con solo su presencia. Satisfecho, o al menos, aparentándolo, dio un paso atrás, rompiendo la tensión, dejándola con las ganas. —Que no se vuelva a repetir —advirtió, volviendo a su escritorio, sentándose como si nada hubiera pasado. Serenna asintió, temblorosa, saliendo de la torre con el cuerpo aún latiendo por el encuentro, el deseo no saciado quemándole por dentro. Confundida, volvió a sus aposentos, aunque allí ya no tuviese que estar. No por obligación, al menos. Cuando llegó, Sandor la esperaba, de nuevo con la mirada al frente, sin mirarla. Ella, desilusionada y con el reciente encuentro de Tywin, decidió no continuar presionándole. No volvió a mirarle, no esperó respuesta, tan solo entró en la habitación, se encerró y se echó a llorar. La espalda contra la puerta, el cuerpo encogido, sus brazos rodeándose. Le deseaba, le quería. Aún a pesar de todo lo que le había hecho. Aún a pesar de que le hubiera prohibido aquello que más quería. El mar. ------------------------------------------------------ Una semana más tarde, cuando todo pareció asentarse, Tywin anunció su marcha. Debía viajar unos días para unos asuntos importantes. Sandor, como ya había aclarado, se quedaría con Serenna, cuidando de ella, y protegiéndola. Como había sido hasta ahora. La relación del Perro y la “princesa” había sido diferente aquellos días. Ella parecía haber aceptado que no volvería a repetirse lo que había sucedido en su encierro. Él era su protector, y nada más. Y es que, la joven Velaryon no podía permitirse perderle. Aquel día Sandor la acompañaba en lo alto del castillo. El mar se extendía bajo ellos. El cabello de la joven se mecía suavemente. El perfume de su piel llegaba hasta él, inundándolo. 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  • ~Escena con Daozhang Xiao Xingchen ~

    "¿Alguien tiene un DeLorean?"

    Abrió los ojos lentamente solo para percatarse de que no reconocía dónde estaba. ¿Qué era todo eso? ¿Qué había pasado? Lo último que recordaba era meterse en su cama a dormir y entonces... ¿Qué hacía en mitad de un bosque? Y... ¿Por qué llevaba aquellas ropas? ¿Un yukata? No estaba entendiendo nada.
    Se incorporó, pues estaba tumbado sobre un lecho de flores. Se puso en pie y miró a su alrededor. No reconocí aquel lugar. ¿Cuándo llegó allí y por qué llevaba aquellas ropas que no eran suyas?

    Demasiados sinsentidos.

    Necesitaba regresar a casa, pero... ¿Por dónde debía ir?
    Caminaría sin más, dejándose llevar por su habitual buena orientación, pensó que así lograría regresar. Pero lo cierto era que no. Sus pasos le llevaron hasta lo que parecía una ¿aldea? ¿A caso se había colado en el set de rodaje de una película ambientada en la época Edo? Pero todo parecía tan realista, incluso había gente que juraría vivían allí. Pero eso no era posible, ¿no?

    Para su sorpresa y desgracia sí, era posible. La gente hablaba un dialecto japonés que le costaba un poco entender en ocasiones, a demás de que le observaban con una mezcla de admiración y temor. ¿Era debido a su apariencia? Desde luego llamaba la atención. Pasó varios días y noches tratando de descubrir qué había pasado, solo para tener que admitir la cruda realidad... Había viajado en el tiempo. ¿Cómo? No tenía ni idea, pero así era. ¿Qué iba a ser de él? ¿Cómo iba a sobrevivir allí? Es más, la caza de lobos parecía a la orden del día, se sentía como un mal chiste.

    El tiempo siguió pasando, sobreviviendo de cazar algún animal en el bosque, de esconderse en cuevas, conseguir dinero que robaba a borrachos para así poder comprar algunas cosas o costearse unas copas en lugares de mala muerte. Alguna vez trataron de capturarlo para venderlo en el barrio rojo, otras le intentaban caza acusándolo de ser un yokai, etc. La vida no era para nada sencilla.
    De alguna u otra forma, necesitó huir de allí desesperadamente pues, por lo visto, algunos aldeanos se enteraron de su verdadera naturaleza y los problemas no hicieron más que aumentar. Sin comerlo ni beberlo acabó en un barco que zarpaba a vete a saber dónde. ¿Es que no podía vivir tranquilo?

    Se mantuvo escondido en las bodegas como pudo, un polizón, cosa que no fue tarea fácil.

    Finalmente llegaron a tierra, el destino de la mercancía entre otros asuntos turbios que parecían tener entre manos los tripulantes.
    ¿Dónde estaba ene se momento? Ya no tenía ni idea y llegados ese punto, tampoco creyó que importase demasiado. Logró salir del navío sin ser descubierto y cuando al fin pudo vagar por las calles no tardó mucho en reconocer un poco del dialecto, así como arquitectura.
    China.

    Genial, ¿qué se supone que iba a hacer él por su cuenta en China? Y más aún en aquella época. Listo, estaba jodido. Muy jodido. Solo le quedaba asumirlo.
    Buscó lugares que tuvieran frondosos bosques cercanos, lugares donde pudiera usar su apariencia de lobo con tranquilidad, así como, de vez en cuando y si era necesario, cazar algún pequeño animal para alimentarse. Nunca mataba más de la cuenta, no le traía placer alguno la caza en sí, pero no tenía más opciones para conseguir alimento sustancioso dada la situación.
    En ocasiones bajaba a los pueblos, intentando memorizar cada lugar, moverse ágil por las calles, quizá conseguir un poco de dinero y con este, alcohol para embriagarse. Con el paso del tiempo también lograba aprender un poco más del idioma, aunque lo hablaba peor que un niño pequeño pero se hacía entender.

    A pesar de seguir atrapado en lo que creía una broma de mal gusto o una maldición sin sentido, las cosas no iban del todo mal. Estaba preocupado por su madre, sí, así como muchos otros asuntos sin resolver... Pero sobrevivía bastante bien.

    Al menos hasta que un suceso extraño azotó los pueblos y los bosques. Algo que, sin duda y dada su mala suerte habitual, le salpicaría...
    ~Escena con [Daozhang_XiaoXingchen] ~ "¿Alguien tiene un DeLorean?" Abrió los ojos lentamente solo para percatarse de que no reconocía dónde estaba. ¿Qué era todo eso? ¿Qué había pasado? Lo último que recordaba era meterse en su cama a dormir y entonces... ¿Qué hacía en mitad de un bosque? Y... ¿Por qué llevaba aquellas ropas? ¿Un yukata? No estaba entendiendo nada. Se incorporó, pues estaba tumbado sobre un lecho de flores. Se puso en pie y miró a su alrededor. No reconocí aquel lugar. ¿Cuándo llegó allí y por qué llevaba aquellas ropas que no eran suyas? Demasiados sinsentidos. Necesitaba regresar a casa, pero... ¿Por dónde debía ir? Caminaría sin más, dejándose llevar por su habitual buena orientación, pensó que así lograría regresar. Pero lo cierto era que no. Sus pasos le llevaron hasta lo que parecía una ¿aldea? ¿A caso se había colado en el set de rodaje de una película ambientada en la época Edo? Pero todo parecía tan realista, incluso había gente que juraría vivían allí. Pero eso no era posible, ¿no? Para su sorpresa y desgracia sí, era posible. La gente hablaba un dialecto japonés que le costaba un poco entender en ocasiones, a demás de que le observaban con una mezcla de admiración y temor. ¿Era debido a su apariencia? Desde luego llamaba la atención. Pasó varios días y noches tratando de descubrir qué había pasado, solo para tener que admitir la cruda realidad... Había viajado en el tiempo. ¿Cómo? No tenía ni idea, pero así era. ¿Qué iba a ser de él? ¿Cómo iba a sobrevivir allí? Es más, la caza de lobos parecía a la orden del día, se sentía como un mal chiste. El tiempo siguió pasando, sobreviviendo de cazar algún animal en el bosque, de esconderse en cuevas, conseguir dinero que robaba a borrachos para así poder comprar algunas cosas o costearse unas copas en lugares de mala muerte. Alguna vez trataron de capturarlo para venderlo en el barrio rojo, otras le intentaban caza acusándolo de ser un yokai, etc. La vida no era para nada sencilla. De alguna u otra forma, necesitó huir de allí desesperadamente pues, por lo visto, algunos aldeanos se enteraron de su verdadera naturaleza y los problemas no hicieron más que aumentar. Sin comerlo ni beberlo acabó en un barco que zarpaba a vete a saber dónde. ¿Es que no podía vivir tranquilo? Se mantuvo escondido en las bodegas como pudo, un polizón, cosa que no fue tarea fácil. Finalmente llegaron a tierra, el destino de la mercancía entre otros asuntos turbios que parecían tener entre manos los tripulantes. ¿Dónde estaba ene se momento? Ya no tenía ni idea y llegados ese punto, tampoco creyó que importase demasiado. Logró salir del navío sin ser descubierto y cuando al fin pudo vagar por las calles no tardó mucho en reconocer un poco del dialecto, así como arquitectura. China. Genial, ¿qué se supone que iba a hacer él por su cuenta en China? Y más aún en aquella época. Listo, estaba jodido. Muy jodido. Solo le quedaba asumirlo. Buscó lugares que tuvieran frondosos bosques cercanos, lugares donde pudiera usar su apariencia de lobo con tranquilidad, así como, de vez en cuando y si era necesario, cazar algún pequeño animal para alimentarse. Nunca mataba más de la cuenta, no le traía placer alguno la caza en sí, pero no tenía más opciones para conseguir alimento sustancioso dada la situación. En ocasiones bajaba a los pueblos, intentando memorizar cada lugar, moverse ágil por las calles, quizá conseguir un poco de dinero y con este, alcohol para embriagarse. Con el paso del tiempo también lograba aprender un poco más del idioma, aunque lo hablaba peor que un niño pequeño pero se hacía entender. A pesar de seguir atrapado en lo que creía una broma de mal gusto o una maldición sin sentido, las cosas no iban del todo mal. Estaba preocupado por su madre, sí, así como muchos otros asuntos sin resolver... Pero sobrevivía bastante bien. Al menos hasta que un suceso extraño azotó los pueblos y los bosques. Algo que, sin duda y dada su mala suerte habitual, le salpicaría...
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  • Asteriot Valort ofrece asistencia especializada en asuntos extradimensionales y perturbaciones de origen cósmico.
    Si alguna entidad fuera de la realidad comienza a acechar tu mundo, manipular tus sueños o devorar tus muebles, puedes solicitar su apoyo sin dudar.

    Qué puede hacer por ti:
    • Contención y neutralización de criaturas interdimensionales.
    • Investigación de anomalías que desafían las leyes de la física.
    • Rastreo de entidades que se alimentan de mentes, almas o estructuras conceptuales.
    • Asesoría práctica para sobrevivir a distorsiones metafísicas.
    • Eliminación de amenazas que no deberían existir.

    Condiciones del servicio:
    Asteriot no cobra por su intervención. Solo se recomienda contactarlo antes de que la situación se salga de control. Las emergencias cósmicas no suelen tener segundas oportunidades.
    Asteriot Valort ofrece asistencia especializada en asuntos extradimensionales y perturbaciones de origen cósmico. Si alguna entidad fuera de la realidad comienza a acechar tu mundo, manipular tus sueños o devorar tus muebles, puedes solicitar su apoyo sin dudar. Qué puede hacer por ti: • Contención y neutralización de criaturas interdimensionales. • Investigación de anomalías que desafían las leyes de la física. • Rastreo de entidades que se alimentan de mentes, almas o estructuras conceptuales. • Asesoría práctica para sobrevivir a distorsiones metafísicas. • Eliminación de amenazas que no deberían existir. Condiciones del servicio: Asteriot no cobra por su intervención. Solo se recomienda contactarlo antes de que la situación se salga de control. Las emergencias cósmicas no suelen tener segundas oportunidades.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    // Saludos, he estado un tanto perdido por varios asuntos que no vienen al caso, pero ya estoy mejor, quiero revivir la cuenta e ir retomando los roles poco a poco. Voy a ir poco a poco hasta adaptarme de nuevo.

    Así que si eres alguien que tiene algún rol pendiente conmigo o quiere empezar, déjame saber, contestaré cuando se me sea posible, de antemano lamento los inconvenientes y agradezco la paciencia.
    // Saludos, he estado un tanto perdido por varios asuntos que no vienen al caso, pero ya estoy mejor, quiero revivir la cuenta e ir retomando los roles poco a poco. Voy a ir poco a poco hasta adaptarme de nuevo. Así que si eres alguien que tiene algún rol pendiente conmigo o quiere empezar, déjame saber, contestaré cuando se me sea posible, de antemano lamento los inconvenientes y agradezco la paciencia.
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  • -¡Groooooar!

    No le interesan los asuntos mundanos de otras civilizaciones o pueblos, sin embargo, más que la infestación, detesta que otros "cerebritos" han pensado que pueden domesticar la infestación como si fueran sus perros de guerra y ahora tiene que lidiar con un extraño tanque de guerra que devoro y asimilo a los tripulantes y que de repente le surgen patas y tejido debajo de su caparón de acero y placas de hormigón.

    "Eso... es un ojo."
    -¡Groooooar! No le interesan los asuntos mundanos de otras civilizaciones o pueblos, sin embargo, más que la infestación, detesta que otros "cerebritos" han pensado que pueden domesticar la infestación como si fueran sus perros de guerra y ahora tiene que lidiar con un extraño tanque de guerra que devoro y asimilo a los tripulantes y que de repente le surgen patas y tejido debajo de su caparón de acero y placas de hormigón. "Eso... es un ojo."
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  • ROL LIBRE]
    -CHINA ANTIGUA.-

    -Secta LanLing Jin.- La conferencia de cultivo en la secta había terminado, tanto lideres como sus discípulos retornaban a sus respectivos clanes, se despedían de manera aporpiada tanto del lider como de su mano derecha, un joven Jin Guangyao que servia a su padre y obedecía ciegamente todo lo que este deseara.

    Para el joven taoista Daozhaang Xiao Xingchen que habia terminado en primer lugar se le ofreció quedarse unos dias pues deseaban conocerlo mas y posiblemente que les ayudara con algunos asuntos, pues era bien sabido que la maestra del joven monje era muy afamada en el mundo de cultivo, llamada la Inmortal Baoshan Sanren.

    Así fue su estadía en la secta sin saber a ciencia cierta quien conocería antes de poder seguir su camino como un errante en su deseo de ayudar a las personas.
    ROL LIBRE] -CHINA ANTIGUA.- -Secta LanLing Jin.- La conferencia de cultivo en la secta había terminado, tanto lideres como sus discípulos retornaban a sus respectivos clanes, se despedían de manera aporpiada tanto del lider como de su mano derecha, un joven Jin Guangyao que servia a su padre y obedecía ciegamente todo lo que este deseara. Para el joven taoista Daozhaang Xiao Xingchen que habia terminado en primer lugar se le ofreció quedarse unos dias pues deseaban conocerlo mas y posiblemente que les ayudara con algunos asuntos, pues era bien sabido que la maestra del joven monje era muy afamada en el mundo de cultivo, llamada la Inmortal Baoshan Sanren. Así fue su estadía en la secta sin saber a ciencia cierta quien conocería antes de poder seguir su camino como un errante en su deseo de ayudar a las personas.
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  • Si hay algo que no tolero, es a mi hermano mayor metiéndose con mis asuntos. Sobre todo porque él tiene ese modo de solucionar todo con dinero y no con violencia. (como yo)
    Si hay algo que no tolero, es a mi hermano mayor metiéndose con mis asuntos. Sobre todo porque él tiene ese modo de solucionar todo con dinero y no con violencia. (como yo)
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  • Dónde las almas claman piedad y los divinos diversión
    Categoría Original
    Rol para:
    Mahdi 𐬛𐬀𐬉𐬎𐬎𐬀

    Hora: 7 p.m
    Lugar: Ciudad Szeged- Hospital Rókus.

    La ceremonia apenas llevaba diez minutos de haber comenzado, y Lyra ya contaba los segundos para marcharse a casa. Pero no podía. Cada año era la misma rutina, o al menos eso decían quienes llevaban tiempo trabajando en aquel hospital. Ella apenas llevaba seis meses de regreso en su tierra natal, intentando adaptarse a un entorno que le resultaba tan familiar como ajeno.

    La dinámica era simple, premiar a los mejores departamentos del hospital, aquellos que habían destacado durante durante aquellos meses.

    —¿Y tú, Lyra? ¿No te acompaña nadie? ¿Algún novio, tus padres quizás? Oí que, como jefa del Departamento Forense, podrías ganar este año —preguntó Darka con esa curiosidad tan inoportuna que la caracterizaba.

    ♧ No, mis padres están de vacaciones. Hoy soy solo yo —mintió Lyra, regalándole una sonrisa amable. Nadie necesitaba saber más de su vida. En unos meses probablemente desaparecería con la excusa de un nuevo empleo en otra ciudad. Era su forma de sobrevivir. Los de su especie no podían permanecer mucho tiempo en un mismo lugar… era demasiado peligroso.

    El murmullo del público se interrumpió cuando pronunciaron su nombre. Ganadora del primer lugar, Lyra Velvetthorn. Los aplausos resonaron como un eco distante mientras subía al escenario, sosteniendo aquel trofeo que brillaba bajo las luces del auditorio.

    ♧ Gracias a todos mis compañeros —dijo con voz serena— Trabajar con ustedes ha sido un honor. La vida nos da oportunidades maravillosas, y esta es una de ellas — Aunque sus palabras sonaban sinceras, dentro de ella solo había vacío. Todo era un guión repetido una y otra vez. Sonrisas falsas, promesas vacías, años que pasaban sin dejar huella. Un ciclo interminable sin chispa ni propósito...

    Esa noche, al regresar a casa, dejó el premio en una repisa junto a otros idénticos. Parecía una línea del tiempo, una sucesión de logros que ya no significaban nada. Exhausta, se dejó caer en la cama y cerró los ojos.

    El sueño llegó rápido… y con él, el pasado. Tenía siete años otra vez. Sus padres reían mientras jugaban en el jardín. Todo era luz, hasta que la oscuridad lo devoró todo. Los disparos, los gritos, la sangre. Sus padres cayendo frente a ella. Mientras Lyra solo gritaba que no la dejaran sola, rogaba que se quedarán, pero en sus ojos ya se había ido todo rastro de vida.

    En el medio de la lluvia, mientras ella abrazaba sus cuerpos inertes, un hombre extraño apareció, ni siquiera podía distinguir su rostro, no sabía si era por sus lágrimas o es que de verdad aquel hombre no quería dejarse ver.

    — Pobre niña desafortunada. Tan hermosa como maldita. Una escena desgarradora —susurró, su voz sonaba tan ronca como diabólica — Mi alma ha sido conmovida. Por lo que vengo a ofrecerte un salida, la opción de cambiar tu destino. ¿No te gustaría? — Lyra quién yacía en el piso con el vestido lleno de la sangre de sus padres, no hizo más que levantarse del suelo para encararlo, la oferta no sonaba mal, después de todo, lo que la movía era su corazón desgarrado por el dolor y la rabia.

    ♧ ¿ Qué clase de salida? ¿Qué debo hacer? — La voz infantil de Lyra resonó como eco en el medio del caos.

    Al escuchar el interés de la niña, el hombre rió con satisfacción.

    — Que ñiña tan valiente...La salida es sencilla, pero el camino es tormentoso. El precio justo por lo que obtendrás luego — El hombre estiró su mano y limpió la pequeña lágrima que corrió por la mejilla de Lyra — Debes ir al Limbo y buscar los relojes invertidos, artefactos capaces de alterar la línea temporal. Podrás cambiar este destino tan desastroso — Se inclinó hacia ella, dejando su rostro a unos centímetros de distancia — ¿Aceptas princesita? — Lyra asintió sin pensarlo. El hombre sonrió, una sonrisa inquietante y macabra.

    — Trato sellado — El hombre sacó su lengua y lamió su propio dedo, en ese momento Lyra no lo sabía, pero aquel dedo contenía la lágrima que le había limpiado hace un momento.

    Y antes de poder preguntar por aquella acción tan extraña, fue arrastrada hacia el vacío. Despertó jadeando y sudando. Miró el reloj de su mesita de noche, era madrugada.

    ♧ Que sueño tan raro...- Murmuró, sin más, se dejó caer de nuevo sobre la cama. Y al girarse para cubrirse el rostro con una almohada. A su lado descansaba un mapa viejo, con símbolos extraños y una ruta trazada hasta un punto en el bosque.

    No había sido un sueño. La oportunidad que siempre había estado esperando estaba frente a ella. Tomó el mapa y lo guardo en el cajón de su mesita de noche.

    Al amanecer, lo primero que hizo Lyra fue darse de baja en el hospital por “asuntos personales”, la noticia tomó por sorpresa a todos, aunque los directores le rogaron que se quedará, ella no podía hacerlo, tenía una misión y la iba a cumplir a cualquier costo.

    Una vez en casa, alistó una pequeña mochila con lo que creía que iba a necesitar, no quería hacerse un drama, después de todo era el Limbo, cosas "normales" no iban a ser de mucha ayuda.

    Dando una última mirada a su hogar, cerró la puerta soltando un pequeño suspiro, tan cargado de esperanza como de muerte.

    En menos de 40 minutos, ya se encontraba en la parada de la estación del tren, tenía que ir a su primer destino "Muskai", un bosque tan bello como oscuro. Cada año habían reporte de al menos 10 personas desaparecidas en aquel lugar. Algunos decían que se los tragaba el bosque como pago, otros que eran simples aventureros curiosos que tentaban al destino, que cuando se daban cuenta de lo maligno que era su interior ya era muy tarde para volver.

    Pero para Lyra eso no era una barrera, después de todo ella tenía un mapa ¿no? Igual si moría o pasaba algo en el trayecto, no había nada que lamentar.

    Las horas pasaban y ella ya no sabía cuanta distancia había caminado. Los pies le dolían pero no podía parar, tenía que llegar a la cueva antes del anochecer o todo sería más difícil.

    ♧ Maldición...¿Cuánto más debo caminar? -Se abrió paso entre el follaje de hojas violeta, fue ahí cuando se dió cuenta que estaba cerca, el ambiente se sentía diferente y ni hablar de la abrumadora aura, tan pesada y miserable...

    Media hora más tarde encontró la cueva, el borde estaba tallado con símbolos raros, casi igual al del mapa en sus manos. Se arrodillo y comenzó a sacar los implementos de su mochila.

    Creó el círculo con sangre humana y empezó a dibujar los signos del mapa, recitó un cántico de una lengua muerta y para el sello final, tomó una navaja y cortó su palma dejando caer su sangre en el medio del círculo.

    Al instante el suelo empezó a temblar y brillar, abriéndose por completo, todo fue tan rápido que se encontró cayendo al vacío en un abrir y cerrar de ojos. Tanto fue el impacto que no supo en que momento cayó inconsciente.

    Pero cuando por fin pudo despertar, Lyra yacía junto a un río de aguas rojas como el vino. El aire olía a óxido y niebla.

    Había llegado al Limbo...
    Rol para: [TwoBecomeOne_13] Hora: 7 p.m Lugar: Ciudad Szeged- Hospital Rókus. La ceremonia apenas llevaba diez minutos de haber comenzado, y Lyra ya contaba los segundos para marcharse a casa. Pero no podía. Cada año era la misma rutina, o al menos eso decían quienes llevaban tiempo trabajando en aquel hospital. Ella apenas llevaba seis meses de regreso en su tierra natal, intentando adaptarse a un entorno que le resultaba tan familiar como ajeno. La dinámica era simple, premiar a los mejores departamentos del hospital, aquellos que habían destacado durante durante aquellos meses. —¿Y tú, Lyra? ¿No te acompaña nadie? ¿Algún novio, tus padres quizás? Oí que, como jefa del Departamento Forense, podrías ganar este año —preguntó Darka con esa curiosidad tan inoportuna que la caracterizaba. ♧ No, mis padres están de vacaciones. Hoy soy solo yo —mintió Lyra, regalándole una sonrisa amable. Nadie necesitaba saber más de su vida. En unos meses probablemente desaparecería con la excusa de un nuevo empleo en otra ciudad. Era su forma de sobrevivir. Los de su especie no podían permanecer mucho tiempo en un mismo lugar… era demasiado peligroso. El murmullo del público se interrumpió cuando pronunciaron su nombre. Ganadora del primer lugar, Lyra Velvetthorn. Los aplausos resonaron como un eco distante mientras subía al escenario, sosteniendo aquel trofeo que brillaba bajo las luces del auditorio. ♧ Gracias a todos mis compañeros —dijo con voz serena— Trabajar con ustedes ha sido un honor. La vida nos da oportunidades maravillosas, y esta es una de ellas — Aunque sus palabras sonaban sinceras, dentro de ella solo había vacío. Todo era un guión repetido una y otra vez. Sonrisas falsas, promesas vacías, años que pasaban sin dejar huella. Un ciclo interminable sin chispa ni propósito... Esa noche, al regresar a casa, dejó el premio en una repisa junto a otros idénticos. Parecía una línea del tiempo, una sucesión de logros que ya no significaban nada. Exhausta, se dejó caer en la cama y cerró los ojos. El sueño llegó rápido… y con él, el pasado. Tenía siete años otra vez. Sus padres reían mientras jugaban en el jardín. Todo era luz, hasta que la oscuridad lo devoró todo. Los disparos, los gritos, la sangre. Sus padres cayendo frente a ella. Mientras Lyra solo gritaba que no la dejaran sola, rogaba que se quedarán, pero en sus ojos ya se había ido todo rastro de vida. En el medio de la lluvia, mientras ella abrazaba sus cuerpos inertes, un hombre extraño apareció, ni siquiera podía distinguir su rostro, no sabía si era por sus lágrimas o es que de verdad aquel hombre no quería dejarse ver. — Pobre niña desafortunada. Tan hermosa como maldita. Una escena desgarradora —susurró, su voz sonaba tan ronca como diabólica — Mi alma ha sido conmovida. Por lo que vengo a ofrecerte un salida, la opción de cambiar tu destino. ¿No te gustaría? — Lyra quién yacía en el piso con el vestido lleno de la sangre de sus padres, no hizo más que levantarse del suelo para encararlo, la oferta no sonaba mal, después de todo, lo que la movía era su corazón desgarrado por el dolor y la rabia. ♧ ¿ Qué clase de salida? ¿Qué debo hacer? — La voz infantil de Lyra resonó como eco en el medio del caos. Al escuchar el interés de la niña, el hombre rió con satisfacción. — Que ñiña tan valiente...La salida es sencilla, pero el camino es tormentoso. El precio justo por lo que obtendrás luego — El hombre estiró su mano y limpió la pequeña lágrima que corrió por la mejilla de Lyra — Debes ir al Limbo y buscar los relojes invertidos, artefactos capaces de alterar la línea temporal. Podrás cambiar este destino tan desastroso — Se inclinó hacia ella, dejando su rostro a unos centímetros de distancia — ¿Aceptas princesita? — Lyra asintió sin pensarlo. El hombre sonrió, una sonrisa inquietante y macabra. — Trato sellado — El hombre sacó su lengua y lamió su propio dedo, en ese momento Lyra no lo sabía, pero aquel dedo contenía la lágrima que le había limpiado hace un momento. Y antes de poder preguntar por aquella acción tan extraña, fue arrastrada hacia el vacío. Despertó jadeando y sudando. Miró el reloj de su mesita de noche, era madrugada. ♧ Que sueño tan raro...- Murmuró, sin más, se dejó caer de nuevo sobre la cama. Y al girarse para cubrirse el rostro con una almohada. A su lado descansaba un mapa viejo, con símbolos extraños y una ruta trazada hasta un punto en el bosque. No había sido un sueño. La oportunidad que siempre había estado esperando estaba frente a ella. Tomó el mapa y lo guardo en el cajón de su mesita de noche. Al amanecer, lo primero que hizo Lyra fue darse de baja en el hospital por “asuntos personales”, la noticia tomó por sorpresa a todos, aunque los directores le rogaron que se quedará, ella no podía hacerlo, tenía una misión y la iba a cumplir a cualquier costo. Una vez en casa, alistó una pequeña mochila con lo que creía que iba a necesitar, no quería hacerse un drama, después de todo era el Limbo, cosas "normales" no iban a ser de mucha ayuda. Dando una última mirada a su hogar, cerró la puerta soltando un pequeño suspiro, tan cargado de esperanza como de muerte. En menos de 40 minutos, ya se encontraba en la parada de la estación del tren, tenía que ir a su primer destino "Muskai", un bosque tan bello como oscuro. Cada año habían reporte de al menos 10 personas desaparecidas en aquel lugar. Algunos decían que se los tragaba el bosque como pago, otros que eran simples aventureros curiosos que tentaban al destino, que cuando se daban cuenta de lo maligno que era su interior ya era muy tarde para volver. Pero para Lyra eso no era una barrera, después de todo ella tenía un mapa ¿no? Igual si moría o pasaba algo en el trayecto, no había nada que lamentar. Las horas pasaban y ella ya no sabía cuanta distancia había caminado. Los pies le dolían pero no podía parar, tenía que llegar a la cueva antes del anochecer o todo sería más difícil. ♧ Maldición...¿Cuánto más debo caminar? -Se abrió paso entre el follaje de hojas violeta, fue ahí cuando se dió cuenta que estaba cerca, el ambiente se sentía diferente y ni hablar de la abrumadora aura, tan pesada y miserable... Media hora más tarde encontró la cueva, el borde estaba tallado con símbolos raros, casi igual al del mapa en sus manos. Se arrodillo y comenzó a sacar los implementos de su mochila. Creó el círculo con sangre humana y empezó a dibujar los signos del mapa, recitó un cántico de una lengua muerta y para el sello final, tomó una navaja y cortó su palma dejando caer su sangre en el medio del círculo. Al instante el suelo empezó a temblar y brillar, abriéndose por completo, todo fue tan rápido que se encontró cayendo al vacío en un abrir y cerrar de ojos. Tanto fue el impacto que no supo en que momento cayó inconsciente. Pero cuando por fin pudo despertar, Lyra yacía junto a un río de aguas rojas como el vino. El aire olía a óxido y niebla. Había llegado al Limbo...
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  • Era una noche fría, oscura y sola, de esas que te dejan pensativo, hablando con tu propia sombra. Una noche que se sentía irreal, calando hasta los huesos esa frialdad del mundo que sabías te rechazaba.

    Eunwoo se había consumido por la nostalgia en esta oportunidad, odiaba cuando su mente no lo dejaba concentrarse en los asuntos prioritarios, tales como su trabajo. Había divagado en los rincones ocultos de su mente, aquellos que con tanto esfuerzo intentaba ignorar; pero ahí estaba, fracasando, recordando los momentos junto a la persona que amó y que ya no se encontraba con vida.

    Eran estos momentos en donde él se odiaba. Solo podía sentir ese odio cuando esto ocurría, solo cuando era abrumado por cada recuerdo y se volvía completamente vulnerable, aislado del mundo, siendo torturado por sí mismo y por sus sangrientos instintos.

    Odiaba, sobretodo, la soledad a la que era condenado. Estaba acostumbrado, eso es cierto, y la mayor parte del tiempo no le importaba, pero en noches como esta no podía evitar anhelar la calidez de sentirse querido.

    ────୨ৎ────
    //no es un rol, solo es parte de la historia, pero al ser solo una escena no la puse como artículo.
    Era una noche fría, oscura y sola, de esas que te dejan pensativo, hablando con tu propia sombra. Una noche que se sentía irreal, calando hasta los huesos esa frialdad del mundo que sabías te rechazaba. Eunwoo se había consumido por la nostalgia en esta oportunidad, odiaba cuando su mente no lo dejaba concentrarse en los asuntos prioritarios, tales como su trabajo. Había divagado en los rincones ocultos de su mente, aquellos que con tanto esfuerzo intentaba ignorar; pero ahí estaba, fracasando, recordando los momentos junto a la persona que amó y que ya no se encontraba con vida. Eran estos momentos en donde él se odiaba. Solo podía sentir ese odio cuando esto ocurría, solo cuando era abrumado por cada recuerdo y se volvía completamente vulnerable, aislado del mundo, siendo torturado por sí mismo y por sus sangrientos instintos. Odiaba, sobretodo, la soledad a la que era condenado. Estaba acostumbrado, eso es cierto, y la mayor parte del tiempo no le importaba, pero en noches como esta no podía evitar anhelar la calidez de sentirse querido. ────୨ৎ──── //no es un rol, solo es parte de la historia, pero al ser solo una escena no la puse como artículo.
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