—Obviamente, pudo volver poner los arreos a Epona y montar sobre ella, por supuesto con la princesa detrás. La verdad no le molestaba cabalgar con Ruto y de hecho, se lo habría propuesto por mera cortesía. Así, llegaron pronto al palacio. Aún así, siguió igual de vengativa, comportándose de aquel modo caprichoso, lo peor es que ella lo estaba haciendo totalmente a drede, la verdad es que no la culpaba por estar tan enfadada. Había visitado a la mayor parte de sus amigos o al menos a los que seguían vivos, pero nunca logró sacar un hueco para ella.
Cenaron juntos y excepto por aquellas pequeñas puyitas y el cínico acoso, fue divertido ¿El problema? es que a Ruto era impulsiva. Al parecer eso era habitual en los gobernantes zora y Mipha fue la excepción a la regla, y a esta se le fue la mano celebrando con el vino y… bueno, el acoso dejó de ser tan sarcástico para volverse algo un poco más preocupante. Así que, como pudo la dejó en su habitacion y remarcamos el como pudo por que la princesa parecía tener garras de halcón para quererlo arrastrar a los aposentos con ella… Que ojo, estaba claro que nada iba a pasar, más de una vez entre conversaciones se habían quedado dormidos abrazados como buenos amigos. Pero, tanto con ella, como con Zelda, Saria, Malon, obviamente con Sidón también y con cualquier amigo que anduviera charlando hasta tarde. En eso no hacía distinciones. Pero, teniendo en cuenta que era una princesa y no estaba en pleno uso de sus facultades, decidió usar uno de los pasadizos secretos del castillo y dejarla durmiendo la mona.
Ya habría tiempo al día siguiente para disculparse. Tanto por haberla dejado a parte como por haberse ido por un pasadizo secreto.
En este caso, la salida dio a la entrada a uno de los bosques cercanos a la ciudad. Tentado estuvo de sacar su ocarina y tocar la canción de Epona, para volverse cabalgando a la posada. Aunque… a decir verdad, había luna llena y se veía enorme y clara. Tampoco quería despertar a nadie, así que sencillamente, se echó a andar pues tampoco tenía sueño como para irse a dormir, a fin de cuentas, tampoco era muy tarde. Gracioso fue que, aunque sabía que no había peligro alguno tan cerca de la ciudad, tenía tan interiorizado el estar vagando siempre por lugares inhóspitos lejos de la civilización, que automáticamente ya se había acostumbrado a que su paso normal, por el bosque no hiciera ruido alguno.
Pese a que caminaba muy distraído, ni si quiera viendo realmente que habia delante y que no. Se encontraba demasiado ocupado dándole vueltas a todo el asunto de Sidón y a que, estaba más que claro que algo escondía. Preocupado, pensando en cómo podría ayudarle aún sin saber lo que sucedía, siguió andando sin rumbo alguno, hasta que chocó contra una espalda. Una robusta y más alta que él—
Rol privado con: [shimmer_sapphire_monkey_595]
—Obviamente, pudo volver poner los arreos a Epona y montar sobre ella, por supuesto con la princesa detrás. La verdad no le molestaba cabalgar con Ruto y de hecho, se lo habría propuesto por mera cortesía. Así, llegaron pronto al palacio. Aún así, siguió igual de vengativa, comportándose de aquel modo caprichoso, lo peor es que ella lo estaba haciendo totalmente a drede, la verdad es que no la culpaba por estar tan enfadada. Había visitado a la mayor parte de sus amigos o al menos a los que seguían vivos, pero nunca logró sacar un hueco para ella.
Cenaron juntos y excepto por aquellas pequeñas puyitas y el cínico acoso, fue divertido ¿El problema? es que a Ruto era impulsiva. Al parecer eso era habitual en los gobernantes zora y Mipha fue la excepción a la regla, y a esta se le fue la mano celebrando con el vino y… bueno, el acoso dejó de ser tan sarcástico para volverse algo un poco más preocupante. Así que, como pudo la dejó en su habitacion y remarcamos el como pudo por que la princesa parecía tener garras de halcón para quererlo arrastrar a los aposentos con ella… Que ojo, estaba claro que nada iba a pasar, más de una vez entre conversaciones se habían quedado dormidos abrazados como buenos amigos. Pero, tanto con ella, como con Zelda, Saria, Malon, obviamente con Sidón también y con cualquier amigo que anduviera charlando hasta tarde. En eso no hacía distinciones. Pero, teniendo en cuenta que era una princesa y no estaba en pleno uso de sus facultades, decidió usar uno de los pasadizos secretos del castillo y dejarla durmiendo la mona.
Ya habría tiempo al día siguiente para disculparse. Tanto por haberla dejado a parte como por haberse ido por un pasadizo secreto.
En este caso, la salida dio a la entrada a uno de los bosques cercanos a la ciudad. Tentado estuvo de sacar su ocarina y tocar la canción de Epona, para volverse cabalgando a la posada. Aunque… a decir verdad, había luna llena y se veía enorme y clara. Tampoco quería despertar a nadie, así que sencillamente, se echó a andar pues tampoco tenía sueño como para irse a dormir, a fin de cuentas, tampoco era muy tarde. Gracioso fue que, aunque sabía que no había peligro alguno tan cerca de la ciudad, tenía tan interiorizado el estar vagando siempre por lugares inhóspitos lejos de la civilización, que automáticamente ya se había acostumbrado a que su paso normal, por el bosque no hiciera ruido alguno.
Pese a que caminaba muy distraído, ni si quiera viendo realmente que habia delante y que no. Se encontraba demasiado ocupado dándole vueltas a todo el asunto de Sidón y a que, estaba más que claro que algo escondía. Preocupado, pensando en cómo podría ayudarle aún sin saber lo que sucedía, siguió andando sin rumbo alguno, hasta que chocó contra una espalda. Una robusta y más alta que él—
—Pasaron unos días, cerca de una semana que Link llevaba en la región de los zora más alejada de la ciudad de Hyrule. Si, prácticamente había huido cuando Zelda le “invitó amablemente” a buscar paz en otro lugar ya que, al parecer él debía de ayudar a todo el mundo, constantemente sin cuestionar nada. Pero, si él era quien necesitaba ayuda, mejor era que se marchase a otra parte.
¿Si era sincero? La verdad, es que se sentía mucho mejor lejos de aquel lugar, rodeado de las gentes que de niño lo encontraron perdido en el bosque y que lo criaron. Se sentía en casa, pues ni siquiera entre los kokiri fue nunca tan querido y aceptado. Al menos, no hasta que de alli se marchó para siempre. Y la sensación reconfortante de estar en su hogar, estaba haciendo maravillas en él pues, si bien aún seguía destrozado, poco a poco iban viéndose mejoras, iba regresando poco a poco a ser ni que fuera la sombra de quien una vez fue. Y todo, gracias a los habitantes de aquella ciudad y por supuesto a su rey. Con el que por cierto, había quedado en la plaza principal. Así que no tardó en despertar, había sido una mala noche en la que se había despertado varias veces entre terrores nocturnos producto de la gran guerra que lo dejó dormido más de cien años. Pero, con el pasar de los días había conseguido que, tras despertar y ver donde se encontraba, simplemente todo lo que debía hacer era volverse a tumbar y cerrar los ojos para dormirse de nuevo, era un sueño muy ligero y que era interrumpido una y otra vez pero, al menos ahora descansaba, a diferencia de cuando había llegado días atrás.
Se incorporó desperezándose, estirando los brazos hacia arriba y arqueando ligeramente la espalda. Y tras esto se vistió y aseó. Obviamente se abrigó pues los inviernos en Lanayru eran duros y aunque llenos de tormentas, aún no habían sido ninguna. Tras esto bajó a recepción y la zora que llevaba la posada, lo saludó con amabilidad, entregándole unos panecillos de vapor que tuvo el detalle de comprar para su huésped, ya que como era de esperar no solo conocía a Link por sus azalás, si no por wue de niño alguna vez le ayudó con las tareas del hostal en precisamente, algún día frío en que lo encontró fuera. Pues una cosa curiosa es que, aunque Link fue encontrado, cuidado y educado principalmente por Mipha, lo cierto es que fue un niño del pueblo ya que enseguida todos se volcaron en cuidar al pobre niño hyliano huérfano, además de encariñarse rápidamente con él. De modo que de niño, no tuvo un hogar y una familia si no muchas de ambas. Tras una pequeña charla con la mujer y agradecer el detalle, que pensaba compartir con su amigo, se marchó a su búsqueda, llegando al punto de encuentro antes. De modo, que aprovechó para, en una de las paradas comprarse una taza de cacao caliente para calentarse un poco el cuerpo. —
-Rol privado con: [shimmer_sapphire_monkey_595]
—Pasaron unos días, cerca de una semana que Link llevaba en la región de los zora más alejada de la ciudad de Hyrule. Si, prácticamente había huido cuando Zelda le “invitó amablemente” a buscar paz en otro lugar ya que, al parecer él debía de ayudar a todo el mundo, constantemente sin cuestionar nada. Pero, si él era quien necesitaba ayuda, mejor era que se marchase a otra parte.
¿Si era sincero? La verdad, es que se sentía mucho mejor lejos de aquel lugar, rodeado de las gentes que de niño lo encontraron perdido en el bosque y que lo criaron. Se sentía en casa, pues ni siquiera entre los kokiri fue nunca tan querido y aceptado. Al menos, no hasta que de alli se marchó para siempre. Y la sensación reconfortante de estar en su hogar, estaba haciendo maravillas en él pues, si bien aún seguía destrozado, poco a poco iban viéndose mejoras, iba regresando poco a poco a ser ni que fuera la sombra de quien una vez fue. Y todo, gracias a los habitantes de aquella ciudad y por supuesto a su rey. Con el que por cierto, había quedado en la plaza principal. Así que no tardó en despertar, había sido una mala noche en la que se había despertado varias veces entre terrores nocturnos producto de la gran guerra que lo dejó dormido más de cien años. Pero, con el pasar de los días había conseguido que, tras despertar y ver donde se encontraba, simplemente todo lo que debía hacer era volverse a tumbar y cerrar los ojos para dormirse de nuevo, era un sueño muy ligero y que era interrumpido una y otra vez pero, al menos ahora descansaba, a diferencia de cuando había llegado días atrás.
Se incorporó desperezándose, estirando los brazos hacia arriba y arqueando ligeramente la espalda. Y tras esto se vistió y aseó. Obviamente se abrigó pues los inviernos en Lanayru eran duros y aunque llenos de tormentas, aún no habían sido ninguna. Tras esto bajó a recepción y la zora que llevaba la posada, lo saludó con amabilidad, entregándole unos panecillos de vapor que tuvo el detalle de comprar para su huésped, ya que como era de esperar no solo conocía a Link por sus azalás, si no por wue de niño alguna vez le ayudó con las tareas del hostal en precisamente, algún día frío en que lo encontró fuera. Pues una cosa curiosa es que, aunque Link fue encontrado, cuidado y educado principalmente por Mipha, lo cierto es que fue un niño del pueblo ya que enseguida todos se volcaron en cuidar al pobre niño hyliano huérfano, además de encariñarse rápidamente con él. De modo que de niño, no tuvo un hogar y una familia si no muchas de ambas. Tras una pequeña charla con la mujer y agradecer el detalle, que pensaba compartir con su amigo, se marchó a su búsqueda, llegando al punto de encuentro antes. De modo, que aprovechó para, en una de las paradas comprarse una taza de cacao caliente para calentarse un poco el cuerpo. —
—Nada más despedirse de Sidon, fue al palacio. El lugar en donde se encontraba el santuario a Mipha, aquel al que solo la familia real de la región de los zora tenía acceso. Tal y como el rey, le dijo nadie se cuestionó su presencia, al contrario. Mostraron una hospitalidad que llenó e calidez el cascarón vacío que ahora mismo era el hyliano. Y por supuesto no tuvieron problema alguno en indicarle dónde estaba el santuario privado.
Este se encontraba en los jardines, en una discreta capilla desde la cual podía verse todo el océano y a Vah Ruta. Quizá, el lugar más cercano y con mejores vistas a la bestia desde la ciudad. Algo lógico, teniendo en cuenta que no se podía ir hacia alli. A fin de cuentas, eso era lo más cercano que la familia de la anterior reina estaría nunca de ella. Se detuvo un momento, para tomar con cuidado algunas flores del jardín, haciendo un improvisado ramo antes de entrar. Puede que le diera problemas al jardinero real y tal vez Sidon se extrañase al ver que faltaban algunas flores pero, supuso que lo entendería. Tras esto, entró en silencio.
Era una edificación no demasiado grande con una bella estatua similar a la de la plaza principal pero esta era de cristal, adornada con algunas piedras preciosas, de modo que reflejaba toda la luz que entraba por la ventana tras ella y la irradiaba en toda la estancia, iluminándola así, del mismo modo que Mipha iluminó a todos con su presencia en vida. Se quedó observándola unos instantes con el corazón destrozado, a fin de cuentas si seguía vivo fue gracias a ella, quien de niño lo encontró. Sintiendo unos instantes con ardor en los ojos y como no podía controlar el ritmo de su respiración, avanzó para dejar el improvisado ramo a sus pies como regalo.
—No…no sé si sigues en Vah Ruta o… si te has ido para siempre… Pero, lo siento… siento mucho no haber podido hacer más por ti, Mipha. Ahora que lo recuerdo casi todo lo sé…—bajó la mirada apretando los puños en una mezcla de ira y tristeza, mientras sentía como sus ojos se humedecían y unas lagrimas comenzaban a bajar sin permiso por sus mejillas—.Tenías razón. No debería de haberme ido nunca. Debería haberme quedado aqui, en mi hogar. Al menos ahora estarías entre nosotros y puede que los demas no hubieran muerto, si solo me hubiera negado a la petición de Zelda, quizá habrían escogido a alguien mejor que yo y no se habrían perdido tantas vidas—se lamentó, apartando la mirada. Y es que, aunque fuera una estatua, no se atrevía a mirarla a los ojos—. Aún hay cosas que no recuerdo de mi pasado y no estoy… seguro de querer hacerlo. —respiró hondo y suspiró—.Me preocupa lo que pueda encontrar si intento indagar más en mi pasado, tengo incluso algunos…—hizo una pausa sin saber encontrar la palabra que estaba buscando —¿Restos?¿Remanentes? De recuerdos que sucedieron y a la vez no.Nunca fui del todo sincero contigo, y eso es algo que lamento. Te dije que me perdí sin más pero la verdad es mucho más complicada y… No podría contarla a nadie, es algo de lo que solo somos conscientes Zelda y yo, cualquier otra persona nos tomaría por locos. —se excusó, y volvió a suspirar al ver que estaba hablando sin sentido—.Las cosas no me han ido bien, Miph… Si, al final ganamos, si hay paz. Y sin embargo, sigo cargando con el peso de todo y no puedo demostrar lo cansado y hundido que estoy, por que sé que vaya donde vaya, los ojos de todo el mundo están sobre mi, por eso tengo que aparentar que no me pasa nada. Tal como dijo Zelda, si la casa real y el héroe están bien, todo va bien. —sacudió suavemente la cabeza—.Y no me importa, en cierto modo, creo que así es más fácil. Obedecer órdenes y pelear es lo que se me da mejor y lo único que sé hacer. Lo triste es que pese a todo ni siquiera quiera es suficiente… No puedo más, aunque no te preocupes, siempre puedo aguantar un poco más. Solo necesito un descanso, voy a quedarme unos días, hasta estar mejor. —en ese momento,se secó las lágrimas de los ojos y levantó la mirada para ver el rostro tranquilo de la estatua y sonríele —.Te prometo que volveré a venir a verte. —tras esto trató de terminar de calmarse y tras despedirse y dedicarle una última mirada a la efigie, se marchó a la posada —
—Nada más despedirse de Sidon, fue al palacio. El lugar en donde se encontraba el santuario a Mipha, aquel al que solo la familia real de la región de los zora tenía acceso. Tal y como el rey, le dijo nadie se cuestionó su presencia, al contrario. Mostraron una hospitalidad que llenó e calidez el cascarón vacío que ahora mismo era el hyliano. Y por supuesto no tuvieron problema alguno en indicarle dónde estaba el santuario privado.
Este se encontraba en los jardines, en una discreta capilla desde la cual podía verse todo el océano y a Vah Ruta. Quizá, el lugar más cercano y con mejores vistas a la bestia desde la ciudad. Algo lógico, teniendo en cuenta que no se podía ir hacia alli. A fin de cuentas, eso era lo más cercano que la familia de la anterior reina estaría nunca de ella. Se detuvo un momento, para tomar con cuidado algunas flores del jardín, haciendo un improvisado ramo antes de entrar. Puede que le diera problemas al jardinero real y tal vez Sidon se extrañase al ver que faltaban algunas flores pero, supuso que lo entendería. Tras esto, entró en silencio.
Era una edificación no demasiado grande con una bella estatua similar a la de la plaza principal pero esta era de cristal, adornada con algunas piedras preciosas, de modo que reflejaba toda la luz que entraba por la ventana tras ella y la irradiaba en toda la estancia, iluminándola así, del mismo modo que Mipha iluminó a todos con su presencia en vida. Se quedó observándola unos instantes con el corazón destrozado, a fin de cuentas si seguía vivo fue gracias a ella, quien de niño lo encontró. Sintiendo unos instantes con ardor en los ojos y como no podía controlar el ritmo de su respiración, avanzó para dejar el improvisado ramo a sus pies como regalo.
—No…no sé si sigues en Vah Ruta o… si te has ido para siempre… Pero, lo siento… siento mucho no haber podido hacer más por ti, Mipha. Ahora que lo recuerdo casi todo lo sé…—bajó la mirada apretando los puños en una mezcla de ira y tristeza, mientras sentía como sus ojos se humedecían y unas lagrimas comenzaban a bajar sin permiso por sus mejillas—.Tenías razón. No debería de haberme ido nunca. Debería haberme quedado aqui, en mi hogar. Al menos ahora estarías entre nosotros y puede que los demas no hubieran muerto, si solo me hubiera negado a la petición de Zelda, quizá habrían escogido a alguien mejor que yo y no se habrían perdido tantas vidas—se lamentó, apartando la mirada. Y es que, aunque fuera una estatua, no se atrevía a mirarla a los ojos—. Aún hay cosas que no recuerdo de mi pasado y no estoy… seguro de querer hacerlo. —respiró hondo y suspiró—.Me preocupa lo que pueda encontrar si intento indagar más en mi pasado, tengo incluso algunos…—hizo una pausa sin saber encontrar la palabra que estaba buscando —¿Restos?¿Remanentes? De recuerdos que sucedieron y a la vez no.Nunca fui del todo sincero contigo, y eso es algo que lamento. Te dije que me perdí sin más pero la verdad es mucho más complicada y… No podría contarla a nadie, es algo de lo que solo somos conscientes Zelda y yo, cualquier otra persona nos tomaría por locos. —se excusó, y volvió a suspirar al ver que estaba hablando sin sentido—.Las cosas no me han ido bien, Miph… Si, al final ganamos, si hay paz. Y sin embargo, sigo cargando con el peso de todo y no puedo demostrar lo cansado y hundido que estoy, por que sé que vaya donde vaya, los ojos de todo el mundo están sobre mi, por eso tengo que aparentar que no me pasa nada. Tal como dijo Zelda, si la casa real y el héroe están bien, todo va bien. —sacudió suavemente la cabeza—.Y no me importa, en cierto modo, creo que así es más fácil. Obedecer órdenes y pelear es lo que se me da mejor y lo único que sé hacer. Lo triste es que pese a todo ni siquiera quiera es suficiente… No puedo más, aunque no te preocupes, siempre puedo aguantar un poco más. Solo necesito un descanso, voy a quedarme unos días, hasta estar mejor. —en ese momento,se secó las lágrimas de los ojos y levantó la mirada para ver el rostro tranquilo de la estatua y sonríele —.Te prometo que volveré a venir a verte. —tras esto trató de terminar de calmarse y tras despedirse y dedicarle una última mirada a la efigie, se marchó a la posada —
escuchar musica de Zelda mientras trabajo no tiene precio, me relaja y ayuda a mi concentración, lo que no me ayuda es mi deseo de que cierta persona me responda por aquí jajajajajaja XD
escuchar musica de Zelda mientras trabajo no tiene precio, me relaja y ayuda a mi concentración, lo que no me ayuda es mi deseo de que cierta persona me responda por aquí jajajajajaja XD
—Lleva dos días enteros sin pronunciar una palabra. Y es que, saber que calladito está mejor.
En lugar de eso, lleva esos dos días perdido por Lanayru, buscando campamentos de mogoblins y guardianes, peleando con ellos y exterminando los sin descanso. Pelear era lo único que sabía hacer, estaba claro. Para todo lo demás, no era más que una molestia —
—Lleva dos días enteros sin pronunciar una palabra. Y es que, saber que calladito está mejor.
En lugar de eso, lleva esos dos días perdido por Lanayru, buscando campamentos de mogoblins y guardianes, peleando con ellos y exterminando los sin descanso. Pelear era lo único que sabía hacer, estaba claro. Para todo lo demás, no era más que una molestia —
#TheLegendOfZelda #TLOZ