— Existe una gran multitud de textos sagrados apócrifos, relatos que, por alguna u otra razón, no terminaron formando parte de las "versiones finales". Uno de ellos, mi favorito personal, proviene del Talmud, y una versión un poco distinta se encuentra en la Biblia.
Este texto trata sobre la lepra. En específico, brinda instrucciones sobre cómo deshacerse del cuerpo de un leproso. Lo que me llama la atención, sin embargo, es que una parte del texto está plenamente dedicada a la purificación del hogar.
No sólo eso: la manera en la que está escrito, sugiere que una casa es un ente viviente, un enfermo más, con cabeza, corazón y pulmones a los que hay que limpiar.
Si ese es el caso, entonces, ¿no somos nosotros como pequeñas bacterias dentro de este ser pensante y sentiente? ¿No somos lo que le da su identidad?
Resultaría obvio que sí. Un hogar es un hogar gracias a quienes lo habitan, ellos le definen. Siendo el caso, ¿no seríamos nosotros, por consecuencia, definidos por las partes más pequeñas que nos componen, que nos habitan?
Muchos estudios han sugerido que la flora intestinal, la composición bacteriana en nuestra piel, e incluso las enfermedades que dejan secuelas en la infancia, dictan todas nuestra conducta. No somos más que la suma de nuestras partes, de las más pequeñas e insignificantes partes.
— Existe una gran multitud de textos sagrados apócrifos, relatos que, por alguna u otra razón, no terminaron formando parte de las "versiones finales". Uno de ellos, mi favorito personal, proviene del Talmud, y una versión un poco distinta se encuentra en la Biblia.
Este texto trata sobre la lepra. En específico, brinda instrucciones sobre cómo deshacerse del cuerpo de un leproso. Lo que me llama la atención, sin embargo, es que una parte del texto está plenamente dedicada a la purificación del hogar.
No sólo eso: la manera en la que está escrito, sugiere que una casa es un ente viviente, un enfermo más, con cabeza, corazón y pulmones a los que hay que limpiar.
Si ese es el caso, entonces, ¿no somos nosotros como pequeñas bacterias dentro de este ser pensante y sentiente? ¿No somos lo que le da su identidad?
Resultaría obvio que sí. Un hogar es un hogar gracias a quienes lo habitan, ellos le definen. Siendo el caso, ¿no seríamos nosotros, por consecuencia, definidos por las partes más pequeñas que nos componen, que nos habitan?
Muchos estudios han sugerido que la flora intestinal, la composición bacteriana en nuestra piel, e incluso las enfermedades que dejan secuelas en la infancia, dictan todas nuestra conducta. No somos más que la suma de nuestras partes, de las más pequeñas e insignificantes partes.