• Sí, soy botánica y haga muchas cosas. La mayoría son para el dolor, los moretones y también el sangrado. La gente debería pelear menos... ¿Por qué olvidan que pueden morir?
    Sí, soy botánica y haga muchas cosas. La mayoría son para el dolor, los moretones y también el sangrado. La gente debería pelear menos... ¿Por qué olvidan que pueden morir?
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  • En estas fechas me vuelvo más consciente de mi propio peso. Del cuerpo en la silla, del la taza de cafe soltando su vapor, del reloj que avanza aunque nadie se lo haya pedido. La paz no llega como un milagro, llega como cansancio: cuando dejo de pelear conmigo mismo.

    La depresión no es un monstruo en estas fechas, es algo más doméstico. Se parece a olvidar comprar pan, a no tener a quién escribirle, a pensar en alguien mientras lavo un plato que no necesitaba usar. Veo las luces navideñas desde mi hogar, las compras de pánico, todas esas costumbres de extranjeros en su búsqueda de calidez humana y no me molestan; me recuerdan que la vida sigue ocurriendo en otros pisos, en otros cuerpos.

    A veces creo que la Navidad exige una versión de mí que ya no existe. Pero también trae pequeñas treguas: el vapor del arroz recién hecho, una frase que funciona al escribirla, la certeza de que no estoy roto, solo cansado. Y en ese cansancio; breve, honesto, humano,.encuentro una paz modesta, suficiente para pasar la noche.
    En estas fechas me vuelvo más consciente de mi propio peso. Del cuerpo en la silla, del la taza de cafe soltando su vapor, del reloj que avanza aunque nadie se lo haya pedido. La paz no llega como un milagro, llega como cansancio: cuando dejo de pelear conmigo mismo. La depresión no es un monstruo en estas fechas, es algo más doméstico. Se parece a olvidar comprar pan, a no tener a quién escribirle, a pensar en alguien mientras lavo un plato que no necesitaba usar. Veo las luces navideñas desde mi hogar, las compras de pánico, todas esas costumbres de extranjeros en su búsqueda de calidez humana y no me molestan; me recuerdan que la vida sigue ocurriendo en otros pisos, en otros cuerpos. A veces creo que la Navidad exige una versión de mí que ya no existe. Pero también trae pequeñas treguas: el vapor del arroz recién hecho, una frase que funciona al escribirla, la certeza de que no estoy roto, solo cansado. Y en ese cansancio; breve, honesto, humano,.encuentro una paz modesta, suficiente para pasar la noche.
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  • Llega el momento del parto.

    Las contracciones me atraviesan como cuchillas antiguas. No es solo dolor: es una guerra interna. Siento cómo mis propios órganos parecen desplazarse, desgarrarse, pelear entre sí, como si el cuerpo tuviera que decidir quién vive y quién muere para que algo nuevo pueda nacer. Cada espasmo es una sentencia. Cada grito, un desgarro del mundo.

    Cuando llegamos al hospital, el dolor ya no es humano. Es tan agudo, tan absoluto, que los médicos se miran con terror. Hablan deprisa. Temen por mi vida. Deciden abrir, cortar antes de que mi cuerpo colapse del todo.

    Preparan el instrumental.

    Pero entonces…
    antes de que el bisturí toque mi piel, algo sale de mí.

    No carne.
    No sangre.

    Un espíritu de parto natural emerge entre mis piernas como una llamarada pálida, antigua, imposible. No llora. No respira. Simplemente es. La habitación se llena de un frío sobrenatural, y los humanos retroceden. Gritan. Algunos rezan. Otros huyen sin mirar atrás.

    Salen corriendo.

    El segundo nace inmediatamente después.
    El tercero lo sigue, arrastrado por la misma fuerza invisible.
    Tres presencias se manifiestan, idénticas entre sí y a mí, vibrando con una energía que no pertenece a este plano.

    Pero entonces… el tiempo se rompe.

    Los demás tardan.

    Mi cuerpo vuelve a reclamarme con violencia. El dolor regresa multiplicado, brutal. Ya no hay manos que ayuden, ni voces que guíen. Solo yo, el suelo frío, y aquello que aún se resiste a salir.

    Aprieto los dientes.
    Aferro el mundo con las uñas.
    Empujo con todo lo que me queda.

    Una vez.
    Otra.
    Otra más.

    Con un esfuerzo que me arranca el alma, consigo sacar cinco más.

    Caen pesados. Silenciosos.

    No se mueven.

    Una lágrima cae por mi mejilla.

    —Lo siento mi ama Naamah sólo he podido engendrar a tres...

    Los otros tres salen disparados por la ventana rompiéndola y desapareciendo. Listos para causar estragos... mientras el viento que entra por la ventana ondula mi cabello y seca mi lágrima.
    Llega el momento del parto. Las contracciones me atraviesan como cuchillas antiguas. No es solo dolor: es una guerra interna. Siento cómo mis propios órganos parecen desplazarse, desgarrarse, pelear entre sí, como si el cuerpo tuviera que decidir quién vive y quién muere para que algo nuevo pueda nacer. Cada espasmo es una sentencia. Cada grito, un desgarro del mundo. Cuando llegamos al hospital, el dolor ya no es humano. Es tan agudo, tan absoluto, que los médicos se miran con terror. Hablan deprisa. Temen por mi vida. Deciden abrir, cortar antes de que mi cuerpo colapse del todo. Preparan el instrumental. Pero entonces… antes de que el bisturí toque mi piel, algo sale de mí. No carne. No sangre. Un espíritu de parto natural emerge entre mis piernas como una llamarada pálida, antigua, imposible. No llora. No respira. Simplemente es. La habitación se llena de un frío sobrenatural, y los humanos retroceden. Gritan. Algunos rezan. Otros huyen sin mirar atrás. Salen corriendo. El segundo nace inmediatamente después. El tercero lo sigue, arrastrado por la misma fuerza invisible. Tres presencias se manifiestan, idénticas entre sí y a mí, vibrando con una energía que no pertenece a este plano. Pero entonces… el tiempo se rompe. Los demás tardan. Mi cuerpo vuelve a reclamarme con violencia. El dolor regresa multiplicado, brutal. Ya no hay manos que ayuden, ni voces que guíen. Solo yo, el suelo frío, y aquello que aún se resiste a salir. Aprieto los dientes. Aferro el mundo con las uñas. Empujo con todo lo que me queda. Una vez. Otra. Otra más. Con un esfuerzo que me arranca el alma, consigo sacar cinco más. Caen pesados. Silenciosos. No se mueven. Una lágrima cae por mi mejilla. —Lo siento mi ama [n.a.a.m.a.h] sólo he podido engendrar a tres... Los otros tres salen disparados por la ventana rompiéndola y desapareciendo. Listos para causar estragos... mientras el viento que entra por la ventana ondula mi cabello y seca mi lágrima.
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  • La entidad caótica del placer —la más terrible de todas— Naamah, me ha dejado preñada.
    Por ser la reina de la lujuria y la princesa del caos.
    Esas cualidades, grabadas en mi alma como sellos ardientes, me han convertido en un recipiente ideal para engendrar los engendros del Caos.

    Me convertiré en la madre de las abominaciones de Naamah.
    Al menos de una de ellas…
    La primera en la que mi ama Naamah ha confiado —o la primera que ha sobrevivido— para tan impía labor.


    ---

    Despierto al día siguiente del sello de Naamah.

    El dolor me arranca el aliento.
    Mi útero arde, quema desde dentro como jamás hubiera imaginado posible, como si serpientes iracundas navegaran por el saco amniótico, enroscándose unas contra otras, peleando por existir.

    Me llevo una mano al vientre, temblorosa.
    La piel está caliente, viva, demasiado viva.
    Cada espasmo es una promesa monstruosa, cada latido un recordatorio de lo que crece en mí.

    Cierro los ojos.
    Respiro.
    Y entonces canto.

    Una nana antigua, nacida en Tharésh’Kael, un idioma que no se aprende: se recuerda.

    Mi voz se desliza suave, oscura, envolvente:

    **“Shae’lin… shaer’na vel…
    Umrae thil, umrae thil…
    Kaor’eth narae, narae suul…
    Vel’thra… vel’thra… duerm’kael…

    Shaa… shaa…
    Noktir vael en’th…”**

    El dolor cede poco a poco.
    Las serpientes se aquietan.
    El caos se repliega, dormido, escuchando a su madre.

    Mi vientre se calma.
    Ellos duermen.

    Y yo, contra toda lógica, contra todo juicio…
    no puedo evitar sonreír.

    Naamah
    La entidad caótica del placer —la más terrible de todas— Naamah, me ha dejado preñada. Por ser la reina de la lujuria y la princesa del caos. Esas cualidades, grabadas en mi alma como sellos ardientes, me han convertido en un recipiente ideal para engendrar los engendros del Caos. Me convertiré en la madre de las abominaciones de Naamah. Al menos de una de ellas… La primera en la que mi ama Naamah ha confiado —o la primera que ha sobrevivido— para tan impía labor. --- Despierto al día siguiente del sello de Naamah. El dolor me arranca el aliento. Mi útero arde, quema desde dentro como jamás hubiera imaginado posible, como si serpientes iracundas navegaran por el saco amniótico, enroscándose unas contra otras, peleando por existir. Me llevo una mano al vientre, temblorosa. La piel está caliente, viva, demasiado viva. Cada espasmo es una promesa monstruosa, cada latido un recordatorio de lo que crece en mí. Cierro los ojos. Respiro. Y entonces canto. Una nana antigua, nacida en Tharésh’Kael, un idioma que no se aprende: se recuerda. Mi voz se desliza suave, oscura, envolvente: **“Shae’lin… shaer’na vel… Umrae thil, umrae thil… Kaor’eth narae, narae suul… Vel’thra… vel’thra… duerm’kael… Shaa… shaa… Noktir vael en’th…”** El dolor cede poco a poco. Las serpientes se aquietan. El caos se repliega, dormido, escuchando a su madre. Mi vientre se calma. Ellos duermen. Y yo, contra toda lógica, contra todo juicio… no puedo evitar sonreír. [n.a.a.m.a.h]
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  • +Ya habia pasado algo mas de un mes desde que ingreso a esa prision. Al menos contaba con amigas en ese lugar. Haciendo las cosas mas sencillas de tolerar. Ese dia en particular estaba de camino a una de las areas comunales de la prision. Descendiendo por una larga serie de escaleras. acompañada de una de sus amigas volteaba a verla un momento al caminar+ Me queda claro que los guardias incitan a pelear a los prisioneros entre si. Supongo que es su forma de divertirse con un espectaculo gratis

    He escuchado rumores de que en algun lugar de la prision tienen una area donde hacen pelear a los prisioneros. Ofreciendo recompensas al ganador mientras hacen apuestas. En realidad no me sorprende en absoluto. Tu crees que sea cierto Rissa? +Preguntaba con una sonrisa en su rostro al continuar descendiendo por las escaleras+ En algun momento voy a encontrar la forma de salir de este lugar... y cuando lo haga nos vamos a ir todas juntas +Mencionaba con determinacion, ya se habia hecho la idea que no se iba a quedar atrapada ahi de por vida. Encontraria la forma de escapar de una forma o de otra+

    Nerissa Ravencroft
    +Ya habia pasado algo mas de un mes desde que ingreso a esa prision. Al menos contaba con amigas en ese lugar. Haciendo las cosas mas sencillas de tolerar. Ese dia en particular estaba de camino a una de las areas comunales de la prision. Descendiendo por una larga serie de escaleras. acompañada de una de sus amigas volteaba a verla un momento al caminar+ Me queda claro que los guardias incitan a pelear a los prisioneros entre si. Supongo que es su forma de divertirse con un espectaculo gratis He escuchado rumores de que en algun lugar de la prision tienen una area donde hacen pelear a los prisioneros. Ofreciendo recompensas al ganador mientras hacen apuestas. En realidad no me sorprende en absoluto. Tu crees que sea cierto Rissa? +Preguntaba con una sonrisa en su rostro al continuar descendiendo por las escaleras+ En algun momento voy a encontrar la forma de salir de este lugar... y cuando lo haga nos vamos a ir todas juntas +Mencionaba con determinacion, ya se habia hecho la idea que no se iba a quedar atrapada ahi de por vida. Encontraria la forma de escapar de una forma o de otra+ [myth_peach_snake_499]
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  • Bueno , como sea ..... ire a ver la a siguiente pelea , quizas lo vere luego .
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  • Las aguas termales de la familia Feu tienen propiedades curativas, para alguien como Seph, quien siempre solía meterse en peleas, y que servía como el escudo y la espada de la familia, dichas aguas se habían convertido en su lugar favorito post misión.

    ── Le hace falta un poco más de calor a esto. ──
    Las aguas termales de la familia Feu tienen propiedades curativas, para alguien como Seph, quien siempre solía meterse en peleas, y que servía como el escudo y la espada de la familia, dichas aguas se habían convertido en su lugar favorito post misión. ── Le hace falta un poco más de calor a esto. ──
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  • ♧ ¿Por qué querrías pelear conmigo? Es evidente que soy superior… y lo último que verás será mi sombra sobre ti -
    ♧ ¿Por qué querrías pelear conmigo? Es evidente que soy superior… y lo último que verás será mi sombra sobre ti -
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  • - tranquilo viendo la pelea de humano con hades , calmado .-

    Uy , probrecito humano casi me da pena ....
    - tranquilo viendo la pelea de humano con hades , calmado .- Uy , probrecito humano casi me da pena ....
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  • - Loki estaba tan consentrado viendo la pelea de Hades con el humano , la septima ronda de ragnarok -

    Que increible!!!
    - Loki estaba tan consentrado viendo la pelea de Hades con el humano , la septima ronda de ragnarok - Que increible!!!
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